Por.
Leopoldo Cervantes-Ortiz, México
La
Casa Unida de Publicaciones de México, benemérita institución evangélica,
dirigida actualmente por el periodista Óscar Báez, retoma la senda editorial
que durante varias décadas la ha caracterizado y lanza un volumen de singular
importancia para el ámbito protestante. Se trata nada menos que de Calvino,
profeta de la era industrial. Fundamentos y método de la ética calviniana de la
sociedad, del teólogo y economista suizo André Biéler (1914-2006), traducido y
presentado por Luis Vázquez Buenfil, con prólogo de la doctora Marta García
Alonso, de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (España), y
posfacio del profesor cuáquero suizo Edward Dommen, egresado de las
universidades de Oxford y Yale, y principal promotor de las ediciones inglesas
de Biéler. Esta conjunción de esfuerzos ha rescatado casi del olvido la pequeña
edición de la obra publicada por Labor et Fides en 1964 como parte de su
colección Débats. Biéler es recordado por ser el autor de la tesis doctoral El
pensamiento económico y social de Calvino (1959), reeditada en francés hace
algunos años y publicada en inglés, por fin, por el Consejo Mundial de Iglesias
y la Alianza Reformada Mundial en 2006.1 De esa obra magna existe traducción al
portugués y el propio Vázquez Buenfil se ha enfrascado en la traducción
castellana.
El
traductor y presentador es un sociólogo y periodista radicado desde hace más de
20 años en Suiza, ex dirigente de la Asociación de Mexicanos de Ginebra
(Amegi). Doctor en sociología por la Universidad de Ginebra (con una tesis
sobre el movimiento neozapatista, 2004) y maestro en Teología por la
Universidad de Estrasburgo, Francia (2011), buscó a los editores y a la familia
de Biéler para autorizar la traducción y la publicación en México del pequeño
volumen (74 pp. en el original), que reproduce fielmente en 92 pp. el texto
inicial. Verificó cuidadosamente la pertinencia de la terminología utilizada y
agregó el texto que aparece como pórtico. Sobre la importancia de esta obra,
advierte:
Tanto para
García-Alonso como para Dommen, obras como la que ahora presentamos son el
fruto de un laborioso trabajo parecido al de un “monje benedictino”. Porque se
extraen las “pepitas” económicas y sociales de la gran masa de comentarios
contenidos en las Opera Calvini (el magno trabajo de compilación de los
escritos del reformador publicado en el siglo XIX en Francia). Ése es uno de
los grandes méritos de Biéler quien, con esta pequeña obra, y con otras
similares, muestra la apasionante actualidad de un Calvino que hoy llamaríamos
“sociólogo” y “economista”. (p. 9)
Antes,
ha citado a Dommen para responder la pregunta: “¿Por qué leer a Calvino en pleno siglo XXI?”, quien responde:
“Porque entre los reformadores del siglo XVI, es quien más reflexionó sobre los
problemas económicos y sociales. Partiendo de la premisa de que todo es un don,
un regalo de Dios, Calvino tomó el sentido contrario del neoliberalismo, muy de
moda actualmente” (p. 8). Y el golpe dado lo amplifica: ¿Que no soy realista?
No soy más realista que los postulados neoliberales. El pensamiento de Calvino
no sólo es más simpático que el de los teóricos actuales de la economía, sino
que es mucho más profundo. El don de Dios es abundante, el ser humano es rico
antes de nacer. Estamos muy lejos, pues, de la hipótesis neoliberal que hace
hincapié en la escasez, fuente de combates incesantes y mortales. Ahora, si
somos ricos desde antes de nacer, no es por nuestros hermosos ojos. Es por la
gracia divina. Pero, a cambio de ese don, todo el mundo tiene la obligación de
hacer algo para que esa riqueza sea distribuida equitativamente entre los
pobres (Énfasis agregado.)
Vázquez
Buenfil concluye: “Medio siglo después de publicado en su lengua original,
Calvino, profeta de la Era Industrial, vuelve a la circulación. Pero esta vez
en lengua española, idioma en el que el reformador francés es escasamente
conocido. Se trata de un libro pequeño, sintético y original, que contiene un
excelente resumen de las concepciones calvinianas que estuvieron, en parte, en
el origen de esa gran mutación religiosa llamada Reforma Protestante hace cerca
de 500 años”. García-Alonso, conocedora profunda del pensamiento del reformador
franco-ginebrino, en “El fundamento bíblico de la ética social”, sintetiza la
importancia de su labor: “La reforma de Calvino no fue tan sólo una reforma
eclesiológica o dogmática, ni mucho menos una revolución económica basada en un
dogma concreto, sino que tuvo en su punto de mira la reconstrucción cristiana
de la sociedad en su conjunto.
Y
cuando nos referimos a sociedad, lo hacemos pensando no sólo en la sociedad
civil sino también en sus instituciones mediadoras: el Estado y la Iglesia” (p.
13). Y, específicamente sobre el método de la ética calviniana, afirma: “De
modo que si Calvino pudo renovar constantemente su teología, si consiguió
aplicar las normas éticas bíblicas a la realidad social en que vivió, como bien
dice Biéler, en los dos casos fue porque acertó a convertir los preceptos
morales en jurídicos (sean estos político-económicos, eclesiales…)” (p. 16).
En
la “Introducción”, Biéler discute las implicaciones del título del libro, más
concretamente, el riesgo de incurrir en un anacronismo al referirse a la “era
industrial” como un periodo de la historia ante el cual Calvino tendría muy
poco que decir. El propósito es muy diferente al de imponer las ideas del
reformador a un tiempo tan distante: “Quisiéramos simplemente mostrar, de una
manera breve (y que, en consecuencia, es un poco sumaria), hasta qué punto
Calvino fue un innovador en el dominio de la ética social, cómo supo discernir
los problemas del desarrollo económico de Occidente y cuánto (a causa de esto),
su método de interpretación de la Escritura y de elaboración de la ética social
continúa adaptado a las nuevas condiciones del mundo industrial moderno” (p.
19).
Porque si Calvino fue, entre los pensadores de
su tiempo, uno de los que más se preocupó por responder a las necesidades
emergentes a causa del cambio que progresivamente se estaba dando, sus
aportaciones pueden ser iluminadoras al momento de aterrizar en las nuevas
realidades económicas los postulados del Evangelio cristiano, las cuales no
pueden aplicarse indiscriminadamente a las condiciones que no se conocían en la
antigüedad. Por todo ello, la aportación teológica y ética de Calvino ante las
transformaciones socio-económicas y el surgimiento de nuevas estructuras es muy
clara:
…cuando estas
antiguas estructuras comienzan a caerse para dar lugar a los marcos y a las
instituciones dinámicas del mundo industrial moderno (con sus mutaciones en
cadena cuya aceleración ya no se detiene más), el teólogo cristiano que parece
haberles impreso la marca más sensible y la más durable es un teólogo que dejó
deliberadamente de lado las construcciones intelectuales fundadas sobre las
problemáticas bases de la teología natural, de la filosofía especulativa y del
derecho natural; y que estableció su pensamiento, inspirador de su acción,
sobre el doble fundamento de un conocimiento riguroso de la revelación bíblica,
por una parte; y de un análisis lúcido de la realidad socioeconómica, por otro lado
(p. 20, énfasis original).
Con
esto en mente es posible acometer el análisis de los postulados bíblicos y
éticos de Calvino para valorar su posible uso en la nueva situación humana
generada por los sistemas económicos vigentes, para adaptarlos de manera
responsable y así tratar de alcanzar un equilibrio doctrinal, ideológico y
práctico en el mundo que nos toca vivir. Los comportamientos individuales y
colectivos producidos por el capitalismo originario no pueden dejarse de lado
en un análisis como éste. Por el contrario, la presencia innegable de la
pobreza, por un lado, y de las enormes ganancias de las clases sociales
dominadoras, por el otro, obligan a valorar “la dimensión ‘política’ de la
ética” (p. 22), desde una perspectiva genuinamente cristiana que no desprecie
el lugar que el Evangelio otorga al prójimo.
Biéler
apunta hacia una discusión desapasionada, pero justa del tema en cuestión y en
esa dirección continúa a lo largo de su libro:
Ahora bien, lo que
debe retener nuestra atención, es que Calvino, contrariamente a sus
contemporáneos, y a la mayoría de los teólogos cristianos de los siglos
siguientes, parece haber bien presentido (de manera ocasional, en todo caso; si
no es que de manera sistemática), este nuevo aspecto de las relaciones sociales
de la Era Moderna en el umbral donde se encontraba. Y supo adaptar su método de
elaboración de la ética a esta nueva percepción de la situación. Ciertamente
ese es uno de los aspectos de su genio. Eso es lo que, con toda seguridad, lo
convierte en un contemporáneo que tiene todavía mucho que enseñarnos (p. 24).
Para
tal fin, recurre a cuatros aspectos que constituyen la columna vertebral de su
libro:
1. La ética social calviniana está
sólidamente anclada en la teología; depende enteramente del misterio central de
la fe evangélica, de la persona y de la obra de Cristo. Es una ética teológica
Cristo-céntrica.
2. Ella no sólo procede de un
conocimiento riguroso de la revelación bíblica sino también de una
interpretación muy dinámica de ella, a la luz de las fluctuaciones históricas
de la sociedad. Es una ética bíblica acorde al dinamismo de la historia.
3. Ella se actualiza, concretamente,
por un análisis lúcido de las coyunturas siempre en evolución. Comporta un
método racional de análisis de los hechos socio-económicos.
4. Ella obtiene una eficacia histórica
excepcional porque propone una acción adaptada a las circunstancias y, sin
cesar, renovada al contacto con la realidad. Es un método dialéctico para la
acción (p. 26).
1
Cf. L. Cervantes-O., “El pensamiento de Calvino”, en Magacín, de Protestante
Digital, 1 de octubre de 2006, recogido completo en Idem, Un Calvinolatinoamericano para el siglo XXI. Notas personales. México, Centro
Basilea-CUPSA-El Faro-Federación de Iglesias Protestantes Suizas, 2010, pp.
151-163.
Fuente: Protestantedigital, 2015.
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