Por. Will Graham, España
Después de explicar el contexto histórico de “la
muerte de Dios” en el pensamiento de Nietzsche la semana pasada, ahora queremos
contestar uno por uno sus ocho objeciones clave contra la fe cristiana.
¡A disfrutar!
1. El cristianismo es un crimen contra la vida.
Nietzsche opina que la fe cristiana promueve una
actitud perniciosa hacia la vida, la tierra y el cuerpo humano. Se opone a lo
físico y a lo vital. Pero francamente no sabemos de qué tipo de cristianismo
nos estará hablando el alemán. Si hubiese leído más el Nuevo Testamento, se
habría dado cuenta de que uno de los propósitos del Mesías fue traer sanidad
física y restauración en todos los sentidos. El Cristo fantasma era producto
del gnosticismo griego, no de la Biblia hebrea. Cristo fomentaba los valores de
la vida a lo largo de su ministerio terrenal. Comía, bebía y se gozaba.
Aun antes de llegar al Nuevo Pacto, Génesis revela
que Dios el Padre es el creador de la vida. Es Él quien coloca en nosotros
deseos, pasiones, sentimientos, etc. No quiso que fuésemos máquinas
impersonales. Y el Espíritu, tal cual se nos describe en las Escrituras, es el
Espíritu de vida. Dios es pro-vida.
Es pro-cuerpo también. No nos olvidemos de que el
cuerpo tiene un papel importante en la historia de la salvación del Dios de
vida. En el Edén Dios creó a dos seres corporales. Hace dos mil años, su Hijo
se encarnó físicamente. Y en el futuro escatológico, creemos en la resurrección
corporal de los muertos. La visión bíblica es muy distinta a la imagen que nos
indica Nietzsche. Dios es pro-vida, pro-tierra y pro-cuerpo. Sólo nos pide que
no abusemos de aquello que nos ha concedido.
Tal vez Nietzsche, en vez de mirar hacia los
millones de árboles de los cuales podía comer, sólo podía ver aquél que le fue
prohibido. Bajo ningún pretexto se puede considerar al cristianismo bíblico
como contrario a la vida. De hecho, si no fuese por la bondad del Dios bíblico
no habría vida en el cosmos. Ni siquiera Nietzsche hubiera experimentado la
dulce sensación de estar vivo si no fuese por la gracia del Todopoderoso.
2. El cristianismo se posiciona a favor de los
débiles, los enfermos.
Nuestra respuesta a esta objeción es: ¡gloria a
Dios! ¡Dios es bueno! Nos alegramos mucho de que el cristianismo se preocupe
por los débiles y los enfermos. ¿Acaso no necesitaba Nietzsche depender de la compasión
de su madre cuando era un bebé indefenso y del amor de su hermana mientras ella
le cuidó durante los últimos once años de su vida? Menuda ironía.
En esta línea de pensamiento escribió el alemán,
“Dios en la cruz, ¿entendéis ya la horrible segunda intención que hay oculta
detrás de este símbolo? Todo lo que sufre, todo lo que está colgado de la cruz,
es divino” (El anticristo, §51). La identificación de Dios con el
sufrimiento no nos resulta “horrible” a los creyentes sino gloriosa. Para
nosotros es un gran consuelo que Dios se preocupe por los que sufren. Significa
que el Señor nos entiende y nos consuela cuando sufrimos.
¿Cómo podría el hombre (la mujer) relacionarse con
un Dios que fuese ajeno al sufrimiento? Sería un ser frío, mecánico, distante,
lejano, cerrado. Ese tipo de ‘Dios’ que construye Nietzsche es un monstruo.
Moltmann (1926-) lo expresó bien, “Un Dios que no puede sufrir es más
desgraciado que cualquier hombre. Pues un Dios incapaz de sufrimiento es un
ser indolente. No le afectan sufrimiento ni injustica. Carente de afectos, nada
le puede afectar, nada conmoverlo. Pero el que no puede sufrir, tampoco puede
amar. O sea que es un ser egoísta. El Dios de Aristóteles no puede amar”.1
El Dios de Aristóteles no puede amar. El ‘Dios’ de
Nietzsche tampoco. De nuevo, nos alegramos de que el Dios cristiano sea un Dios
de amor y compasión y no una deidad filosófica.
3: El cristianismo produce una moral de esclavos
e hipócritas resentidos.
Nietzsche no se da cuenta de que Jesús criticaba a
los hipócritas resentidos también. ¿Cuántas veces se metió el Señor con los
fariseos y saduceos por su doblez y fingimiento en las cosas de Dios? El mismo
Jesús era aun más vehemente que el propio Nietzsche en condenar la religiosidad
vacía (leed Mateo 23 si no me creéis). De todas formas, se podría usar este
mismo argumento de Nietzsche contra el ateísmo ya que hay muchos ateos
hipócritas que dicen una cosa y viven otra.
El problema principal para el alemán es que no
entiende que hay muchas personas que quieren servir a Dios con todo su corazón.
Cuando Nietzsche piensa en un creyente, se le viene a la mente la idea de un
esclavo atado, es decir, alguien que actúa únicamente por temor.
Pero los cristianos no somos prisioneros
aterrorizados. ¿Quién nos obliga a leer la Biblia, a orar y a asistir a la
Iglesia? ¡Nadie! Todo esto se da como fruto de la nueva vida del Espíritu que
Dios puso en nosotros. Nadie nos está forzando a hacer cosas contra nuestra
voluntad. Servimos y obedecemos a Dios porque nos da gozo hacerlo. Bertrand
Russell (1872-1970), el renombrado ateo inglés, criticó a Nietzsche porque el
alemán no era capaz de creer en la existencia de creyentes gozosos.
Russell escribió, “Hay dos clases de santos: el
santo por naturaleza y el santo por temor. El primero tiene un amor espontaneo
a la humanidad; hace el bien porque el hacerlo lo hace feliz. El santo por
temor, como hombre que se abstiene de robar sólo por miedo a la policía, sería
un malvado si no se viera refrenado por el pensamiento de los fuegos del
infierno y por la venganza del prójimo. Nietzsche sólo puede imaginar esta
clase de santo; se siente tan lleno de temor y de odio que el amor espontáneo a
la humanidad le parece imposible. Nunca ha concebido un hombre que, con
toda la ausencia de temor del superhombre y su enorme orgullo, no cause, sin
embargo, ningún dolor porque no sienta el deseo de hacerlo”.2
4. El cristianismo es un mal moral
Es sumamente problemático cuando Nietzsche apela al
concepto del mal para desacreditar la fe cristiana. Después de todo –según su lógica-
el bien y el mal en realidad no existen. Son inventos del hombre. Por lo tanto,
Nietzsche no está siendo coherente con su filosofía cuando condena al
cristianismo como un mal moral. El mal, según el alemán, es cien por cien
relativo.
A lo mejor, Nietzsche considera al cristianismo
como algo malo. Pero habrá otros (como yo) que opinan que es algo deseable y
bueno. Entonces, ¿quién es Nietzsche para que le demos crédito? ¿Por qué hay
que seguir su interpretación subjetiva tocante al bien y al mal? Hace falta una
base racional más sólida que las convicciones personales de Nietzsche para
desarrollar una ética social. Un Legislador moral como Dios puede ofrecernos
semejante base.
5. El cristianismo está a favor de la democracia
De nuevo, repetimos ¡gloria a Dios! ¿No sería esta
acusación más bien una razón para aceptar la fe cristiana que rechazarla? Al
fin y al cabo, ¿qué sistema político nos puede ofrecer Nietzsche en lugar de la
democracia? ¿Una especie de Estado gobernado por una clase de superhombres que
crean sus propios valores y pisotean a los demás? Como me comentó el profesor
evangélico Benjamín Gálvez, “El mismo Nietzsche en tanto y cuanto enfermo y
demente debería haber sido destruido por su superhombre. No hay sitio para
débiles, ni enfermos en su pensamiento”.
El siglo XX nos ha enseñado una y otra vez la gran
necesidad que hay de restringir al hombre. Nos acordamos de lo que pasó en
Alemania bajo Hitler, en la Unión Soviética bajo Stalin, en Camboya bajo Pol
Pot, etc. El ser humano es un ser peligroso. En términos del filósofo
inglés Thomas Hobbes: el hombre es un lobo para el hombre.
Dada la corrupción socio-política del hombre, la
democracia es una de las mejores formas de salvaguardar a una sociedad de las
manos de la tiranía. Nos alegramos de que Nietzsche hiciese una conexión tan
estrecha entre la fe cristiana y la democracia. Pero lejos de ser un argumento
para rechazar la fe cristiana, es una razón de abrazarla.
6. El cristianismo es absolutista
A Nietzsche no le gusta el cristianismo porque es
una confesión de fe que se atreve a afirmar verdades absolutas. El cristiano
cree que en el sentido de la vida, en el bien y el mal y en la universalidad de
la verdad. No obstante, el gran problema con esta objeción de Nietzsche es que
su filosofía acaba siendo igual de absolutista que el cristianismo que procura
reemplazar. Si uno empieza a leer cualquier página de cualquier libro de
Nietzsche, enseguida encuentra frases absolutistas.
Tengo a mi lado el libro El viajero y su sombra
(1880). Lo voy a abrir al azar y a ver qué frase absolutista encuentro. Espera
un segundito…
Bueno, he abierto el libro por la página 44 y la
segunda frase pone, “La moral es, ante todo, un procedimiento para conservar la
comunidad y para preservarla de su destrucción”.3 ¿Qué es esto sino una frase
absolutista? Es una afirmación dogmática que el lector tiene que aceptar. Es
así o es así.
Interesantemente Nietzsche escribe libros con el
fin de enseñar que la verdad no existe. No obstante, para llevar a cabo tal
meta, tiene que emplear frases verdaderas para transportarnos hacia su
conclusión. Quiere decirnos que no hay tal cosa como sentido en la vida, sin embargo,
espera que su lector capte el sentido de sus razonamientos.
En la filosofía de Nietzsche el sentido de la vida
es que los fuertes prosperen e inventen sus propias verdades y principios
morales. No deja de ser un sentido absolutista. Al condenar el cristianismo por
ser absolutista Nietzsche se está disparando en el pie ya que su propia
cosmovisión es totalmente absolutista.
7. Yo sólo creería en un Dios que supiera bailar
“Yo sólo creería en un Dios que supiera bailar” es
una frase conocida de Nietzsche puesta en la boca de Zaratustra. El significado
es que Nietzsche no quería seguir al Dios muerto, estancado y estático del
cristianismo. Un Dios verdadero tendría que ser pro-vida, pro-cuerpo,
pro-pasión, pro-baile. Paradójicamente, es precisamente ese el tipo de Dios que
se da a conocer en los escritos bíblicos.
Como ya hemos explicado, el Dios de la Biblia es
pro-vida, pro-cuerpo y pro-tierra. Y en cuanto al tema del baile, la Escritura
proclama que, “El Señor está en medio de ti, poderoso, Él salvará; se gozará
sobre ti con alegría, callará de amor, se regocijará sobre ti con cánticos”
(Sofonías 3:17). La idea en el hebreo es que Dios da vueltas bajo gran
emoción demostrando su amor hacia su pueblo. Ahora bien, reconocemos que
ese Dios no fue bien representado en la Alemania del siglo XIX; pero Nietzsche
tendría que haber leído más las Escrituras.
Más allá de Sofonías 3:17 y otros textos parecidos
está el concepto teológico del pericoresis. Se refiere a la forma dinámica en
la cual las personas de la bendita trinidad se relacionan entre sí. En
castellano, la mejor definición sería algo como ‘recirculación’. En la deidad,
hay un movimiento continuo, libre, fresco, emocionante. Dios no es un abuelo
aburrido que pasa todo el día sentado en su sillón favorito.
Es un Señor repleto de vigor, energía y pasión. El
meollo de la fe cristiana gira alrededor de este concepto de Dios.
Evidentemente es un Dios con el cual Nietzsche no estuvo familiarizado. Tim
Keller explica algo de esta naturaleza bailadora de Dios, “Sin demandas
específicas que obliguen a esa relación, cada una de las tres personas
integrantes orbita voluntariamente alrededor de las otras dos, haciendo
manifiesto su amor en deleite y adoración. Cada una de las tres personas de la
Trinidad ama, adora, respeta y se regocija en las otras dos, resultando en una
danza dinámica y vibrante de gozo y amor”.4
Keller prosigue citando un pasaje precioso del
apologeta norirlandés C.S. Lewis, “En el cristianismo, Dios no es un ser
impersonal, ni un objeto estático, ni tampoco una única persona hecha
manifiesta, sino una actividad dinámica y vibrante, una vida con energía
propia, una representación con personajes reales, una dimensión que, si se me
permite decirlo sin parecer irreverente, tiene algo de danza tripartita en
divina coreografía […] [Con un] patrón relacional que es […] fuente de tremenda
energía y belleza, irrumpiendo con fuerza incomparable en el centro mismo de la
existencia”.5
Nietzsche dijo que sólo creería en un dios que
supiera bailar. Podemos responderle: “Conocemos al Dios a quién buscas, Fredi…
¡Nuestro Dios baila!”
8. Dios está muerto
El último punto es la aseveración nietzscheana de
que “Dios está muerto”. A pesar de entender el concepto como un análisis
socio-cultural de la Europa de su generación, hay un pasaje bien revelador en
el cuarto tomo de Así habló Zaratustra que podría expresar la verdadera razón
por la cual Nietzsche quiso descartar a Dios de su vida.
Zaratustra, el protagonista del libro, va andando
por el camino hasta llegar a un reino de muerte. “Surgían por doquier peñascos
negros y rojos y no había pasto, árboles ni canto de pájaros. Pues se trataba
de un valle del que todos los animales del bosque huían, incluso las bestias
feroces; sólo una especie de repelentes y gruesas serpientes verdes iba allá a
morir cuando se habían hecho viejas.
De ahí que los pastores llamaban a este valle
“Sepulcro de Serpientes”.”6 De repente, en medio del Sepulcro,
Zaratustra ve a un hombre en la distancia. Aquél hombre era espantoso.
Nietzsche lo llama ‘el más feo de todos los hombres’. El hombre más feo le
pregunta a Zaratustra, “¿Quién soy?”
Zaratustra, mirándolo atentamente, se da cuenta de
quién es: “Bien te reconozco: ¡tú eres el asesino de Dios!” Luego el más feo de
todos los hombres prosigue explicando la razón por la cual mató a Dios.
Dice, “Pero, Ése [Dios] debía absolutamente morir.
Veía con ojos que veían todo; veía las profundidades y fondos del hombre, toda
su ignominia y fealdad ocultas. Su compasión desconocía la vergüenza; se metía
en mis más sórdidos rincones. Ese harto curioso, importuno, demasiado
compasivo, debía morir sin remisión. Siempre me miraba; estaba yo resuelto a
vengarme de tal testigo o morir yo mismo. ¡El Dios que veía todo, incluso al
hombre, tenía absolutamente que morir! ¡El hombre no soporta a testigo de esa
naturaleza!”.7
El más feo de todos los hombres, entonces, asesinó
a Dios por razones morales. No podía soportar la luz de la mirada penetrante de
los ojos divinos. El hombre mata a Dios porque quiere ser libre para vivir
conforme a sus propios caprichos. No quiere tener que rendir cuentas a
nadie. Tal vez sería bueno volver a leer este pasaje del más feo de todos los
hombres a la luz de la vida de Nietzsche. ¿Acaso se trata de un párrafo
autobiográfico? ¿Nietzsche quitó a Dios de su vida porque no podía soportar la
santidad del Señor?
Conclusión
Después de analizar la crítica nietzscheana de Dios
lanzada hacia el cristianismo, vemos que se basa mucho en la subjetividad del
filósofo. En primer lugar, en ninguna parte intenta el alemán comprobar la no
existencia de Dios. En segundo lugar, sus argumentos contra el cristianismo y
el Dios del cristianismo tampoco son convincentes por las razones antes
desarrolladas.
Nietzsche proclamó que Dios había muerto en su generación.
Pero a la luz del gran mover del Espíritu en Asia, África y algunas partes de
Sudamérica en nuestros días, sociológicamente hablando, Dios está ahora más
vivo que nunca.
Ahora bien, es verdad que Nietzsche llevó la razón
en algo, a saber, que Dios ha muerto. Pero el alemán se olvidó del otro lado
del viernes santo: ¡qué Dios también ha resucitado!
La semana que viene:
Confesiones de un viejo maldito
Fuente: Protestantedigital, 2016
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