Por.
Emilio Monjo, España
Les
tenía unas notas, de manual, sobre los efectos de la Reforma Protestante sobre
la política, pero escribo el día del Corpus aquí en Sevilla, y sólo
describiendo lo que pasa, con los pasos y todo, tenemos una imagen insuperable
de la política en la Reforma. Los actos de esta celebración eucarística se
mueven entre el Ayuntamiento y la Catedral (es camino corto), incorporando a
todo el cuerpo social en este Corpus: estamentos militares, sociales,
académicos… con bailes rituales, conciertos y fiestas, incluyendo festejo
taurino. Pues ya sabemos que para el papado eucarístico todo el cuerpo social
es el Cuerpo (Corpus) de Ésequedicen (no puedo poner el sacratísimo nombre de
mi Cristo en ese altar de Confusión). Es un Auto de Fe, donde toda la sociedad
debe mostrarla, sin faltar nadie, bajo el supremo cáliz. La hostia. Es el acto
público de fe donde todos, con independencia de cargo o responsabilidad,
muestran su sumisión al prelado, donde todos confirman la presencia real de
Ésequedicen en la hostia.
El
ayuntamiento tiene su altar, y ofrece concurso de altares en la ciudad.
(Vuelvan a leerlo, o se lo pongo otra vez.) La acción política en nuestra
España, desde Trento ha sido un Auto de Fe, una acción de Contrarreforma,
incluso en la estética. Esto es el Corpus. Todos jurando sumisión al prelado.
Ése que es vicario del Vicario. Todos bajo el pie del Sumo del Vaticano. Esto
es política papal; cuando el ayuntamiento (que cada uno puede creer lo mejor)
no tiene altares ni procesión eucarística, eso es política protestante. En
todas partes, con intensidad de color variable, pero en eso España tienen
unidad de destino universal, tenemos las celebraciones eucarísticas como parte
del “pueblo”, son fiestas populares; y los partidos, antiguos o emergentes, así
lo quisieron.
Y
Sevilla sigue en eso en primera fila de la procesión. Esto del Corpus es un
Auto de Fe. Aquí, incluso en el lugar donde se celebraban los grandes, en la
plaza de San Francisco. Ya en semana santa, que dicen, se prepara el espacio
con entarimado semejante; luego en el Corpus, con altar y todo. Es la expresión
del triunfo del Vaticano con su papa. (No puedo evitar decirlo; que el papa ha
dicho eso de que el padre de mentira es el que obra la desunión de la Iglesia,
pero ya saben que en la casa, los de confianza, a ése le llaman no padre, sino
papa, el papa de mentira. Y efectivamente así es, con aporía lógica incluida:
cuanto más mentiroso, más “verdadero” en su naturaleza. El papado ha sido el
mayor enemigo de la unidad de la Iglesia, y sigue, pues está en su trono el
Primogénito, el Primero, el Primado, de ése que nombra el papa.)
Todos
los partidos unidos en el Cuerpo vicario del Vaticano, ésa es la orden, ése es
el símbolo. Eso es política en España: Contrarreforma. Pero, vamos a ver, eso
sería cuando el sagrado guía entraba bajo sagrado palio; pero ahora, con la
Constitución ya no será así. Sigue igual. Pero ¿no es la Constitución
aconfesional? Sí, en su letra; pero cada uno la describe bajo el altar
vaticano. Como esta celebración es símbolo estético de la naturaleza de la
política, nos brinda la foto de que esa Constitución es puesta bajo el altar,
de la Constitución es el nombre del tramo entre el Ayuntamiento y la Catedral.
Vaya, que se la pasan bajo los pasos (pongan otro modo de expresarlo, que a mí
no me sale).
No
todo está perdido; ya mismo esos altares se derrumban. Y con ello aparece una
nueva situación, de libertades. Uno de los nuestros ya lo dijo, que las cenizas
producidas por los Autos de Fe en esta ciudad (los mismos en esencia que estas
celebraciones eucarísticas), conservan el rescoldo de la vida de la fe, la
presencia del Espíritu en su pueblo, lo invencible, y que ya el viento de la
providencia sopla para avivarlas. Por la acción y colaboración de gente
diversa, en ese mismo espacio de la plaza de San Francisco, les anoté que presentamos
la obra Protestantismo Español e Inquisición en el siglo XVI (la traducción
realizada por Francisco Ruiz de Pablos de la obra de E. Schäfer. –La tiene la
Librería Calatrava en la Feria del Libro de Madrid–). Se movieron esas cenizas
en el XIX, con Luis de Usoz y su rescate de las obras de los reformadores
españoles; y seguimos, con excelentes colaboradores (iba a poner con “muchos”,
pero no sé), que ya dijo Usoz: “¿Cuándo habrá verdadero conocimiento del
Cristianismo en España, y paz y libertad?… Y en punto a Cristianismo, sólo de
nombre se conoce en España. Como también, de nombre sólo, se conoce la
Libertad”.
Tenemos
bendición; ya mismo nuestra España recibe la luz. Mientras, en un día como hoy,
donde de nuevo se anuncia esclava y humillada la libertad, (algo siempre
temporal) con estas celebraciones eucarísticas, en procesión sumisa de las
autoridades civiles o militares o académicas o… Recordamos las cenizas de
nuestros padres y madres, nuestros papas y mamas, que aquí no hay papas de
mentira, y con alegría vemos, ya respiramos el aire de la libertad, de la
Reforma Protestante, la buena, no la que copió los cuerpos papales para meter
en ellos a toda la sociedad.
Ya
mismo, la Libertad.
Fuente:
Protestantedigital, 2015.
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