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sábado, 26 de septiembre de 2015

Calvino, profeta de la era industrial, de André Biéler (I)



Por. Leopoldo Cervantes-Ortiz, México
La Casa Unida de Publicaciones de México, benemérita institución evangélica, dirigida actualmente por el periodista Óscar Báez, retoma la senda editorial que durante varias décadas la ha caracterizado y lanza un volumen de singular importancia para el ámbito protestante. Se trata nada menos que de Calvino, profeta de la era industrial. Fundamentos y método de la ética calviniana de la sociedad, del teólogo y economista suizo André Biéler (1914-2006), traducido y presentado por Luis Vázquez Buenfil, con prólogo de la doctora Marta García Alonso, de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (España), y posfacio del profesor cuáquero suizo Edward Dommen, egresado de las universidades de Oxford y Yale, y principal promotor de las ediciones inglesas de Biéler. Esta conjunción de esfuerzos ha rescatado casi del olvido la pequeña edición de la obra publicada por Labor et Fides en 1964 como parte de su colección Débats. Biéler es recordado por ser el autor de la tesis doctoral El pensamiento económico y social de Calvino (1959), reeditada en francés hace algunos años y publicada en inglés, por fin, por el Consejo Mundial de Iglesias y la Alianza Reformada Mundial en 2006.1 De esa obra magna existe traducción al portugués y el propio Vázquez Buenfil se ha enfrascado en la traducción castellana.
El traductor y presentador es un sociólogo y periodista radicado desde hace más de 20 años en Suiza, ex dirigente de la Asociación de Mexicanos de Ginebra (Amegi). Doctor en sociología por la Universidad de Ginebra (con una tesis sobre el movimiento neozapatista, 2004) y maestro en Teología por la Universidad de Estrasburgo, Francia (2011), buscó a los editores y a la familia de Biéler para autorizar la traducción y la publicación en México del pequeño volumen (74 pp. en el original), que reproduce fielmente en 92 pp. el texto inicial. Verificó cuidadosamente la pertinencia de la terminología utilizada y agregó el texto que aparece como pórtico. Sobre la importancia de esta obra, advierte:

Tanto para García-Alonso como para Dommen, obras como la que ahora presentamos son el fruto de un laborioso trabajo parecido al de un “monje benedictino”. Porque se extraen las “pepitas” económicas y sociales de la gran masa de comentarios contenidos en las Opera Calvini (el magno trabajo de compilación de los escritos del reformador publicado en el siglo XIX en Francia). Ése es uno de los grandes méritos de Biéler quien, con esta pequeña obra, y con otras similares, muestra la apasionante actualidad de un Calvino que hoy llamaríamos “sociólogo” y “economista”. (p. 9)

Antes, ha citado a Dommen para responder la pregunta: “¿Por qué leer a Calvino en pleno siglo XXI?”, quien responde: “Porque entre los reformadores del siglo XVI, es quien más reflexionó sobre los problemas económicos y sociales. Partiendo de la premisa de que todo es un don, un regalo de Dios, Calvino tomó el sentido contrario del neoliberalismo, muy de moda actualmente” (p. 8). Y el golpe dado lo amplifica: ¿Que no soy realista? No soy más realista que los postulados neoliberales. El pensamiento de Calvino no sólo es más simpático que el de los teóricos actuales de la economía, sino que es mucho más profundo. El don de Dios es abundante, el ser humano es rico antes de nacer. Estamos muy lejos, pues, de la hipótesis neoliberal que hace hincapié en la escasez, fuente de combates incesantes y mortales. Ahora, si somos ricos desde antes de nacer, no es por nuestros hermosos ojos. Es por la gracia divina. Pero, a cambio de ese don, todo el mundo tiene la obligación de hacer algo para que esa riqueza sea distribuida equitativamente entre los pobres (Énfasis agregado.)
Vázquez Buenfil concluye: “Medio siglo después de publicado en su lengua original, Calvino, profeta de la Era Industrial, vuelve a la circulación. Pero esta vez en lengua española, idioma en el que el reformador francés es escasamente conocido. Se trata de un libro pequeño, sintético y original, que contiene un excelente resumen de las concepciones calvinianas que estuvieron, en parte, en el origen de esa gran mutación religiosa llamada Reforma Protestante hace cerca de 500 años”. García-Alonso, conocedora profunda del pensamiento del reformador franco-ginebrino, en “El fundamento bíblico de la ética social”, sintetiza la importancia de su labor: “La reforma de Calvino no fue tan sólo una reforma eclesiológica o dogmática, ni mucho menos una revolución económica basada en un dogma concreto, sino que tuvo en su punto de mira la reconstrucción cristiana de la sociedad en su conjunto.
Y cuando nos referimos a sociedad, lo hacemos pensando no sólo en la sociedad civil sino también en sus instituciones mediadoras: el Estado y la Iglesia” (p. 13). Y, específicamente sobre el método de la ética calviniana, afirma: “De modo que si Calvino pudo renovar constantemente su teología, si consiguió aplicar las normas éticas bíblicas a la realidad social en que vivió, como bien dice Biéler, en los dos casos fue porque acertó a convertir los preceptos morales en jurídicos (sean estos político-económicos, eclesiales…)” (p. 16).
En la “Introducción”, Biéler discute las implicaciones del título del libro, más concretamente, el riesgo de incurrir en un anacronismo al referirse a la “era industrial” como un periodo de la historia ante el cual Calvino tendría muy poco que decir. El propósito es muy diferente al de imponer las ideas del reformador a un tiempo tan distante: “Quisiéramos simplemente mostrar, de una manera breve (y que, en consecuencia, es un poco sumaria), hasta qué punto Calvino fue un innovador en el dominio de la ética social, cómo supo discernir los problemas del desarrollo económico de Occidente y cuánto (a causa de esto), su método de interpretación de la Escritura y de elaboración de la ética social continúa adaptado a las nuevas condiciones del mundo industrial moderno” (p. 19).
 Porque si Calvino fue, entre los pensadores de su tiempo, uno de los que más se preocupó por responder a las necesidades emergentes a causa del cambio que progresivamente se estaba dando, sus aportaciones pueden ser iluminadoras al momento de aterrizar en las nuevas realidades económicas los postulados del Evangelio cristiano, las cuales no pueden aplicarse indiscriminadamente a las condiciones que no se conocían en la antigüedad. Por todo ello, la aportación teológica y ética de Calvino ante las transformaciones socio-económicas y el surgimiento de nuevas estructuras es muy clara:

…cuando estas antiguas estructuras comienzan a caerse para dar lugar a los marcos y a las instituciones dinámicas del mundo industrial moderno (con sus mutaciones en cadena cuya aceleración ya no se detiene más), el teólogo cristiano que parece haberles impreso la marca más sensible y la más durable es un teólogo que dejó deliberadamente de lado las construcciones intelectuales fundadas sobre las problemáticas bases de la teología natural, de la filosofía especulativa y del derecho natural; y que estableció su pensamiento, inspirador de su acción, sobre el doble fundamento de un conocimiento riguroso de la revelación bíblica, por una parte; y de un análisis lúcido de la realidad socioeconómica, por otro lado (p. 20, énfasis original).

Con esto en mente es posible acometer el análisis de los postulados bíblicos y éticos de Calvino para valorar su posible uso en la nueva situación humana generada por los sistemas económicos vigentes, para adaptarlos de manera responsable y así tratar de alcanzar un equilibrio doctrinal, ideológico y práctico en el mundo que nos toca vivir. Los comportamientos individuales y colectivos producidos por el capitalismo originario no pueden dejarse de lado en un análisis como éste. Por el contrario, la presencia innegable de la pobreza, por un lado, y de las enormes ganancias de las clases sociales dominadoras, por el otro, obligan a valorar “la dimensión ‘política’ de la ética” (p. 22), desde una perspectiva genuinamente cristiana que no desprecie el lugar que el Evangelio otorga al prójimo.
Biéler apunta hacia una discusión desapasionada, pero justa del tema en cuestión y en esa dirección continúa a lo largo de su libro:

Ahora bien, lo que debe retener nuestra atención, es que Calvino, contrariamente a sus contemporáneos, y a la mayoría de los teólogos cristianos de los siglos siguientes, parece haber bien presentido (de manera ocasional, en todo caso; si no es que de manera sistemática), este nuevo aspecto de las relaciones sociales de la Era Moderna en el umbral donde se encontraba. Y supo adaptar su método de elaboración de la ética a esta nueva percepción de la situación. Ciertamente ese es uno de los aspectos de su genio. Eso es lo que, con toda seguridad, lo convierte en un contemporáneo que tiene todavía mucho que enseñarnos (p. 24).

Para tal fin, recurre a cuatros aspectos que constituyen la columna vertebral de su libro:
1. La ética social calviniana está sólidamente anclada en la teología; depende enteramente del misterio central de la fe evangélica, de la persona y de la obra de Cristo. Es una ética teológica Cristo-céntrica.
2. Ella no sólo procede de un conocimiento riguroso de la revelación bíblica sino también de una interpretación muy dinámica de ella, a la luz de las fluctuaciones históricas de la sociedad. Es una ética bíblica acorde al dinamismo de la historia.
3. Ella se actualiza, concretamente, por un análisis lúcido de las coyunturas siempre en evolución. Comporta un método racional de análisis de los hechos socio-económicos.
4. Ella obtiene una eficacia histórica excepcional porque propone una acción adaptada a las circunstancias y, sin cesar, renovada al contacto con la realidad. Es un método dialéctico para la acción (p. 26).

1 Cf. L. Cervantes-O., “El pensamiento de Calvino”, en Magacín, de Protestante Digital, 1 de octubre de 2006, recogido completo en Idem, Un Calvinolatinoamericano para el siglo XXI. Notas personales. México, Centro Basilea-CUPSA-El Faro-Federación de Iglesias Protestantes Suizas, 2010, pp. 151-163.

Fuente: Protestantedigital, 2015.

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