Por.
Leonardo de Chirico, Italia
Calvino
acusa al Papa de ser el Anticristo a causa de su “tiranía”, “la destrucción de
la verdad”, “la corrupción de la adoración a Dios”, “el quebrantamiento de sus
ordenanzas” y “la dispersión del orden de su Iglesia”.
A lo
largo de los siglos el Papado siempre ha tenido sus críticos. No obstante, es
justo decir, que fue la Reforma Protestante del siglo XVI la que desencadenó la
disputa más completa y masiva contra el Papado, aunando esfuerzos para mover
los hilos institucionales, morales, históricos, doctrinales y bíblicos con el
fin de llevar a cabo la misma. La crítica protestante alcanzó su auge con la identificación del Papa como el
Anticristo. Según el Nuevo Testamento el Anticristo es alguien que está
contra Cristo y su iglesia al querer ocupar su lugar y destruir su obra (p.e. 2
Tesalonicenses 2). Para los cristianos el Anticristo es el enemigo por
excelencia. Esta ecuación agitó las emociones religiosas más que otros sutiles
argumentos teológicos.
La Reforma Protestante no fue el
primer movimiento que se refirió al Papa como el Anticristo. Hubo una sólida tradición europea
medieval -desde los valdenses a Wycliffe y hasta los husitas- que denunciaron
también al Papa de una manera tan radical. Esta es la razón por la cual en un
reciente diálogo entre luteranos y católico romanos celebrado en los Estados
Unidos se reconoce este hecho: “Al llamar al papa el ‘anticristo’ los primeros
luteranos se interpusieron en una tradición que se remontaba al siglo XI. No
únicamente los disidentes y los herejes sino también los santos habían llamado
al obispo de Roma el ‘anticristo’ cuando querían castigar su abuso de poder”.i
Inclusive en este caso los reformadores no fueron necesariamente innovadores
sino que se basaron en líneas de pensamiento previas bien documentadas por la
historia de la Iglesia. Así es como Juan Calvino argumentó su caso contra el
Papado.
El reformador francés Juan Calvino
negoció con los representantes católico romanos diversas
veces y de diferentes formas.ii Su principal obra, Institutes of the
Christian Religion [La Institución de la Religión Cristiana] (primera edición:
1536) contiene frecuentes interacciones con las doctrinas y prácticas católico
romanas. En la misma Calvino desarrolla su argumento de que el Papa es el
Anticristo (Institución IV,7,25). El Papa histórico que
Calvino tenía en mente era Pablo III (1534-1549), pero su crítica nunca se
centra en su persona sino más bien en la institución papal. Después de
subrayar el hecho de que el Anticristo establece su tiranía en contraposición
al reino espiritual de Cristo, Calvino escribe que el Anticristo “no suprime el
nombre de Cristo o la Iglesia, sino que utiliza el nombre de Cristo como
pretexto y está al acecho bajo el nombre de Cristo como bajo una máscara”,
robando a Dios su honor. Esto es, para él, una clara imagen del Papa y por
consiguiente, concluye diciendo que “es cierto que el Romano Pontífice ha
transferido impúdicamente a sí mismo las propiedades más peculiares de Dios y
de Cristo y por tanto no puede haber duda alguna de que es el líder y el abanderado
de un reino impío y abominable”. Calvino no habla de ningún papa histórico en
particular sino que se refiere al papa como el representante de la institución
del Papado.
Un Antídoto contra el Papado
El
principal análisis crítico de Calvino del Papado se halla en dos obras en
particular. En 1543 la facultad teológica de la Sorbona publicó veinticinco
artículos que los candidatos a permanecer fieles a la Iglesia Católica tenían
que suscribir como una especie de juramento. Al año siguiente, Calvino escribió
una refutación de este resumen de la doctrina católica en su Articuli a
facultate sacrae theologiae parisiensi [Artículos de la Facultad de Teología en
París] citando cada artículo y proporcionando una revisión crítica, es decir,
un “antídoto”.iii El artículo XXIII trata de la primacía de la Sede de Roma y
ensaya las pruebas católicas para la misma. En respuesta, Calvino arguye que si bien las Escrituras hablan a menudo
de Cristo como la cabeza de la Iglesia, nunca lo hacen en lo que concierne al
Papa.iv La unidad de la Iglesia está fundamentada en un Dios, una fe y un
bautismo (Efesios 4:4), pero no hay ninguna mención a la necesidad de un Papa
para que la Iglesia sea la Iglesia. Por otra parte, en la enumeración de los
ministerios y cargos de la Iglesia, Pablo no dice nada acerca de un presente o
futuro Papado. Pedro fue un condiscípulo de Pablo, no su líder (similar a un
papa). El
Obispo Universal de la Iglesia es Cristo únicamente.
A
esta evidencia bíblica de la jefatura de Cristo, Calvino agrega una referencia
histórica a algunos escritos patrísticos que respaldan el mismo punto de vista
del Nuevo Testamento. Incluso Cipriano de Cartago, a quien se considera
frecuentemente un Padre de la Iglesia que favoreció una forma temprana de
Papado, llama al obispo de Roma “hermano, compañero cristiano y colega en el
episcopado”, demostrando así que no tenía en perspectiva la clase de primacía
que más tarde se atribuyó al Papa. Estos tipos de argumentaciones patrísticas y
bíblicas pueden hallarse en otro gigante de la Reforma Protestante del siglo
XVI, a saber, Peter Martyr Vermigli (1499-1562), especialmente en su Trattato
della vera chiesa e della necesità di viver in essa [Tratado de la verdadera iglesia
y la necesidad de vivir en ella] de 1542.v Todos ellos parecen ser los
tratamientos estándar controvertidos de la Reforma magisterial.
Lo Erróneo del Papado
Volviendo
a Calvino, otra de sus obras en la que se ocupa del Papado fue escrita en 1549.
Cuando Carlos intentó encontrar una solución de compromiso con el “Provisional
Augsbug”, Bucer y Bullinger instaron a Calvino a responder. Entonces escribió
el tratado Vera Christianae pacificationis et Ecclesiae reformandae ratio [La
pacificación de la verdadera Iglesia Cristiana debe ser reformada] en el cual
describe las doctrinas que deben defenderse, incluida la de la justificación
por la fe. Al exponer la doctrina de la Iglesia, Calvino dedica una sección al
Papado. Critica la lectura estándar
católica de Juan 21, un texto del Nuevo Testamento que está considerado como
uno de los cimientos bíblicos del cargo papal. Al comentar este pasaje,
Calvino constata que el mandato triple a Pedro de pastorear a las ovejas debe
relacionarse con la triple negación de Jesús por parte de Pedro. Este cometido
no es exclusivo puesto que Pedro impulsa a los ancianos a hacer lo mismo (1
Pedro 5:2). Además, según Calvino el Papado queda totalmente invalidado porque
en el Nuevo Testamento no hay ningún mandato dado a Pedro para encontrar
sucesores en un sentido jurídico. Para
conservar la unidad de la Iglesia, Cristo es todo lo que necesitamos.
Calvino
comenta después sobre la elección de Roma como la localidad preferida para la
Sede del Papa. “Por qué Roma” pregunta Calvino. En sus cartas a los romanos,
Pablo menciona muchos nombres individuales, pero Pedro no está en la lista.
Incluso si Pedro hubiera ido más adelante a Roma, ¿por qué fue la ciudad
seleccionada como el lugar central y especial para los futuros papas? ¿Por qué
no Jerusalén? ¿O Antioquía? No obstante, Calvino no aborda la importancia
histórica y política de Roma como las razones para el emplazamiento del Papado.
Por último, Calvino acusa una vez más al
Papa de ser el Anticristo a causa de su “tiranía”, “la destrucción de la
verdad”, “la corrupción de la adoración a Dios”, “el quebrantamiento de sus
ordenanzas” y “la dispersión del orden de su Iglesia”. Aquí podemos ver
muchas similitudes con Lutero, con la excepción de que Calvino usa un tono
apocalíptico no tan fuerte y es menos evidente que el del reformador alemán.
Más que en inquietudes escatológicas apasionadas, Calvino se apoya en
argumentos teológicos lúcidos y bíblicos en sus esfuerzos por enfrentarse al
Papado.
Notas:
Este
texto es un compendio de mi próximo libro, A Christian’s Pocket Guide to the
Papacy [Guía de Bolsillo del Papado para los Cristianos] (Fearn: Christian
Focus Publications, 2015).
i
“Differing Attitudes Toward Papal Primacy” (1973) [Diferentes Actitudes hacia
la Primacía Papal]. Se puede acceder al texto por http://www.usccb.org/beliefs-and-teachings/ecumenical-and-interreligious/ecumenical/lutheran/attitudes-papal-primacy.cfm
y es un útil resumen de los principales
temas polémicos sobre el Papado entre los luteranos y los católicos romanos de
hoy en día.
ii Sobre las opiniones de Calvino acerca de Roma,
tal como se presentan en diversos escritos, ver M. Stolk, Calvin and Rome
[Calvino y Roma] en H.J. Selderjuis (ed.), The Calvin Handbook [La Guía de
Calvino] (Grand Rapids, MI: Eerdmans, 2009, pp. 104-112.
iii Esta palabra “antídoto” volvería en las refutaciones
de Calvino de los Hechos del Concilio de Trento. Ver su Acta synodi Tridentinae
cum Antidoto [Sínodo Trento con Antídoto] (1547) iv Ver también Institutes
[Institución]
IV,6-7
de Calvino. v Ver mi artículo “Separazione e riforma della Chiesa ne ‘Il
Trattato della vera Chiesa e della necesita di viver in essa’” [“La separación
y la reforma de la Iglesia, ‘El Tratado de la verdadera Iglesia y la necesidad
de vivir en ella’”]. A. Oliveri y P Bolognesi (edd. Pietro Martire Vermigli
1499-1562). Humanista, Reformador y Pastor (Roma: Herder, 2003) pp. 225-232.
Fuente:
Protestantedigital, 2015.
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