Por. Óscar Margenet, España
Supe del novelista norteamericano Mark Twain
01 al inicio de mi pubertad en mi Santa Fe natal. Dos de sus libros me
fueron obsequiados en las fiestas de clausura de la Escuela Dominical 02.
Los calurosos días del verano sureño, que comienza
mucho antes del 21 de diciembre, coincidían con el inicio de las vacaciones
escolares. En la pesada atmósfera litoraleña todo esfuerzo físico era
desalentado desde temprano. La lectura era mi escape al clima reinante.
Recuerdo a mi madre inmersa en sus rutinas domésticas, avisándome cuando podía
ir a leer en el fresco del porche. Allí me estiraba en el piso recién
lavado.
Los primeros libros del expositor británico George
Campbell Morgan 03 llegaron a mis manos bien entrada mi
adolescencia.
Muchos años después, en pleno verano mediterráneo,
trazaré una suerte de paralelismo entre la literatura secular del llamado
‘padre de la literatura moderna norteamericana’ 04, y la prédica de
quien se dijo fue ‘el expositor del Evangelio de Cristo por excelencia’ 05.
Esta idea me surgió hace poco mientras leía
comentarios sobre ‘el fundamentalismo’, tema del que muchos escriben a partir
de la manera que definen ese término. Venimos viendo en esta serie que la
literatura es parte de la construcción de la historia. Pero, hay en boga una
filosofía que alienta la rebeldía frente a la ‘dictadura del canon’ literario
planteando la democracia de la polisemia
06. Se la conoce como ‘deconstrucción’ y alienta un acto de lectura
que genera infinitas diseminaciones.
Primera
Parte
Siguiendo la idea deconstructivista podríamos
definir a Mark Twain de varias maneras, aunque nunca por tener una vida
aburrida. Para empezar, su verdadero nombre era Samuel Langhome Clemens. Adoptó
el que le proyectó a la fama tras desempeñarse como piloto navegante en los
típicos barcos a rueda del río Misisipi.
Una de las tareas a bordo del barco era la que
realizaban los negros esclavos que iban midiendo el calado mínimo necesario
para asegurar una navegación segura. Ese calado era equivalente a dos brazas (3,60m)
y los encargados iban repitiendo en forma de canto ‘mark twain’ (marca
dos) en su inglés adoptivo. La adopción del pseudónimo va mostrándonos algo de
la personalidad del que llegaría a ser apreciado por escribir con un contagioso
sarcasmo.
Por su intensidad y variedad la vida de este hombre
podría definirse como asombrosa. Nunca se resistió a su destino; por el
contrario, se hizo más fuerte frente a cada adversidad. De esas situaciones -
en las que otros bajarían los brazos- él supo sacar lecciones de vida. Nunca se
definió como cristiano, pero dio pruebas de una honestidad que es un rasgo
propio de los genuinos cristianos. Fue un innovador en su época; viajó
permanentemente y se codeó con inventores como Tomás Alva Edison y Nikola
Tesla.
Más adelante comentaremos la posición adoptada por
Mark Twain y su impacto social y político en EE.UU. a fines del siglo XIX y
comienzos del siglo XX. En unas pocas décadas se produjo un giro hacia el
conservadurismo en la clase gobernante y en la teología del importante
movimiento evangélico norteamericano.
Muy probablemente Mark Twain y George Campbell
Morgan no se conocieron personalmente. El predicador nació cuando el novelista
tenía 28 años y luchaba con serias adversidades en distintos frentes. Sin
embargo, antes de la finalización del siglo XIX ambos fueron testigos de un
cambio dramático en la historia mundial. Occidente estaba saliendo del
romanticismo y entraba en una era de desencanto para con el orden establecido y
de desaliento frente al futuro.
Mientras el primero se dejaba llevar por sus
humores y rechazaba la hipocresía de su entrono, el segundo se sometía a la
economía divina y enseñaba los beneficios de la Buena Nueva de Jesucristo. Sin
saberlo ni proponérselo, ambos escritores estaban haciendo un aporte importante
a la transición histórica que daría lugar a los fundamentalismos modernos.
Campbell Morgan recibió las enseñanzas de doctrina
cristiana en su hogar. Sus padres eran miembros de una congregación del
movimiento Plymouth Brethren (Hermanos Libres). Nunca asistió a una universidad
ni hizo estudios teológicos. Sin embargo su reconocida capacidad expositiva de
la Biblia significó que D. L. Moody le invitase a enseñar en su instituto
bíblico en EE.UU. en 1896, lo que le significó tener que cruzar el Atlántico 54
veces. En 1904 recibió un doctorado en Divinidad por el SeminarioTeológico de
Chicago.
Amigo de F.B. Meyer y Charles Spurgeon, Campbell
Morgan ocupó el púlpito de la Westminster Chapel desde 1904 a 1919, y desde
1933 a 1943 cuando lo dejaría en manos del Dr. Martyn Lloyd Jones. Entre
los años 1919 y 1933 residió en el país del Norte.
Su primera obra se publicó en 1897, sobre el
discipulado. Quizás la mayor de todas fue la ‘Crisis del Cristo’ (1903), un
estudio monumental de la vida de Jesús.
En 75 años de ministerio predicó unas 23.390 veces
y escribió más de 70 libros. Se cuenta una anécdota que pinta de cuerpo entero
a Campbell Morgan; es la relatada por el Dr. John G. Mitchell, profesor en la
Escuela Bíblica Multmonah (EE.UU.). Este le preguntó si aconsejaría a
otros estudiar la Biblia como él. La respuesta lo dejó de una pieza: “Si se
lo digo lo más probable es que nadie lo haga." Tras una pausa
prosiguió: “Leo un libro entre 40 y 50 veces antes de comenzar a
estudiarlo."
Su vida privada fue coherente con su ministerio:
fue un ideal de esposo y de padre; ningún atisbo de escándalo hubo en toda su
vida; y sus cuatro hijos le siguieron en el ministerio.
Los
Fundamentos: un testimonio de la Verdad
Entre los años 1910 y 1915 se materializó la
impresión de una compilación de 90 ensayos teológicos para reafirmar lo que se
denominó ‘Los fundamentos: un testimonio de la verdad’ cristiana 07.
Se editó como colección de doce volúmenes, y George Campbell Morgan fue
invitado a contribuir entre los 64 autores. Lo hizo con su escrito ‘La
encarnación de Cristo’.
El propósito de los editores era afirmar las
creencias del Protestantismo conservador; en especial los de la tradición
Reformada y defenderlas de las nuevas ideas que las atacaban. Se considera esta
obra como la piedra fundacional del Fundamentalismo Cristiano moderno.
El proyecto había nacido en 1909 gracias a los
hermanos Lyman y Milton Stewart, en California. Estos empresarios pusieron el
dinero necesario para dejar sentado lo que ellos creían eran los principios
fundamentales de la fe cristiana. Con él se defendía el credo ortodoxo
protestante, y se atacaba la alta crítica alemana, la teología liberal, el
Catolicismo Romano (allí llamado Romanismo), el socialismo, el Modernismo, el
ateísmo, la Ciencia Cristiana, el Mormonismo, el amanecer milenial, el
Espiritualismo y el evolucionismo.
Se produjeron un cuarto de millón de colecciones
(tres millones de libros), que se distribuyeron en escuelas dominicales,
asociaciones de jóvenes cristianos, seminarios, etc.
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En la Segunda Parte analizaremos DM cómo sigue
este fenómeno del ‘fundamentalismo’ que se ha convertido -casi 110 años después
– en caldo de cultivo del divisionismo evangélico.
Notas
Ilustraciones: arriba - https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEju7LQNPjVnw16sLkfLj9bM-VELy6c0p3jet3e-NrXyIw6Pa61X7gzhu4tkT-ubQVNrLWSCrHDGOdDTim1J7sjSFM0O9BVoxV4LxGAAcRwYbGpNb7e1UUX-SES_79OdozgfYJbNupsfmcE/s200/300px-ReligijneSymbole.svg.png y https://norfipc.com/facebook/simbolos-signos-religion-iglesias-creencias-significado.php
Abajo - Un retrato de Mark Twain por A. F. Bradley, en New York, 1907
01. Pseudónimo de Samuel Langhome Clemens (1835 – 1910).
02. Las novelas eran ‘Las aventuras de Tom Sawyer’ (1876) y ‘Las
aventuras de Huckleberry Finn’ (1885). Mi gratitud al Señor por los maestros
que tuve durante mi niñez en la Escuela Dominical: Daniel Mateo, Silvio
Rauzzino y Marcelo Engler; también por la directora de música Margarita Altare
y el encargado de seleccionar y entregar los premios, el Director General, Don
Walter T. Bevan, todos ya con el Señor.
03. Predicador expositivo de la Biblia (1863-1945), predicó tanto
en el Reino Unido como en EE.UU. Los primeros libros que leí fueron ‘Principios
básicos de la vida cristiana’, ‘Las enseñanzas de Cristo’, ’El ministerio de la
predicación’ y ‘Las cartas de nuestro Señor’. Más tarde leí ‘Grandes capítulos
de la Biblia’ (dos volúmenes) y otros. Su influencia teológica impactó en la
vida social y política norteamericana a fines del siglo XIX y comienzos del
XX.
04. Tal la definición que dio de él el conocido narrador y poeta
estadounidense William C. Faulkner (1897-1962).
05. Se le atribuye al Dr. Martyn Lloyd Jones decir esa frase, que
finalizó con una típica ironía: “El ‘Príncipe de los expositores’ quiso que yo
me ocupase de las cartas apostólicas”.
06. Hasta ahora la filosofía tradicional de Occidente, de base
platónica-hegeliana, había presupuesto siempre un escenario de racionalidad
sistemática, un dominio del habla sobre la escritura, un mundo en el que
todo tiene sentido finalmente. La deconstrucción se rebela entre este
abuso de la racionalidad de herencia hegeliana, proponiendo precisamente lo
contrario: la imposibilidad de que los textos literarios tengan el menor
sentido. Esta tendencia nace con el filósofo argelino-francés Jacques Derrida.
07. El término ‘fundamentalismo’ fue acuñado más
tarde por el editor bautista Curtis Lee Lewis, en 1920, que lo tomó prestado de
la colección antes mencionada. Se definía así al Movimiento integrado por los
cristianos que estuvieran dispuestos a pelear la real batalla por los
fundamentos de la fe. Pronto se propagó y fue adoptado por distintos grupos.
Fue adoptado por el idioma inglés en 1922 y a él se refiere con mayúscula
cuando se refiere a un movimiento religioso. Desde entonces, la controversia
respecto de su significado ha ido creciendo hasta llegar a denominarse con el
nombre de ‘fundamentalista’ a los religiosos terroristas.
Fuente: Protestantedigital, 2016.
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