Por.
Andrés Brandani, Argentina*
El
filósofo Enrique Dussel visita la UNSAM para recibir la distinción de Honoris
Causa y brindar una serie de conferencias y charlas. Autor comprometido y
potente, su obra resulta ineludible para pensar la filosofía desde América
Latina y nuestra particularidad histórica y social. En este ensayo, el filósofo
Andrés Brandani recorre la vida y las principales ideas de un pensador que hizo
del camino de la liberación su principal campo de batalla.
“Ésta
es una ética de la vida, es decir, la vida humana es el contenido de la ética”
Enrique Dussel.
“Revolucionarios
sin revolución: eso somos. Para decirlo todo: muertos con permiso. Aun así,
elijamos las palabras que el desierto recibirá: no hay revolución sin
revolucionarios.” Andrés Rivera, La Revolución es un sueño eterno.
Uno
puede reconstruir la vida de los otros a partir del relato de sus viajes: la
interminable sucesión de fotografías, boletos, libros, que el turista amigo
recogió en distintos puntos del globo testimonian dónde estuvo, dónde habitó su
cuerpo. De manera similar, la vida y el pensamiento filosófico de Enrique
Dussel fueron influenciados por los viajes y las reflexiones y debates
cosmopolitas que entabló a lo largo de los años con pensadores de distintas
geografías. Luego de licenciarse en Filosofía en la universidad Nacional de
Cuyo, a fines de los 50´, emprendió camino hacia Europa y allí descubrió su
propio continente. De aquel viaje, relata: “toqué a una América Latina y a
un Tercer Mundo que me habían sido absolutamente desconocidos. Yo deseaba ir
con pasión a Europa, y yendo hacia ella había descubierto, para siempre, el
mundo periférico que había estado antes fuera de mi horizonte”[1]. Dussel se doctoró en Filosofía en la
Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Central (Complutense), vivió
dos años en Nazaret con el sacerdote francés Paul Gauthier, donde descubrió al
pobre como oprimido, y antes de volver a Argentina estudió el Archivo de Indias
de Sevilla. Llegó a la periferia camino al centro y desde allí comenzó a
construir una filosofía, ética, política de la liberación.
A
fines de los 60´ comenzó a dictar clases como profesor adjunto de antropología
y de ética en la Universidad Nacional Resistencia. Permaneció allí hasta 1975,
cuando fue censurado y expulsado de la Universidad junto con otros docentes. Se
exilió y se radicó en México, donde vive desde hace cuatro décadas. Él dice que
esa es su segunda Patria chica, Argentina su primera Patria chica
y Latinoamérica su Patria Grande.
En
sus escritos están las fotografías filosóficas que muestran su proceso de
formación en filosofía, teología e historia, su acercamiento a entender al
pobre como principal categoría de análisis hermenéutico, la necesidad de pensar
a la filosofía como una praxis que conlleva un compromiso y no solo como una
práctica académica. En sus obras más actuales, como la Ética de la Liberación,
la Política de la Liberación, resuenan las palabras de sus primeros trabajos:
su reflexión es una continuidad, independientemente de si son textos
filosóficos, teológicos, históricos o políticos. Por ejemplo, a inicios de los
70´, editó su primera versión de Ética de la Liberación. Cuando publicó una
nueva edición revisada, Dussel retomó muchas de sus mismas preocupaciones o
necesidades pero ahora maduradas, luego de 30 años de trabajo y múltiples
debates con otras filosofías y autores. De igual manera sus trabajos sobre
historia y teología están presentes en sus reflexiones actuales sobre la
comprensión de un sistema-mundo, que no parte de una mirada eurocéntrica sino
global, desde la periferia.
El
diálogo con otros autores fue un aporte en la madurez de su filosofía. Mantuvo
fructíferos intercambios con la ética del discurso de Apel y la teoría de la
acción comunicativa de Habermas. Así también con Paul Ricoeur, o Richard Rorty,
Charles Taylor, Gianni Vattimo o Raul Fornet-Betancourt. Con algunos de ellos,
incluso llegó a publicar varios artículos y libros. Todos ellos incidieron en
la construcción de su Filosofía de la Liberación (ética, política, etc.), tanto
por haber aportado elementos o por refutar y obligar a revisar al filósofo
algunos de sus postulados.
La
producción teórica de Dussel es una pieza clave para poder entender la
filosofía contemporánea, la filosofía latinoamericana, la filosofía situada.
Transitarla representa un desafío que atraviesa al lector: su obra es un camino
ineludible hacia el rostro del Otro y sus enseñanzas impiden volver a ser
ingenuos al respecto. En sus propias palabras, “el Otro será la/el otro/a
mujer/hombre: un ser humano, un sujeto ético, el rostro como epifanía de la
corporalidad viviente humana”.
En
su “Ética para la Liberación en la edad de la globalización y de la exclusión”
(1998. ELEGE), Dussel construye un criterio material universal fundamental para
su obra: la víctima. Víctima que niega el sistema mundo que la produce y
que se comprueba en la sencillez del criterio de producción, reproducción y
desarrollo de la vida humana. En tanto alguno de estos momentos de la vida se
ven afectados irrumpe la víctima, que en tanto víctima nos hace responsables de
su existencia o la lucha de su liberación. “El reconocer responsablemente a
la víctima como sujeto autónomo en su corporalidad sufriente, como Otro que el
sistema, subvierte el mal y posibilita como futuro el proceso de liberación”[2].
La
construcción de un principio material universal que sea el eje central
de la nueva ética es uno de sus grandes aportes a la filosofía latinoamericana,
las filosofías de la periferia y oprimidos. No es solo la búsqueda de un
principio formal que sostenga la ética de la Filosofía de la Liberación sino
también, y principalmente, material. Dirá Dussel: un criterio material que de
cuenta de la producción, reproducción y desarrollo de la vida humana. Su
importancia está en que en toda la ética, los tres principios universales
-material, formal y de factibilidad- se definen por la existencia de la
víctima, “las víctimas, por su mera existencia […] juzgan al acto como no
verdadero (al no poder reproducir la vida, desde el principio material), no
válido (al haber sido excluido de la discusión, desde el principio formal), no
factible o eficaz (desde la imposibilidad del cumplimiento de los dos
anteriores principios)”[3].
La
filosofía de la liberación de Dussel -que es también ética, política, historia,
estética- es una reflexión teórica, pero también conlleva, obliga,
responsabiliza a una praxis de la liberación. Su foco está en descubrir y
analizar las formas de dominación y opresión, encarnadas de diferentes maneras
según el plano o estrato: centro – periferia; burguesía nacional – clase obrera
o pueblo; varón – mujer; cultura dominante – cultura periférica o popular.
Si
tuviéramos que dictar un curso de introducción a la filosofía moderna,
probablemente la primera clase contendría una explicación detallada de la
filosofía de Rene Descartes y su cogito que nos enseña que “pienso luego
existo”, para pasar por el dualismo cartesiano mente – cuerpo y cómo la
modernidad trata, hasta el día de hoy, a cada uno de estos componentes del
dualismo. De igual manera, si estuviéramos en un curso de introducción a la
filosofía latinoamericana deberíamos poder abocarnos con un nivel importante de
detalle en la filosofía de Enrique Dussel y su concepción o perspectiva de la
transmodernidad.
Transmodernidad
no es un momento posterior en el relato (más o menos dialéctico)
antigüedad-medio evo-modernidad/posmodernidad. Según Dussel, el desafío es
reconocer el hecho que la Modernidad es solo un relato eurocéntrico de los
acontecimientos. Desde la periferia, desde la mirada de las víctimas,
hay que pensar los acontecimientos a partir de un sistema-mundo para que
diferentes momentos invisibles a la razón moderna cartesiana sean considerados
en la reflexión teórica que conlleva una práxis de liberación. La
Modernidad/Posmodernidad arrasa con todo aquello que no es ella misma, solo se
reconoce en lo idéntico, en la misma forma de concebir la razón, la que piensa
y luego existe. En cambio la transmodernidad busca rescatar los relatos de las
culturas oprimidas, silenciados. “Trans-moderno” quiere
indicar esa radical novedad que significa la irrupción, como desde la Nada,
desde Exterioridad alternativa de lo siempre Distinto, de culturas universales
en proceso de desarrollo que asumen los desafíos de la Modernidad, y aún de la
Post-modernidad europeo-norteamericana, pero que responden desde otro
lugar, other location. Desde el lugar de sus propias experiencias
culturales, distinta a la europeo-norteamericana, y por ello con capacidad de
responder con soluciones absolutamente imposibles para la sola cultura moderna.
El
recorrido filosófico de Dussel hizo un aporte clave para América Latina en la
Ética de la Liberación (1998). Pero su pensamiento no se detiene, continúa y el
desafío se redobla. En el 2007, publicó “Política de la Liberación”, obra en la
que construye una crítica de todo el sistema de las categorías de la filosofía
política occidental. En “20 Tesis de Política”, texto que recorrerá en
las charlas que dictará del 12 al 14 en el Campus de la Unsam, se propone
construir otro sistema de categorías que muestre el cinismo de las categorías
filosóficas políticas de los autores clásicos, modernos.
La
política de la liberación de Dussel se piensa desde el acontecimiento político
que irrumpe en Latinoamérica de la mano de Evo Morales, Lula, Hugo Chavez,
Correa, Kirchner. Formula un nuevo discurso político con nuevas categorías. Su
perspectiva surge de la necesidad de entender que las víctimas lo son en
múltiples planos: si se pudo pensar desde la Ética, también es necesario
recorrer el mismo camino desde la Política. La opresión que vive América Latina
se expresa en el rostro de las víctimas y se hace carne en los movimientos
sociales, el movimiento indigenista, la lucha de las mujeres, los excluidos.
Frente a ello, Dussel exige pensar al poder no como dominación, sino como
afirmación de la vida: nuevas formas de democracia donde el epicentro del poder
se encuentre en el pueblo y no en quien gobierna. Para eso, afirma, es
necesaria una nueva teoría filosófica política que permita analizar el poder
obedencial, un poder que implicaría que aquel que lo ejerza lo haga
obedeciendo al pueblo.
Del
recorrido inicial de la Ética de la Liberación, donde descubre el criterio
material universal de la víctima, Dussel llega a la Política de la
Liberación, como recién mencionamos. Pero este camino no se detiene, arriba
también a la Estética de la Liberación, obra que promete escribir al terminar
con la Política de la Liberación. Para Dussel, en su forma de entenderlo,
estética y ética son simultáneas, ya que se originan desde la misma experiencia,
no la estética como culminación de la ética. La ética y la política son
la responsabilidad común y democrática por la vida, la estética es el contenido
de la política, “una –la política- es la responsabilidad de la vida, la otra
–la estética- es la alegría de la vida”. Así, intentará demostrar que desde la
cultura popular se construye la estética. Su recorrido no se detiene: luego de
la Estética quiere trabajar la Lógica de la Liberación, lógica desde el
oprimido, desde el Otro, desde la alteridad.
Dussel
desafía al invitar a pensar la realidad desde la filosofía. No desde el
academicismo: por el contrario, pone en crisis a la academia misma y nos obliga
a debatir cómo intervenimos en la realidad, cómo ponemos en juego nuestras
acciones, nuestras disciplinas, nuestros trabajos, la forma en la que
convivimos, desde una perspectiva ética, política, estética de la liberación.
Existe una responsabilidad en tanto sujetos de una comunidad para con el Otro,
no estamos exentos en tanto comunidad científica o universitaria (o cualquier
otra comunidad de la cual formemos parte). Reflexionar colectivamente sobre
nuestra responsabilidad como docentes, investigadores, profesionales,
estudiantes es indispensable. Y esa responsabilidad no puede ser ingenua o desarraigada,
sino situada y concreta. El desafío planteado es poder pensar desde un estar
que nos invite a reconocernos no desde el relato moderno sino desde una
narración completa, transmoderna, que permita dar lugar a las otras voces o
relatos.
“El
problema de la filosofía es el problema de la libertad, no es el búho que
levanta el vuelo al anochecer, porque ya ha visto todo lo que ocurre durante el
día, sino que esconde también la sorpresa de la noche y la espera del amanecer.
Filosofar es programar el amanecer al cabo de la noche. Es plantearse la
liberación que ocurrirá seguramente al día siguiente”[4] (R. Kusch)
Notas bibliográficas
[1] Dussel, Enrique. Autopercepción
intelectual de un proceso histórico, en Revista Anthropos: Enrique Dussel,
Un proyecto ético político para América Latina. N° 180, septiembre octubre
1998. Barcelona, España. p.16.
[4] Kusch, Rodolfo. La
negación en el pensamiento popular. Editorial Fundación Ross, Santa Fe,
2000.
*Andrés Brandani es Licenciado en Filosofía por la
Universidad de Buenos Aires y cursa la Maestría en Ciencias Políticas de la
UNSAM. Se desempeña como Coordinador de la Diplomatura de Economía Social y
Solidaria de la Universidad Nacional de San Martín y participa en el Centro de
Estudios de Desarrollo y Territorio de la misma casa de Estudios. Es Asesor en
Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires sobre temas de Descentralización,
Desarrollo Social, Mujer y Juventud.
Victoria Gesualdi, Licenciada en Comunicación social,
Universidad de Buenos Aires y Máster en Fotografía en la Escuela EFTI de Madrid.
Fotógrafa.
Fuente:
http://www.revistaanfibia.com/autor/andres-brandani/#sthash.Z2ElqA9r.dpuf
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