1. Navidad, cotidianidad e historia
Según se aprecia en los evangelios, especialmente en Mateo y Lucas, la historia del nacimiento de Jesús fue una auténtica “invasión divina de la cotidianidad humana”, pues los acontecimientos maravillosos y sobrenaturales que aparecen narrados allí acompañan la intervención divina en la historia para dotarla de nuevos significados. Porque hay que hacer un gran esfuerzo imaginativo para percibir cómo, en medio de los sucesos de todos los días se fueron sumando acontecimientos inauditos en la vida de personas sencillas, sin mayores aspiraciones. Obviamente, en los recuentos anuales de esta historia, el primer lugar se lo lleva María, pero Mateo y Lucas también incluyen a otros personajes dominados por una expectativa mesiánica apenas disimulada, debido a la cual su trato con lo sagrado viene a resultar casi normal o natural. De ahí que tratar de comprender la forma en que los autores de los evangelios se acercaron a esos instantes de vida cotidiana para ponerles, por decirlo así, una enorme lupa teológica, nos representa un esfuerzo por captar cómo Dios buscó que sus acciones redentoras no estuvieran más allá de la existencia humana auténtica. En este sentido, Galilea y Nazaret no eran los lugares “ideales” para la manifestación del inicio de la encarnación de Dios en la historia. Porque estas narraciones obligan a prestar tanta atención al ambiente o escenario como a su contenido o mensaje. Como comenta Pablo Andiñach, sobre la extrañeza del relato de Lucas:
Varios son los elementos que señalan la extrañeza del relato. Por un lado la ubicación del evento en Nazaret, una localidad pequeña y sin historia en Galilea. Más que ciudad era una aldea sin importancia y que nunca había sido mencionada en el Antiguo Testamento. Además debemos resaltar que era de Galilea, lugar de donde no se esperaba nada significativo para la historia religiosa de Israel. En la tradición bíblica Galilea era la zona de los samaritanos con los que los judíos (los de Judea) estaban enemistados desde hacía varios siglos y con quienes no tenían ningún vínculo social ni afectivo. Por el contrario, se marginaban mutuamente. Nazaret no era una localidad samaritana pero estaba en pleno corazón de aquel territorio.
Galilea había sido el lugar desde donde cada algunos años se producían levantamientos populares de rechazo a los romanos. Como estaba lejos de la capital Jerusalén era más difícil controlarla y era por allí que los líderes judíos -zelotas, sacerdotes radicalizados, nacionalistas, etc., cada tanto se levantaban contra el poder instalado en Jerusalén. De modo que ubicar a María en esa región era un signo contradictorio pues pocos esperaban que el Mesías pudiera surgir de esa zona.[1]
La lectura entre líneas de este pasaje muestra que las raíces raciales y culturales de Jesús no solamente no serían las predominantes en el sentido socioeconómico, sino que además la orientación del plan divino estaba siguiendo caminos poco predecibles según las inclinaciones normativas de tradición. Galilea era, en otras palabras, un espacio geográfico de resistencia ante los embates del imperio. Seguir leyendo...
Fuente: Lupaprotestante.
No hay comentarios:
Publicar un comentario