Por Luis
Eduardo Cantero, Argentina*
El 7 de abril los medios colombianos (e
internacionales) informaban el resultado de la Corte Suprema de Justicia que
aprobó el matrimonio igualitario. Unos de los medios de la oligarquía
colombiana como El Tiempo titulaba, tal acontecimiento como algo “Histórico:
Colombia tiene matrimonio homosexual.” Otros diarios, con el mismo tinte
xenófobos, anunciaban “matrimonio gays; matrimonio entre parejas del mismo
sexo…” Ningún diario de la oligarquía, tampoco de los medios del
conservadurismo evangelical y católico tituló: Matrimonio igualitario.
Creo que estos calificativos xenófobos
son producto de personas con prejuicios; pues, el prejuicio es “Juicio
prematuro o previo” hacia alguna persona, sin conocerla a fondo; se forma una
idea u opinión de ella. Esa opinión no surge de la nada, son ideas incorporadas
de la religión, de la cultura dominante, y, conservadora. Ya han establecido un
patrón de vida, de conducta, etc…Y cualquiera que no se ajusta a ese molde se
convierte en objeto de discriminación. Como les sucedió a los pueblos
originarios, a los negros, a los judíos, a las mujeres. Por ejemplo: Si una
mujer optaba por una “profesión de varón”: abogado, conducir camiones,
autobuses, albañilería u otro; era objeto de prejuicio, era mal vista. Lo mismo
sucedía con el hombre que optaba por una “profesión de mujer” como maestra,
docencia, enfermería, modelaje, chef, entre otras…éste varón era mal visto y
considerado: “afeminado”, “maricones”, “putos”, entre otros calificativos
discriminatorios.
No es raro que nuestra sociedad
latinoamericana hoy, muchos cristianos evangélicos y católicos estén tan
enojado que se avasallan por doquier con insultos discriminatorios contra los
magistrados y alentando a la sociedad a defender el modelo tradicional de
familia, el país. Porque, si no defendemos nuestra “postura normal”, se nos
viene el Armagedón.
Sus prejuicios están basados en la
ignorancia (entre lo jurídico) y la dogmática (iglesia) de lo que le han
enseñado históricamente, la sociedad machista prejuiciosa, discriminatoria, de
la teología católica romana que ha sido tomada e instaladas en las iglesias
evangélicas.
No es raro leer ciertos comentarios
prejuiciosos y discriminatorios en las redes sociales, de estos evangélicos
contra las comunidades gay…Ninguno de ellos, ha intentado ponerse como tarea de
investigar sobre su prejuicio instalado, que dominan sus mentes…Este prejuicio
tiende a reservar los prejuicios para juicios negativos, aseguran los
psicosociólogos. Entonces, una persona con prejuicio, siempre va a tener
actitudes negativas para toda persona que no esté de acuerdo y se comporte a lo
que él creé, vive y actúa. Pero, esta persona que expresa prejuicios negativos
hacia los grupos que son objeto de su prejuicio, no significa que ella siempre
se comporte de manera agresiva hacia cada miembro de dicha colectividad.
(Estudio la La Piere, 1934).
Ahora bien, “la expresión de una
actitud, también, puede ser considerada como discriminatoria. Pues, la
discriminación es un comportamiento violento dirigido contra las personas o
grupos objeto del prejuicio.” Por ende, una persona prejuiciosa puede existir
sin la discriminación, y viceversa. Luego entonces, una de ellas es más
factible al cambio de aceptar y respetar los derechos de los otros.
Fui una persona prejuiciosa, no sabía el
por qué, tenía actitudes negativas a ciertas personas que pensaban, vivían
distinto a mí. Era uno de ellos, de los que suelen generar actitudes y
expresiones negativas contra grupos distintos a los que nosotros creíamos de
cómo debería ser la colectividad humana… En el pasado fueron objeto de
prejuicios los comunistas, los negros, los evangélicos, etc. Me acuerdo que, si
uno optaba por unirse a los movimientos sociales o acompañar a los grupos que
pedían ser visibilizados, éramos considerados objeto de discriminación y de
expulsión por parte de nuestras iglesias evangélicas.
Digo que fui uno de ellos, hasta que en
el año de 1991 o más adelante, no me acuerdo; tuve la experiencia al convivir
en el Seminario teológico de mi denominación. Había un compañero de profesión
filósofos, estudioso, pensador y cuestionador de todo acto de dominación…Me
acuerdo que cuando nos reuníamos a platicar en los pasillos del seminario y de
los pabellones de varones, se generaban grandes tertulias, mezclada con
discusiones acaloradas, que, para mí, me generaban pensar y leer. Al compañero
se le tildó de ser ideólogo o hacer parte de un movimiento revolucionario del
occidente colombiano, hasta se le expulsó del seminario; porque sencillamente
él cuestionó el modelo de enseñanza de una profesora misionera yanquis.
El rumor (prejuicio) se instaló en toda
la colectividad de estudiantes, profesores, etc., todo por el hecho de
cuestionar un modelo de enseñanza basado en la educación bancaria… De todo lo
que se le armó de parte de la directiva del seminario, como de los docentes y
estudiantes al servicio del régimen impuesto… El compañero pensador tuvo que
salir del molde que la oligarquía yanqui había establecidos en la colectividad
seminarista…En las reuniones de celebración litúrgicas, como de reuniones
académicas nos mostraban ese ejemplo de que, si nosotros hacíamos lo mismo,
seriamos expulsados… Solo por un prejuicio que se instaló, los llevó a cometer
injusticia.
Esa experiencia me llevó a comprender
como un pensamiento marcado por los prejuicios en esa colectividad evangélica
seminarista puede generar tanto daño; cuando no se investiga, no se lee, no se
profundiza sobre las normas jurídica que rigen a todos los ciudadanos de un
país. Los factores religiosos determinan formas de actuar y pensar de la gente
de esa colectividad. A eso se añade la crisis económica y el aumento del
desempleo en nuestros países provocan el auge de prejuicios irracionales en las
clases dominantes y dominadas que creen en las virtudes de una clase superior
sobre otras; de un modelo de matrimonio tradicional “católico y evangélico” y
desprecio al matrimonio igualitario. Como se puede leer en el comunicado del
Consejo Evangélico de Colombia “CEDECOL”:
“La Corte Constitucional ha decidido que
las uniones entre parejas del mismo sexo pueden considerarse matrimonio, lo
cual reforma automáticamente el artículo No.42 de la Constitución Nacional que
dice textualmente: ‘La familia es el núcleo fundamental de la sociedad. Se
constituye por vínculos naturales o jurídicos, por la decisión libre de un
hombre y una mujer de contraer matrimonio o por voluntad responsable de
conformarla. El estado y la sociedad garantizan la protección integral de la
familia’.”
En otra parte del comunicado, los
pastores, quienes firman el documento, “instan a sus feligreses a hacer uso de
la libertad de cultos y de expresión para que puedan expresar sus convicciones
sin ser objetos de violencia legal o social.”
En esta parte me pregunto si todo lo que
dice el comunicado no es más que un acto de violencia, porque en vez de sosegar
a los feligreses y enseñarles a respetar los derechos de los otros. Se insta a
hacer uso de las herramientas del prejuicio y la discriminación; e invitar a
una desobediencia civil religiosa contra la decisión de la corte
constitucional, con “la promesa de salvaguardar los derechos del pueblo
colombiano, advirtiendo que estos no han sido custodiados por quienes les
corresponde hacerlo”.
Me pregunto, ¿serán que los gays no son
parte del pueblo colombiano? ¿No son seres humanos, que tienen los mismos
derechos? ¿Qué dice la constitución de una nación? ¿A quienes debe proteger,
según la mirada prejuiciosa de los pastores que firman el comunicado de
CEDECOL: la constitución? ¿Cuál es la función del estado con respeto a sus
conciudadanos? ¿La aprobación del matrimonio igualitario viola la Constitución
de un País? ¿Qué es la Constitución? ¿Qué es la iglesia? ¿No son órganos
diferentes?
Creo que, si realmente estos pastores y
feligreses se dedicaran a conocer la constitución de su país, realmente
tendrían que reconsiderar su postura, tendrían que pedir perdón a tal error… No
se puede sumar en un país donde la violencia en todas sus expresiones, siga
siendo un recurso para imponer sus ideas, su estilo; en vez de pensar
proactivamente para el bien de toda la sociedad colombiana. Toda persona tiene
derecho a ser visibilizado, como lo confirma la Declaración Universal de los
D.H “Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de
su persona. Nadie estará sometido a secuestro, ideología, torturas o tratos
crueles y degradantes (esto incluye a las comunidades gays, etc.).” (Art. 3 y
5).
Cada ser humano por naturaleza es
llamado a vivir en libertad, así lo afirmaba Juan Jacobo Rousseau, el estado
natural del ser humano es la libertad. “Esta libertad común es consecuencia de
la naturaleza humana”, es libertad a menos que haya enajenado el sentido de la
misma. El anhelo de conservar su libertad, lo lleva a la búsqueda de seguridad
y protección, las cuales se constituyen en una necesidad cuando son amenazadas
o enajenadas. (1979: 4). De ahí, surge la urgencia de llenar un vacío jurídico
que está perjudicando la libertad de parejas del mismo sexo, que desean ser
protegidas y amparadas por el estado ante las amenazas e insultos de una
sociedad homofóbica que no los acepta… cada ser humano debe esforzarse por el
derecho a la vida, a la libertad, y vivir en paz entre todos los ciudadanos de
un lugar…Esos permitirá vivir en una sociedad de iguales.
*El autor es Doctor en Filosofía, pastor
bautista, Fundador y Rector del ISETI (Recinto universitario de la UENIC-MLK,
Bs. As. Argentina). Dirige la revista online Transformando vida www.luiseduardocantero.blogspot.com
Fuente:
ALCNOTICIAS, 2016.
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