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lunes, 29 de diciembre de 2014

Cuba-Estados Unidos, un nuevo tiempo requiere un nuevo espíritu



Por Francisco-Paco-Rodés, Cuba
Un cambio de rumbo después de 53 años de guerra fría no ocurre sin que sea necesario una revisión de actitudes, de arraigadas formas de reaccionar.  Para los cubanos significa que la mentalidad de “plaza sitiada” deba ser superada. Hemos vivido oteando el horizonte desde nuestras murallas en alerta de por donde vendrá la amenaza.  Cualquier comentario en Washington respecto a la estrategia hacia Cuba es tomada en cuenta para reaccionar sin pérdida de tiempo.  Por ejemplo, si en Washington se sugiere que apoyar la sociedad civil en Cuba es la base para debilitar el sistema, esto trae como consecuencia que la sociedad civil es vista por las autoridades cubanas con desconfianza, aunque el lenguaje se cuide de acusaciones indebidas.
Así nuestra política interior ha sido diseñada en reacción a lo que el enemigo histórico pretende.  Por supuesto que las relaciones entre los dos países no han cambiado en un giro de 180 grados; representamos dos sistemas diferentes en competencia y con concepciones contrapuestas en muchos aspectos, eso no ha cambiado.  Lo que ha cambiado es la forma en que se van a manejar esas contradicciones.  La distensión es la palabra de orden.
Un cubano viviendo en Argentina hizo el chiste de que ahora debemos de pensar si no sería conveniente usar campanas en lugar del tradicional cañonazo de las nueve que escuchan los habaneros cada noche, para así evitar malos entendidos.  El chiste propone ser cuidadosos para no entorpecer el nuevo clima que se respira.  Y es cierto, estamos acostumbrados a echarles la culpa a los americanos de todos nuestros males, de ver en cada contratiempo una conjura del enemigo.
No quiero ser acusado de ingenuo.  Hay una poderosa élite política en Miami que rechaza rotundamente lo acordado entre Obama y Raúl Castro; ellos no dejaran sus sueños de derrocar nuestro sistema político y restablecer el orden anterior a la revolución, pero como todo el que camina a contrapelo de la historia, inevitablemente irán quedando en el camino.
El nuevo tiempo requiere de nosotros un cambio de espíritu.  La retórica triunfalista no es la adecuada.  Es cierto que hemos sido capaces de resistir heroicamente a un cerco implacable, pero a un costo humano inmenso.  También es el tiempo oportuno para reflexionar acerca de nuestros propios errores.  Pensar que no hemos cometido errores es una arrogancia imperdonable y  además completamente falsa.  Ha habido metidas de pata.  Me atrevo solo a mencionar una, que a juicio de muchos, hizo retroceder las incipientes relaciones entre el gobierno de Clinton y el de la Habana, y fue la voladora de dos avionetas de Hermanos al Rescate.   Se dice que existen otras maneras de defender el cielo de la patria sin llegar a este trágico desenlace, la pérdida de cuatro seres humanos.
Hay otros temas que si se afianza el clima de paz y respeto entre nuestros dos países, llegará el tiempo de afrontarlos.  Durante la etapa de “guerra fría”, que en ocasiones no fue tan fría, sucedieron experiencias que para algunos cubanos fueron traumáticas.  Me refiero a los actos de repudio de los años 80 hacia las personas que decidieron emigrar.  En aquel momento se les trató con mucha dureza, llamándolos escorias, apátridas, y se efectuaron actos bastante feos contra la dignidad de las personas.  Hay muchos cubanos en Miami que no se han curado de las heridas que sufrieron en la tierra que los vió nacer.  El camino de la reconciliación y la sanación de esas heridas transita por un reconocimiento de esos malos tratos.
El fin del síndrome de “plaza sitiada”, abre una avenida hacia una Cuba en la que el aire deberá estar menos cargado de sospechas y acusaciones a todo el que tenga un criterio propio diferente al oficial. La unidad nacional no tiene que estar basada en un pensamiento único.  Habrá que aprender a dialogar, a escuchar con respeto al otro, a discutir sin descalificar.  Se trata de una cultura de paz, en el marco de una república “con todos y para el bien de todos”, como quería nuestro Martí.
Indudablemente que hay fuerzas retardataria que tratarán de obstaculizar el nuevo espíritu de paz de estos tiempos. Se habla entre nosotros de que hay dos bloqueos, el que nos imponen los americanos, y el otro, el que nos imponemos nosotros mismos, con las múltiples trabas de la burocracia.  Las absurdas medidas que en ocasiones han impedido el avance en muchos terrenos.  Por suerte la actualización del modelo cubano ha ido barriendo con estas trabas, hay cambios notables que todo el mundo aplaude.  Esto debe traer esperanza a nuestro pueblo. Si, vivimos un tiempo de cambio, que requiere también un nuevo espíritu. Es la hora de todos los cubanas y cubanos, para juntos marchar por el nuevo tiempo.

Fuente: ALCNOTICIAS, 2014.

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