Por. Leonardo
de Chirico, Italia*
Cuando los
evangélicos hablan sobre la unidad con el Papa y el Papa habla con ellos sobre
la unidad, todos usan la misma palabra pero en realidad quieren decir cosas
diferentes.
Visitar al Papa se ha convertido en algo muy popular entre los líderes evangélicos de todo el mundo. Casi todos los meses evangélicos procedentes de las cuatro esquinas del globo son recibidos por Francisco ya sea en una conversación privada, en torno a una mesa compartiendo una comida o en el contexto de reuniones más oficiales. El Papa Francisco parece haber dirigido su objetivo hacia los evangélicos de todas las tendencias (desde los sectores altamente litúrgicos del protestantismo a los gurús del evangelio de la prosperidad, con todas las variaciones que hay en medio) con el fin de construir puentes con estos cristianos que tradicionalmente han permanecido fuera de la corriente principal ecuménica pero que, no obstante, representan el ala de la Iglesia que crece más que cualquier otra. Este fenómeno de los líderes evangélicos haciéndose “selfies” con el Papa y después transformándose en portavoces prominentes de la unidad con la Iglesia Católico Romana necesita examinarse más detenidamente.
En el ambiente de esta tendencia creciente de líderes evangélicos visitando al Papa, la visita de la delegación oficial de la Alianza Evangélica Mundial (WEA por sus siglas en inglés) con representantes de todo el mundo, el día 6 de noviembre, constituye posiblemente la primera vez que ha sido concedida una audiencia a una delegación tan extensa por parte del Romano Pontífice. El significado y la importancia de esta recepción lo atestiguan el hecho de que la alocución del Papa a la delegación de la WEA se hizo pública a través del canal oficial del Boletín de Prensa del Vaticano, que es su medio oficial.
Visitar al Papa se ha convertido en algo muy popular entre los líderes evangélicos de todo el mundo. Casi todos los meses evangélicos procedentes de las cuatro esquinas del globo son recibidos por Francisco ya sea en una conversación privada, en torno a una mesa compartiendo una comida o en el contexto de reuniones más oficiales. El Papa Francisco parece haber dirigido su objetivo hacia los evangélicos de todas las tendencias (desde los sectores altamente litúrgicos del protestantismo a los gurús del evangelio de la prosperidad, con todas las variaciones que hay en medio) con el fin de construir puentes con estos cristianos que tradicionalmente han permanecido fuera de la corriente principal ecuménica pero que, no obstante, representan el ala de la Iglesia que crece más que cualquier otra. Este fenómeno de los líderes evangélicos haciéndose “selfies” con el Papa y después transformándose en portavoces prominentes de la unidad con la Iglesia Católico Romana necesita examinarse más detenidamente.
En el ambiente de esta tendencia creciente de líderes evangélicos visitando al Papa, la visita de la delegación oficial de la Alianza Evangélica Mundial (WEA por sus siglas en inglés) con representantes de todo el mundo, el día 6 de noviembre, constituye posiblemente la primera vez que ha sido concedida una audiencia a una delegación tan extensa por parte del Romano Pontífice. El significado y la importancia de esta recepción lo atestiguan el hecho de que la alocución del Papa a la delegación de la WEA se hizo pública a través del canal oficial del Boletín de Prensa del Vaticano, que es su medio oficial.
¿Unidos en el Bautismo?
El Papa
empezó su discurso haciendo referencia al bautismo como uno de los terrenos en
los cuales la unidad podría alcanzarse. Después de citar Efesios 4:13 como
ejemplo para la consecución de la unidad de la verdad, Francisco continuó
diciendo que “esta verdad se fundamenta en nuestro bautismo, por el que
compartimos los frutos de la muerte y de la resurrección de Cristo. El bautismo
es un don inestimable de Dios que tenemos en común”. Curiosamente, ésta es una
afirmación típica católico romana. Mientras que los evangélicos tenderían a
decir que la unidad se basa en la gracia de Dios recibida mediante la fe en
Jesucristo, el Papa explica detalladamente un punto de vista diferente.
Según su
opinión, el “sacramento del bautismo”, un sacramento eclesial, es la base para
la unidad de los cristianos. La convicción estándar evangélica es que todos los
que creen en Jesucristo ya están unidos (“Creemos en la Unidad del Espíritu de
todos los creyentes verdaderos”, dice la Declaración de Fe de la WEA), pero el
Papa presenta una perspectiva diferente: son aquellos que están bautizados los
que están unidos. Una persona bautizada por la iglesia puede o no ser un
creyente como demuestra claramente el fenómeno del Cristianismo Nominal y, a
pesar de todo, el Papa y su Iglesia creen que el bautismo representa una razón
suficiente para la unidad.
En este
punto debe plantearse una pregunta: ¿Son conscientes de esto los líderes
evangélicos que parecen ser tan entusiastas fans del Papa?
Que los cristianos
ya están unidos por el bautismo es una convicción ecuménica compartida, pero no
es la posición evangélica histórica. El Papa la reforzó cuando habló sobre “la
profunda unidad producida por la gracia en todos los bautizados” (citando el
documento del Vaticano II Unitatis Redintegratio, 13). ¿Cómo pueden los
cristianos estar unidos por la gracia con los que están bautizados pero que no
profesan ni viven su fe en Jesús? La cuestión es que cuando los evangélicos
hablan sobre la unidad con el Papa y el Papa habla con ellos sobre la unidad,
todos usan la misma palabra pero en realidad quieren decir cosas diferentes.
No es una Mera Relación Personal con Cristo
La
insistencia en el bautismo como la base de la unidad se demuestra en otro
comentario que hizo Francisco en su disertación. En su reiteración en la
preeminencia del bautismo sobre la fe, el Papa dijo que “el Evangelio no es
meramente acerca de nuestra relación personal con Dios”. Es más que esto. Este
lenguaje de tener una “relación personal con Dios” es apreciado por los
evangélicos y es una de las marcas definitorias de su espiritualidad. Al Papa
Francisco también le gusta utilizarlo.
No obstante,
la referencia al sacramento del bautismo que para él es una base suficiente
para la unidad y que precede a una relación personal con Dios pone esta frase
en su contexto. Según Francisco, la unidad se funda en el bautismo, no en la
relación personal con Cristo. Los evangélicos también entienden que la vida
cristiana es más que tener una relación personal con Cristo, aunque creen que
éste es el fundamento sobre el cual debe construirse el completo discipulado
cristiano. Independientemente de la visión que posean sobre el bautismo, es en
todo caso, la fe personal lo que es central. Para Francisco la gracia nos es
dada no por la sola fe sino por medio del sistema sacramental administrado por
la Iglesia. Esto no es meramente un aspecto menor de la diferencia.
El discurso
incluía un llamamiento para entrar en una “nueva era de relaciones entre los
católicos y los evangélicos”. Sin embargo, si todavía no están de acuerdo en lo
que consiste la base de la unidad de los cristianos y no hay ninguna indicación
de apertura al cambio según el Evangelio, ¿cómo puede haber una “nueva era”?
Fuente:
Protestantedigital, 2014.
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