Por. Carlos
Martínez García, México
Desde el
siglo XIII habían sido añadidos los capítulos a la Biblia, como quedó
consignado en el artículo anterior. A partir de la Biblia con capítulos y
versículos de Stephanus otros editores adicionaron estas herramientas a sus
impresiones de las Escrituras. El modelo fue seguido por los exiliados ingleses
que tradujeron y publicaron en 1560 la conocida como Biblia de Ginebra. De esta
traducción Shakespeare tomó las referencias, o alusiones, bíblicas que cita en
sus obras.1 De la misma manera Casiodoro de Reina usó divisiones de capítulos y
versículos en su traducción de la Biblia que fue publicada en 1569 en Basilea,
la llamada Biblia del Oso.2 Desde la segunda mitad del siglo XVI la Biblia fue
leída con la ayuda de capítulos y versículos. Después distintos editores
agregaron títulos y subtítulos, los que no pocos lectores y lectoras consideran
elementos originalmente presentes en la Biblia. Por otra parte, dichos
elementos, condicionan la lectura de las Escrituras y estrechan su
entendimiento.
Cuatro
siglos después de la Biblia con capítulos y versículos impresos por Stephanus,
un asesor de grupos estudiantiles del movimiento InterVarsity Christian
Fellowship (IVCF) comenzó en sus estudios personales a marcar la Biblia con
lápiz y colores. Esto para resaltar palabras claves, temas, personajes,
preguntas, etc.
Sin embargo: […] algo me molestaba,
aunque no lo hubiera podido verbalizar en ese entonces. Era que cada vez que
cambiaba de página desaparecía de mi vista el material con el cual había estado
trabajando, y no había una manera de relacionarlo visualmente con las nuevas
páginas. Una mañana se me prendió el foco; tenía que comprar dos nuevos
testamentos y cortar las páginas (estaba trabajando con 2 Corintios) y entonces
podría colocar cada página hacia arriba y trabajar todo el texto. Así lo hice,
y descubrí que esto abrió muchos significados, al hacerse evidente la
estructura interna y las relaciones dentro del texto. De esta manera toda la
carta de Pablo adquirió un nuevo significado.3
Después Paul
Byer (1923-2000) compartió con una de sus compañeras de ministerio la forma en
que estaba estudiando la Biblia, y lo iluminador que esto resultaba, ambos
decidieron probar el sistema con estudiantes. Para no cortar más nuevos
testamentos, tipearon el texto de la Carta a los Colosenses y elaboraron copias
mimeografiadas. Llamaron al nuevo formato “estudio bíblico manuscrito”. El
texto del mismo solamente tiene numeración de páginas y cada cinco líneas. No
tiene títulos ni subtítulos, tampoco párrafos, ya que no incluye punto y
aparte.
Cuando desde
Australia, en carta del 11 de agosto de 1986, Ross P. le preguntó a Paul Byer
sobre los inicios del “estudio bíblico manuscrito”, él respondió que por
primera vez condujo este tipo de estudio “en 1953, o 1954, y estudiamos
Colosenses en The Firs, un centro de conferencias en Bellingham, Washington […]
en sesiones matutinas y vespertinas durante cinco días. Probó ser un tiempo
significativo para quienes nos involucramos y continuamos este formato una o
dos veces por año con otros estudiantes”.4 Hacia finales de los años 1950, Paul
Byer comenzó a usar el “estudio bíblico manuscrito” en campamentos de verano
con los grupos de IVCF de la costa oeste de Estados Unidos. Los estudiantes
descubrieron que el texto mecanografiado y copiado en hojas tamaño carta podía
ser anotado, marcado con distintos colores para hacer vínculos con otras
secciones, escribir preguntas e información de ayuda para dilucidar el sentido
de lo leído. Adicionalmente al estudio personal, después cada participante se
agregaba a un grupo pequeño para compartir sus hallazgos y, finalmente, los
grupos pequeños tenían una plenaria en la que compartían sus descubrimientos.
La función de Paul Byer era moderar el estudio, hacer aclaraciones y llegar a
ciertas conclusiones que se desprendían del texto7.
Paul Byer, con su “estudio bíblico manuscrito” sin capítulos ni versículos, regresó la lectura de las Escrituras a una forma similar a la realizada por los cristianos del primer siglo. En este formato la vida del texto se capta al interactuar, dialogar con él y hacerle preguntas cuyas respuestas encontramos si profundizamos en el estudio personal y comunitario, mediante nuestras anotaciones y marcas de colores elegidos por nosotros mismos. Por supuesto que el “estudio bíblico manuscrito” no desplaza, ni fue la pretensión de su creador hacerlo, a la Biblia con capítulos y versículos. El acercamiento de Paul Byer es una forma de adentrarse en la Biblia que, a mi parecer y el de muchos que lo han practicado, dinamiza el acercamiento a la Palabra de Dios, la cual “es viva y poderosa, y más cortante que cualquier espada de dos filos. Penetra hasta lo más profundo del alma y del espíritu, hasta la médula de los huesos, y juzga los pensamientos y las intenciones del corazón” (Hebreos 4:12, Nueva Versión Internacional).
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Notas
1 Alister
McGrath, op. cit., pp. 99 y 249.
2 Sobre
pormenores de la traducción realizada por Casiodoro de Reina ver Enrique
Fernández y Fernández, Las biblias castellanas del exilio: historia de las
biblias castellanas del siglo XVI, Editorial Caribe, Miami, 1976, pp. 99-128;
Jane Atkins Vásquez, La Biblia en español: cómo nos llegó, Augsburg Fortress,
Minneapolis, 2008, pp. 87-103.
3 The “Ross Letter”: Paul Byer´s Account of How Manuscript Bible Study
Developed and Its Significance, respuesta de octubre de 1986, revisada en
febrero de 1987, p. 2. 4 Ibíd.
5 Video en
el que Paul Byer comparte sobre las características del “estudio bíblicomanuscrito”:
“estudio bíblico manuscrito”:
Leer más: http://protestantedigital.com/magacin/34728/el_estudio_biblico_manuscrito
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“estudio bíblico manuscrito”:
Leer más: http://protestantedigital.com/magacin/34728/el_estudio_biblico_manuscrito
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6 Ronald J. Kernaghan, Mark, InterVarsity Press, Downers Grove,
Illinois-Nottingham, England, 2007.
7 Stan
Slade, Evangelio de Juan, Serie Comentario Bíblico Iberoamericano, Ediciones
Kairós, Buenos Aires, 1998.
Fuente: Protestantedigital, 2014.
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