Por. Por César Henríquez- Venezuela
Pilato les dijo: ¿A quién queréis que os suelte: a
Barrabás o a Jesús, llamado el Cristo? Pero los principales sacerdotes y los
ancianos persuadieron a las multitudes que pidieran a Barrabás y que dieran
muerte a Jesús….Y respondiendo, el gobernador les dijo: ¿A cuál de los dos
queréis que os suelte? Y ellos respondieron: A Barrabás.… Pilato les dijo: ¿Qué
haré entonces con Jesús, llamado el Cristo? Todos dijeron: ¡Sea crucificado!
¡Caiga su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos!…Mateo 27. 15-25
Parece que más de 50 años de guerra, muertes,
sufrimientos, dolor, rabia, desplazamientos, fracturas, exilios, desesperanza,
desaparecidos, heridas, lágrimas, no han sido suficientes para comenzar a darle
forma a un camino de paz que se presentaba como una salida esperanzadora en
medio de tanta violencia. El proyecto de Barrabás nuevamente sale airoso y
además aupado por los líderes religiosos contemporáneos, los cuales
abiertamente gritaron sus consignas y usaron sus “púlpitos” e “iglesias” para
fundamentar “bíblicamente” su apoyo al NO colocándose como adversarios de la PAZ,
asumiendo un papel bélico, antievangélico, hipócrita y acobijados en las falsas
seguridades que le suministran su fundamentalismo religioso.
La indignación nos habita ante la actitud de
quienes, en el hermano país de Colombia, en nombre de Dios invitaron a sus
feligreses a votar a favor de Barrabás y a gritar a todo pulmón que se
crucificara la PAZ bajo argumentos tan disociados como que si ganaba el SI se
impondría lo que ellos llaman “la ideología de género”, entre otras.
Los acuerdos de PAZ no estaban signados por la
perfección, (hay algo en esta vida que lo sea), no son inmaculados y carente de
debilidades, pero por muy imperfectos y por muchas falencias que pudiera
presentar, las posibilidades que abre supera con creces cualquiera carencia,
empezando por el sólo hecho de “parar las balas”, comenzar procesos de perdón y
reconciliación, donde se esperaría que los grupos religiosos desempeñaran un
papel fundamental. Pero, es lamentable que un gran porcentaje de quienes
votaron por el NO son parte del “pueblo evangélico”, quienes persuadidos por
sus líderes optaron por pedir la crucifixión de la PAZ.
Es indignante como, estos líderes, cada domingo
gastan litros de saliva hablando de la paz, el perdón, el amor y la
reconciliación en sus comunidades eclesiales, y cuando tienen la oportunidad de
encarnar sus discursos, entonces lo que vomitan es odio, violencia, guerra en
nombre de un dios que no es el Dios de Jesús, sino un fetiche, construido a “su
imagen y semejanza”.
Fuimos invitados a apagar el fuego de la violencia
y en vez de agua lo que arrojamos fue gasolina: ¡SUELTEN LA GUERRA, CRUCIFIQUEN
LA PAZ!
Fuente: ALCNOTICIAS, 2016
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