Por. Juan Stam, Costa Rica
Cada cultura tiene su propia escala de valores y
antivalores. En algunas épocas de la historia de Israel, para muchos judíos guardar
el sábado tenía una prioridad destacada, de la máxima gravedad. Por ejemplo,
para ellos la fornicación era pecado, sin duda, pero aún peor era el pecado de
irrespetar el sábado. También era pecado grave comer cerdo o sentarse en la
mesa con gentiles incircuncisos.
Es obvio que nuestra cultura contemporánea
concentra sus valoraciones fuertemente en lo sexual, hasta lo obsesivo.
Para las personas seculares ("mundanos", para emplear el término
bíblico), el placer sexual parece ser la meta prioritaria de la existencia
humana, y una vida de orgasmos sísmicos se considera la summum bonum de todos
los valores en la vida. Nuestra cultura está obsesionada con el sexo.
Muchos cristianos, por su parte, también están
obsesionados con el sexo y reflejan esta misma concentración pansexista, pero
invertida. Para ellos los pecados sexuales son los más graves, a veces los únicos
pecados que les preocupan (junto con la borrachera, en un segundo lugar).
Un empresario puede explotar a sus empleados
pagándoles sueldos de miseria, pero asiste a la iglesia, ofrenda y no "cae
en pecado" (¿cómo que "cae"? ya está en pecado), es un buen
cristiano, toma la Santa Cena y a lo mejor puede ser anciano o diácono de la
congregación. El presidente de un país "cristiano" puede mentir
descaradamente para justificar así matanzas sangrientas, pero si pertenece a
una iglesia, reproduce el discurso religioso y no causa escándalos sexuales,
sigue siendo "hermano" en la fe.[1]
Se nos olvida muy fácilmente que según el Nuevo
Testamento los pecadores sexuales y los borrachos no son los únicos que
"no heredarán el reino de Dios".[2]
Entre los diez grupos de 1 Cor 6:9-10 van incluido los
idólatras (¿los hay en nuestas iglesias?)[3], los avaros (¡Los hay, y muchos!),
ladrones, estafadores y calumniadores (¡de todos ellos tenemos!). Gal 5:19-21,
en su lista de 15 pecados que cierran las puertas del reino, añade brujería,
odio, discordia, celo, ira, rivalidades, disensiones, sectarismos y envidia
"y otras cosas parecidas".[4]
Entre los seis pecados que según Efes 5:4-6 excluyen
del reino de Dios van incluidos la avaricia, necedades y chistes groseros. La
larga lista de 21 pecados vergonzosos en Rom 1:24-31 incluye avaricia, envidia,
engaño. chismes y "toda clase de maldad".[5] Se ve que eran muy
rigurosas las exigencias de la comunidad cristiana. ¿Quién de nosotros no sería
culpable de por lo menos una o dos de estas ofensas?
Lo que más sorprende en estas listas es la frecuente
inclusión de la avaricia, en los mismos términos que la de la borrachera y los
pecados sexuales. Si esos pecados escandalosos excluyen del reino de Dios,
entonces también la avaricia, en los idénticos términos, excluye de reino de
Dios. De hecho en los doce listas de vicios en los escritos paulinos, la
avaricia aparece más frecuentemente que la borrachera.[6] Y es más, en dos de
las listas San Pablo agrega una frase sumamente grave, cuando escribe "la
avaricia, la cual es idolatría" (Ef 5:5; Col 3:5), el más condenable de
todos los pecados.[7] Puede algún cristiano o cristiana negar que la avaricia
es pecado?
La Real Academia Española define la avaricia en pocas
palabras pero de mucho peso, como "Afán desordenado de poseer y adquirir
riquezas para atesorarlas".[8] El Diccionario Cuyás, un poco más sucinto, lo
define como "un apego desordenado a las riquezas". De las
varias palabras griegas para la avaricia, dos son especialmente reveladores. La
más común, "pleonexia",se deriva, según Ceslas Spicq (tomo III,
p.117), de "pleon" ("más") y el verbo "ejw"
("tener"). Por eso Louw y Nida, en su léxico griego, lo definen como
"un fuerte deseo de adquirir más y más posesiones materiales, o de
poseer más cosas que las que otros tienen... " (Louw-Nida I:291-2). La
avaricia es un deseo insaciable; cuánto más posee, más desea. Otro término
para la avaricia es "filarguros", que significa "amor al
dinero"; podríamos decir que son "dinerófilos",."enamorados
del dinero" (Lc 16:14; 1Tm 6:10; 2Tm 3:2). Esta dinerofilia, según
1Tm 6:10, es "la raíz de toda clase de maldad".
La avaricia -esta pasión cuasi-erótica por el dinero y
por las cosas- muy fácilmente conduce a la idolatría (Isa 2.7-8; Mt
6:24). La persona avara consagra toda su vida al dinero y deposita toda su fe y
esperanza en la riqueza. Cree que posee sus bienes, pero pronto es poseído por
ellos. A menudo la avaricia termina distanciándolo de su familia, del prójimo y
de Dios mismo, por qué ahora está sirviendo a otro dios. "Dios sabe muy
bien", escribió Orígenes, "qué es lo que uno ama con todo su corazón
y alma y fuerza; eso para él es su Dios. Que cada uno de nosotros se examine
ahora, y silenciosamente en su propio corazón decida cuál es la llama de amor
que principalmente y sobre todo está encendida dentro de su ser".[9]
La avaricia es relativamente fácil de definir, pero
muy difícil de identificar. Rarísimas veces alguien va a decir, "yo
reconozco que soy avaro". Hace poco un amigo me hablaba de un pastor
que mostraba muchos síntomas de "prosperidaditis aguditis", pero el
amigo aclaró que "él no es avaro, lo que pasa es que le gustan las cosas
lujosas". Es muy fácil racionalizar la avaricia y justificar la
acumulación y los lujos. Parece que sólo la voz del Espíiritu Santo en el
corazón del rico le podrá convencer de su avaricia.[10] Por eso dice San Pablo,
hablando del papel de la ley como revelación de Dios, "tampoco hubiera
conocido la codicia, si la ley no dijera: no codiciarás" (Rom 7:7)."
Para San Pablo, la avaricia no sólo bloquea la entrada
al reino de Dios. sino está también entre los vicios que descalifican para
ocupar cualquier oficio en la iglesia (1Tm 3:3,8; Tito 1:7). En el caso de pecados visibles
y escandalosos, como borrachera o adulterio, la situación hubiera sido
evidentes y relativamente fácil de identificar, pero sospecho que fue muy
difícil de aplicar esta restricción en el caso de la avaricia. ¿Quién decide si
alguien es avaro o no, con cuáles criterios? ¿En qué punto la prosperidad
legítima se convierte en avaricia? En el fondo se trata de una actitud del
corazón, de criterios relativos y poco precisos. ¿Cómo habría funcionado eso en
el proceso de escogencia de los líderes congregacionales en los tiempos de San
Pablo?
Me cuesta imaginar que algún rico, al ser considerado
para el liderazgo, hubiera dicho, "Me disculpan, hermanos y hermanas, pero
no puedo ocupar ningún puesto porque soy avaro, lo tengo que
reconocer". ¡Más fácil que pase un camello por el ojo de una aguja!!
Me imagino más bien que otra persona, a lo mejor un
líder de la congregación, tendría que señalar al avaro con su dedo y
confrontar, como Natán ante David, este pecado en la comunidad. "Lo siento
mucho, hermano, y me da mucha pena, pero usted no puede ocupar ninguna carga en
la iglesia de nuestro Señor, porque usted es un avaro."
Me imagino la respuesta: ¿Quién es un avaro?
¡¡¡Yo no!!!
Todos tenemos que hacernos la pregunta, ¿Qué clase de
mayordomo soy de los bienes que mi Señor me ha confiado?
Examíname, oh Dios, y sondea mi corazón
Ponme a prueba y sondea mis pensamientos,
Fíjate si voy por mal camino,
y guíame por el camino eterno.
(Sal 139:23-24)
BIBLIOGRAFIA
Louw Johannes y Rugene Nida, Greek-English Lexicon of
the New Testament (NY: United Bible Society 1989)
Spicq, Ceslas, Theological Lexicon of the New
Testa,emt (Peabody:Henderson 1994)
NOTAS AL PIE
[1] Es notorio en muchos países latinoamericanos que
los congresistas evangélicos/as se especializan en los temas sexuales pero no
tienen nada que decir sobre la corrupción, la pobreza y hasta asesinatos
políticos.
[2] Otros textos que hablan de exclusión del reino de
Dios son Mt 5.20; 7:21-22; 18:3 y Jn 3:3,5.
[3] Véase "¿Es posible ser idólatra sin darse
cuenta?". juanstam,com, 7 de enero de 2007.
[4] Según las listas de Apoc 21:8 y 21:25, no podrán
entrar en la Nueva Jerusalén los cobardes, los incrédulos y los mentirosos 9CF.
22:15).
[5] La lista en !Tm 1:9-10, de pecadores ante la ley
de Dios, incluye los irreverentes, los que maltratan a sus padres y los
traficantes de esclavos. Col 3:5 incluye avaricia junto con cuatro pecados
sexuales.
[6] La borrachera se menciona en las listas de 1Cor
5:10; 6:10 y Gal 5;21; la avaricia en Rom 1:29; 1Cor 5:11; 6:10; Ef 5:3,5, más
la lista de Mr 7:22.
[7] Esa frase corresponde al dicho de Jesús,
"nadie puede servir a Dios y a la riqueza" (Mt 6:24; Lc 16:13). Es
muy significativo que para su reformulación de la disyuntiva radical de Elías,
"O Yahveh o Baal, pero no los dos" (1R 18:21), Jesús opta por poner a
"Mamón" como equivalente de "Baal" . Parece implicar que
"servir a las rquezas" era (y es) la idolatría más sutil y peligrosa
de todas y que es totalmente irreconciliable con la fe en Dios.
[8] La Academia define "codicia" como
como "Afán excesivo de riqueza; Deseo vehemente de algunas cosas buenas;
apetito sexual".....
[9] Orígenes, Homilía sobre el libro de los Jueces,
citado en Christian Century 9.4.97, p. 371).
[10] Entiendo bien que los ricos no son los únicos
avaros, pero creo que la Biblia está pensando principalmente en ellos cuando
haba de avaricia.
Fuente: Protestantedigital, 2017
No hay comentarios:
Publicar un comentario