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viernes, 21 de diciembre de 2012

Si no creyera en la esperanza…

Por. Nancy Cardoso Pereira, Brasil*
.¿Dónde está tu hermano? ¿Dónde está tu hermana?
-¡No lo sé! ¿Acaso soy yo el guardián de mi hermano? ¿De mi hermana?
-¿Qué has hecho? ¡Oigo la sangre de tu hermano, de tu hermana clamar a mí desde la tierra!
Dos preguntas acerca de la vida humana, de la vida de la tierra. Responder es hacer teología.
¡No! Yo no quiero utilizar términos como “ecología” o “medio ambiente” o “cuestiones ecológicas” y “cuestiones ambientales” dejando intactos los mecanismos de reproducción social que destrozan y hacen de la vida algo inviable. Digo que se trata de la vida amenazada y del modo de producir y reproducir la vida de la que estamos hablando. Hablamos del cuerpo: el mío, el suyo, el nuestro, cuerpo social, el cuerpo del mundo. Tampoco se trata de identificar responsabilidades difusas, de todos y de nadie. Identificar. Nombrar. Denunciar. Impedir que los violentos continúen violentando las vidas de hermanos y hermanas, y de la tierra.
El desafío que tenemos por delante es el de abandonar las generalidades y las superficialidades de una teología prejuiciosa, de oportunismos de jerarquías religiosas y prácticas pastorales ingenuas para correr el riesgo de encontrar en nuestra propia tradición elementos de crítica y de creatividad que nos proporcionen las condiciones de participar de forma honesta, apasionada y responsable en este debate y en sus compromisos. Las preguntas que se nos presentan son estas:
-¿Dónde está tu hermano? ¿Dónde está tu hermana?
-¿Qué has hecho? ¡Oigo la sangre de tu hermano clamando desde la tierra!
-¡No sé! ¿Acaso soy el guardián de mi hermano, de mi hermana?
Somos prejuiciosos, oportunistas e ingenuos porque aceptamos la pérdida y la degradación de la vida como algo natural y racional en nombre del progreso y de la tecnología. No tenemos el cuidado y el coraje de reconocer que hay minorías que se apropian de los beneficios en una forma de propiedad y de lucro que sacrifica la vida de las mayorías pobres de la humanidad y destruye la naturaleza y la biosfera. ¡Hacemos la teología del “no sé”!
-¿Dónde está tu hermano y tu hermana?
La teología del “¡no sé!” o del “¿acaso” se expresan en forma de reformas, ajustes superficiales, cambios marginales que no se comprometen con la radicalidad de las preguntas.
El texto bíblico va más lejos, exige más. Dificulta las respuestas evasivas: “Si hubieras hecho lo correcto irías con la cabeza alta. Pero como no lo has hecho… el pecado está junto a la puerta, como una fiera que amenaza. ¿Podrás dominarla?” (Génesis 4, 6-7).
Pero, por qué Dios no acepta las dos ofertas. El Dios de esta memoria rechaza legitimar el fruto de la acción violenta y del pecado. Aquí asumo que Caín representa la agricultura que está bajo un sistema económico de explotación, movido por un afán de lucro y dominación. ¡Caín opta por las ofertas de cabeza baja! Fue reprobado. ¡No! Caín no puede dominar la violencia de su modo de vida… porque es sistémica. Esta es la función del ritual: evaluar, escudriñar, revelar los metabolismos de la producción… y elegir. ¡Preferir!
Caín no soporta vivir sin la legitimación divina. Llama a Abel al campo -porque al fina le dice de lo que se trata: ¡de la tierra! La violencia de Caín ya estaba estructurada en la oferta de Caín y, por eso, él no agradó a Dios. El modo de vida y de producción de Caín incluía una negación de la vida de Abel y de otros grupos humanos y por eso fue reprobado. ¡Lo importante es que Dios escoge, elige, escoge este modo de vida y no aquel!.
Las ofertas no se ofrecen por sí mismas. La función de la religión en los intercambios económicos no está en el establecimiento de reglas y procedimientos, sino en la transmisión de valores, esto es en la formulación de valores económicos, formateando jerarquías y consolidando mecanismos de medición.
El ritual de oferta/demanda está contenido en el mecanismo cultural de expresar valor, esto es aquello que puede ser dado e intercambiado en las cosas que están guardadas, preservadas. No se trata de valores esenciales de los seres o las cosas que generan una diferencia entre lo preservado y lo aceptable en la forma de la oferta, sino que se trata de las lógicas sociales que confieren valor y consolidan medidas de significado y función en los intercambios rituales. Dios aparece en el texto haciendo una pregunta origen de toda teología. ¿DÓNDE ESTÁ TU HERMANO? La respuesta de Caín es conocida y también anima muchas, tantas teologías: “NO LO SÉ, ¿ACASO SOY GUARDIÁN DE MI HERMANO?”.
El texto insiste en mantener la pregunta teológica. Más que una simple pelea entre hermanos, el texto localiza el pecado como fiera amenazadora que espera y obstruye la puerta… Y Dios pregunta: ¿PUEDES DOMINAR A ESTA FIERA?
La fiera, deseo revoltoso y violento que mata al hermano y encharca la tierra de sangre, está en nuestra puerta, en nuestra cara, en los espacios de poder, y si no es dominada devora y destruye. Si lo hiciéramos bien, andaríamos con la cabeza erguida, tendríamos la confianza de que vivimos en un mundo de hermanos y hermanas en una relación de vida con la tierra y el planeta. Pero la fiera está suelta, la fiera nos mantiene dentro de casa asustados, amedrentados, cómplices de su gula devoradora. ¡No! Nosotros no tenemos que enfrentarnos con el pecado destructor de las vidas y de la tierra. Prejuiciosos, amedrentados, ingenuos, oportunistas.
¿Dónde está tu hermano? ¿Dónde está tu hermana?
La tierra muere y sangra: ¿Y qué haces?
¿Hasta cuándo nos vamos a dejar dominar por la fiera? ¿Hasta cuándo vamos a permitir que el Kapital controle la puerta, vaya suelto por el mundo devorando y robando? Una forma básica del terror del capital se da en una forma de propiedad que arranca al campesinado de la tierra y somete a la agricultura a un negocio que sigue la lógica del lucro dejando a las poblaciones desvalidas y vulnerables por la acción depredadora de los monopolios industriales y financieros.
-“Si hubieras actuado bien, andarías con la cabeza erguida… pero como no lo has hecho… el pecado está junto a la puerta, como una fiera acorralada. ¿Podrás dominarla?” (Génesis 4, 6-7).
Tierra, agua, simiente, árboles, subsuelo, animales, el mar, el planeta sometido al mecanismo de apropiación y explotación privada, protegidos por el derecho de contaminar y de poseer ¡Fieras! ¡Bestias! ¡Monstruos! Movidos por los deseos de liberalización, desregularización y globalización. ¡Y no me diga, “no sé”! No insista en “¿Acaso soy responsable?” con artificios y mentiras de un desarrollo sostenible que no enfrenta a la fiera del capitalismo. ¡Ya no podemos responder, ya no podemos creer… hagamos silencio! Si ya no podemos creer en cada herida, ni creer en algo puro, no sabremos nunca lo que significa creer en la esperanza: escuchemos voces marcadas por el amor y la lucha de quien vive y se organiza por otro mundo posible, de sumak kawsay, del bien vivir que aprendemos de las luchas latinoamericanas.
Si no creyera en la locura
de la garganta del sinzontle,
si no creyera que en el monte
se esconde el trigo y la pavura…
Si no creyera en la balanza,
en la razón del equilibrio,
si no creyera en el delirio
si no creyera en la esperanza
De forma especial, nosotros militantes cristianos –hombres y mujeres- asumimos el compromiso con nuestro pueblo y como voces de:
  1. denunciar las relaciones históricas y actuales del cristianismo hegemónico con el capitalismo y su lógica de sacrificio de vidas, modos y formas de vida;
  2. denunciar el cristianismo aprisionado por los intereses de élites mundiales en intercambios de favores que proporcionan y apoyan la acumulación y concentración de riqueza, que legitiman las formas sistemáticas de explotación del trabajo humano y de la naturaleza;
  3. renegamos y denunciamos el capitalismo y toda adoración del capital, toda religión del consumo y todo fundamentalismo occidental que se esconde y se alimenta de espacios teológicos y comunitarios cristianos;
  4. negamos cualquier uso de la fe cristiana y de la Biblia como justificación para la guerra, del pillaje de la naturaleza, de los modos de mida y de sus conocimientos;
  5. enfrentarnos a la teología y a las prácticas pastorales de un pensamiento dualista que naturaliza y legitima una política de opresión generalizada: una dominación de la naturaleza es inseparable de una dominación del humano sobre el humano, particularmente del hombre sobre la mujer;
  6. nos afirmamos como una religión entre otras, un pueblo de fe entre otros pueblos de fe y llamamos a todos los cristianos y cristianas a que luchen por la justicia, amen la misericordia y anden humildemente con su Dios por la faz de la tierra (Miqueas 6,8)
 
* Nancy Cardoso Pereira. Agente da Comissão Pastoral da Terra (CPT) na região Sul Rio, professora de teologia e história da Universidade Severino Sombra, Vassouras, Rio de Janeiro.
 
Traducción. Joana Ortega-Raya
Fuente: Lupaprotestante

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