Ignacio Simal, España.
Existe un fenómeno singular. Singular y repetido a lo largo de los siglos: la realidad de los cristianos y cristianas sin iglesia. Es decir, aquellos cristianos que no asisten a una iglesia local. Sin embargo se resisten a desadherirse de Jesús de Nazaret, de sus valores y de su mensaje, pero son renuentes a asistir a una iglesia.
Personalmente les entiendo. He conocido a muchos cristianos, comprometidos durante largos años con una iglesia local, que en la actualidad viven desvinculados de la iglesia-institución. Han experimentado la explotación espiritual encarnada en la carga de actividades eclesiales sin ningún fin concreto, la fiscalización insultante de su vida privada, unas homilías sin contenido a no ser una retahíla de versículos bíblicos, consejos de autoayuda y la propagación del terror a la condena eterna y la disciplina divina para aquellos que no obedezcan la interpretación “sui generis” del predicador de turno. También han experimentado el maniqueísmo de los que dividen el mundo entre “salvados” y “perdidos”, la crueldad humana hecha visible en “líderes espirituales” que sólo buscan su propio bien / éxito, la distancia entre la teoría y la realidad... en fin que podríamos extender el listado “ad infinitum” por ello lo paramos aquí, simplemente decir que les entiendo.
¿Para qué asistir a una iglesia si lo único que experimento en la misma es dolor y frustración? Se preguntan. Ahí esta la cuestión... ellos, y ellas, son cristianos y no debieran renunciar jamás a ello... por ello les sugiero que no “tiren la toalla”, la “pelea” todavía no esta perdida. Hay vida más allá de la iglesia local de turno, hay vida en el seguimiento de Jesús, en la lucha por un mundo mejor, por una iglesia mejor... si no lo entendemos así, le estaremos haciendo el juego al fraude de un modelo de iglesia que ofrece un mundo feliz y que, en ocasiones -más de las que podemos imaginar-, lo único que logra es añadir más dolor al dolor.
Jesús de Nazaret jamás dijo “venid a mi los que estáis cargados y cansados, y yo os agobiaré”, sino todo lo contrario... lo que Jesús pretendía es lograr el descanso de los “cargados y cansados” frente a la enseñanza de los escribas y fariseos de su tiempo. A muchas iglesias locales les convendría entrar en un proceso de sincera y honesta autocrítica que saque a la luz las “cargas y agobios” que imponen sobre sus miembros y promover, en su seno, el “descanso” que anunció el Profeta de Nazaret.
En ello estamos.
Publicado en pastordadaista.com en diciembre de 2006.
Existe un fenómeno singular. Singular y repetido a lo largo de los siglos: la realidad de los cristianos y cristianas sin iglesia. Es decir, aquellos cristianos que no asisten a una iglesia local. Sin embargo se resisten a desadherirse de Jesús de Nazaret, de sus valores y de su mensaje, pero son renuentes a asistir a una iglesia.
Personalmente les entiendo. He conocido a muchos cristianos, comprometidos durante largos años con una iglesia local, que en la actualidad viven desvinculados de la iglesia-institución. Han experimentado la explotación espiritual encarnada en la carga de actividades eclesiales sin ningún fin concreto, la fiscalización insultante de su vida privada, unas homilías sin contenido a no ser una retahíla de versículos bíblicos, consejos de autoayuda y la propagación del terror a la condena eterna y la disciplina divina para aquellos que no obedezcan la interpretación “sui generis” del predicador de turno. También han experimentado el maniqueísmo de los que dividen el mundo entre “salvados” y “perdidos”, la crueldad humana hecha visible en “líderes espirituales” que sólo buscan su propio bien / éxito, la distancia entre la teoría y la realidad... en fin que podríamos extender el listado “ad infinitum” por ello lo paramos aquí, simplemente decir que les entiendo.
¿Para qué asistir a una iglesia si lo único que experimento en la misma es dolor y frustración? Se preguntan. Ahí esta la cuestión... ellos, y ellas, son cristianos y no debieran renunciar jamás a ello... por ello les sugiero que no “tiren la toalla”, la “pelea” todavía no esta perdida. Hay vida más allá de la iglesia local de turno, hay vida en el seguimiento de Jesús, en la lucha por un mundo mejor, por una iglesia mejor... si no lo entendemos así, le estaremos haciendo el juego al fraude de un modelo de iglesia que ofrece un mundo feliz y que, en ocasiones -más de las que podemos imaginar-, lo único que logra es añadir más dolor al dolor.
Jesús de Nazaret jamás dijo “venid a mi los que estáis cargados y cansados, y yo os agobiaré”, sino todo lo contrario... lo que Jesús pretendía es lograr el descanso de los “cargados y cansados” frente a la enseñanza de los escribas y fariseos de su tiempo. A muchas iglesias locales les convendría entrar en un proceso de sincera y honesta autocrítica que saque a la luz las “cargas y agobios” que imponen sobre sus miembros y promover, en su seno, el “descanso” que anunció el Profeta de Nazaret.
En ello estamos.
Publicado en pastordadaista.com en diciembre de 2006.
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