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domingo, 25 de diciembre de 2016

Éfeso, cuando la maquinaria funciona sin amor



Por. Juan Stam, Costa Rica
Esta comunidad, cuyo activismo, seriedad y "éxito" la asemejan a muchas congregaciones muy admiradas tanto en América como en otras partes del mundo, se hubiera tomado en cualquier lugar como modelo de lo que debe ser y hacer una iglesia.
Es más: todo hace sospechar que ellos mismos, sin darse cuenta de su falla fatal, se creían una congregación realmente ejemplar.
El diagnóstico penetrante de Jesús les debe de haber traído una enorme sorpresa.  ¡Qué diferentes que son los criterios de Cristo a los nuestros!
La radiografía de Éfeso nos deja muy claro que no bastan, ante los ojos del Señor, el activismo, el éxito, ni aún la perseverancia bajo el sufrimiento (cf 1Co 13.1-3).
Más allá de los programas, proyectos y comités, Cristo busca la motivación más íntima del corazón.
En todo el hormiguero de su arduo labor, los efesios no podían decir con Pablo que el amor de Cristo les constreñía (2Co 5.14).
La maquinaria eclesiástica seguía caminando, pero ya no se movía por el impulso supremo del amor a Cristo y al prójimo.  Los programas y actividades se habían convertido en fines en sí mismos. Se había perdido la visión de Cristo en medio de ellos; ya habían olvidado a aquel a quien amamos sin haberlo visto (1P 1.8).
González Ruiz sugiere que los efesios perdieron el primer amor como resultado de un proceso de institucionalización y burocratización.  Lo que antes se hacía por la pasión de amor, ahora se hace por mera tradición y rutina.
Las ruedas oficiales siguen dando vueltas; la maquinaria eclesial se ha convertido en su propia finalidad.
Sutilmente, el amor a Cristo y al prójimo había quedado reemplazado por el amor al éxito, al poder, y a su congregación como institución (algo así como el denominacionalismo de hoy).

Continuará mañana: ¿Se arrepintió la iglesia de Éfeso?

Fuente: Protestantedigital, 2016

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