Por Luis Eduardo Cantero, Argentina.
2.La providencia divina en Santo Thomas de Aquino
Para Thomas de Aquino la providencia divina son: “los defectos o privaciones de algunos seres particulares no empecen la existencia de una suprema causa providente, pues si una causa providente particular evita, en la medida de lo posible, defectos en las cosas que se hallan bajo su custodia, no obra de este modo el provisor universal, ya que permite defectos y privaciones a fin de no empañar el orden del universo. Digamos, piensa Thomás, que si se impidiesen todos los males, se echarían de menos muchos bienes en el mundo, pues “no viviría el león si no pereciesen otros animales, ni existiría la paciencia de los mártires, si no moviesen persecuciones los tiranos”.(1) Thomas atribuye a la providencia divina algunas propiedades: “es universal, nada se sustrae a sus efectos, se extiende y abarca a todo ser; es infalible, pues logra siempre su fin; no falla ni en la producción del efecto, ni en el modo como éste debe producirse, necesaria o contingentemente”(2); es suave o congruente, en la medida en que se realiza siempre de acuerdo con la naturaleza de cada cosa, ya se trate de las que carecen de libertad, como de las dotadas de tal propiedad; ya que aunque estas cosas estén infaliblemente ordenadas a un fin, la providencia divina respeta su naturaleza propia.(3)
En la enciclopedia GER nos dice que Tomás distingue entre providencia general y específica. La primera abarca a todos los seres; la segunda, a los hombres y a sus actos libres. La providencia humana está subsumida en la divina como la causa particular en la universal. A esta providencia ejercida de un modo específico sobre los actos libres de ser racional se la llama también ley moral (v. LEY I y VII). Por lo que hace a este tipo de providencia, distingue entre la providencia ejercida sobre los impíos, que no por ello les aparta del mal y de la ' culpa, y la ejercida sobre los justos, por la cual no permite que les suceda a éstos nada que pudiera de algún modo impedir su salvación.(4) Por ende, nuestro autor, prueba la existencia de la providencia divina argumentando:
“Si todo el bien existente en las cosas ha sido creado por Dios, y en las cosas existe el bien, tanto en lo referente a su naturaleza como en cuanto al orden que dicen al fin, especialmente al fin último o bondad divina, habrá que pensar, pues, que ello se debe a haber sido creadas todas las cosas según la razón del orden que hay en ellas respecto a sus fines, y a tal orden, preexistente en la mente del Creador, le llamamos providencia”.(5) En su obra magnifica: Suma contra gentiles, reafirma la prueba de la existencia de la providencia divina por el principio de finalidad; es decir, que para tal demostración toma siempre como punto de partida la quinta vía. Si en dicha vía quedó suficientemente probado el que los cuerpos naturales se mueven y obran por un fin, se explicaba tal cosa por la existencia de algún entendimiento que los ordenase a tal fin, como el arquero impone a la flecha la trayectoria a seguir. Descartada la posibilidad de que una necesidad natural sea la causa exclusiva de cuanto observamos en los movimientos de los cuerpos, es imprescindible pensar en la existencia de una providencia divina.(6)
Podemos concluir en esta parte que Thomas de Aquino distingue entre providencia natural y sobrenatural. La primera se refiere a la perfección del universo, mientras que la segunda, se encarga de los medios por los cuales el ser humano puede lograr la salvación eterna. A esto la teología calvinista llama predestinación(7). Este es otro tema de discusión en el campo de la teología, pero es bueno aclarar que todos estamos predestinado en Cristo. Thomas considera que todo lo que acontece en nuestro mundo visible bueno o malo es culpa nuestra y no de Dios, pero que él esta bajo el control de sus criaturas…
2.La providencia divina en Santo Thomas de Aquino
Para Thomas de Aquino la providencia divina son: “los defectos o privaciones de algunos seres particulares no empecen la existencia de una suprema causa providente, pues si una causa providente particular evita, en la medida de lo posible, defectos en las cosas que se hallan bajo su custodia, no obra de este modo el provisor universal, ya que permite defectos y privaciones a fin de no empañar el orden del universo. Digamos, piensa Thomás, que si se impidiesen todos los males, se echarían de menos muchos bienes en el mundo, pues “no viviría el león si no pereciesen otros animales, ni existiría la paciencia de los mártires, si no moviesen persecuciones los tiranos”.(1) Thomas atribuye a la providencia divina algunas propiedades: “es universal, nada se sustrae a sus efectos, se extiende y abarca a todo ser; es infalible, pues logra siempre su fin; no falla ni en la producción del efecto, ni en el modo como éste debe producirse, necesaria o contingentemente”(2); es suave o congruente, en la medida en que se realiza siempre de acuerdo con la naturaleza de cada cosa, ya se trate de las que carecen de libertad, como de las dotadas de tal propiedad; ya que aunque estas cosas estén infaliblemente ordenadas a un fin, la providencia divina respeta su naturaleza propia.(3)
En la enciclopedia GER nos dice que Tomás distingue entre providencia general y específica. La primera abarca a todos los seres; la segunda, a los hombres y a sus actos libres. La providencia humana está subsumida en la divina como la causa particular en la universal. A esta providencia ejercida de un modo específico sobre los actos libres de ser racional se la llama también ley moral (v. LEY I y VII). Por lo que hace a este tipo de providencia, distingue entre la providencia ejercida sobre los impíos, que no por ello les aparta del mal y de la ' culpa, y la ejercida sobre los justos, por la cual no permite que les suceda a éstos nada que pudiera de algún modo impedir su salvación.(4) Por ende, nuestro autor, prueba la existencia de la providencia divina argumentando:
“Si todo el bien existente en las cosas ha sido creado por Dios, y en las cosas existe el bien, tanto en lo referente a su naturaleza como en cuanto al orden que dicen al fin, especialmente al fin último o bondad divina, habrá que pensar, pues, que ello se debe a haber sido creadas todas las cosas según la razón del orden que hay en ellas respecto a sus fines, y a tal orden, preexistente en la mente del Creador, le llamamos providencia”.(5) En su obra magnifica: Suma contra gentiles, reafirma la prueba de la existencia de la providencia divina por el principio de finalidad; es decir, que para tal demostración toma siempre como punto de partida la quinta vía. Si en dicha vía quedó suficientemente probado el que los cuerpos naturales se mueven y obran por un fin, se explicaba tal cosa por la existencia de algún entendimiento que los ordenase a tal fin, como el arquero impone a la flecha la trayectoria a seguir. Descartada la posibilidad de que una necesidad natural sea la causa exclusiva de cuanto observamos en los movimientos de los cuerpos, es imprescindible pensar en la existencia de una providencia divina.(6)
Podemos concluir en esta parte que Thomas de Aquino distingue entre providencia natural y sobrenatural. La primera se refiere a la perfección del universo, mientras que la segunda, se encarga de los medios por los cuales el ser humano puede lograr la salvación eterna. A esto la teología calvinista llama predestinación(7). Este es otro tema de discusión en el campo de la teología, pero es bueno aclarar que todos estamos predestinado en Cristo. Thomas considera que todo lo que acontece en nuestro mundo visible bueno o malo es culpa nuestra y no de Dios, pero que él esta bajo el control de sus criaturas…
3.La providencia divina en Leibniz
La postura de Leibniz no deja de ser igualmente interesante. En una misiva en la que le responde algunas objeciones del ingles Clarke. En una carta en la que responde a las objeciones del inglés Clarke, podemos comprender qué entiende por providencia el filósofo alemán. Esta discusión entre el pensador alemán y el británico fue motivada por un escrito del primero, “en que afirmaba tesis totalmente contrarias a las de Newton y sus seguidores, siendo una de ellas la concerniente a la providencia.(8) No era necesario, afirmaba Leibniz, que Dios, pese a la teoría de Newton, se viese obligado a corregir y retocar de cuando en cuando el curso del mundo con ayuda de un concurso extraordinario.(9) Pensaba Clarke que, si Dios no ejercía de ese modo su acción providente, se detendría el curso del mundo.
La tesis providencialista leibniziana es, pues, radicalmente contraria a la de Newton – Clarke. “El mundo es como una inmensa máquina que, una vez puesta a funcionar, no necesita de ninguna ayuda que pueda ir corrigiendo sus defectos, de esa especie de concurso gratuito que es el renovar divino en el caso del mundo". Leibniz responde a la objeción de Clarke – no admitir ese renovar constante por parte de Dios del acontecer natural es tanto como negar la providencia y el gobierno, reducir a Dios a un mero intelecto desentendido del mundo – diciéndole que pensar en el mundo como un artefacto que necesita de esa solicitud constante es tanto como no admitir la previsión divina. Justamente para que se dé la acción de la providencia, hace falta que Dios lo haya previsto todo, que de antemano haya puesto remedio a cuanto pudiera acontecer.
Por lo demás, esta teoría es coherente con la de la “armonía preestablecida” defendida por Leibniz. Todas sus obras reflejan una armonía y una belleza preestablecida, que es la mejor prueba de la providencia y el gobierno de Dios, porque a fin de cuentas estos dos atributos divinos necesitan verse apoyados por la previsión. Un Dios que provee es para Leibniz, un Dios que prevé. Lo primero necesita del poder divino; lo segundo, de su sabiduría.(10) Por otra parte, para el pensador alemán, admitir esa actuación constante sobre el mundo como constitutivo formal de la p. es casi tanto como mecerse en el abismo del panteísmo.(11)
____________
(1) Santo Thomas de Aquino, Sum. Th., 1 q22 a2
(2) Sum. Th., 1 q22 a4
(3) Sum. Th., 1 q22 a2
(4) V. t.: CREACIÓN I; Dios I y IV; MAL I., citado por Gran Enciclopedia Rialp, Ediciones Rialp S.A., 1991,
(5) Sum. Th. 1 q22 al, ed. BAC, 1,765.
(6) Suma contra gentiles, lib. 111, cap. 64, ed. BAC, 11,261-266
(7) Del estudio de esta última se ocupa S. Tomás en Sum. Th. 1 q23.
La postura de Leibniz no deja de ser igualmente interesante. En una misiva en la que le responde algunas objeciones del ingles Clarke. En una carta en la que responde a las objeciones del inglés Clarke, podemos comprender qué entiende por providencia el filósofo alemán. Esta discusión entre el pensador alemán y el británico fue motivada por un escrito del primero, “en que afirmaba tesis totalmente contrarias a las de Newton y sus seguidores, siendo una de ellas la concerniente a la providencia.(8) No era necesario, afirmaba Leibniz, que Dios, pese a la teoría de Newton, se viese obligado a corregir y retocar de cuando en cuando el curso del mundo con ayuda de un concurso extraordinario.(9) Pensaba Clarke que, si Dios no ejercía de ese modo su acción providente, se detendría el curso del mundo.
La tesis providencialista leibniziana es, pues, radicalmente contraria a la de Newton – Clarke. “El mundo es como una inmensa máquina que, una vez puesta a funcionar, no necesita de ninguna ayuda que pueda ir corrigiendo sus defectos, de esa especie de concurso gratuito que es el renovar divino en el caso del mundo". Leibniz responde a la objeción de Clarke – no admitir ese renovar constante por parte de Dios del acontecer natural es tanto como negar la providencia y el gobierno, reducir a Dios a un mero intelecto desentendido del mundo – diciéndole que pensar en el mundo como un artefacto que necesita de esa solicitud constante es tanto como no admitir la previsión divina. Justamente para que se dé la acción de la providencia, hace falta que Dios lo haya previsto todo, que de antemano haya puesto remedio a cuanto pudiera acontecer.
Por lo demás, esta teoría es coherente con la de la “armonía preestablecida” defendida por Leibniz. Todas sus obras reflejan una armonía y una belleza preestablecida, que es la mejor prueba de la providencia y el gobierno de Dios, porque a fin de cuentas estos dos atributos divinos necesitan verse apoyados por la previsión. Un Dios que provee es para Leibniz, un Dios que prevé. Lo primero necesita del poder divino; lo segundo, de su sabiduría.(10) Por otra parte, para el pensador alemán, admitir esa actuación constante sobre el mundo como constitutivo formal de la p. es casi tanto como mecerse en el abismo del panteísmo.(11)
____________
(1) Santo Thomas de Aquino, Sum. Th., 1 q22 a2
(2) Sum. Th., 1 q22 a4
(3) Sum. Th., 1 q22 a2
(4) V. t.: CREACIÓN I; Dios I y IV; MAL I., citado por Gran Enciclopedia Rialp, Ediciones Rialp S.A., 1991,
(5) Sum. Th. 1 q22 al, ed. BAC, 1,765.
(6) Suma contra gentiles, lib. 111, cap. 64, ed. BAC, 11,261-266
(7) Del estudio de esta última se ocupa S. Tomás en Sum. Th. 1 q23.
(8) Recueil de Lettres entre Leibniz et Clarke sur Dieu, Páme, 1'espace, la durée et..., 1.715-1.716, ed. Erdmann, 746 – 788.
(9) Ibíd., 747
(10)Ibid., 749
(11)Gran Enciclopedia Rialp, Ediciones Rialp S.A., 1991,
(10)Ibid., 749
(11)Gran Enciclopedia Rialp, Ediciones Rialp S.A., 1991,
No hay comentarios:
Publicar un comentario