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martes, 16 de diciembre de 2014

EL ESTUDIO BÍBLICO MANUSCRITO: Desde la segunda mitad del siglo XVI la Biblia fue leída con la ayuda de capítulos y versículos (2)



Por. Carlos Martínez García, México
Desde el siglo XIII habían sido añadidos los capítulos a la Biblia, como quedó consignado en el artículo anterior. A partir de la Biblia con capítulos y versículos de Stephanus otros editores adicionaron estas herramientas a sus impresiones de las Escrituras. El modelo fue seguido por los exiliados ingleses que tradujeron y publicaron en 1560 la conocida como Biblia de Ginebra. De esta traducción Shakespeare tomó las referencias, o alusiones, bíblicas que cita en sus obras.1 De la misma manera Casiodoro de Reina usó divisiones de capítulos y versículos en su traducción de la Biblia que fue publicada en 1569 en Basilea, la llamada Biblia del Oso.2 Desde la segunda mitad del siglo XVI la Biblia fue leída con la ayuda de capítulos y versículos. Después distintos editores agregaron títulos y subtítulos, los que no pocos lectores y lectoras consideran elementos originalmente presentes en la Biblia. Por otra parte, dichos elementos, condicionan la lectura de las Escrituras y estrechan su entendimiento.
Cuatro siglos después de la Biblia con capítulos y versículos impresos por Stephanus, un asesor de grupos estudiantiles del movimiento InterVarsity Christian Fellowship (IVCF) comenzó en sus estudios personales a marcar la Biblia con lápiz y colores. Esto para resaltar palabras claves, temas, personajes, preguntas, etc.

Sin embargo: […] algo me molestaba, aunque no lo hubiera podido verbalizar en ese entonces. Era que cada vez que cambiaba de página desaparecía de mi vista el material con el cual había estado trabajando, y no había una manera de relacionarlo visualmente con las nuevas páginas. Una mañana se me prendió el foco; tenía que comprar dos nuevos testamentos y cortar las páginas (estaba trabajando con 2 Corintios) y entonces podría colocar cada página hacia arriba y trabajar todo el texto. Así lo hice, y descubrí que esto abrió muchos significados, al hacerse evidente la estructura interna y las relaciones dentro del texto. De esta manera toda la carta de Pablo adquirió un nuevo significado.3

Después Paul Byer (1923-2000) compartió con una de sus compañeras de ministerio la forma en que estaba estudiando la Biblia, y lo iluminador que esto resultaba, ambos decidieron probar el sistema con estudiantes. Para no cortar más nuevos testamentos, tipearon el texto de la Carta a los Colosenses y elaboraron copias mimeografiadas. Llamaron al nuevo formato “estudio bíblico manuscrito”. El texto del mismo solamente tiene numeración de páginas y cada cinco líneas. No tiene títulos ni subtítulos, tampoco párrafos, ya que no incluye punto y aparte.
Cuando desde Australia, en carta del 11 de agosto de 1986, Ross P. le preguntó a Paul Byer sobre los inicios del “estudio bíblico manuscrito”, él respondió que por primera vez condujo este tipo de estudio “en 1953, o 1954, y estudiamos Colosenses en The Firs, un centro de conferencias en Bellingham, Washington […] en sesiones matutinas y vespertinas durante cinco días. Probó ser un tiempo significativo para quienes nos involucramos y continuamos este formato una o dos veces por año con otros estudiantes”.4 Hacia finales de los años 1950, Paul Byer comenzó a usar el “estudio bíblico manuscrito” en campamentos de verano con los grupos de IVCF de la costa oeste de Estados Unidos. Los estudiantes descubrieron que el texto mecanografiado y copiado en hojas tamaño carta podía ser anotado, marcado con distintos colores para hacer vínculos con otras secciones, escribir preguntas e información de ayuda para dilucidar el sentido de lo leído. Adicionalmente al estudio personal, después cada participante se agregaba a un grupo pequeño para compartir sus hallazgos y, finalmente, los grupos pequeños tenían una plenaria en la que compartían sus descubrimientos. La función de Paul Byer era moderar el estudio, hacer aclaraciones y llegar a ciertas conclusiones que se desprendían del texto7.

Paul Byer, con su “estudio bíblico manuscrito” sin capítulos ni versículos, regresó la lectura de las Escrituras a una forma similar a la realizada por los cristianos del primer siglo. En este formato la vida del texto se capta al interactuar, dialogar con él y hacerle preguntas cuyas respuestas encontramos si profundizamos en el estudio personal y comunitario, mediante nuestras anotaciones y marcas de colores elegidos por nosotros mismos. Por supuesto que el “estudio bíblico manuscrito” no desplaza, ni fue la pretensión de su creador hacerlo, a la Biblia con capítulos y versículos. El acercamiento de Paul Byer es una forma de adentrarse en la Biblia que, a mi parecer y el de muchos que lo han practicado, dinamiza el acercamiento a la Palabra de Dios, la cual “es viva y poderosa, y más cortante que cualquier espada de dos filos. Penetra hasta lo más profundo del alma y del espíritu, hasta la médula de los huesos, y juzga los pensamientos y las intenciones del corazón” (Hebreos 4:12, Nueva Versión Internacional).

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Notas
1 Alister McGrath, op. cit., pp. 99 y 249.
2 Sobre pormenores de la traducción realizada por Casiodoro de Reina ver Enrique Fernández y Fernández, Las biblias castellanas del exilio: historia de las biblias castellanas del siglo XVI, Editorial Caribe, Miami, 1976, pp. 99-128; Jane Atkins Vásquez, La Biblia en español: cómo nos llegó, Augsburg Fortress, Minneapolis, 2008, pp. 87-103.
3 The “Ross Letter”: Paul Byer´s Account of How Manuscript Bible Study Developed and Its Significance, respuesta de octubre de 1986, revisada en febrero de 1987, p. 2. 4 Ibíd.
5 Video en el que Paul Byer comparte sobre las características del “estudio bíblicomanuscrito”:


6 Ronald J. Kernaghan, Mark, InterVarsity Press, Downers Grove, Illinois-Nottingham, England, 2007.
7 Stan Slade, Evangelio de Juan, Serie Comentario Bíblico Iberoamericano, Ediciones Kairós, Buenos Aires, 1998.

Fuente: Protestantedigital, 2014.


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