Este 15 de enero recordamos el natalicio de este
pastor-profeta, que ya ha cobrado estatura universal por su compromiso y
martirio. No olvidemos que el 4 de abril de 1968 fue vilmente asesinado, allá
en Memphis. Se cumplen 50 años en esa fecha.
Al acercarnos, una vez más, a esta figura que
convoca siempre al auto-examen y la búsqueda, quisiera enfocar en dos
dimensiones que conjugan y definen el perfil y el ministerio de este
afro-americano siempre vigente. Por un está lado su pasión pastoral y
por el otro su vocación profética. Su ministerio de compasión
amorosa encarna esos perfiles que lo definen como siervo de Dios.
Quisiera destacar estos perfiles ministeriales de
Martin Luther King, Jr., reflexionando sobre dos lecturas recientes que
rescatan esas dimensiones mencionadas, y reiteran la radicalidad del compromiso
de Martin Luther King, Jr. por la justicia y su lucha existencial por ser
consecuente en la ruta hacia su entrega total por la liberación plena de su
pueblo afro-americano.
En el libro Stride Toward Freedom. The
Montgomery Story (Boston: Beacon Press, 2010, 1-10), hay un capítulo
en que abre la mente y el corazón de este pastor-profeta, con una transparencia
y autenticidad admirable. El capítulo lo titula: Return to the
South (Regreso al Sur). Relata que ha recibido la invitación para ser
pastor en la Iglesia Bautista de la Avenida Dexter en Montgomery, Alabama. En
el corazón mismo del sur racista y segregacionista. Por años Montgomery se
consideraba la Cuna de la Confederación.
Otras invitaciones a pastorados en Massachussets y
Nueva York también habían surgido. Había llegado el momento de considerar
seriamente el llamado de la Iglesia Bautista en Dexter, Montgomery. Con mucha
ansiedad y determinación predicó el “sermón de prueba”. Finalmente fue llamado
en una elección congregacional por unanimidad. Entonces, surgía con fuerza el
gran dilema de aceptar un pastorado en el Sur, con toda su turbulencia y
conflicto, o irse a una cátedra de teología de uno de los seminarios
prestigiosos que lo consideraban seriamente. En consulta con su esposa Coretta
y con el resto de la familia extendida, optaron por los sacrificios y luchas
que habría que enfrentar en el Sur. En septiembre de 1964 se movieron a
Montgomery, Alabama. Los retos y desafíos de aquí en adelante lo llevaron a
Martin Luther King, Jr. y su familia los en volvieron en un ministerio
pastoral-profético que no pudieron eludir más. El resto lo conocemos bien.
El otro libro que he leído con suma atención es una
antología de artículos editados, con una sólida introducción, por el amigo y
hermano, Dr. Cornel
West, The Radical King. (Boston: Beacon Press, 2015). La
división en cuatro partes, traza una trayectoria que presenta los ángulos más
proféticos de Martin Luther King, Jr., su visión revolucionaria, resaltando su
identificación con los pobres, su oposición a la guerra de Vietnam y su lucha
contra un imperialismo global creciente.
Mi lectura de estos textos confirma ese perfil
profético de Martin Luther King, Jr. que muchas veces ha
querido ser domesticado o silenciado, incluso resaltando su postura no
violenta, con un pacifismo inofensivo que nunca fue la postura de éste valeroso
y militante promotor de la justicia del Reinado de Dios. Martin Luther King,
Jr. fue un constructor de paz con una ética radical en su propia entrega
martirial. Su vida y sacrificio confirman su tesitura espiritual y su
predicación pastoral-profética nos muestran el perfil de un cristiano auténtico
y cabal.
Quisiera resumir lo que he intentado plantear aquí
con tres perspectivas que nos ayuden a comprender la trascendencia, importancia
y vigencia de Martin Luther King Jr. en los conflictos y luchas que estamos
enfrentando en Estados Unidos y en todo el mundo.
En primer lugar, la pasión pastoral y
la vocación profética son dimensiones que se complementan. Su expresión más
certera y pertinente es el ministerio del acompañamiento y el compromiso. Jamás
una pastoral descomprometida, nunca una función profética sin promoción de la
justicia y la paz.
En segundo lugar, es de vital
importancia reconocer y entender que lo profético va de la mano con lo
martirial. Es decir, somos testigos de un evangelio que se encarna y puede
reclamar la entrega de nuestra propia vida.
En tercer lugar, como nos recuerda
Abraham J. Heschel en
su monumental y valiosa obra, The Prophets. (New York:
HarperCollins, 2001, 5-6), el profeta es una persona que recibe una carga
pesada de Dios. “La profecía es la voz que Dios ha prestado a la agonía
silente”. Entonces, nos añade, Abraham J. Herschel: “Dios rige el mundo con
justicia y compasión, o amor. Estos dos caminos no son divergentes, más bien
complementarios, porque, es por la compasión que la justicia es administrada”.
(280).
En su última predicación desde el Templo C.H.
Mason, Iglesia de Dios en Cristo, Memphis, Tennessee, Martin Luther King, Jr.
lo expresa con certeza: “Yo veo la tierra prometida”. Les comunica que como
pueblo ellos poseerán la tierra prometida. El probablemente no llegue allí. Y
con voz convincente (hay video) resume su ministerio: “Mis ojos han visto la
gloria de la llegada del Señor”. (Salmo 121). Ha cumplido su misión.
¡Que este pastor-profeta nos siga alentando y
animando en esta caminada hacia la plenitud del reinado de Dios y su justicia!
Fuente: Lupaprotestante, 2018
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