¡Vos podes ayudarnos!

---
;

miércoles, 14 de abril de 2010

Eclesiastés: mirada escéptica a la vida humana (IV)

Por. Leopoldo Cervantes - Ortiz, México*
Leyendo la Biblia, leyendo la vida (IV)
(Abordajes cotidianos a la literatura sapiencial)

Eclesiastés, a su vez, es un universo completamente diferente, pues apenas se cambia de página, luego de leer Proverbios, comienzan las preguntas incómodas, especialmente las que tienen que ver con el sentido de la vida, del trabajo y del futuro. A la inutilidad del esfuerzo, hay que agregar la posibilidad real de que sean otras personas quienes se apropien de la herencia personal, pues, según el hablante del libro, una persona desencantada y cansada de las respuestas fáciles, las claves del destino humano no solamente se sabe de antemano que están sólo en posesión de Dios, sino que desentrañarlas comporta un ejercicio de amargura y desengaño.
Como escribe Jorge Luis Rodríguez Gutiérrez:
Qohélet pregunta: ¿Qué provecho tiene Adán de todo su trabajo con que se fatiga debajo del sol? (Ecl 1,2) La palabra fatiga también nos remite al mito de la caída descrito en Génesis.
De esta manera, luego de la fuerte afirmación sobre el hebel, Qohélet pone una pregunta que tiene que ver con el sentido del trabajo. El trae a tono la situación de millones de trabajadores que día a día se fatigan desde el amanecer hasta el anochecer.
¿Qué provecho? o sea, ¿Qué nos queda después del trabajo? ¿Tan solo el cansancio? ¿Hay un sueldo? ¿Qué sueldo?; ¿qué provecho?, puede también ser dicho de la siguiente manera: ¿Cuánto será nuestro sueldo al fin de mes?
Provecho es la traducción de la palabra hebrea yithron. Palabra que también puede significar: ganancia, superávit y ventaja. El origen de este término debe ser buscado en el medio comercial. Era un término técnico usado en el momento de hacer un balance.
La pregunta de Qohélet tiene que ver con la utilidad o inutilidad del trabajo, Pues no hay nada peor que el trabajo inútil y monótono. Trabajar inútilmente sabiendo con anticipación que el trabajo no tendrá frutos. Será estéril. No alcanzará ni para echarle algo a la olla. No alcanzará para educar los hijos. No alcanzará para nada...(1)
Retomando la mitología adánica del Génesis, Eclesiastés asume un lenguaje humano universal, pero que se acerca muchísimo a las particularidades de muchas épocas, como la nuestra: ante los contextos latinoamericanos de desempleo, inseguridad y violencia, las palabras del Eclesiastés no solamente no palidecen, sino que se intensifican, pues la caída libre del empleo y la necesidad de consolidar la estabilidad laboral, psicológica y espiritual de las personas se transforma en una complicada trama de contradicciones simultáneas.
El trasfondo vital del Eclesiastés es una disputa efectiva entre sus tendencias filosóficas y la observación empírica de situaciones que siempre han ocasionado perplejidad entre los seres humanos, creyentes o no, justos o injustos, piadosos o no. Las mismas interrogantes que acechan en determinadas etapas de la vida, surgen ante el lector/a con particular intensidad según el estado de ánimo. Tal vez por eso, la lectura tradicional se ha querido “ahorrar” los aspectos difíciles de plantear, pero que literalmente “acorralan” al más positivo “defensor” de la fe convencional en la antigua alianza de Yahvé con el pueblo, la cual ni siquiera es aludida en todo el texto. Con todo, y siguiendo el espíritu de los Proverbios, la sentencia es clara: si la vida es compleja y en ocasiones incomprensible, más vale que se viva sabiamente: “Sin embargo, a la hora del balance, hay una seguridad: “Vale más (yithron) la sabiduría que la necedad, como vale más (yithron) la luz que las tinieblas (2,13)”.(2)
El escepticismo de naturaleza amarga no es una postura que se considere muy asimilable o digna de imitación en las iglesias, pues en ellas prevalece una especie de “positivismo bíblico” a ultranza, sin margen de negociación. Lo poco adecuado de esta mirada es que no existe disposición para poner a dialogar el espíritu dominante de ambas épocas: la helenística, de la que procede el texto y que se refleja tan fuertemente en el texto (hay que recordar, simplemente, el tan citado fragmento acerca de la separación del cuerpo y el espíritu, 12.7, ejemplo máximo del dualismo de inspiración griega, que produce tanta atracción…), y la nuestra como lectores/as asediados por ideologías y actitudes posmodernas, es decir, cercanas a la fatiga espiritual, punto de contacto evidente con el discurso de Eclesiastés. En este sentido es que son tan útiles algunos abordajes como los de Jacques Ellul y Elsa Tamez, el primero escrito desde una visión crítica de la modernidad, y la segunda, ya en plena posmodernidad, ante la cerrazón de los horizontes actuales.(3)
Tamez establece muy bien la relación de una posible relectura latinoamericana de Eclesiastés para responder a los ímpetus posmodernos encaminados a eliminar el compromiso social y religioso de las comunidades de hoy. Si el énfasis sapiencial es tan actual en el sentido de asumir la sabiduría como la capacidad de observación crítica, una lectura así será capaz de movilizar las conciencias para demandar y producir los cambios que nuestra sociedad requiere. Ella llama la atención al hecho de que, en efecto, al desencanto con que abre el libro, le sigue una serie de observaciones sobre la desigualdad y la injusticia; luego de enfatizar las líneas discursivas dominantes en el libro, afirma:
El descontento con la realidad calificada como hebel aparece en todo el libro, se trata de la experiencia vivida en un tiempo presente. Si al inicio se percibe en forma simbólica, en el discurso aparece descrita abiertamente, a veces de manera profética: contra la opresión, por ejemplo, es claro en 4.1: “Me volví y vi todas las violencias que se hacen debajo del sol: y he aquí las lágrimas de los oprimidos, sin tener quien los consuele; y la fuerza estaba en manos de sus opresores, y para ellos no había consolador”.
A veces de manera irónica como en 5.7-9 (8-9), cuando describe la rapacidad institucionalizada: “Si opresión de pobres y perversión de derecho y de justicia vieres en la provincia, no te maravilles de ello: porque sobre el alto vigila otro más alto, y uno más alto está sobre ellos”. Y a veces, simplemente con un dicho popular, describe la imposibilidad de la libre expresión: “Ni aun en tu pensamiento digas mal del rey, ni en lo secreto de tu recámara digas mal del rico; porque las aves del cielo llevarán la voz, y las que tienen alas harán saber la palabra (10.20)”.(4)
Las formas de la resistencia son múltiples y este libro traza bocetos de juicio sabio sobre la situación, como al vuelo, como una “guerra ideológica de guerrillas”, para pasar de mano en mano, para correr la voz… El Eclesiastés, con visiones como éstas, tan clarividentes en cuanto a sucesos generales que pueden verse hoy por todas partes (abuso, autoritarismo, represión, violación flagrante de los derechos humanos, retraso y corrupción en la impartición de justicia, asesinatos en las calles por cuenta de los grupos de narcotraficantes, entrega descarada de los recursos nacionales a empresas extranjeras), cuando la democracia ha triunfado ya (según sus propagandistas), ayuda a retomar la denuncia de la situación social, por lo que apegarse a su lenguaje no es una renuncia a abrir los ojos sobre los pecados estructurales de la sociedad, sino más bien al contrario, pues también se rechazan las falsas esperanzas promovidas por los regímenes de turno, y a través de la ironía y la observación incisiva, se le entrega a las personas una sólida arma ideológica basada en la fe en el único Dios que gobierna la totalidad del mundo y la vida humana.
Por otro lado, la violencia que azota actualmente a México y otras naciones hunde sus raíces en décadas de desigualdad e injusticia. Los valores no solamente se han invertido, como advierte el Eclesiastés, sino que nunca se han aplicado lo suficiente. Por eso el vigor que algunas iglesias dedican a tratar de rescatar la “moralidad” de la sociedad debería encaminarse a promover los valores evangélicos en toda su calidad. En procesos así, los libros de Proverbios y Eclesiastés, como toda la literatura bíblica sapiencial, pueden prestar una ayuda espiritual insustituible a la hora de construir y reconstruir permanentemente los resortes de la ética individual y colectiva, y apoyar la restitución del “tejido social” (concepto de moda en el país, esgrimido por el presidente actual ante la ola de crímenes en Ciudad Juárez) que se encuentra tan desgarrado pues la sociedad mexicana no encuentra asideros dignos de confianza, pues desde su gobierno hasta todos los niveles, se aprecia una profunda descomposición.(5)

--------------------------------------------------------------------------------
1) J.L. Rodríguez Gutiérrez, “¿Qué provecho tiene Adán de todo su trabajo con que se fatiga bajo del sol? (Ecl 1,2)”, en Revista de Interpretación Bíblica Latinoamericana, núm. 30, 1998, www.claiweb.org/ribla/ribla30/que%20provecho%20tiene%20adan.html
2) Idem.
3) Cf. J. Ellul, La razón de ser. Meditación sobre el Eclesiastés. [1987] (Barcelona, Herder, 1989; y E. Tamez, Cuando los horizontes se cierran. Relectura del libro de Eclesiastés o Qohélet. San José, DEI, 1998.
4) E. Tamez, “¿Cómo sobrevivir en tiempos de porquería? (El Eclesiastés)”, en Bajo un cielo sin estrellas. Lecturas y meditaciones bíblicas. San José, DEI, 200, p. 39. En inglés: “Ecclesiastes, a reading from periphery”, en Interpretation, 2001.
5) Sobre la relectura de Eclesiastés, en la línea esbozada, se sugiere la lectura de los siguientes textos: Stephan De Jong, “´¡Quítate de mi sol!´. Eclesiastés y la tecnocracia helenística”, en Revista de Interpretación Bíblica Latinoamericana, 11, 1992, pp. 75-85; Ana Maria Rizzante Gallazzi y Sandro Gallazzi, “La prueba de los ojos, la prueba de la casa, la prueba del sepulcro. Una llave de lectura del libro de Qohélet”, en Revista de Interpretación Bíblica Latinoamericana, 14, 1993, pp. 61- 85; J.L. Rodríguez Gutiérrez, “Mientras hay vida hay esperanza. Las pequeñas y firmes esperanzas diarias en Qohélet”, en Revista de Interpretación Bíblica Latinoamericana, 39, 2001, pp. 69-76; e Irene Stephanus, “Qohelet”, en Revista de Interpretación Bíblica Latinoamericana, 15, 1993, pp. 75-85.


Artículos anteriores de esta serie:

1 ¿Tiempo para la sabiduría en América latina?
2 Sabiduría culta, sabiduría popular
3 Sabiduría y vida cotidiana

*Cervantes-Ortiz es escritor, médico, teólogo y poeta mexicano.

Fuente: © L. Cervantes-Ortiz, ProtestanteDigital.com

No hay comentarios: