Por.
Por. , Argentina
Segunda de
tres notas que analiza la resonancia del asesinato del soldado pentecostal Omar
Carrasco. Tema candente en el año de la Reforma Constitucional de 1994,
que cobra notoriedad nuevamente.
A
partir de la entrada en escena de parte de FACIERA, la protesta por el crimen
del soldado Carrasco escaló un peldaño y pasó al de la protesta institucional
de los evangélicos por su reconocimiento como actores de la sociedad civil
frente al Estado.
El
Secretario General de FACIERA declaró en El Puente, que los dirigentes
evangélicos se proponían hacer llegar dos propuestas al Ministerio de Defensa,
al Congreso, a los medios, y al Presidente de la Nación: la abolición del
servicio militar y la apertura del ejercicio de capellanías a los otros cultos.
Para entonces, las capellanías estaban exclusivamente en manos de sacerdotes
católicos apostólicos romanos dentro de la esfera de incumbencia del Vicariato
Castrense.
Luego
de la dictadura, estas capellanías fueron continuamente objeto de críticas y
una destacable en términos jurídicos provino desde el interior mismo de la
militancia católica, como puede observarse en el libro de Emilio Mignone: Iglesia
y dictadura. El papel de la iglesia a la luz de sus relaciones con el régimen
militar, publicado en 1999 por la Universidad Nacional de Quilmes.
Casi
enseguida, el 10 de julio de 1994, el diario Clarín, en su revista
dominical Viva le dio una amplia cobertura al caso Carrasco e hizo notar
que en el Ejército existía discriminación religiosa. Este hecho solía ser
señalado en la Argentina con relación a los judíos, usualmente discriminados
para seguir carreras militares. Pero surgía claramente colocado ahora con
relación a la principal minoría religiosa del país.
De
esta manera, se produjo una sinergia entre la información periodística y el
reclamo institucional de los evangélicos, en un momento que el proceso de
reforma de la Carta Magna de la Nación, como un factor coadyuvante, tornaba
políticamente favorable.
Pero
debemos tener en claro que si bien los hechos fueron muy importantes para los
evangélicos en su relación con el Estado nacional, marcando su identidad y su
reclamo, la cuestión de la pertenencia religiosa de Carrasco, a excepción del
significativo tratamiento de la revista Viva, no alcanzó enorme
relevancia en la sociedad argentina y no adquirió mayor espacio mediático. Y
sin embargo, trajo consecuencias.
FIN
DEL SERVICIO MILITAR OBLIGATORIO
En
aquel mismo mes de Julio de 1994, el presidente Carlos Saúl Menem, secundado
por el general Martín Balza, anunció que el Servicio Militar Obligatorio sería
reemplazado por un servicio militar profesional y voluntario.
El
caso del joven pentecostal precipitó la decisión del Poder Ejecutivo, pero, a
rigor, la idea de abolir el Servicio Militar Obligatorio, en una fase de
notable desprestigio de las Fuerzas Armadas, ya venía siendo discutida por los
organismos de Derechos Humanos, en los cuales intervenían los evangélicos de
otro segmento del mismo universo de iglesias. Se trata ahora de los metodistas,
luteranos y reformados calvinistas (entre otros, que incluían también
pentecostales), más afines al Movimiento Ecuménico y los énfasis teológicos en
problemas sociales de justicia, con sus necesarias tangencias en la Teología de
la Liberación. Las iglesias de esta parte del mundo evangélico se hallaban
vinculadas mayormente en la FAIE, Federación Argentina de Iglesias Evangélicas.
Y con respecto al tema de la abolición del Servicio Militar Obligatorio
enfatizado por “el caso Carrasco” la voz de estas iglesias se hizo notar a
través del MEDH, Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos.
Así,
en septiembre de 1994, el abogado Carlos Saúl Menem, Presidente de la Nación,
comunicó que los capellanes evangélicos serían aceptados en las cuarteles (El
Puente, septiembre, página 32). Los dirigentes evangélicos, con el
Secretario de Culto de la Nación, comenzarían a trabajar en un proyecto de ley
para regularizar las capellanías militares. Algo que nunca fue concretado.
Pero
de todos modos, los evangélicos venían desarrollando un área de capellanías
especialmente dirigida hacia las prisiones, con notable éxito y buena
aceptación de parte del estado, sobre todo de la Provincia de Buenos Aires, que
reconocía obviamente, inferimos, la contribución de las iglesias al control
social, y destinaba un espacio a lo que se denominaba “el pabellón de los
evangélicos”, un fenómeno también notorio en la Provincia de Santa Fe. De un
modo afín, los pastores evangélicos venían desarrollando un ministerio menos
notorio, dirigido al personal de las fuerzas de seguridad y defensa a través de
la Confraternidad Cristiana Evangélica de Miembros de Fuerzas Armadas y de
Seguridad de la Argentina (CCEMFASA), entidad que sostenía relaciones
fraternales con la Asociación de Compañerismo Militar Cristiano Mundial (AMCF,
siglas en inglés). Estas acciones tenían que ver mayormente con las iglesias
afines a las tradiciones evangelicales y pentecostales.
LAS
CONDENAS A LOS CRIMINALES
El
31 de enero de 1996, el subteniente Ignacio Canevaro fue condenado por el
Tribunal Oral de Neuquén a 15 años de prisión, y los dos soldados ocupados del
“avivamiento” –Cristian Suárez y Víctor Salazar– a 10 años. Al Sargento Carlos
Sánchez, que actuó como encubridor, la Justicia lo condenó a 3 años. Sin
embargo, todos ellos obtuvieron un beneficio de rebaja de años de prisión que
favorece a los presos (sistema del 2 x 1) por el tiempo que permanecen privados
de libertad sin condena definitiva.
Diez
años más tarde, en marzo de 2006, ahora durante la gestión del presidente
Néstor Kirchner, también procedente del vasto y heterogéneo mundo peronista,
“el caso Carrasco” entró en una fase conocida como “Caso Carrasco II”. El
Consejo de la Magistratura suspendió a Rubén Caro, juez federal de Zapala que
investigó el homicidio, a fin de someterlo a un juicio político por presunto
mal desempeño en la investigación (Clarín, 2 de marzo de 2006, página
17, y edición del 3 de marzo, página 6).
Dr.
Hilario Wynarczyk
Doctor
en Sociología (Universidad Católica Argentina, UCA)
Máster
en Ciencia Política (Universidade Federal de Minas Gerais, Brasil, UFMG)
Licenciado
en Sociología (Universidad de Buenos Aires, UBA)
Profesor
de Metodología y Taller de Tesis (Universidad Nacional de San Martín, UNSAM)
Integrante
de los consejos directivos de:
Asociación
de las Cientistas Sociales de la Religión en el Mercosur (ACSRM)
Consejo
Argentino para la Libertad Religiosa (CALIR)
Pertenece
a:
Red
Latinoamericana de Estudios Pentecostales (RELEP)
Programa
Latinoamericano de Estudios Socio-Religiosos (PROLADES)
Ha
sido integrante del Consejo de Expertos de las Secretaría de Culto de la Nación
Investigador y escritor
Investigador y escritor
Fuente:
Cordialmentepxg
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