Por. Juan
Stam, Costa Rica
La Reforma
colocó la Palabra de Dios, en sus varias modalidades, como la máxima autoridad
normativa.
Hoy más que
nunca la iglesia tiene que redescubrir su historia. Una iglesia sin historia es
una iglesia sin identidad, sin claridad ni criterios, y se cae fácilmente en el
caos. Esa es la condición de gran parte del protestantismo latinoamericano hoy.
[1] Por eso felicito a la iglesia que tiene por costumbre anual recordar, con
gratitud a Dios, a nuestros abuelos espirituales, los Reformadores.
Es importante
recordar que la Reforma del siglo XVI fue multifacética. Además de la Reforma
luterana y la Reforma calvinista, fue muy importante la Reforma Radical
anabautista, y hubo hasta una reforma católica, representada especialmente por
el Concilio de Trento y la orden jesuita.
La ubicación
social de cada uno de estos movimientos fue distinto: Lutero se identificó con
los príncipes alemanes y el incipiente nacionalismo; Calvino estaba más cerca
de las ciudades suizas y una proto-burguesía, mientras los anabautistas se
identificaban más con las clases pobres y el naciente proletariado. Pero todos
miraban hacia el futuro, que vendría a llamarse "modernidad",
mientras que el Vaticano miraba más al pasado y se aliaba con el Sacro Imperio
Romano y muchos aspectos del mundo medieval.
Es
significativa la repetición de la palabra "naciente". Los Reformdores
eran los parteros del mundo moderno que nacía. Dos siglos después el movimiento
wesleyano aportó nuevas dimensiones muy importantes al protestantismo. Vamos a
conversar en torno a las consignas con que se suele resumir la teología de los
Reformadores, pero es importante recordar que su pensamiento era mucho más
amplio y profundo que esas consignas.
En Lutero,
por ejemplo, encontramos un cierto anticipo del existencialismo, en el papel de
la experiencia personal en su teología y en su rechazo de toda sistematización;
él era "un teólogo irregular".
En Calvino
es profunda la admiración por la gloria y santidad de Dios, tanto que se le ha
llamado "un hombre ebrio de Dios".
En los
anabautistas se juntaban (y se juntan) la pasión por la justicia con el
pacifismo. Pero en esta serie, nos vamos a concentrar en las consignas que
mejor resumen los denominadores comunes de la Reforma: Sola scriptura; Sola
gratia; Sola fide; La libertad cristiana; Sacerdocio universal del creyente;
Ecclesia reformata semper reformanda; y Soli deo gloria.
SOLA
SCRIPTURA
Son famosas las palabras de Lutero en Worms
(1521): "Mi conciencia es cautiva de la Palabra de Dios. Si no se me
demuestra por las escrituras y por razones claras (no acepto la autoridad de
papas y concilios, pues se contradicen), no puedo ni quiero retractar nada,
porque ir contra la conciencia es tan peligroso como errado. Que Dios me ayude,
Amén".
En esta
histórica declaración de Lutero, queda claro que la "sola scriptura"
no significa que conocemos la verdad sólo por la Biblia o que todo lo demás no
importa. ¿Quién podría entender el éxodo sin saber algo de Egipto, o el exilio
de los judíos sin saber algo de Asiria y Babilonia? Un famoso fundamentalista,
R.A. Torrey, dijo sabiamente, "Quien conoce sólo la Biblia, no conoce la
Biblia". Por eso, Lutero apela a las escrituras pero también a
"razones claras" y a la conciencia. Después una correlación similar
iba a ampliarse en "el cuadrilátero wesleyano" (escritura, tradición,
razón, experiencia).
La Reforma colocó la Palabra de Dios, en sus
varias modalidades, como la máxima autoridad normativa, encima de papas y
concilios. Eso implicó a su vez la interpretación seria y crítica de las escrituras,
desde los textos originales, transformando conceptos como jaris (gracia),
pistis (fe) y metanoia (arrepentimiento). Impulsó también la predicación
expositiva, aclarando y aplicando los textos sagrados, acompañada por la
predicación del año lectivo, firmemente anclada en la historia de la salvación.
Hoy día
amplios sectores de las iglesias evangélicas latinoamericanas han perdido el
sentido histórico y predican un mensaje divorciado del pasado, aún del mismo
contexto bíblico. ¡Qué increíble que ni las iglesias pentecostales celebran el
día de Pentecostés![2] Son escasas tanto la predicación expositiva como la del
ciclo litúrgico. Muchos sermones no son más que opinionismo, especulación,
"performance" y puro "show", manipulación del texto y del
público.[3] Hay también predicadores fieles, a Dios gracias, pero pareciera que
son la excepción.
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[1] Adaptación de la charla en la iglesia metodista el Redentor, San José, Costa Rica, 31 de octubre de 2011. El tema asignado fue "¿Qué necesita reformar la iglesia hoy?". En la presentación oral enfaticé también lo positivo de lo que Dios está haciendo en la iglesia hoy.
[1] Adaptación de la charla en la iglesia metodista el Redentor, San José, Costa Rica, 31 de octubre de 2011. El tema asignado fue "¿Qué necesita reformar la iglesia hoy?". En la presentación oral enfaticé también lo positivo de lo que Dios está haciendo en la iglesia hoy.
[2] Ver
"El Pentecostés tiene fecha" en juanstam.com, 6 de mayo 2008.
[3] Ver
"Mecanismos de manipulación en las iglesias". juanstam.com, 12 de
agosto 2010
Juan Stam
Fuente:
Protestantedigital, 2014.
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