Nos cuesta mucho pensar en Dios como alegre. Nuestra
imagen de Dios es seria, severa, jamás con sonrisa. Pero la Biblia nos habla
del multifacético gozo de Dios, como Suprema Belleza e Infinita Alegría. Las
escrituras hebreas emplean una variedad de términos para expresar esta alegría
divina: Dios se deleita y
se complace en nuestra consagración a su buena voluntad y nuestra práctica de
la justicia (1Sm 15:22 HaQêFaZ; Sal 51:16-17; cf. Miq 6:7 YaY.RYâH). Según
Isaías 62:5, "como un novio que se regocija por su novia, así tu Dios se
regocijará por ti" (YiSîS). Dios se deleita en nuestro bienestar, lo que
nos motiva a nosotros a lanzar gritos de alegría (Sal 35:27; cf. 95:1-2). Es un
gozo mutuo, de que nos habla Salmo 104:
Que la gloria
de Yahvéh perdure eternamente;
que Yahvéh se regocije en sus obras...
Cantaré a Yahvéh toda mi vida,
cantaré salmos a mi Dios mientras tenga aliento.
Quiere él agradarse de mi meditación;
yo, por mi parte, me alegro en Yahvéh (104:31-34; cf. 92:1-5).
que Yahvéh se regocije en sus obras...
Cantaré a Yahvéh toda mi vida,
cantaré salmos a mi Dios mientras tenga aliento.
Quiere él agradarse de mi meditación;
yo, por mi parte, me alegro en Yahvéh (104:31-34; cf. 92:1-5).
¡Dios
se goza disfrutando sus obras, y comparte ese gozo con nosotros! [2]
Es más, Dios mismo se ríe de nuestras vanidades, sabiendo que son más comedia que tragedia (Sal 2:4; 37:13; 59:8; Hebr SâJaQ). Dios se ríe y nos hace reír a nosotros con su finísimo sentido de humor (Gen 21:6; cf. Sal 52:6 SaJaQ; cf. Zac 9:15) [3]. Es sorprendente y significativo que uno de los tres patriarcas hebreos se llama "Risa". El relato del nacimiento de Isaac está permeado de este verbo hebreo para "reírse". Cuando Dios le anunció a Abraham que Sara iba a tener hijo, él se rió, al imaginar a su anciana esposa con barriga materna o dando de mamar (Gn 17:17). A continuación la misma Sara, que ya había dejado atrás la época de procreación, al escuchar esa misma noticia, se rió y después pretendió negarlo (18:12-15). Al nacer el niño, Sara exclamó, "Dios me ha hecho reír", y a los demás a reír con ella (21:6).
Es más, Dios mismo se ríe de nuestras vanidades, sabiendo que son más comedia que tragedia (Sal 2:4; 37:13; 59:8; Hebr SâJaQ). Dios se ríe y nos hace reír a nosotros con su finísimo sentido de humor (Gen 21:6; cf. Sal 52:6 SaJaQ; cf. Zac 9:15) [3]. Es sorprendente y significativo que uno de los tres patriarcas hebreos se llama "Risa". El relato del nacimiento de Isaac está permeado de este verbo hebreo para "reírse". Cuando Dios le anunció a Abraham que Sara iba a tener hijo, él se rió, al imaginar a su anciana esposa con barriga materna o dando de mamar (Gn 17:17). A continuación la misma Sara, que ya había dejado atrás la época de procreación, al escuchar esa misma noticia, se rió y después pretendió negarlo (18:12-15). Al nacer el niño, Sara exclamó, "Dios me ha hecho reír", y a los demás a reír con ella (21:6).
No
cabe la menor duda: ¡Dios tiene buen sentido de humor!
Este
episodio tan humano y jocoso reaparece en el cuarto evangelio, nada menos que
una evidencia de la deidad de Cristo: "Abraham, el padre de ustedes, se
regocijó al pensar que vería mi día, y lo vio y se alegró" (Jn 8:56).
¿Cómo pudo decir Jesús que Abraham vio su día y se alegró? ¿Por qué escoge este
texto, precisamente el pasaje sobre el nacimiento de Isaac, y específicamente
el tema de la risa? Los textos de Génesis no indican ningún conocimiento
salvífico de parte de Abraham; la promesa era sólo que tendrían un hijo, una
nación, y una tierra. Pero en ese loco proyecto de fe nació toda la historia de
la salvación, y nació con gozo evangélico. Ese gozo lo compartieron Abraham y
Sara, en todo el humor divino con que Dios los hizo reír.
Filón
de Alejandría,
pensador judío contemporáneo con Jesús (20 a.C. - 50 d.C.), enseñó que toda
alegría humana es una participación en la alegría de Dios.[4] Sobre Abraham,
Filón describe su reírse como "resultado de una felicidad establecida y un
regocijarse de la mente" (de Abr 202), que constituye "un sacrificio
que la persona sabia ofrece como ofrenda a Dios". Afirma también que "el
regocijarse pertenece propiamente sólo a Dios". Filón lo razona
filosóficamente: sólo Dios está totalmente libre de dolor o temor, por lo que
"la naturaleza de Dios... es la única naturaleza que posee completa
felicidad y bendición" (ibid.). Así, sólo Dios puede alegrarse completa y
perfectamente. En otro escrito, Filón describe "el reír del alma" aun
cuando sufre, pues "sonríe en su mente porque un gozo grande y puro, sin
mezcla, ha entrado en ella(Mut 154).
El
teólogo contemporáneo que más ha profundizado en el tema de la alegría de Dios
es Karl Barth, en su
larga exposición de la gloria de Dios (Church Dogmatics II/1 640-677).
Partiendo de la belleza de Dios como revelación de su gloria, Barth concluye
que la alegría pertenece al mismo ser de Dios.[5]
Como
bello que es, afirma Barth, "Dios actúa como aquel que da placer, crea
deseo y la premia con el goce de lo deseado" (651). "La gloria de
Dios", afirma Barth, "es el gozo propio e inherente de su ser divino,
el que brilla desde él y rebosa en su riqueza" (647). Eso no es casualidad,
pues Dios se revela así y actúa así, porque es así, porque es bello y deseable,
lleno de goce. "El Dios atestiguado en las sagradas escrituras es el Dios
quien irradia gozo, y sin ese gozo no sería comprensible en su deidad y no
sería quien es" (654).
Además,
todas las criaturas "tienen su ser y su existencia en el movimiento divino
de la divina auto-glorificación en la transferencia a ellas de su inmanente
alegría. Es su destino ofrecer en la esfera temporal una respuesta fiel aunque
inadecuada al júbilo con que está repleto Dios desde la eternidad y hasta la
eternidad" (648). Las criaturas estamos llamados a "co-operar en el
júbilo que rodea a Dios" (648). En una docena de páginas (646-657) Barth
nos ofrece una reflexión muy profunda e inspiradora sobre la belleza y la
alegría del ser de Dios como fuente suprema de la belleza y la alegría creadas.
Domina el vocabulario de deseo, placer, gozo y felicidad. Ignorar esto, según
Barth, es negar "el carácter radicalmente evangélico del mensaje bíblico"
(654; cf. 655).
En la misma línea, Ronald Gregor Smith (Richardson 1951:117) afirma que "el gozo no es una consecuencia aislada u ocasional de la fe, sino una parte integral de toda la relación con Dios". Citando a Filipenses 4:4, Romanos 14:17 y 15:12, Gregor Smith concluye que "la fuente de gozo en la vida de Dios hace que nuestro gozo sea no sólo un don derivado del gozo de Dios, sino también un anticipo del estado final". En nuestro gozo, no sólo expresamos el gozo de Dios mismo sino también vivimos por adelantado el gozo eterno de nuestra salvación. Nuestro gozo es completo sólo en la plenitud de la presencia de Dios (Sal 16:11). "El gozo en la Biblia aparece consistentemente como una realidad escatológica que se hace presente proléptica y parcialmente en la vida humana como anticipo del reino de Dios" (ibíd.).
En la misma línea, Ronald Gregor Smith (Richardson 1951:117) afirma que "el gozo no es una consecuencia aislada u ocasional de la fe, sino una parte integral de toda la relación con Dios". Citando a Filipenses 4:4, Romanos 14:17 y 15:12, Gregor Smith concluye que "la fuente de gozo en la vida de Dios hace que nuestro gozo sea no sólo un don derivado del gozo de Dios, sino también un anticipo del estado final". En nuestro gozo, no sólo expresamos el gozo de Dios mismo sino también vivimos por adelantado el gozo eterno de nuestra salvación. Nuestro gozo es completo sólo en la plenitud de la presencia de Dios (Sal 16:11). "El gozo en la Biblia aparece consistentemente como una realidad escatológica que se hace presente proléptica y parcialmente en la vida humana como anticipo del reino de Dios" (ibíd.).
De
este origen divino nace una fuente inagotable de gozo. El pueblo de Israel
celebraba las misericordias de Dios en la exuberante alegría de sus fiestas (cf. Sal 122:1). La consigna festiva
era "te alegrarás delante de Yahvéh tu Dios...y tu alegría será
completa" (Dt 16:11, 14,15). ¡Los hijos e hijas de Dios vivimos en fiesta
permanente! De la Fiesta de Enramadas se comentaba, "Quien no ha visto la
alegría de esta fiesta, nunca ha visto alegría en su vida" (Zorrilla
1981:54). "Yo me alegré con los que me decían: A la casa de Yahvéh
iremos" (Sal 122:1). La consigna de nuestros cultos es, "Cantad
alegres al Señor, habitantes de toda la tierra" (Sal 100:1). Nuestras celebraciones
cristianas, como Navidad, Semana Santa, bautismo, eucaristía, renuevan la
alegría de las hazañas salvíficas de Dios y también miran adelante hacia su
reino definitivo.
La
alegría bíblica a menudo se relaciona con la esperanza escatológica. A los perseguidos el Señor les exhorta,
"Alégrense y llénense de júbilo, porque les espera una gran recompensa en
el cielo" (Mt 5:12). A los mayordomos fieles se les invita a entrar en el
gozo de su señor (Mt 25:21,23). Sin haber visto a Jesús, los fieles "se
alegran con un gozo indescriptible y glorioso" en la espera de su venida
(1 P 1:7-8), anticipando con alegría ese encuentro (4:13).
En
el Apocalipsis "la idea de gozo se proyecta hacia adelante"
(Richardson 1951:117). Apocalipsis 7 compara el cielo a la muy alegre fiesta de
Enramadas (Cf. Stam 2003:149-151, "El cielo será una fiesta"). Aquí
en Ap 18-19 Juan está celebrando con júbilo la futura derrota de Babilonia (Ap
18:20; 19:7; cf. 12:12). Bien comentan Mesters y Orofino (2003:317-318).
Esta
alegría tan grande nace del futuro y, a través de una lectura diferente de los
hechos penetra el presente, provocando el canto de las comunidades perseguidas.
Aquí [en el canto] ellos verifican que no han sido engañados. La resistencia y
la lucha de hoy son simiente de este futuro tan atrayente...
El
Apocalipsis es uno de los libros más alegres de la Biblia. En su pobreza, los
perseguidos viven una felicidad que los poderosos, en su riqueza, no consiguen
entender ni poseer...
Detrás del dolor de la persecución, los apocalípticos encuentran la certeza de
estar en la mano de Dios. La alegría explosiona en cantos de loor y de acción
de gracias.
Finalmente,
esta teología de la alegría debe producir un teologizar también alegre.
Nuevamente Karl Barth lo expresa elocuentemente:
La
teología en su totalidad, y en todas sus partes y en sus interconexiones, en su
contenido y su método es... una ciencia peculiarmente bella. De hecho, podemos
decir con confianza que es la más bella de todas las ciencias. Encontrarla
desabrida es la marca del filisteo. Es una forma extrema del filistinismo poder
encontrar la teología desabrida. El teólogo que no tiene gozo en su trabajo
simplemente no es teólogo. Caras malhumoradas, pensamientos adustos y estilos
aburridos de hablar son intolerables en esta ciencia. Que Dios nos libre de lo
que la Iglesia Católica ha considerado uno de los siete pecados del monje – el
taedium – ante las grandes verdades espirituales con las que la teología tiene
que ver. Pero tenemos que entender, por supuesto, que sólo Dios nos puede guardar
de caer en ese tedio .
(II/1 p.656).
Así es como la teología del gozo inspira una inmensa alegría en todo el quehacer teológico. Ser llamados por Dios a la tarea teológica significa el indescriptible privilegio de "habitar en la casa de Yahvéh todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura de Yahvéh y recrearme en su templo" (Sal 27:4), ¡Y de alegrarme ante Dios y con Dios!
Así es como la teología del gozo inspira una inmensa alegría en todo el quehacer teológico. Ser llamados por Dios a la tarea teológica significa el indescriptible privilegio de "habitar en la casa de Yahvéh todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura de Yahvéh y recrearme en su templo" (Sal 27:4), ¡Y de alegrarme ante Dios y con Dios!
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[1] Sobre la teología del gozo ver Barth II/1 646-672; Léon-Dufour 1965:318-322; Coenen I:74-83; Balz-Sch I:21-23, II:2033-2037; Stam 2004B:40-41 y "la belleza de Dios" en juanstam.com.
[2] Este gozo estético en una obra de arte bien realizada debe ser el sentido del repetitivo "bueno" de Génesis 1, que no parece tener sentido ético de "moralmente bueno". Parece ser la exclamación de un artista, "¡Qué bien que me salió esto!" (Stam 2003:19-22). En Proverbios 8:22-31, "Sabiduría" (JaCMâH) acompañó a Dios en la obra de creación y se llenó de alegría (8:30-31). Hay cierto paralelo entre la JaCMâh de Proverbios y el Logos del cuarto evangelio.
[3] Según Sal 126:2, Dios llena nuestra boca de risa al liberar a su pueblo; cf. Job 8:21.
[4] Sobre Filón, ver BalzSch II:2033 y los respectivos escritos de Filón mismo.
[5] Con todo su énfasis sobre la belleza de Dios y el placer que produce, Barth distingue estas perfecciones divinas de otros atributos esenciales y definitivos como la santidad de Dios, su amor y gracia o su eternidad. Para Barth, la belleza y alegría de Dios son aspectos de su gloria (p.652-653, 655).
[1] Sobre la teología del gozo ver Barth II/1 646-672; Léon-Dufour 1965:318-322; Coenen I:74-83; Balz-Sch I:21-23, II:2033-2037; Stam 2004B:40-41 y "la belleza de Dios" en juanstam.com.
[2] Este gozo estético en una obra de arte bien realizada debe ser el sentido del repetitivo "bueno" de Génesis 1, que no parece tener sentido ético de "moralmente bueno". Parece ser la exclamación de un artista, "¡Qué bien que me salió esto!" (Stam 2003:19-22). En Proverbios 8:22-31, "Sabiduría" (JaCMâH) acompañó a Dios en la obra de creación y se llenó de alegría (8:30-31). Hay cierto paralelo entre la JaCMâh de Proverbios y el Logos del cuarto evangelio.
[3] Según Sal 126:2, Dios llena nuestra boca de risa al liberar a su pueblo; cf. Job 8:21.
[4] Sobre Filón, ver BalzSch II:2033 y los respectivos escritos de Filón mismo.
[5] Con todo su énfasis sobre la belleza de Dios y el placer que produce, Barth distingue estas perfecciones divinas de otros atributos esenciales y definitivos como la santidad de Dios, su amor y gracia o su eternidad. Para Barth, la belleza y alegría de Dios son aspectos de su gloria (p.652-653, 655).
*Autores: Juan Stam
©Protestante
Digital 2014
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