Por. Alberto Roldán, Argentina*
En
el año en curso se cumple medio siglo de la muerte de uno de los más
importantes teólogos protestantes: Paul Tillich.
Nacido en Alemania en el seno del luteranismo,
estudió formalmente tanto la teología como la filosofía, participando en la
famosa “Escuela de Frankfurt”, donde fue reconocido por filósofos de la talla
de Max Horkheimer y Theodor Adorno. Al surgir el nazismo, tuvo que huir a los
Estados Unidos donde desarrolló una amplia actividad docente produciendo
notables obras de reflexión filosófica y teológica, entre otras, su Systematic
Theology en tres volúmenes. (1) Es oportuno reflexionar brevemente en lo
que él denomina “el principio protestante”, en su libro La era protestante,
que recoge conferencias que dictó en Chicago en 1948. Tillich define ese
principio en los siguientes términos:
El elemento protestante es la profunda proclama de
la situación límite de la humanidad y de la protesta contra cualquier intento
de eludirla por medios religiosos, aun cuando la evasión se lleve a cabo con la
ayuda de toda la riqueza, toda la grandeza y la profundidad de la piedad
mística y sacramental. (2)
Lo que el protestantismo declara es la situación
límite en que se encuentran los seres humanos. Esa situación, gráficamente
significa estar al borde del abismo y a punto de caer, a menos que alguien nos
rescate. Eso es lo que vivió Martín Lutero, el monje agustiniano hasta que
descubrió que “el justo por la fe vivirá” (Romanos 1.17). El mensaje
protestante es drástico al referirse al ser humano como alguien preso de la
desesperación y sin esperanza. A un paso del abismo y en una situación
fronteriza, el ser humano siente que la nada es victoriosa y se rinde al agotar
sus posibilidades.
Protestantismo viene de “protesta” y, en
consecuencia, su razón de ser es la protesta contra toda desviación o
atenuación de la situación límite en la que nos encontramos. Por eso es que
“situación límite” y “justificación por la fe” se dan en relación dialéctica:
la situación límite es la negación de toda posibilidad del ser humano para
salir de ella por sus medios. Justificación por la fe es la afirmación de que
solo Dios nos puede rescatar de esa situación límite proponiéndonos absolvernos
por su gracia y mediante la fe en Jesucristo. O sea: suplantar las
posibilidades humanas, que son nulas, por las posibilidades divinas que son
totales.
Siendo la justificación por la fe, el núcleo del
mensaje paulino y, por ende, del protestantismo, es fácil observar cuántas
veces las iglesias han sido infieles a ese legado, utilizando mecanismos que
tienen a suavizar la situación del ser humano ante Dios. Hoy tenemos supuestos
“evangelios” que son nuevas formas de terapias alternativas. Siendo la
justificación por la fe tan cara al protestantismo, el propio Tillich dice que
a él mismo le ha sido difícil que la gente lo entienda. Eso ocurre porque siempre
la tendencia humana es que podemos hacer algo por alcanzar la salvación. Bien
lo expresaba el carcelero de Filipos que le preguntó a los apóstoles: “¿Qué
debo hacer para ser salvo?” A lo cual respondieron simple y llanamente: “Cree
en el Señor Jesucristo y serás salvo tú y tu casa.” Hechos 16.30-31
(RV1960).
Al acercarnos a otro aniversario de la Reforma
Protestante, -y a solo dos de celebrar los 500 años de esa gesta que conmovió
al mundo- es bueno reflexionar en el desafío que nos ha dejado Paul Tillich
que, en síntesis, consiste en retomar el principio protestante que declara la
situación límite en que nos encontramos como seres humanos. Toda tendencia o
mecanismo conducente a atenuar esa situación debe ser cuestionada, aunque se
utilicen para ello discursos aparentemente bíblicos pero que en el fondo
atenúan esa situación afirmando el yo, el éxito o la prosperidad. Sobre todo,
debemos estar atentos cuando la dramática situación humana es suplantada por la
piedad mística y sacramental con toda su brillantez y esplendor. Y, una vez
admitida esa situación límite, instar a la fe en Jesucristo, el Hijo del Dios
“que justifica al impío.” Romanos 4.5 (RV1960). No es otro el legado
protestante que hoy debemos retomar con toda su fuerza y radicalidad.
1) Paul Tillich, Systematic Theology, Chicago: The University of
Chicago Press, 1963. La primera versión en castellano fue publicada por
Ediciones Ariel, de Barcelona, 1972.
2) Paul Tillich, La era protestante, Matilde
Horne, Buenos Aires: Paidós, 1965, 286
*Dr. Alberto F. Roldán
Académico
Doctor en Teología (Instituto Universitario Isedet)
Máster en Ciencias Sociales y Humanidades (Universidad Nacional de Quilmes)
Maestría en Educación (Universidad del Salvador en Buenos Aires)
Escritor y conferencista internacional
Director de posgrado de FIET
Pastor maestro de la Iglesia Presbiteriana San Andrés
Académico
Doctor en Teología (Instituto Universitario Isedet)
Máster en Ciencias Sociales y Humanidades (Universidad Nacional de Quilmes)
Maestría en Educación (Universidad del Salvador en Buenos Aires)
Escritor y conferencista internacional
Director de posgrado de FIET
Pastor maestro de la Iglesia Presbiteriana San Andrés
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