Por.
Juan Stam, Costa Rica
En
nuestro tiempo casi nada es seguro y todo es posible. La nueva consigna parece
ser, "ecclesia reformata semper deformanda".
En
esta serie, nos estamos concentrando en las consignas que mejor resumen los
denominadores comunes de la Reforma. Ya hemos visto la Sola scriptura, la Sola
gratia, la Sola fide, la libertad cristiana, y el sacerdocio universal del
creyente. Con este artículo finalizaremos con la Ecclesia reformata semper
reformanda, el Soli deo gloria y una conclusión final.
ECCLESIA REFORMATA SEMPER REFORMANDA
(Secundum
Verbum Dei)
Esta
consigna expresa una realidad: los Reformadores no pretendían tener toda la
verdad ni ser dueños de un sistema final de conceptos absolutos. Lutero era un
"teólogo irregular" que nunca intentó formular un sistema. Calvino,
por supuesto, articuló un sistema doctrinal, pero vivía revisándolo hasta nueve
ediciones, alternando entre el latín y el francés. Algunos de los aportes más
valiosos aparecen sólo en la novena edición. Si Calvino no hubiera muerto, sin
duda hubiera producido una décima edición. Tillich define "el principio
protestante", muy acertadamente, con la frase, "sólo Dios es absoluto".
Karl Barth advierte contra la tentación de tener al "sistema" como la
verdad absoluta, lo cual identifica como idolatría.
Lamentablemente,
en el siglo XVII, amenazados por el racionalismo escéptico de la época, la
teología luterana y la calvinista cayeron en una rígida ortodoxia escolástica.
Aunque hicieron algunos aportes, no lograron "defender" su fe sino
que la redujo a un dogmatismo estéril. Curiosamente, luteranos y calvinistas se
acusaban mutuamente de ser herejes, cripto-católicos y otros insultos.
El
movimiento wesleyano puede verse en parte como una reacción contra esa
"ortodoxia muerta" e hizo mucho para rescatar la salud del
protestantismo. Pero a inicios del siglo XX la ortodoxia dogmática se resucitó
en los Estados Unidos en la forma del fundamentalismo norteamericano. Hoy día,
cuando la tolerancia se ve como el sumo bien, son menos los reductos de
ortodoxia cerrada, aunque los hay. Al contrario, en nuestro tiempo casi nada es
seguro y todo es posible. La nueva consigna parece ser, "ecclesia
reformata semper deformanda".
La
intención de la "semper reformata" era la de corregir errores y ser
cada vez más fiel al Señor y su Palabra. Desde el siglo pasado la iglesia vive
de fiebre en fiebre, cambiando de modas como los estilos de zapatos
("health and wealth", "name it, claim it", evangelio de
prosperidad, tumbadera de gente, "apóstoles" y profetas, maldiciones
generacionales etc etc ad infinitum). Muchas veces la innovación hoy no es para
corregir errores sino de introducir nuevos errores. Muchas veces el fin no es
mayor fidelidad sino mayor éxito, mayor fama o mayor dinero.
SOLI DEO GLORIA
"A
Dios, y sólo a Dios, sea toda la gloria" fue una consigna fundamental de
la Reforma. La iglesia de la época daba mucha gloria a otros en lugar de sólo a
Dios. La Reforma fue una redescubrimiento de Dios, en perspectivas antes
desconocidas. Los Reformadores tomaban muy en serio a Dios como el centro de
toda su vida. Antes de su gran descubrimiento de la gracia, Lutero temía a Dios
con horror y pánico, pero después se deleitaba en el amor del Dios de la
gracia. Calvino era un hombre sobrecogido por la maravilla de la gloria de su
Señor. La Reforma fue un gran encuentro con Dios. Puso Dios en el centro de su
vida y su pensar, y le daba toda la gloria a él. Johann Sebastián Bach escribía
las siglas "S.D.G." al inicio de todas sus partituras.
Hoy
nuestra iglesia también tiene que redescubrir esta consigna de la sola gloria
de Dios. Nuestra sociedad está permeada por el culto a la personalidad; hablamos
de los "ídolos" de Hollywood y las "estrellas del deporte",
etc. Las iglesias tienen también sus "estrellas" y a veces
"dioses" a quienes adoran: mega-pastores, profetas y sanadores,
algunos evangelistas promovidos con publicidad al estilo de Hollywood. En la
iglesia del Señor no caben el personalismo y el culto a la personalidad. Cuando
Dios curó al cojo por medio de Pedro y Juan, y la gente los quería reconocer
como milagreros, Pedro les contestó, "¿Por qué nos miran a nosotros, como
si nosotros, por nuestro propio poder o virtud, hubiéramos hecho caminar a este
hombre? El Dios de Abraham, Isaac y Jacob, el Dios de nuestros antepasados, ha
glorificado a su siervo Jesús" en sanar a aquel enfermo.
Originalmente
un "don de sanidad" no significaba algún poder que poseyera alguna
persona, sino el acto de Dios de dar salud a un enfermo. A veces se habla de
los "sanadores" como si fuesen dueños del poder milagroso; "en
estas manos hay poder de sanar", dijo uno de ellos, mostrando sus manos
ante las cámaras. Al contrario, "¿Por qué nos miran a nosotros, como si
nosotros hubiéramos hecho algo", dijeron Pedro y Juan, para dar la gloria
al Señor.
Esta
consigna significa también que podemos, y debemos, glorificar a Dios en todo lo
que hagamos. "Una lechera puede ordeñar las vacas para la gloria de
Dios", dijo Lutero. En todo, nos exhorta San Pablo, "ya sea que coman
o beban o hagan cualquier otra cosa, háganlo todo para la gloria de Dios"
(1 Cor 10:31).
CONCLUSIÓN
Nuestro
momento histórico se parece dramáticamente al de los Reformadores en el siglo
XVI: revolución en las comunicaciones (la imprenta de Gutenberg; hoy teléfono,
radio, TV, computadora, internet y hasta iPod); revolución del espacio vital de
la humanidad (navegación mejorada; Cristobal Colón 1492; hoy autos, aviones,
viajes al espacio); revolución armamentista (el fusil portátil, arcabs y
mosqueta; hoy, armas nucleares) y sobre todo, una crisis de autoridad que
produce gran confusión.
Fuente:
Protestantedigital, 2014.
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