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martes, 12 de mayo de 2015

El método del restaurante



Pocos errores hacen tanto daño a la buena interpretación como optar por la primera interpretación que se nos ocurra, sin considerar todas las posibilidades del "menú".
Por. Juan Stam, Costa Rica
Cuando voy a un restaurante, sé que voy a encontrar un menú variado. No iría a un restaurante que sirviera sólo arroz o sólo zanahorias. Ante ese inventario de opciones del restaurante que se llama "el menú", analizo los pros y contras de cada posibilidad: las costillas son deliciosas pero mucho colesterol, el pollo no porque comí eso en el almuerzo, el pescado no me llama la atención, entonces pido pastas, ¿qué será, espagueti o lazaña? Bueno, tengo que optar, y escojo lasaña que me gusta un poco más. La pido y me la como.
Así debe ser también el proceso de interpretación de la Biblia.
Una vez conversé con un hermano que creía entender perfectamente todo el Apocalipsis. Le confesé que había detalles complicados que no me sentía seguro de entenderlos. Me respondió, "para usted, tal vez, pero para mí no". Entonces le puse como ejemplo los 144,000 vírgenes, "que no se han contaminado con mujeres" (Apoc14:4). "Eso es fácil", me replicó; "La fundadora de nuestra iglesia lo explicó. Son los que no han fornicado con las siete mujeres malas del Antiguo Testamento". Sorprendido por su respuesta y por su total seguridad, contesté diplomáticamente, "Eso es una posible interpretación, pero... ", a lo que el amigo se molestó y me corrigió, "No, no es una posible interpretación, es la verdadera y no hay otras".
Sospecho que la mayoría de los lectores del Apocalipsis tienden a optar inmediatamente por la primera interpretación que se les ocurra, en vez de pensar en la gama de posibilidades que puede tener cualquier texto, sobre todo uno difícil (los 144 mil vírgenes, los siete ángeles ante el trono, los ángeles de las siete iglesias, el jinete del caballo blanco, el 666). Pocos errores hacen tanto daño a la buena interpretación como el de optar por la primera interpretación que se nos ocurra, sin considerar todas las posibilidades del "menú". Para romper ese vicio y para que comience un buen proceso de análisis, propongo el método del restaurante:

(a)   Primero, debemos armar el menú, o sea, hacer un inventario de las posibles interpretaciones (y hasta imposibles), para ver toda la gama de opciones. La lista puede formarse de lo que hemos oído en el pasado, de las opiniones de los alumnos y alumnas de una clase, de las Biblias comentadas que tenemos, de otros libros que podemos consultar, etc. El inventario debe ser lo más completo posible, como punto de partida del análisis del texto. La opción que dejas fuera, sea por descuido o por prejuicio, puede ser la mejor alternativa y la clave a la interpretación más fiel del texto. Los 144 mil vírgenes de Apocalipsis 14:1-5 pueden ser entendidos como las tribus de Israel (etnia judía; cf. Ap 7), como los judeo-cristianos o todos los cristianos, como los mártires, los testigos de Jehová, etc. Que ellos son vírgenes puede significar que son célibes (curas y monjes), que son esposos fieles, que no han practicado idolatría (adulterio espiritual), que son corderos ritualmente puros para el sacrificio, o que no se han fornicado con las sietes mujeres del Antiguo Testamento. El jinete del caballo blanco se ha interpretado de unas veinte maneras opuestas: como Anti-Cristo o Cristo, como el evangelio en marcha, como la paz o la la guerra, como los partos del oriente, etc.
(b)   Después debemos analizar los pro y contra de cada opción, sobre todo las razones exegéticas desde el mismo texto que favorecen o desfavorecen cada una de las interpretaciones propuestas. Por ejemplo: interpretar los "vírgenes no contaminados con mujeres" como celibato parece concordar bien con las palabras de la frase, pero contradice toda la ética sexual de la Biblia. A la inversa, "vírgenes" como esposos fieles concuerda bien con los conceptos bíblicos del sexo, pero no con las palabras del texto. Entenderlo como "los que no han practicado la idolatría" se acerca más al probable sentido del pasaje pero parece quedar un poco corto del lenguaje del texto. Ayuda más recordar que cuando los sacerdotes iban a oficiar en el templo, o cuando los soldados estaban en guerra, tenían que abstenerse de relaciones sexuales. La actividad sexual los hubiera contaminado ritualmente, no moralmente.
(c)   A eso debe seguir una valoración exégetica y teológica de cada interpretación, a la luz de los pros y contras, un proceso de sopesar las ventajas y desventajas de cada alternativa. Esto es muy pedagógico cuando se puede hacer en grupo. Todos pueden calificar las diferentes interpretaciones: primero eliminar las de nota "F" (falso), como por ejemplo que los 144 mil son testigos de Jehová. Después se puede identificar las más convincentes, para una nota de "A" (acertado, se pueden dar por aceptados, a falta de nuevas evidencias), nota de "B" (bien probable, pero no del todo seguro) y nota de "C" (casi posible, a tomarse en cuenta como remota posibilidad). Se podría agregar también una "D" (dudoso, aunque aun no es "F"). Se puede también calificar por números, desde cero hasta cien: que los 144,000 mil vírgenes son Testigos de Jehová tiene un cero por ciento de probabilidad; que el Cordero es Jesucristo, un 100%.
Este ejercicio tiene dos ventajas. Primero, nos enseña, después de tomar en cuenta todas las posibilidades, a evaluarlas críticamente, y nos da práctica en hacerlo hasta que se nos haga costumbre. Segundo, nos enseña a mantener nuestras interpretaciones e ideas con una escala de grados diversos de certeza. No todas las opciones merecen la nota "A", pero tampoco deben descartarse las de menor certidumbre ("B" y "C"). Por ejemplo, personalmente estoy totalmente convencido de que el Cordero es Jesucristo (nota "A"), bastante convencido de que el caballo blanco simboliza el evangelio en marcha (quizá nota "B+"), pero menos seguro de mi interpretación de los 144 mil vírrgenes o del 666 (nota "C" o "C+"). Es muy saludable aprender a vivir con diversos grados de certidumbre, lo cual es una señal de madurez.
(d)   Después de todo ese trabajo exegético, procedemos a escoger la mejor opción, siempre con la calificación y el nivel de certeza que le corresponda. Este paso siempre tendrá algo de personal y subjetivo, en mayor o menor grade. Después de ser probada por los fuegos del examen, esa verdad bíblica se convierte en una convicción para nuestra vida.
(e)   El último paso es escuchar la voz de Dios en el texto y obedecer la Palabra estudiada.

Fuente: Protestantedigital, 2015.

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