Pocos
errores hacen tanto daño a la buena interpretación como optar por la primera
interpretación que se nos ocurra, sin considerar todas las posibilidades del
"menú".
Por.
Juan Stam, Costa Rica
Cuando
voy a un restaurante, sé que voy a encontrar un menú variado. No iría a un
restaurante que sirviera sólo arroz o sólo zanahorias. Ante ese inventario de
opciones del restaurante que se llama "el menú", analizo los pros y
contras de cada posibilidad: las costillas son deliciosas pero mucho
colesterol, el pollo no porque comí eso en el almuerzo, el pescado no me llama
la atención, entonces pido pastas, ¿qué será, espagueti o lazaña? Bueno, tengo
que optar, y escojo lasaña que me gusta un poco más. La pido y me la como.
Así
debe ser también el proceso de interpretación de la Biblia.
Una
vez conversé con un hermano que creía entender perfectamente todo el
Apocalipsis. Le confesé que había detalles complicados que no me sentía seguro
de entenderlos. Me respondió, "para usted, tal vez, pero para mí no".
Entonces le puse como ejemplo los 144,000 vírgenes, "que no se han
contaminado con mujeres" (Apoc14:4). "Eso es fácil", me replicó;
"La fundadora de nuestra iglesia lo explicó. Son los que no han fornicado
con las siete mujeres malas del Antiguo Testamento". Sorprendido por su
respuesta y por su total seguridad, contesté diplomáticamente, "Eso es una
posible interpretación, pero... ", a lo que el amigo se molestó y me
corrigió, "No, no es una posible interpretación, es la verdadera y no hay
otras".
Sospecho
que la mayoría de los lectores del Apocalipsis tienden a optar inmediatamente
por la primera interpretación que se les ocurra, en vez de pensar en la gama de
posibilidades que puede tener cualquier texto, sobre todo uno difícil (los 144
mil vírgenes, los siete ángeles ante el trono, los ángeles de las siete iglesias,
el jinete del caballo blanco, el 666). Pocos errores hacen tanto daño a la
buena interpretación como el de optar por la primera interpretación que se nos
ocurra, sin considerar todas las posibilidades del "menú". Para
romper ese vicio y para que comience un buen proceso de análisis, propongo el
método del restaurante:
(a)
Primero,
debemos armar el menú, o sea, hacer un inventario de las posibles
interpretaciones (y hasta imposibles), para ver toda la gama de opciones. La
lista puede formarse de lo que hemos oído en el pasado, de las opiniones de los
alumnos y alumnas de una clase, de las Biblias comentadas que tenemos, de otros
libros que podemos consultar, etc. El inventario debe ser lo más completo
posible, como punto de partida del análisis del texto. La opción que dejas
fuera, sea por descuido o por prejuicio, puede ser la mejor alternativa y la
clave a la interpretación más fiel del texto. Los 144 mil vírgenes de
Apocalipsis 14:1-5 pueden ser entendidos como las tribus de Israel (etnia
judía; cf. Ap 7), como los judeo-cristianos o todos los cristianos, como los
mártires, los testigos de Jehová, etc. Que ellos son vírgenes puede significar
que son célibes (curas y monjes), que son esposos fieles, que no han practicado
idolatría (adulterio espiritual), que son corderos ritualmente puros para el
sacrificio, o que no se han fornicado con las sietes mujeres del Antiguo
Testamento. El jinete del caballo blanco se ha interpretado de unas veinte
maneras opuestas: como Anti-Cristo o Cristo, como el evangelio en marcha, como
la paz o la la guerra, como los partos del oriente, etc.
(b)
Después
debemos analizar los pro y contra de cada opción, sobre todo las razones
exegéticas desde el mismo texto que favorecen o desfavorecen cada una de las
interpretaciones propuestas. Por ejemplo: interpretar los "vírgenes no
contaminados con mujeres" como celibato parece concordar bien con las
palabras de la frase, pero contradice toda la ética sexual de la Biblia. A la
inversa, "vírgenes" como esposos fieles concuerda bien con los
conceptos bíblicos del sexo, pero no con las palabras del texto. Entenderlo
como "los que no han practicado la idolatría" se acerca más al
probable sentido del pasaje pero parece quedar un poco corto del lenguaje del
texto. Ayuda más recordar que cuando los sacerdotes iban a oficiar en el
templo, o cuando los soldados estaban en guerra, tenían que abstenerse de
relaciones sexuales. La actividad sexual los hubiera contaminado ritualmente,
no moralmente.
(c)
A
eso debe seguir una valoración exégetica y teológica de cada interpretación, a
la luz de los pros y contras, un proceso de sopesar las ventajas y desventajas
de cada alternativa. Esto es muy pedagógico cuando se puede hacer en grupo.
Todos pueden calificar las diferentes interpretaciones: primero eliminar las de
nota "F" (falso), como por ejemplo que los 144 mil son testigos de
Jehová. Después se puede identificar las más convincentes, para una nota de
"A" (acertado, se pueden dar por aceptados, a falta de nuevas
evidencias), nota de "B" (bien probable, pero no del todo seguro) y
nota de "C" (casi posible, a tomarse en cuenta como remota
posibilidad). Se podría agregar también una "D" (dudoso, aunque aun
no es "F"). Se puede también calificar por números, desde cero hasta
cien: que los 144,000 mil vírgenes son Testigos de Jehová tiene un cero por
ciento de probabilidad; que el Cordero es Jesucristo, un 100%.
Este
ejercicio tiene dos ventajas. Primero, nos enseña, después de tomar en cuenta
todas las posibilidades, a evaluarlas críticamente, y nos da práctica en
hacerlo hasta que se nos haga costumbre. Segundo, nos enseña a mantener
nuestras interpretaciones e ideas con una escala de grados diversos de certeza.
No todas las opciones merecen la nota "A", pero tampoco deben descartarse
las de menor certidumbre ("B" y "C"). Por ejemplo,
personalmente estoy totalmente convencido de que el Cordero es Jesucristo (nota
"A"), bastante convencido de que el caballo blanco simboliza el
evangelio en marcha (quizá nota "B+"), pero menos seguro de mi
interpretación de los 144 mil vírrgenes o del 666 (nota "C" o
"C+"). Es muy saludable aprender a vivir con diversos grados de
certidumbre, lo cual es una señal de madurez.
(d)
Después
de todo ese trabajo exegético, procedemos a escoger la mejor opción, siempre
con la calificación y el nivel de certeza que le corresponda. Este paso siempre
tendrá algo de personal y subjetivo, en mayor o menor grade. Después de ser
probada por los fuegos del examen, esa verdad bíblica se convierte en una
convicción para nuestra vida.
(e)
El
último paso es escuchar la voz de Dios en el texto y obedecer la Palabra
estudiada.
Fuente: Protestantedigital, 2015.
No hay comentarios:
Publicar un comentario