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martes, 10 de noviembre de 2009

LA IGLESIA LATINOAMERICANA FRENTE AL RETO DE LA POSMODERNIDAD III

Por Luis Viñas
La posmodernidad está retando a la Iglesia Evangélica. Muchos en el ministerio sugieren que esa concepción diferente está influenciando velozmente la ideología contemporánea. La filosofía posmoderna es una reacción al fracaso de las propuestas políticas, a la inmoralidad científica y a la falta de respuesta religiosa a los problemas contemporáneos. La filosofía posmoderna propone nuevas características: un elevado interés en la comunidad, darle suma importancia a la experiencia personal, ver a la verdad como algo subjetivo, condenar las propuestas absolutas, respetar la pluralidad de opiniones, aceptar la fragilidad del progreso etc.
¿Qué está haciendo la Iglesia latinoamericana ante este nuevo paradigma filosófico? En su gran mayoría falta realizar un análisis profundo en relación a lo teológico, misionológico y los métodos o causas de acción para su influencia.
EL RETO TEOLÓGICO
La teología viene a ser la reflexión del querer articular la fe de tal modo que responda a los nuevos desafíos que surgen del contexto contemporáneo. Del narcisismo a la auto negación El narcisismo es un enamoramiento de sí mismo. La palabra procede del antiguo mito griego sobre el joven Narciso, de especial hermosura, quien se enamoró insaciablemente de su propia imagen reflejada en el agua1, y al querer atraparla muere ahogado. ¿Cómo podemos analizar teológicamente la amenaza del Narcisismo? En cualquier blog (en Internet) se pueden encontrar las propuestas del movimiento del potencial humano que propone el amor a uno mismo para poder amar a los demás2. Tengo que confesar que estas ideas no solo son extraídas de un blog, o de la literatura Kleenex que encontramos en las librerías. También escucho esas propuestas en diferentes encuentros cristianos. Esta auto deificación es denominada como el tercer mandamiento que se desprende de el gran mandamiento3. El tercer mandamiento es amarse a uno mismo para poder amar al prójimo.
John Stott hace los siguientes comentarios al respecto:
Primero, y gramaticalmente, Jesús no dijo 'el primer mandamiento es amar al Señor tu Dios, el segundo amar al prójimo, y el tercero amarse a uno mismo'. Habló únicamente del primer gran mandamiento y del segundo que se le parecía. La adición de 'como a ti mismo' proporciona una guía sencilla y práctica para el amor al prójimo, porque nadie aborreció jamás a su propia carne [cuerpo, vp]"(Efesios 5.29). A este respecto, es como la regla de oro de que "todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos" (Mateo 7). No cabe duda de que la mayoría de nosotros nos amamos a nosotros mismos. De modo que sabemos cómo querríamos ser tratados, y esto nos indicará cómo tratar a otros. El amor a uno mismo es algo que hemos de reconocer y una regla a tener en cuenta, no una virtud a ser recomendada. Segundo, y lingüísticamente, el verbo es agapao, y amor ágape significa auto sacrificio en el servicio de otros. Por lo tanto no puede ser algo dirigido a uno mismo. El concepto de sacrificarnos con el fin de servirnos a nosotros mismos es absurdo. Tercero, y teológicamente, el amor a uno mismo es lo que la Biblia entiende como pecado (2 Timoteo 3.1-5). Su amor estará mal orientado, hacia sí mismo en lugar de hacia Dios y el prójimo.
Fuente: ©2009 Logoi, Inc. Todos los derechos reservados www.logoi.org

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