Hay muchos mentirosos peligrosamente habilidosos, y no son sólo los Bernie Madoff y los Jeffrey Skilling del mundo. De hecho, si se dan las circunstancias adecuadas, todos somos culpables de alguna mentira.
Según un conocido estudio de la Universidad de Virginia publicado en 1996 bajo la dirección de la psicóloga Bella DePaulo, mentir forma parte de la condición humana. A lo largo de una semana, DePaulo y sus colaboradores pidieron a 147 participantes, de entre 18 y 71 años de edad, que registrasen en un diario todas sus interacciones sociales y todas las mentiras que dijeron en sus interacciones. Por término medio, cada persona mintió poco más de 10 veces, y sólo siete de los participantes dijeron haber sido totalmente sinceros.
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En realidad, la mayor parte del tiempo sólo intentamos agradar. (Si la esposa le pregunta si le gustó la cena, la mayor parte de los maridos que sabe lo que les conviene responden: "Estaba deliciosa"). Estas mentiras denominadas "falsas positivas" se utilizan entre 10 y 20 veces más frecuentemente que las mentiras directas, según el estudio de DePaulo. Otros estudios indican que hombres y mujeres mienten con la misma frecuencia, aunque es más probable que las mujeres mientan para que la otra persona se sienta bien, mientras que los hombres lo hacen para quedar ellos en mejor lugar. En cuanto a qué personas engañamos, "mentimos con menos frecuencia a las personas más allegadas porque hemos invertido más en estas relaciones," nos dice Jeffrey Hancock, profesor asociado de comunicación en la Universidad de Cornell.
La pregunta es: ¿Cómo podemos saber si nos están intentando vender un terreno pantanoso en Florida?
Las pruebas con polígrafo tradicionales, que existen en distintas formas desde comienzos de la década de 1900, utilizan sensores que detectan las fluctuaciones de la presión sanguínea, el pulso, la respiración y el sudor en respuesta a las preguntas. Hay dos problemas con los polígrafos: En primer lugar, sólo funcionan alrededor del 80% del tiempo, según la Asociación Norteamericana de Polígrafos. En segundo lugar, este tipo de equipos no puede llevarse a una reunión de negocios o a un bar. Esto significa que hemos de fiarnos de nuestra limitada capacidad de vigilancia.
"Aunque los mentirosos se comportan de forma distinta de quienes dicen la verdad, no hay pistas totalmente fiables para descubrir los engaños," admite DePaulo, autora de más de una docena de estudios sobre el engaño. "Las pistas de la mentira difieren dependiendo de factores como el tipo de mentira y la motivación para engañar."
Aunque no hay un método infalible para descubrir a quien está fingiendo, sí tenemos algunas tácticas útiles para descubrir la falta de sinceridad.
Muchas veces, quien miente responde a las preguntas con monosílabos o respuestas cortas, mientras que las personas que dicen la verdad tienden a proporcionar respuestas más completas. Según un estudio realizado por DePaulo en 2003, los mentirosos ofrecen menos detalles y utilizan menos palabras que quienes dicen la verdad, y hablan durante un porcentaje inferior de la conversación.
Un mentiroso hábil no suda, pero la mayoría de nosotros mostramos signos de nerviosismo. Cuatro posibles síntomas delatores: mirada furtiva, tono de voz agudo, sudor y respiración más pesada. Por supuesto, el que alguien no le mantenga la mirada no quiere decir que esté mintiendo siempre.
"Determinados rasgos del comportamiento, como evitar el contacto visual, pueden ser rasgos culturales, no indicadores de una mentira," dice Joseph Buckley, presidente de John E. Reid & Associates, que hasta la fecha ha proporcionado servicios de formación para entrevistas e interrogatorios para más de 500.000 agentes de la ley. La empresa también ha creado la Técnica Reid, un proceso de interrogatorio en nueve fases utilizado por numerosas agencias policiales de Estados Unidos.
Muchas veces los mentirosos tienden a no admitir errores normales al relatar una historia. Al relatar una historia sin mentir, es fácil que en algún momento nos demos cuenta de que hemos olvidado algún detalle y volvamos atrás inconscientemente para rellenar estos vacíos. También es posible que advirtamos que algo de lo que hemos dicho no fuera totalmente correcto y retrocedamos para aclararlo. Sin embargo, quienes mienten, según DePaulo, "están preocupados de que descubran su mentira y tienden a no admitir estas imprecisiones totalmente ordinarias".
Una pista más: pronombres imprecisos. Para distanciarse psicológicamente de la mentira, el mentiroso tiende a utilizar en exceso la segunda o tercera persona ("tú", "él" o "ellos"), dice Hancock. Según Reid, también es más probable que pida que le repitan una pregunta y que comience las respuestas con expresiones como "la verdad es que...".
Cuando decimos la verdad, normalmente hacemos gestos con las manos al ritmo del relato. Las manos recalcan ideas o expresiones de forma natural y convincente cuando creemos de verdad lo que decimos. Según Hancock, cuando no tenemos esta confianza, mantenemos las manos más quietas.
También es importante la forma de la comunicación. Los estudios demuestran que tendemos a mentir menos cara a cara que por teléfono o a través de Internet. En un estudio realizado durante una semana entre 30 estudiantes universitarios, Hancock observó que el teléfono era el instrumento más utilizado para mentir (37% del total), seguido de la comunicación cara a cara (27%), los servicios de mensajería instantánea (21%) y el correo electrónico (sólo el 14%).
¿Llegaremos a sincerarnos en algún momento? No es probable. Dejando aparte los sentimientos de culpabilidad, los sujetos del estudio de DePaulo confesaron que si tuvieran la oportunidad, repetirían el 75% de sus mentiras. Lo más probable es que no tengan problemas en salirse con la suya.
Según un conocido estudio de la Universidad de Virginia publicado en 1996 bajo la dirección de la psicóloga Bella DePaulo, mentir forma parte de la condición humana. A lo largo de una semana, DePaulo y sus colaboradores pidieron a 147 participantes, de entre 18 y 71 años de edad, que registrasen en un diario todas sus interacciones sociales y todas las mentiras que dijeron en sus interacciones. Por término medio, cada persona mintió poco más de 10 veces, y sólo siete de los participantes dijeron haber sido totalmente sinceros.
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En realidad, la mayor parte del tiempo sólo intentamos agradar. (Si la esposa le pregunta si le gustó la cena, la mayor parte de los maridos que sabe lo que les conviene responden: "Estaba deliciosa"). Estas mentiras denominadas "falsas positivas" se utilizan entre 10 y 20 veces más frecuentemente que las mentiras directas, según el estudio de DePaulo. Otros estudios indican que hombres y mujeres mienten con la misma frecuencia, aunque es más probable que las mujeres mientan para que la otra persona se sienta bien, mientras que los hombres lo hacen para quedar ellos en mejor lugar. En cuanto a qué personas engañamos, "mentimos con menos frecuencia a las personas más allegadas porque hemos invertido más en estas relaciones," nos dice Jeffrey Hancock, profesor asociado de comunicación en la Universidad de Cornell.
La pregunta es: ¿Cómo podemos saber si nos están intentando vender un terreno pantanoso en Florida?
Las pruebas con polígrafo tradicionales, que existen en distintas formas desde comienzos de la década de 1900, utilizan sensores que detectan las fluctuaciones de la presión sanguínea, el pulso, la respiración y el sudor en respuesta a las preguntas. Hay dos problemas con los polígrafos: En primer lugar, sólo funcionan alrededor del 80% del tiempo, según la Asociación Norteamericana de Polígrafos. En segundo lugar, este tipo de equipos no puede llevarse a una reunión de negocios o a un bar. Esto significa que hemos de fiarnos de nuestra limitada capacidad de vigilancia.
"Aunque los mentirosos se comportan de forma distinta de quienes dicen la verdad, no hay pistas totalmente fiables para descubrir los engaños," admite DePaulo, autora de más de una docena de estudios sobre el engaño. "Las pistas de la mentira difieren dependiendo de factores como el tipo de mentira y la motivación para engañar."
Aunque no hay un método infalible para descubrir a quien está fingiendo, sí tenemos algunas tácticas útiles para descubrir la falta de sinceridad.
Muchas veces, quien miente responde a las preguntas con monosílabos o respuestas cortas, mientras que las personas que dicen la verdad tienden a proporcionar respuestas más completas. Según un estudio realizado por DePaulo en 2003, los mentirosos ofrecen menos detalles y utilizan menos palabras que quienes dicen la verdad, y hablan durante un porcentaje inferior de la conversación.
Un mentiroso hábil no suda, pero la mayoría de nosotros mostramos signos de nerviosismo. Cuatro posibles síntomas delatores: mirada furtiva, tono de voz agudo, sudor y respiración más pesada. Por supuesto, el que alguien no le mantenga la mirada no quiere decir que esté mintiendo siempre.
"Determinados rasgos del comportamiento, como evitar el contacto visual, pueden ser rasgos culturales, no indicadores de una mentira," dice Joseph Buckley, presidente de John E. Reid & Associates, que hasta la fecha ha proporcionado servicios de formación para entrevistas e interrogatorios para más de 500.000 agentes de la ley. La empresa también ha creado la Técnica Reid, un proceso de interrogatorio en nueve fases utilizado por numerosas agencias policiales de Estados Unidos.
Muchas veces los mentirosos tienden a no admitir errores normales al relatar una historia. Al relatar una historia sin mentir, es fácil que en algún momento nos demos cuenta de que hemos olvidado algún detalle y volvamos atrás inconscientemente para rellenar estos vacíos. También es posible que advirtamos que algo de lo que hemos dicho no fuera totalmente correcto y retrocedamos para aclararlo. Sin embargo, quienes mienten, según DePaulo, "están preocupados de que descubran su mentira y tienden a no admitir estas imprecisiones totalmente ordinarias".
Una pista más: pronombres imprecisos. Para distanciarse psicológicamente de la mentira, el mentiroso tiende a utilizar en exceso la segunda o tercera persona ("tú", "él" o "ellos"), dice Hancock. Según Reid, también es más probable que pida que le repitan una pregunta y que comience las respuestas con expresiones como "la verdad es que...".
Cuando decimos la verdad, normalmente hacemos gestos con las manos al ritmo del relato. Las manos recalcan ideas o expresiones de forma natural y convincente cuando creemos de verdad lo que decimos. Según Hancock, cuando no tenemos esta confianza, mantenemos las manos más quietas.
También es importante la forma de la comunicación. Los estudios demuestran que tendemos a mentir menos cara a cara que por teléfono o a través de Internet. En un estudio realizado durante una semana entre 30 estudiantes universitarios, Hancock observó que el teléfono era el instrumento más utilizado para mentir (37% del total), seguido de la comunicación cara a cara (27%), los servicios de mensajería instantánea (21%) y el correo electrónico (sólo el 14%).
¿Llegaremos a sincerarnos en algún momento? No es probable. Dejando aparte los sentimientos de culpabilidad, los sujetos del estudio de DePaulo confesaron que si tuvieran la oportunidad, repetirían el 75% de sus mentiras. Lo más probable es que no tengan problemas en salirse con la suya.
Fuente: Yahoo
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