Por Will Graham, España.
En esta serie de dos artículos vamos a presentar
una crítica evangélica al libro ‘Ética teológica y homosexualidad’ (2015) disponible
en la página web de la Iglesia Evangélica Española (IEE).
Aunque prácticamente todas las denominaciones
protestantes en España estén en contra de la homosexualidad, la IEE es un grupo
que se ha mostrado cada vez más abierto a la teología gay, abrazando la
polémica Declaración de Mamré en mayo 2015. Por esta razón creemos
que es importante hacer una lectura honesta de dicho libro a fin de ver si
tiene bases sólidas para apoyar el movimiento homosexual desde una perspectiva
bíblica.
El documento, que tiene tres capítulos, fue
redactado por Juan Sánchez Núñez, profesor de Ética teológica en la Facultad de
teología SEUT. Hoy analizaremos el primer capítulo y la semana que viene,
estudiaremos el segundo. Ya que el tercer capítulo no contiene nada que no esté
claramente refutado de forma académica en la obra ‘La homosexualidad: compasión y claridad en el debate’ de
Thomas E. Schmidt, hemos decidido que no hará falta una tercera entrega.
Antes de comenzar, sería importante recalcar que
con esta lectura crítica no estamos negando la importancia de amar a la
comunidad gay con la compasión de Cristo. En esta línea estamos cien por cien
de acuerdo con Sánchez y la IEE porque los protestantes entendemos que el Dios
del Evangelio nos llama a amar a nuestro prójimo. Lo que pretendemos con
estos dos estudios es simplemente sopesar las propuestas éticas de Sánchez a la
luz de la fe evangélica. Además, invitamos a todos nuestros lectores a
descargar y leer el documento de Sánchez por sí mismos para comprobar si
nuestras críticas aquí presentadas son justificadas. Cada crítica está apoyada
con citas del libro y el número de las páginas citadas entre paréntesis.
Juan Sánchez
Núñez.
Así que hoy estamos con el primer capítulo del
libro: “¿Qué es la ética teológica?” Sánchez divide su primer estudio en los
siguientes siete puntos: 1) Ética teológica y ética bíblica; 2) ¿Qué es la ética?;
3) De la heteronomía a la autonomía: la madurez ética; 4) La ética y la
cultura; 5) La praxis ética: el conflicto de valores; 6) La ética y las
ciencias modernas; y 7) La ética teológica: ¿qué aporta la teología a la ética?
Haremos nueve observaciones críticas sobre este
primer capítulo del documento ‘Ética teológica y homosexualidad’.
1.- Sánchez dice que la homosexualidad no es un
asunto de ética bíblica
Sánchez empieza explicando la razón por la que
quería hablar sobre la homosexualidad desde la ética teológica y no desde la
ética bíblica, a saber, porque “la ética teológica es mucho más amplia que la
ética bíblica” (8). Nuestro autor presenta una lista de asuntos morales que no
se abordan “directamente” en la ética bíblica tales como la fecundación in
vitro, el DIU, la eutanasia, la dación en pago, la democracia, el capitalismo,
etc. (8-9). No obstante, tal lista es una pista falsa. El libro de
Sánchez se trata de un tema ético sobre el cual la Biblia habla más que
claramente, esto es, la homosexualidad. Si Sánchez quisiese hablarnos sobre la
fecundación in vitro o el DIU, podría haber apelado a la ética teológica; pero
puesto que su tema se aborda “directamente” en las Escrituras, tendría que
mantenerse dentro de la esfera de la ética bíblica.
2.- Sánchez confunde la ética con la ciencia
Sánchez cree que “la ética teológica tendrá que
dejarse ilustrar por las ciencias modernas” olvidándose de que la ciencia
moderna es moralmente neutral (9). El estudio científico no tiene nada que ver
con la esfera de los valores éticos. Os ponemos un ejemplo. Si ponéis una gota
de veneno en un vaso de agua que vuestro amigo está bebiendo, la ciencia os puede
decir que al beber el agua, vuestro amigo morirá. Sin embargo, la ciencia
moderna no os puede decir si es moralmente correcto o incorrecto colocar el
veneno en su vaso. ¿Veis la diferencia? Cuando Sánchez apela a la ciencia para
resolver un asunto moral, está confundiendo dos disciplinas académicas. La
ciencia moderna y la filosofía son dos campos diferentes. La ética pertenece a
la esfera de la metaciencia o la metafísica. En respuesta a la propuesta de
Sánchez, los evangélicos decimos que la ética teológica tendrá que dejarse
ilustrar por el Evangelio de Jesucristo.
3.- La ética de Sánchez no es cristiana sino
secularista
La ética está de Sánchez está totalmente dominada
por intereses seculares y humanistas, carente del Evangelio de Cristo. No hay
nada en su definición de la ética que un ateo materialista no sabría decirnos.
Divide el quehacer ético en los siguientes dos bloques: “-Un proyecto
personal: cuya meta sería la felicidad. Pretende desarrollar personas
libres, autónomas, responsables, etc., que viven con dignidad, etc. –Un
proyecto de convivencia: cuya meta sería la justicia. Pretende desarrollar
ciudadanos libres y responsables, conscientes del bien común, de la
solidaridad, etc.” (11)
Nos preguntamos: ¿dónde están las demandas
explícitas de Cristo en estos dos proyectos? Sánchez define el concepto de
vivir éticamente como vivir de acuerdo a “esas metas de felicidad y de
justicia, y rechazar todo lo que nos aleje de las mismas” (11). No se trata
de una ética cristiana en lo más mínimo. Falta un celo evangélico por la
gloria de Dios y el nombre de Cristo. En el sistema de Sánchez, Dios se
convierte en una especie de “experiencia” ambigua de amor que nos “impulsa a
vivir en plenitud”, a “vivir la altura de ese amor recibido” (15). Es la fuente
de autoafirmación que potencia nuestra autonomía moral. En otras palabras, Dios
es el siervo; nosotros, los señores. Ya no tomamos decisiones en base la
voluntad de Dios, sino a raíz de nuestra propia autonomía y dignidad humana.
4.- Sánchez cree que obedecer a Dios es
“infantil”
Según Sánchez, vivir de acuerdo según lo que está
mandado por Dios y su Palabra equivale a una “fase infantil” (12). Es
difícil saber cómo un profesor evangélico podría hacer semejante aseveración
tan osadamente. Y más sorprendente aun es entender cómo su denominación, la
IEE, podría haber dado su respaldo institucional a la publicación del
estudio.
Aquí estamos ante la ética neo-pelagiana con la
cual Kant inauguró la ilustración y su total independencia del Dios del
Evangelio. Lo que Sánchez propone es vivir cómo nos da la gana con tal de que
alcancemos nuestra realización plena. Incluso se mete con la idea de que Dios
sea quien determine cómo uno debe vivir (12). “El peligro de la moral infantil
es que, lo que debería ser una etapa pasajera, se convierta en algo estable; y
entonces, el ser humano, no alcanza jamás la madurez moral, la autonomía ética”
(11-12). De nuevo, es secularismo: una ética divorciada del Evangelio. Sánchez
anima a sus lectores a avanzar hacia la autonomía ética independientemente de
Dios. Nos acordamos de una serpiente que sugirió algo parecido en el Edén.
5.- Sánchez cree que la Biblia nos desconcierta
Sánchez propone otra razón por la cual no hacer
caso a los mandatos éticos de la Biblia. Dice que la “misma Biblia nos
desconcierta” (13) refiriéndose al sexto mandamiento –no matarás- y a otros
textos donde la Biblia prescribe la pena de muerte como castigo de gran número
de delitos. ¡Aquí hay una clara contradicción en las Escrituras!
Resulta muy difícil creer cómo un experimentado
profesor evangélico podría estar tan equivocado en algo tan hermenéuticamente
sencillo. El sexto mandamiento prohíbe que el pueblo tome la ley en sus propias
manos, dejando que el gobierno teocrático de Israel se encargue de ejecutar a
los impíos según lo estipulado en el Tora. En otras palabras, la Biblia no nos
desconcierta. Es otra pista falsa de Sánchez. Simplemente hay que saber
leer las Escrituras en su contexto y no distorsionarlas con el fin de promover
la homosexualidad a través de una ética secularizada.
6.- Sánchez quiere que la ética teológica sea
acogida por la sociedad
Sánchez puede deshacerse de la Biblia y de una
ética basada en los mandatos de Dios porque para él lo más importante de la
ética sexual cristiana es que sea “aceptable” y “acogida por la sociedad” (14).
Si la ética no se fundamenta en la ciencia moderna, “corre el riesgo de
proponer una valoración o una orientación que nadie comprenda y nadie siga”
(14).
¿Dónde vemos esta preocupación en los escritos
bíblicos? ¿Acaso Dios solamente dicta leyes que sean agradables al paladar
popular? ¿Qué diremos sobre el ministerio de los profetas, Juan el Bautista,
Cristo y los apóstoles? ¿En algún momento se dejaron guiar por la voluntad del
pueblo? ¡Desde luego que no! Predicaron a una sola voz: “¡Arrepentíos! ¡Huid de
la ira venidera!” Lastimosamente, Sánchez no empieza su ética desde las
Escrituras sino desde los caprichos y antojos de la sociedad. Tal mensaje es
una clara negación de la cruz de Cristo. Por cierto, ‘arrepentimiento’ es una
palabra que no aparece por ningún lado en la propuesta ética de Sánchez.
7.- Sánchez cree que la Biblia está histórica y
culturalmente condicionada
Sánchez pone en tela de juicio la ética bíblica ya
que refleja “la época histórica en la que ha surgido, y la cultura en la que
nació” (15). Su lógica sería: si la Biblia está cultural y históricamente
condicionada, entonces no hay que hacerle caso. Es decir, la Biblia condena la
homosexualidad porque en aquel entonces todos creían que era algo malo.
Primero, esta aseveración de Sánchez es
manifiestamente falsa. Si leemos bien el contexto de los mandatos divinos en
Levítico 18 y 20 contra la homosexualidad, veremos que el Señor mandó lo que
mandó para que los hebreos fuesen en contra de las prácticas homosexuales que
prevalecían en las culturas vecinas. A la luz de la perversión sexual en otras
naciones paganas, Dios llamó su pueblo a la santidad. El mandato de Dios
entonces no afirmó la cultura sino que la detuvo. Dios se opuso a la cultura gay.
Evidentemente no todos creían que la homosexualidad era mala.
Segundo, si seguimos la lógica de Sánchez, no
tenemos porqué hacerle caso a él tampoco. ¿Por qué no? Porque el razonamiento
de Sánchez es que no hace falta hacer caso a la Biblia porque está histórica y
culturalmente condicionada. Pero Juan Sánchez Núñez también está histórica y
culturalmente condicionado por valores humanistas e ilustrados, por lo tanto,
no hay que hacerle caso a él tampoco. Sánchez, sin saberlo, se dispara en
el pie filosóficamente.
8.- Sánchez define la teología como una
“experiencia”
Sánchez sigue el espíritu liberal cuando define la
teología en términos de “experiencia” en vez de doctrina. Fue Federico
Schleiermacher –el Judas Iscariote de los siglos XVIII y XIX- el que fue el
primer en definir la teología como “experiencia”. A pesar de ser un predicador
reformado, Schleiermacher no había nacido de nuevo. Escribió una carta a su
padre el 21 de enero 1787 confesando que había perdido su fe y añadió, “No
puedo creer que el que se llamaba a sí mismo el Hijo del hombre sea el Dios
verdadero y eterno, no puedo creer que su muerte fue una expiación vicaria”.
Schleiermacher soñaba con un nuevo método teológico
pos-kantiano, esto es, uno que no se basaría en la revelación de Dios según las
Sagradas Escrituras sino en la experiencia humana. El producto fue su magnum
opus ‘La fe cristiana’ publicada en 1821. Así nació la teología liberal,
izquierdista. No sabemos si Sánchez está intencionadamente siguiendo las
pisadas de Schleiermacher; pero necesita saber que la plaga liberal engendrada
por aquel pensador prusiano vació las iglesias protestantes de Alemania, Suiza,
Holanda y el Reino Unido.
La única manera en que Sánchez y su denominación
(la IEE) podrían apoyar la homosexualidad a nivel nacional aquí en España sería
si consiguiesen reemplazar las Escrituras con la “experiencia espiritual” y
esto es precisamente lo que Sánchez está proponiendo. ¡La historia se repite
ante nuestros ojos! Una vez que la teología y la ética se basan en el carácter
“progresivo” de la experiencia del creyente, la ética bíblica se viene para
abajo (16). Por eso los evangélicos rechazamos la propuesta de Sánchez en el
nombre de la sola scriptura. ¡Somos los hijos de la Reforma protestante!
Sánchez no nos robará la primogenitura.
9.- Sánchez afirma que Jesucristo es la palabra
última y definitiva de Dios
Finalmente, Sánchez razona que Jesucristo es la
“palabra última y definitiva” de Dios (16). En esto, le damos toda la
razón.
No obstante, es precisamente este Jesús de las
Escrituras el que citó Génesis 2 cuando definió el matrimonio entre un hombre y
una mujer. Dijo el Señor, “¿No habéis leído que el que los hizo al principio,
varón y hembra los hizo, y dijo: Por esto el hombre padre y madre, y se unirá a
su mujer, y los dos serán una sola carne? Así que no son ya más dos, sino una
sola carne; por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre” (Mateo
19:4-6). Jesús ofreció una interpretación explícita y exclusivamente
heterosexual del matrimonio. Si hubiese querido reformar la revelación de
Dios tocante al matrimonio, podría haberlo hecho. Pero no lo hizo. Jesús
confirmó lo que su Padre ya había establecido en el principio: el matrimonio es
para un hombre y una mujer hasta que la muerte los separe.
Con todo, el apelar a la autoridad de Jesucristo
resulta contraproducente para el programa ética de Sánchez.
Conclusión
Después de haber estudiado el primer capítulo del
libro de Juan Sánchez sobre la ética teológica, rechazamos su propuesta por las
siguientes razones:
- Sánchez se olvida de que la homosexualidad es un asunto de ética bíblica.
- Sánchez confunde la ciencia con la ética.
- La ética de Sánchez no es cristiana sino secularista.
- Sánchez cree que obedecer a Dios es “infantil”.
- Sánchez pone en tela de juicio la autoridad bíblica.
- Sánchez quiere una ética que sea aceptada por la sociedad.
- Sánchez define la teología como una “experiencia”.
- Sánchez no toma en consideración que Jesús se posicionó a favor del matrimonio heterosexual.
La semana que viene:
10 críticas a la teología pro-gay de Juan Sánchez
Núñez
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