Por.
Will Graham, España
Como
recién convertido, me costó la mismísima vida entender el libro de Levítico.
Era como intentar descifrar jeroglíficos egipcios. ¡Madre mía! Fue tan
diferente a Génesis y Éxodo. Conforme iban pasando los años, pensé: “Tengo que
hacer algo al respecto”. Así que entre 2010 y 2011 mientras servía en la
preciosa iglesia Centro cristiano (Castellón), me dediqué a estudiar el libro a
fondo. ¡Sí, señor! ¡Un año entero con un solo libro de la Biblia! (Como soy tontito,
tardo en asimilar bien las cosas). Estudié el libro tan a fondo que decidí
escribir mi propio comentario sobre Levítico, el cual tengo archivado en mi
biblioteca personal. Vamos, algunos se quedan contentos con millones en el
banco; otros con fama internacional; yo, con entender el libro de Levítico. Los
pelirrojos somos así de raros… A lo largo de aquel año empecé a cultivar un
amor por el mensaje de Levítico y es precisamente esta pasión la que me ha
hecho saltar en estos últimos años. He saltado una y otra vez porque hay una
nueva corriente teológica dándose a conocer en España que está machacado el
libro de Levítico de una forma brutal. Me refiero, claro está, a la teología
Queer (gay/ homosexual). Hoy, todo lo que quiero hacer es enfrentar cinco argumentos
que la comunidad gay emplea para derribar las enseñanzas anti-homosexuales de
mi querido libro.
Espero que os sea de ayuda…
1.- ¡No puedes interpretar el libro de
Levítico literalmente!
El
primer argumento es que no hay que entender los pasajes anti-homosexuales de
Levítico literalmente. ¿De qué pasajes estamos hablando? Por un lado Levítico
18:22: “No te echarás con varón como con mujer; es abominación”. Y por el otro,
Levítico 20:13: “Si alguno se ayuntare con varón como con mujer, abominación
hicieron”. El problema con este punto de vista es que Levítico es un libro de
legislación judía. No es literatura poética ni apocalíptica.
El
libro se escribió para ser entendido literalmente. Cuando Dios tacha la
homosexualidad de “abominación”, no está hablando alegórica ni simbólicamente.
Leer un libro literal de forma literal no significa que el lector sea
fundamentalista. Significa que es una persona intelectualmente honesta. Por
cierto, ¿cómo es que nadie tiene ningún problema con la literalidad del resto
del libro de Levítico? ¿Por qué son precisamente estos dos capítulos (el 18 y
el 20) que no hay que interpretar de forma literal? Se tratan, pienso yo, de
auténticas “acrobacias exegéticas”. No dejo de alucinar con las
interpretaciones alejandrinas ofrecidas por la teología gay. ¡En serio, estos
escritores merecen un premio o algo! Son una señal indubitable de que el don de
la creatividad sigue con nosotros en el siglo XXI. De todas maneras, ¿cómo se
sentirían estos teólogos si nadie los leyese de forma literal? Acaso no se
enfadarían diciendo: “¿Por qué siempre malinterpretáis todo lo que os digo?”
Creo que el Señor tendría algo parecido que decir a la teología Queer hoy en
día.
2.- Tienes que entender el contexto
socio-histórico del libro
El
segundo argumento es que no podemos citar el libro de Levítico sin saber algo
de su contexto socio-histórico. Aquí estoy en total acuerdo con la teología gay.
De eso no hay duda. No obstante, creo que se trata de un argumento que
perjudica la postura homosexual. La idea común es que el libro de Levítico
condenó la homosexualidad porque en aquel entonces todos eran heterosexuales
(no como nosotros en la Europa actual) y por lo tanto, estaban en contra de la
homosexualidad. Pero si leemos bien el contexto de estos mandatos divinos en
Levítico 18 y 20, veremos que el Señor mandó lo que mandó para que los hebreos
fuesen en contra de las prácticas homosexuales que prevalecían en las culturas
vecinas (como en Egipto y Canaán). A la luz de semejante perversión sexual en
las naciones paganas, Dios llamó su pueblo a la santidad. En estos capítulos el
Todopoderoso no está dirigiéndose exclusivamente a los levitas; sino a todos
los hebreos. En fin, el Señor estaba bien consciente de la homosexualidad mucho
antes del siglo XXI y habló muy claro al respecto. ¿Por qué tendría que cambiar
de parecer en nuestra generación? ¿En qué fecha de la historia decidió Dios
aceptar la homosexualidad?
3.- Sólo Levítico condena la
homosexualidad
Otro
malentendido con el cual me he topado ha sido el siguiente: “Sólo el libro de
Levítico condena la homosexualidad”. Evidentemente es un argumento que apenas
necesita ser refutado. Hay muchos otros pasajes bíblicos que condenan la
homosexualidad tanto en el Antiguo como el Nuevo Pacto. Pero aquí está el quid
de la cuestión. Aun si no tuviéramos ningún texto bíblico denunciando la
homosexualidad en términos explícitos; la Biblia seguiría siendo un libro
heterosexual. Las Escrituras fueron escritas en el contexto de una cosmovisión
judía, la cual profesó fe en el Creador que había colocado a un varón junto con
una mujer en el Edén. El judaísmo presupone la heterosexualidad.
Toda
la Biblia, pues, promueve el matrimonio heterosexual independientemente de los
versículos aislados que condenan la fornicación, el adulterio y la
homosexualidad. Hay que entender a Jesús contra este telón de fondo también. Si
Jesús hubiera estado a favor de la homosexualidad, en algún lugar lo habría
dicho. Pero el amado Salvador sí dijo: “¿No habéis leído que el que los hizo al
principio, varón y hembra los creó?” (Mateo 19:4). Así que Levítico no es el
único libro que censura la homosexualidad; toda la Biblia lo hace. Y no lo hace
por ser anti-gay sino que lo hace porque es pro-Dios, pro-Edén,
pro-heterosexual. Hasta el rey de los teólogos liberales contemporáneos, el
obispo episcopal pro-gay John Shelby Spong, ha confesado abiertamente que la
Biblia es un libro anti-gay. No es por nada que hace dos meses el periodista
homosexual Frank Bruni (New York Times) pidió que se volviese a escribir la
Biblia.
4.- ¡Pero tú comes marisco!
Otro
argumento es la típica respuesta gay cuando alguien cita el libro de Levítico:
“No puedes decirme que la homosexualidad es pecaminosa si sigues zampando
marisco”. De nuevo, tal comentario –entre otras cosas- presupone que Levítico
sea el único lugar de la Biblia donde se condena la homosexualidad. [Vicky
Beeching, cantante británica] Vicky Beeching, cantante británica Esta fue la
respuesta que dio la cantante evangélica Vicky Beeching cuando le preguntaron
en Sky News sobre cómo poder reconciliar lo que decía la Biblia con su estilo
de vida lesbiana: “En Levítico dice que los hombres no deben echarse con
varones. Pero también dice que no hay que comer marisco ni ponerse ropa hecha
con telas de materiales mezclados […] Hay que entender todo en su contexto”.
Tristemente Beeching no ha aprendido a distinguir entre la ley teocrática de
Israel (la cual fue temporal) y la ley moral (la cual es eterna y vigente).
Dentro de la ley teocrática está todo lo relacionado con la ley ceremonial.
Hoy
día, por ejemplo, ¿quién sigue sacrificando animales por sus pecados? ¡Nadie!
La ley ceremonial fue abolida en Cristo. No obstante, la ley moral sigue en
pie. Cuando leemos de leyes sobre barbas, marisco, cerdo y ropa hemos de
recordar que Dios estaba hablando al pueblo étnico de Israel; no a la Iglesia
del Señor de nuestro siglo. Pero cuando leemos los textos que apelan a la ética
universal –la condena del incesto, por ejemplo- dichos textos sí siguen
vigentes. Aunque el Nuevo Testamento no diga absolutamente nada sobre el
incesto, no quiere decir que ahora sea algo bueno y agradable ante los ojos de
Dios. Sigue siendo una abominación moral. Otra cosa que hay que tener en mente
es que Dios nunca castigó a las naciones vecinas por comer marisco ni cerdo.
Pero sí los condenó por su corrupción sexual. “En ninguna de estas cosas
[sexuales] os amancillaréis; pues en todas estas cosas se han corrompido las
naciones que echo de delante de vosotros, y la tierra fue contaminada; y yo
visité su maldad sobre ella, y la tierra vomitó sus moradores” (Levítico
18:24-25). Comer marisco es una cosa; entregarse al pecado homosexual es otra.
5.- Eres un homófobo fundamentalista
El
último argumento es un poco más personal (pero nos pasará a todos). Cuando
hablo sobre el contenido de Levítico con alguien pro-gay, en un 90-95% de los
casos esa persona siempre acaba el diálogo insultándome. En vez llamarlo un
argumento, sería más correcto etiquetarlo como una acusación. Me refiero a la
típica frase que he oído cien mil veces: “Eres un homófobo fundamentalista”.
¡Hasta alguien me dijo recientemente que va a orar para que mis hijos salgan
homosexuales! En el mundo filosófico llamamos semejantes argumentos ad hominem.
Es un argumento que se usa contra la integridad o el carácter de la persona con
la cual se está dialogando con el fin de derribar su postura. Por ejemplo,
digamos que un político afirma que existe la ley de la gravedad. Pero hay otro
plenamente convencido de que no hay tal ley. Puesto que éste no sabe cómo ganar
el debate, empieza a atacar el carácter del político para dar la sensación de
que ha ganado el argumento. “Eres un mentiroso y corrupto con millones
escondidos en tu cuenta privada en Suiza”.
En
realidad no ha ganado el argumento a nivel lógico porque la gravedad sigue
existiendo, pero a nivel popular, tales tácticas funcionan de maravilla. Lo
mismo sucede con la cuestión gay. Por muy sinvergüenza, feo, maloliente y
manipulador que yo sea, no va a cambiar lo que dice la Biblia para nada. Esto
hay que tenerlo bien claro. Fijaos, no escribo ni hablo sobre la homosexualidad
por gusto personal. Lo hago porque está en la Biblia, es la Palabra de Dios y
no puedo soportar que ciertas personas tomen el nombre del Dios de la Biblia en
vano para bendecir algo que Dios ha condenado. Es por esta razón que puedo
profetizaros a todos ahora mismo (seáis cesacionistas o continuacionistas),
sabiendo a ciencia cierta que mi profecía se cumplirá al pie de la letra en no
muchos días.
Mi
profecía es: que me van a tachar de todo por escribir este artículo. Ya veréis
la falta de crítica constructiva y una avalancha de insultos, palabrotas,
acusaciones y amenazas. Es lo que hay. Pero no dejan de ser ataques ad hominem.
El tema que tenemos que estudiar en España no es cómo tratar a los gays. Todos
estamos de acuerdo en que hay que amarlos, orar con ellos, sufrir con ellos y tener
compasión de ellos. Esto está clarísimo. Pero ésta no es la pregunta. La
pregunta es: ¿agrada la homosexualidad a Dios o no? No es una pregunta de
metodología, sino de contenido. Y mientras esta línea se quede oscurecida, los
típicos insultos de siempre se van a lanzar. ¿Qué hacemos, pues, cuando nos
insultan llamándonos homófobos fundamentalistas? Bueno, podríamos responder
diciendo que nuestros enemigos son bibliófobos fundamentalistas, Levíticófobos
fundamentalistas o santidadófobos fundamentalistas o, en amor, podríamos
callarnos la boca y sufrir en silencio.
Conclusión
Con
todo lo antedicho, si alguien no está dispuesto a reconocer que Dios condena la
homosexualidad en el libro de Levítico (o en la Biblia entera), habría que
hacerle la siguiente pregunta (y con ella os dejo hasta la semana que viene):
Si Dios estuviese en contra de la homosexualidad, ¿qué tendría que decir
textualmente para convencerte de que lo está?
Fuente:
Protestantedigital, 2015.