Por Luis Eduardo Cantero, Argentina
La migración es una realidad mundial creciente que responde a un modelo económico establecido en nuestros países latinoamericanos. Modelo que solo beneficia a una elite en particular, dejando por fuera a una gran masa popular en extrema pobreza. Sistema que genera una gran brecha entre los países del primer mundo y del tercero, que se reproduce en el interior de estos países (tercermundista), entre el campo y la ciudad y entre los mismos compatriotas como acontece en Bolivia, norte y sur (los cambas y los collas).
Ana María Vargas, es una mujer indígena, pastora luterana, que trabajó durante muchos años con migrantes de su comunidad. Habla desde su experiencia, como tuvo que enfrentar algunos choques culturales, que ella misma describe en un artículo publicado en Testimonio evangélico en America latina. Dice que ser migrante significa ser excluida, excluido. No es una cuestión jurídica, que no protegen a los y las migrantes, sino de un vacío del alma, que a veces es un vacío mortal. Los y las migrantes bolivianas o de otros países mayormente latinos son vistos como los “otros, las otras”, extrañas, foráneos, chivos emisarios. Como los que vienen a quitarle el laburo a los y las argentinos (as) (1). Al respecto nos dice Alejandro Grimson:
“(…) Tradicionalmente, los migrantes limítrofes tendieron a ocupar “nichos” laborales en ciertos trabajos que los nativos no aceptaban. Pero al cambiar el horizonte laboral, los argentinos empezaron a aceptar puestos tradicionalmente ocupados por los inmigrantes. Lo que había crecido de modo dramático no era la inmigración, sino la desocupación y la exclusión.”(2)
No solo lo viven los argentinos, también en otros países del primer mundo, que ven en los migrantes como un problema. Algunos han generado una política anti inmigrante que ha colocado al ser humano como problema. Los migrantes son personas, las personas no son problema, ya sea bolivianos, peruanos, ancianos, pobres nacidos o no. “Reducir al extranjero, que es imagen y semejanza de Dios, a un simple problema es ofender la dignidad que le fue otorgada por Dios.” Si tenemos un problema, el problema no es la persona, sea o no residente legal o ciudadano argentino. El problema es este sistema neoliberal, que genera estos males sociales. Que hace que muchos de ellos salgan de sus países en busca de un lugar en el mundo, un lugar donde se les pueda ver. Algunas de estas personas han tenido que dejar su lugar de origen por no encontrar condiciones necesarias para su sobrevivencia y migran hacia lugares donde puede haber trabajo; ejemplo paradigmático de esto es la migración de bolivianos y bolivianas, en su mayoría campesinos e indígenas, que van hacia la capital argentina. Ana María Vargas sostiene:
“Cuando en Bolivia se promociona la migración con la promesa de que hay trabajo en la Argentina, en su ingenuidad social y cultural muchas personas frecuentemente creen que conseguirán inmediatamente el trabajo en cuanto pisen suelo argentino. Pero la realidad es otra. Un inmigrante tiene que luchar con muchos problemas: dificultades para conseguir un trabajo, para estudiar, para obtener documentación (para poder residir de manera legal en el país); y frecuentemente todo esto no les importa para nada a las autoridades. A esto se añade la discriminación social, étnica y cultural. Todo ello produce miedo y temor en nosotros. Miedo ante el fracaso y miedo a no encontrar trabajo. Disminuye la autoestima, y muchos llevan una especie de guerra externa por las cosas materiales y una guerra interna con sus sentimientos. Además, los migrantes sufren un choque cultural y están ante una alternativa difícil: o aceptar una cultura extraña o conservar la propia.” (3)
La migración boliviana es una de los tres grupos más dinámicos junto con la peruana y la paraguaya. Los bolivianos tienen presencia en la Argentina desde la época de la colonia. En los dos primeros censos del siglo XIX, entre los años 1865 y 1895, el ingreso de migración desde los países fronterizos ya se hacia ver, pero fue opacada, en mas de un sentido, por la cuantiosa migración europea. En el siglo XX, en la década de los 40 y 50, y tras la caída de las economías rurales a principio de los 70, provocó que los bolivianos se desplazaran a la ciudad de Buenos Aires, atraídos por la política de urbanización del área metropolitana.
Según el censo de 2001, sobre un total de 1.500.000 migrantes, los países limítrofes Bolivia y Perú, representa el 60% de los extranjeros (4), hoy son menos en escala los uruguayos, chilenos. La migración boliviana es la segunda en magnitud, que asciende a unos 220.000 personas, siempre fue de carácter familiar, el grupo en general trabaja desde el niño hasta el abuelo, son familias extensivas, son gentes trabajadoras “crean redes sociales migratorias, conformada por parientes y vecinos”, que juntos tratan de conservar su identidad e idiosincrasia. Crean nichos laborales, en este caso el de la horticultura (incluye producción y comercialización de las hortalizas, sean de hoja, raíz, tubérculo, fruto o flores, son los que abastecen su gran negocio de las verdulerías y las ferias, en gran parte de la Argentina.), el comercio al por mayor y menor, la industria manufacturera: talleres textiles legales e ilegales, muchos de estos talleres han sido clausurado por el gobierno argentino debido a las condiciones de vidas que han sido sometido los migrantes bolivianos. También se dedican a los servicios domésticos. A diferencia de los migrantes peruanos y paraguayos, los migrantes bolivianos piensan en la familia, la decisión de emigrar forma parte de un proyecto familiar. Los bolivianos son personas sencilla y humildes, respetuosas, cosa que aprovechan los dueños de talleres para sacar provecho... Continúe leyendo en ALCNOTICIAS
La migración es una realidad mundial creciente que responde a un modelo económico establecido en nuestros países latinoamericanos. Modelo que solo beneficia a una elite en particular, dejando por fuera a una gran masa popular en extrema pobreza. Sistema que genera una gran brecha entre los países del primer mundo y del tercero, que se reproduce en el interior de estos países (tercermundista), entre el campo y la ciudad y entre los mismos compatriotas como acontece en Bolivia, norte y sur (los cambas y los collas).
Ana María Vargas, es una mujer indígena, pastora luterana, que trabajó durante muchos años con migrantes de su comunidad. Habla desde su experiencia, como tuvo que enfrentar algunos choques culturales, que ella misma describe en un artículo publicado en Testimonio evangélico en America latina. Dice que ser migrante significa ser excluida, excluido. No es una cuestión jurídica, que no protegen a los y las migrantes, sino de un vacío del alma, que a veces es un vacío mortal. Los y las migrantes bolivianas o de otros países mayormente latinos son vistos como los “otros, las otras”, extrañas, foráneos, chivos emisarios. Como los que vienen a quitarle el laburo a los y las argentinos (as) (1). Al respecto nos dice Alejandro Grimson:
“(…) Tradicionalmente, los migrantes limítrofes tendieron a ocupar “nichos” laborales en ciertos trabajos que los nativos no aceptaban. Pero al cambiar el horizonte laboral, los argentinos empezaron a aceptar puestos tradicionalmente ocupados por los inmigrantes. Lo que había crecido de modo dramático no era la inmigración, sino la desocupación y la exclusión.”(2)
No solo lo viven los argentinos, también en otros países del primer mundo, que ven en los migrantes como un problema. Algunos han generado una política anti inmigrante que ha colocado al ser humano como problema. Los migrantes son personas, las personas no son problema, ya sea bolivianos, peruanos, ancianos, pobres nacidos o no. “Reducir al extranjero, que es imagen y semejanza de Dios, a un simple problema es ofender la dignidad que le fue otorgada por Dios.” Si tenemos un problema, el problema no es la persona, sea o no residente legal o ciudadano argentino. El problema es este sistema neoliberal, que genera estos males sociales. Que hace que muchos de ellos salgan de sus países en busca de un lugar en el mundo, un lugar donde se les pueda ver. Algunas de estas personas han tenido que dejar su lugar de origen por no encontrar condiciones necesarias para su sobrevivencia y migran hacia lugares donde puede haber trabajo; ejemplo paradigmático de esto es la migración de bolivianos y bolivianas, en su mayoría campesinos e indígenas, que van hacia la capital argentina. Ana María Vargas sostiene:
“Cuando en Bolivia se promociona la migración con la promesa de que hay trabajo en la Argentina, en su ingenuidad social y cultural muchas personas frecuentemente creen que conseguirán inmediatamente el trabajo en cuanto pisen suelo argentino. Pero la realidad es otra. Un inmigrante tiene que luchar con muchos problemas: dificultades para conseguir un trabajo, para estudiar, para obtener documentación (para poder residir de manera legal en el país); y frecuentemente todo esto no les importa para nada a las autoridades. A esto se añade la discriminación social, étnica y cultural. Todo ello produce miedo y temor en nosotros. Miedo ante el fracaso y miedo a no encontrar trabajo. Disminuye la autoestima, y muchos llevan una especie de guerra externa por las cosas materiales y una guerra interna con sus sentimientos. Además, los migrantes sufren un choque cultural y están ante una alternativa difícil: o aceptar una cultura extraña o conservar la propia.” (3)
La migración boliviana es una de los tres grupos más dinámicos junto con la peruana y la paraguaya. Los bolivianos tienen presencia en la Argentina desde la época de la colonia. En los dos primeros censos del siglo XIX, entre los años 1865 y 1895, el ingreso de migración desde los países fronterizos ya se hacia ver, pero fue opacada, en mas de un sentido, por la cuantiosa migración europea. En el siglo XX, en la década de los 40 y 50, y tras la caída de las economías rurales a principio de los 70, provocó que los bolivianos se desplazaran a la ciudad de Buenos Aires, atraídos por la política de urbanización del área metropolitana.
Según el censo de 2001, sobre un total de 1.500.000 migrantes, los países limítrofes Bolivia y Perú, representa el 60% de los extranjeros (4), hoy son menos en escala los uruguayos, chilenos. La migración boliviana es la segunda en magnitud, que asciende a unos 220.000 personas, siempre fue de carácter familiar, el grupo en general trabaja desde el niño hasta el abuelo, son familias extensivas, son gentes trabajadoras “crean redes sociales migratorias, conformada por parientes y vecinos”, que juntos tratan de conservar su identidad e idiosincrasia. Crean nichos laborales, en este caso el de la horticultura (incluye producción y comercialización de las hortalizas, sean de hoja, raíz, tubérculo, fruto o flores, son los que abastecen su gran negocio de las verdulerías y las ferias, en gran parte de la Argentina.), el comercio al por mayor y menor, la industria manufacturera: talleres textiles legales e ilegales, muchos de estos talleres han sido clausurado por el gobierno argentino debido a las condiciones de vidas que han sido sometido los migrantes bolivianos. También se dedican a los servicios domésticos. A diferencia de los migrantes peruanos y paraguayos, los migrantes bolivianos piensan en la familia, la decisión de emigrar forma parte de un proyecto familiar. Los bolivianos son personas sencilla y humildes, respetuosas, cosa que aprovechan los dueños de talleres para sacar provecho... Continúe leyendo en ALCNOTICIAS
2 comentarios:
Tambien es malo q boliviano critique ocupe lugares de un argentino q esta obligado a pagar impuestos para sostener los servicios sociales, cuando vas a los Hospitales stes esperando q los atiendan a ellos por un dolor de cabeza, q se lo pidan a EVO, se lo estamos dejando facil manteniendo los pobres de los paises vecino q sus gobiernos trabajen para ellos q demaciados problemas tenemos. Hoy la politica los usa para q hagan bulto en manifestaciones y tomas de tierra luego se van y dejan la polvadera como en la crisis 2001......No soy racista ni ninguna pelotudes de esa soy moroxo del norte y me molesta q se lo hagan facil para todo el mundo.
si, te entiendo, pero lo que pasa es que no son bolivianos los que toman el lugar de un Argentino, el problema es que los argentinos son flojos para trabajar, eso lo tenes que aceptar, es asì, ahora solo una vez tuvimos incidentes en cuanto a tomas de tierras, eso fue totalmente politico, lo tenes que saber, los bolivianos son de los pocos extranjeros que no generan gastos sociales, todo lo contrario, tambien no son delincuentes, ni asesinos, por ahi son mulas pero es tipico de paises pobres, solo te pido que si juzgamos seamos justos, de los inmigrantes los bolivianos son los mas humildes y trabajadores, un abrazo.
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