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miércoles, 26 de noviembre de 2014

Libertad cristiana y sacerdocio universal: Una visión más amplia y una contextualización



Por. Juan Stam, Costa Rica
En esta serie, nos estamos concentrando en las consignas que mejor resumen los denominadores comunes de la Reforma. Ya hemos visto la Sola scriptura, la Sola gratia, y la Sola fide. Iremos recorriendo en los siguientes artículos, la libertad cristiana, el sacerdocio universal del creyente, la Ecclesia reformata semper reformanda y el Soli deo gloria. 
LA LIBERTAD CRISTIANA 
Son muy conocidas las tres consignas que ya hemos analizado, pero las cuatro que quedan son olvidadas las más de las veces. Para comenzar, se olvida que, frente a mucha tradición medieval, los Reformadores eran pioneros de una nueva libertad.[5] Hace unos años el recordado filósofo costarricense, Roberto Murillo, publicó un artículo muy interesante sobre el aporte de Lutero a las libertades modernas. Para José Martí, héroe cubano, "todo amante de la libertad debe colgar un retrato de Martín Lutero en la pared de su cuarto".[6]
En el siglo XVI Europa vivía una crisis de autoridad después del fin de la edad media, cuando mandaban a fin de cuentas el Papa y el Sacro emperador romano. En esa coyuntura el programa teológico de la Reforma era una agenda profundamente liberadora.[7]
La justificación por la gracia mediante la fe significaba una liberación del legalismo. La sola scriptura liberó a la iglesia del autoritarismo dogmático, el sacerdocio universal del clericalismo, el semper reformanda nos libera del tradicionalismo estático y el soli deo gloria del culto a la personalidad. Hoy día algunas iglesias se están volviendo más autoritarias que nunca. Aunque el viejo legalismo ha perdido fuerza, el principal legalismo ahora es el diezmo. He sabido de iglesias que amenazan con maldición a los que no diezman. En esa salvación por obras, la salvación se gana o se pierde en la hora de la ofrenda. He sabido de otras iglesias donde el pastor quiere controlar toda la vida de los fieles; ¡no se permite ni enamorarse sin el visto bueno del pastor!
Con el movimiento de "apóstoles" y "profetas" el autoritarismo llega a niveles sin precedente. Aunque San Pablo nos manda examinar y juzgar las profecías (1 Tes 5:19-21; 1 Cor 14:29-32), estos profetas pontifican con una cara seria que dice, "que nadie se atreva a cuestionar mi palabra profética". Por su parte, más de un "apóstol" se permite emitir alguna "declaración apostólica" con la falsa autoridad que presumen tener. Aquí va también un problema de sola scriptura, de fidelidad bíblica. A menudo han dicho que una "palabra profética" tiene más autoridad que una enseñanza bíblica. Apelan también a la falsa distinción entre logos (palabra bíblica, general) y rhema (palabra profética específica, según ellos), con desprecio de la palabra inspirada como mero logos. De esta manera establecen autoridades paralelas a las escrituras, de forma parecida a los mormones, los Testigos de Jehová y otras sectas.
SACERDOCIO UNIVERSAL DEL CREYENTE
(1 P 2:9; Ap 1:6; 5:10)
Frente al rígido clericalismo de la iglesia católica de la época, la Reforma impulsó un proceso de democratización dentro de la iglesia y de la sociedad. Para Lutero, toda la vida es ministerio y todos los creyentes son sacerdotes de Dios. "Una lechera puede ordeñar las vacas para la gloria de Dios... Todos los cristianos son sacerdotes, y todas las mujeres sacerdotisas, jóvenes o viejos, señores o siervos, mujeres o doncellas, letrados o laicos, sin diferencia alguna" (W.A. 6,370; R. García-Villoslada, Martín Lutero, Tomo. I, p.467).
En su época, tanto la Reforma luterana como la Reforma calvinista se quedaron cortos en superar el clericalismo; los anabautistas avanzaron más, como también el movimiento wesleyano después. El siglo pasado, hubo un fuerte movimiento de teología del laicado que puede verse como la maduración de estos avances de la Reforma. Sin embargo, hoy parece crecer un nuevo clericalismo, de los "super-clérigos", especialmente los "apóstoles". En una mesa redonda sobre los "apóstoles" en Quito, Ecuador, un participante declaró, "Antes era suficiente el título de pastor, pero ahora que existen las mega-iglesias, ese título no basta para sus fundadores y deben llamarse con un título mayor". La verdad es que ha surgido una nueva jerarquía eclesiástica, con los "apóstoles" y los "profetas" en la cumbre de poder y autoridad. En algunas iglesias el pastor es de hecho el C.E.O (ejecutivo mayor de una corporación), inaccesible a los feligreses con necesidades pastorales. Esas iglesias están organizadas según el modelo ejecutivo de las grandes empresas.
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[5] En 1520 Lutero publicó un importante tratado "Sobre la libertad del cristiano".
[6] Hay que reconocer a la vez que hubo serias contradicciones en la conducta de Lutero, debido mayormente a su doctrina de los dos reinos y sus vínculos con los príncipes alemanes. Su trato a los campesinos y los judíos era reprochable.
[7] Ver " Sobre la teología de los reformadores: unas reflexiones" (31 de octubre de 2011).

Fuente: Protestantedigital, 2014.

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