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lunes, 5 de septiembre de 2016

Confesiones de un viejo maldito



Por. Will Graham, España
Soy un viejo maldito.
Soy maldito porque alguien me maldijo. Ahora bien, es verdad que ese alguien –otro viejo como yo- me maldijo hace ya bastante tiempo. Si no me acuerdo mal fue en algún momento del siglo XVI. Pero tristemente hasta ahora no se ha retractado de su maldición. El abuelo Trento, el que me maldijo, sigue creyendo en la veracidad de su maldición aunque según lo que dice públicamente, quiere hacer las paces y ser mi amigo.
Me sonríe. Me extiende la mano de amistad. Me promete cosas.
Pero me sigue maldiciendo.
Me llama “hermano separado”. Proclama a la prensa que quiere reunirse conmigo.
Pero me sigue maldiciendo.
Apunté sus maldiciones en un folio hace muchos años. Aquí están para que las leáis.

  • Si alguno dijere que el pecador se justifica con sola la fe […] sea anatema.
  • Si alguno dijere que los hombres se justifican o con la sola imputación de la justicia de Jesucristo o con solo el perdón de los pecados […] o también que la gracia que nos justifica no es otra cosa que el favor de Dios; sea anatema.
  • Si alguno dijere que la fe justificante no es otra cosa que la confianza en la divina misericordia […] sea anatema.
  • Si alguno dijere que la justicia recibida no se conserva, ni tampoco se aumenta en la presencia de Dios por las buenas obras; sino que estas son únicamente frutos y señales de la justificación que se alcanzó, pero no causa de que se aumente; sea anatema.

Las maldiciones de mi ‘amigo’ Trento siguen en vigor porque sigo creyendo lo que siempre he creído. No he dado marcha atrás. Él tampoco.
Algunos de lo que antes andaban conmigo poco a poco se fueron apartando de mí para volver a los brazos del abuelo Trento. Con lágrimas y mucho dolor en el alma me acuerdo de cómo me abandonaron el Dr. Liberalismo, la Dra. Experiencia y sus preciosos cinco hijos: Ecumenismo A Toda Costa, Amor Anti-Bíblico, La Doctrina No Importa, Revisionista Evangélico y Si Pensáis De Otra Forma Que No Sea La Mía Eres Un Retrógrado Fundamentalista. A principios, pensé que se gozaban en el mismo Evangelio que yo. Pero luego vi que no.
No sé qué haré. No puedo hacer las paces con el abuelo Trento. Él dice una cosa en público y otra muy distinta en privado. No puedo negar mi conciencia, la cual es cautiva de la Palabra de Dios.
Así que orad por mí. Ya soy viejo, un viejo maldito por el abuelo Trento. Un viejo maldito por la familia Liberalismo.
Pero gracias a Dios, lo que me mantiene a flote en estos días tan melancólicos, es que también soy un viejo completamente justificado por la perfecta, impecable justicia del Señor Jesucristo. Espero que un día el abuelo Trento y la familia Liberalismo lleguen a entender esto.
Bendiciones para todos y todas,
Abuelo Reforma Protestante

Fuente: Protestantedigital, 2016

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