Por el Pastor Dr. Jorge A. León, Argentina
Introducción
¿Qué queremos decir cuando nos referimos a la sanidad interior? Estamos en presencia de un significante, término que tomo prestado a la lingüística, y por debajo de dicho significante encontramos muchos significados. Es evidente que no todos queremos decir lo mismo cuando nos referimos a la sanidad interior, porque muchos le damos significados diferentes. La diversidad de significados puede conducirnos a una gran confusión que puede afectar al pueblo de Dios, y a las personas que deseamos ganar para Cristo. Necesitamos una autoridad, un fundamento aceptable para todos, que nos esclarezca lo que queremos decir cuando nos referimos a la sanidad interior. Para el cristiano, que pretende ser fiel al Evangelio, la máxima autoridad para aclarar los contenidos de nuestra fe, de nuestra moral y de nuestra pastoral evangélica, es la Biblia. Pero aquí tenemos otro problema, la hermenéutica, Tenemos diversas maneras de interpretar algunos textos bíblicos. Cada uno se siente enmarcado en el contexto de las diferencias herencias religiosas en las que nacimos al Evangelio. Nadie tiene derecho a dudar de la sinceridad, la fidelidad, y la honestidad de un creyente al interpretar. Pero es necesario señalar que cualquier interpretación que esté en pugna con las enseñanzas de nuestro Señor, la máxima revelación divina, está errada.
Creo que no existe una exégesis o una hermenéutica químicamente pura. Es por eso, que no pretendo expresar toda la verdad en que lo que digo. Pero quiero compartir lo que creo y lo que siento. Y eso que creo y que siento, lo coloco como material de trabajo para la reflexión, en el amor de Cristo, sobre lo que la revelación bíblica nos dice acerca de la sanidad interior. Espero enriquecerme con el aporte que los hermanos van a ofrecer. También espero que los que me escuchen puedan tomar como propias algunas de mis ideas. Sobre todo en lo referido a lo que dice la Biblia, sobre la manera de aplicar, coherentemente, lo que ella nos dice en la situación compleja que vivimos, y cuáles herramientas de nuestra cultura pueden ayudarnos a mejorar nuestro ministerio pastoral.
Concepto de Sanidad en el Nuevo Testamento
La palabra sanidad, según la Concordancia Bíblica editada por Caribe, aparece seis veces en el Nuevo Testamento. (Hechos 3:16; 4:22; 4:30, I Cor. 12:9; 12:30 y Apocal. 22:12. Pero existen varios verbos, con sus respectivos sustantivos que nos ayudan a descubrir lo que el Nuevo Testamento enseña sobre la sanidad. Les propongo que reflexionemos sobre tres enfoques referidos a la sanidad. Veamos:
1.- Según la Concordancia del Nuevo Testamento, en griego, la palabra iasis, sanidad, aparece sólo tres veces: Luc. 13:32; Hechos 4:22 y 4:30. En Hechos 3:16, texto que relata la curación de un cojo, aparece la palabra holoklerían, que significa sanidad perfecta, o plenitud de la salud. Esta palabra no vuelve a aparecer en el Nuevo Testamento. Es por eso que en este primer punto vamos a referirnos al verbo iaomai y al sustantivo iasis. El verbo iaomai, aparece en los siguientes textos: Mateo 8:8,13; 13:15. Marcos 5:29. Lucas 5:17; 6:18,19; 7:7; 8:47; 9:2,11,42; 14:4; 17:15; 22:51. Juan 4:47; 5:13; 12:40. Hechos 9:34; 10:38; 28:8,27. Hebreos 12:13; Santiago 5:16 y 1 Pedro 2:24. Del mismo verbo procede iatrós, palabra que significa médico. Es fácil recordarla porque al médico de la mente se le llama psiqu-iatra. La palabra iatrós se utiliza sólo siete veces en el Nuevo Testamento. En todos los textos se pone de manifiesto la existencia, hace dos mil años, de la profesión de médico. En tres de ellos Jesús dice: “Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos” (Mateo 9:12; Marcos 2:17 y Lucas 5:31. También Jesús menciona un refrán popular, referido a esos profesionales: “Médico cúrate a ti mismo”. Finalmente, hay dos referencias a una mujer que sufrió de flujo de sangre, durante doce años, quien había gastado todo su dinero con médicos, sin lograr resultado alguno (Marcos 5:26 y Lucas 8:43), hasta que se encontró con el Médico Divino. En Colosenses 4:14 San Pablo da testimonio de que San Lucas era médico.
2.- El verbo Therapéuo, que significa cuidar y sanar, aparece 36 veces en los cuatro evangelios, y 7 en otros libros del Nuevo Testamento. En San Mateo aparece 16 veces, en Lucas 14, en Marcos 5 y en Juan una sola vez. Lo encontramos cinco veces en Hechos y dos en Apocalipsis. (Mateo 4:23,24; 8:7,16; 9:35; 10:1,8; 12:10,15,22; 14:14; 15:30; 17:16,18; 19:2; 21:14. Marcos 1:34; 3:2,10; 6:5,13. Lucas 4:23,40; 5:15; 6:7,18; 7:21; 8:2,43; 9:1,6; 10:9; 13:14 (dos veces); 14:3. Juan 5:10. Hechos 4:14; 5:16; 8:7; 17:25; 28:9. Apocalipsis 13:3,12). En muchos casos, el contexto indica que la traducción debe ser servir o ministrar, en otros, el contexto indica que la traducción correcta es sanar o curar. Por ejemplo en Mateo 4:23,24; 8:16, etc. Therapeia, de donde viene la palabra española terapia, aparece en Lucas 9:11, 12:42 y Apocalipsis 22:2. Therápon, de donde viene nuestra palabra terapeuta aparece una sola vez en el Nuevo Testamento y se aplica a Moisés como el sirviente, el que cuida, el que ministra al pueblo. (Hebreos 3:5).
3.- Salvación, salud, libertad y liberación. La palabra sotería, no siempre se utiliza para referirse a la salvación del alma. A veces se la utiliza para señalar la salvación de la maldad de los enemigos, como en Lucas 1:71. Es en ese sentido que la utiliza Esteban en su discurso de defensa en Hechos 7:25. Reina Valera aquí traduce sotería por libertad. En Hechos 27:34 traduce por salud. “Por tanto, os ruego que comáis por vuestra salud......”. La misma palabra griega la traduce por liberación en Filipenses 1:19. En una experiencia mística que tuve cuando me encontraba, en terapia intensiva, en grave peligro de muerte; como consecuencia de un infarto agudo de miocardio, (ocurrido el 14 de febrero de 1994), sentí que Dios me hablaba, no con palabras articuladas, sino a mi corazón. Las cosas que escuchó mi hombre interior comenzaban así: ¡NO VAS A MORIR! VIVIRAS CON UNA MISION, RECUERDA HEBREOS 1:14” Yo no tenía la menor idea del contenido de ese versículo, pues no suelo leer, con frecuencia, la epístola a los Hebreos, cuando tomé mi Nuevo Testamento encontré lo siguiente: “¿No son todos espíritus ministradores, enviados para servicio a favor de los que serán herederos de la salvación? Leyendo el contexto me di cuenta que el autor bíblico se estaba refiriendo a los ángeles. En este caso sotería, para mi, era el regalo divino de concederme la vida, la salud, para cumplir una misión. Desde entonces, no soy la persona que antes era.
San Pablo utiliza con concepto de sotería como un proceso de liberación de todo lo que ata al creyente. En Romanos 13:11, nos dice: “...porque ahora está más cerca de nosotros nuestra salvación que cuando creímos”. Este texto se aclara en la epístola a los Efesios donde aparece la liberación como un proceso. La liberación se expresa por palabra griega apolútrosis, que Reina Valera traduce por redención. Justamente, redimir a un esclavo era otorgarle la libertad. En el corazón de esta palabra está el verbo lúo, que significa desatar. El proceso está marcado por dos extremos, que son: 1.- Lo que ya tenemos en Cristo, y 2.- Lo que todavía nos falta alcanzar, la vida plena en Cristo. En Efesios 1:7 leemos: “....en quien tenemos liberación (redención según Reina Valera) por su sangre, el perdón de pecados según la riqueza de su gracia.....”. En este versículo la liberación es algo logrado en cuanto al destino de nuestras almas. Pero en la misma epístola, (4:30), se nos dice que la redención o liberación todavía no se ha consumado: “No contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el dia de la liberación (redención).” Aquí se trata de la apolútrosis como algo por alcanzar. Si bien somos salvos por la fe en Jesucristo y el arrepentimiento de nuestros pecados, mientras haya algún problema espiritual, moral, económico, familiar, de salud, etc., que nos mantenga atados, la redención cristiana no se ha consumado en nosotros todavía.
San Pablo da testimonio de cómo ese proceso, de sanidad interior, se realiza en su vida. Para comprobar esta realidad es necesario tener en cuenta la cronología de las epístolas paulinas. Si fechamos a Romanos en el año 55, notamos como en esa época San Pablo era consciente de la imperfección de su vida cristiana. Esta realidad la encontramos en el capítulo siete. Si aceptamos que la Epístola a los Filipenses fue escrita en el año 62, encontramos a un hombre que reconoce que, si bien ha avanzado en el proceso de su sanidad interior, todavía le falta: “No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea teleiós (acabado, pleno, perfecto); sino que prosigo, por ver si logro....”. (Filip. 3:12). Posiblemente Pablo murió en el año 67, y poco antes de su muerte escribió su última epístola, la segunda a Timoteo, En ella se refiere a la culminación de un proceso de sanidad interior, cuando dice: “He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor....”. (II Tim. 4:7-8). Llama la atención la certeza con que afirma que ha de recibir, en el cielo, “una corona de justicia”. El sabía que, como ciudadano romano, no podía ser crucificado, que sería decapitado. Pero, por fe, se refiera a una corona para alguien a quien le van a cortar la cabeza. Los tiranos de este mundo pueden destruir nuestros cuerpos, pero ninguno podrá cortar la cabeza de nuestras almas. Esta actitud de Pablo es la máxima expresión de la sanidad interior. La experiencia de San Pablo que este proceso de sanidad interior, puede ser largo. En la mayoría de los casos no es puntual e instantáneo, sino lineal. Si somos honestos con Dios, y con nosotros mismos, reconoceremos que a cada uno de nosotros, algo nos falta todavía.
Introducción
¿Qué queremos decir cuando nos referimos a la sanidad interior? Estamos en presencia de un significante, término que tomo prestado a la lingüística, y por debajo de dicho significante encontramos muchos significados. Es evidente que no todos queremos decir lo mismo cuando nos referimos a la sanidad interior, porque muchos le damos significados diferentes. La diversidad de significados puede conducirnos a una gran confusión que puede afectar al pueblo de Dios, y a las personas que deseamos ganar para Cristo. Necesitamos una autoridad, un fundamento aceptable para todos, que nos esclarezca lo que queremos decir cuando nos referimos a la sanidad interior. Para el cristiano, que pretende ser fiel al Evangelio, la máxima autoridad para aclarar los contenidos de nuestra fe, de nuestra moral y de nuestra pastoral evangélica, es la Biblia. Pero aquí tenemos otro problema, la hermenéutica, Tenemos diversas maneras de interpretar algunos textos bíblicos. Cada uno se siente enmarcado en el contexto de las diferencias herencias religiosas en las que nacimos al Evangelio. Nadie tiene derecho a dudar de la sinceridad, la fidelidad, y la honestidad de un creyente al interpretar. Pero es necesario señalar que cualquier interpretación que esté en pugna con las enseñanzas de nuestro Señor, la máxima revelación divina, está errada.
Creo que no existe una exégesis o una hermenéutica químicamente pura. Es por eso, que no pretendo expresar toda la verdad en que lo que digo. Pero quiero compartir lo que creo y lo que siento. Y eso que creo y que siento, lo coloco como material de trabajo para la reflexión, en el amor de Cristo, sobre lo que la revelación bíblica nos dice acerca de la sanidad interior. Espero enriquecerme con el aporte que los hermanos van a ofrecer. También espero que los que me escuchen puedan tomar como propias algunas de mis ideas. Sobre todo en lo referido a lo que dice la Biblia, sobre la manera de aplicar, coherentemente, lo que ella nos dice en la situación compleja que vivimos, y cuáles herramientas de nuestra cultura pueden ayudarnos a mejorar nuestro ministerio pastoral.
Concepto de Sanidad en el Nuevo Testamento
La palabra sanidad, según la Concordancia Bíblica editada por Caribe, aparece seis veces en el Nuevo Testamento. (Hechos 3:16; 4:22; 4:30, I Cor. 12:9; 12:30 y Apocal. 22:12. Pero existen varios verbos, con sus respectivos sustantivos que nos ayudan a descubrir lo que el Nuevo Testamento enseña sobre la sanidad. Les propongo que reflexionemos sobre tres enfoques referidos a la sanidad. Veamos:
1.- Según la Concordancia del Nuevo Testamento, en griego, la palabra iasis, sanidad, aparece sólo tres veces: Luc. 13:32; Hechos 4:22 y 4:30. En Hechos 3:16, texto que relata la curación de un cojo, aparece la palabra holoklerían, que significa sanidad perfecta, o plenitud de la salud. Esta palabra no vuelve a aparecer en el Nuevo Testamento. Es por eso que en este primer punto vamos a referirnos al verbo iaomai y al sustantivo iasis. El verbo iaomai, aparece en los siguientes textos: Mateo 8:8,13; 13:15. Marcos 5:29. Lucas 5:17; 6:18,19; 7:7; 8:47; 9:2,11,42; 14:4; 17:15; 22:51. Juan 4:47; 5:13; 12:40. Hechos 9:34; 10:38; 28:8,27. Hebreos 12:13; Santiago 5:16 y 1 Pedro 2:24. Del mismo verbo procede iatrós, palabra que significa médico. Es fácil recordarla porque al médico de la mente se le llama psiqu-iatra. La palabra iatrós se utiliza sólo siete veces en el Nuevo Testamento. En todos los textos se pone de manifiesto la existencia, hace dos mil años, de la profesión de médico. En tres de ellos Jesús dice: “Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos” (Mateo 9:12; Marcos 2:17 y Lucas 5:31. También Jesús menciona un refrán popular, referido a esos profesionales: “Médico cúrate a ti mismo”. Finalmente, hay dos referencias a una mujer que sufrió de flujo de sangre, durante doce años, quien había gastado todo su dinero con médicos, sin lograr resultado alguno (Marcos 5:26 y Lucas 8:43), hasta que se encontró con el Médico Divino. En Colosenses 4:14 San Pablo da testimonio de que San Lucas era médico.
2.- El verbo Therapéuo, que significa cuidar y sanar, aparece 36 veces en los cuatro evangelios, y 7 en otros libros del Nuevo Testamento. En San Mateo aparece 16 veces, en Lucas 14, en Marcos 5 y en Juan una sola vez. Lo encontramos cinco veces en Hechos y dos en Apocalipsis. (Mateo 4:23,24; 8:7,16; 9:35; 10:1,8; 12:10,15,22; 14:14; 15:30; 17:16,18; 19:2; 21:14. Marcos 1:34; 3:2,10; 6:5,13. Lucas 4:23,40; 5:15; 6:7,18; 7:21; 8:2,43; 9:1,6; 10:9; 13:14 (dos veces); 14:3. Juan 5:10. Hechos 4:14; 5:16; 8:7; 17:25; 28:9. Apocalipsis 13:3,12). En muchos casos, el contexto indica que la traducción debe ser servir o ministrar, en otros, el contexto indica que la traducción correcta es sanar o curar. Por ejemplo en Mateo 4:23,24; 8:16, etc. Therapeia, de donde viene la palabra española terapia, aparece en Lucas 9:11, 12:42 y Apocalipsis 22:2. Therápon, de donde viene nuestra palabra terapeuta aparece una sola vez en el Nuevo Testamento y se aplica a Moisés como el sirviente, el que cuida, el que ministra al pueblo. (Hebreos 3:5).
3.- Salvación, salud, libertad y liberación. La palabra sotería, no siempre se utiliza para referirse a la salvación del alma. A veces se la utiliza para señalar la salvación de la maldad de los enemigos, como en Lucas 1:71. Es en ese sentido que la utiliza Esteban en su discurso de defensa en Hechos 7:25. Reina Valera aquí traduce sotería por libertad. En Hechos 27:34 traduce por salud. “Por tanto, os ruego que comáis por vuestra salud......”. La misma palabra griega la traduce por liberación en Filipenses 1:19. En una experiencia mística que tuve cuando me encontraba, en terapia intensiva, en grave peligro de muerte; como consecuencia de un infarto agudo de miocardio, (ocurrido el 14 de febrero de 1994), sentí que Dios me hablaba, no con palabras articuladas, sino a mi corazón. Las cosas que escuchó mi hombre interior comenzaban así: ¡NO VAS A MORIR! VIVIRAS CON UNA MISION, RECUERDA HEBREOS 1:14” Yo no tenía la menor idea del contenido de ese versículo, pues no suelo leer, con frecuencia, la epístola a los Hebreos, cuando tomé mi Nuevo Testamento encontré lo siguiente: “¿No son todos espíritus ministradores, enviados para servicio a favor de los que serán herederos de la salvación? Leyendo el contexto me di cuenta que el autor bíblico se estaba refiriendo a los ángeles. En este caso sotería, para mi, era el regalo divino de concederme la vida, la salud, para cumplir una misión. Desde entonces, no soy la persona que antes era.
San Pablo utiliza con concepto de sotería como un proceso de liberación de todo lo que ata al creyente. En Romanos 13:11, nos dice: “...porque ahora está más cerca de nosotros nuestra salvación que cuando creímos”. Este texto se aclara en la epístola a los Efesios donde aparece la liberación como un proceso. La liberación se expresa por palabra griega apolútrosis, que Reina Valera traduce por redención. Justamente, redimir a un esclavo era otorgarle la libertad. En el corazón de esta palabra está el verbo lúo, que significa desatar. El proceso está marcado por dos extremos, que son: 1.- Lo que ya tenemos en Cristo, y 2.- Lo que todavía nos falta alcanzar, la vida plena en Cristo. En Efesios 1:7 leemos: “....en quien tenemos liberación (redención según Reina Valera) por su sangre, el perdón de pecados según la riqueza de su gracia.....”. En este versículo la liberación es algo logrado en cuanto al destino de nuestras almas. Pero en la misma epístola, (4:30), se nos dice que la redención o liberación todavía no se ha consumado: “No contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el dia de la liberación (redención).” Aquí se trata de la apolútrosis como algo por alcanzar. Si bien somos salvos por la fe en Jesucristo y el arrepentimiento de nuestros pecados, mientras haya algún problema espiritual, moral, económico, familiar, de salud, etc., que nos mantenga atados, la redención cristiana no se ha consumado en nosotros todavía.
San Pablo da testimonio de cómo ese proceso, de sanidad interior, se realiza en su vida. Para comprobar esta realidad es necesario tener en cuenta la cronología de las epístolas paulinas. Si fechamos a Romanos en el año 55, notamos como en esa época San Pablo era consciente de la imperfección de su vida cristiana. Esta realidad la encontramos en el capítulo siete. Si aceptamos que la Epístola a los Filipenses fue escrita en el año 62, encontramos a un hombre que reconoce que, si bien ha avanzado en el proceso de su sanidad interior, todavía le falta: “No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea teleiós (acabado, pleno, perfecto); sino que prosigo, por ver si logro....”. (Filip. 3:12). Posiblemente Pablo murió en el año 67, y poco antes de su muerte escribió su última epístola, la segunda a Timoteo, En ella se refiere a la culminación de un proceso de sanidad interior, cuando dice: “He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor....”. (II Tim. 4:7-8). Llama la atención la certeza con que afirma que ha de recibir, en el cielo, “una corona de justicia”. El sabía que, como ciudadano romano, no podía ser crucificado, que sería decapitado. Pero, por fe, se refiera a una corona para alguien a quien le van a cortar la cabeza. Los tiranos de este mundo pueden destruir nuestros cuerpos, pero ninguno podrá cortar la cabeza de nuestras almas. Esta actitud de Pablo es la máxima expresión de la sanidad interior. La experiencia de San Pablo que este proceso de sanidad interior, puede ser largo. En la mayoría de los casos no es puntual e instantáneo, sino lineal. Si somos honestos con Dios, y con nosotros mismos, reconoceremos que a cada uno de nosotros, algo nos falta todavía.
El concepto de sanidad de “lo interior del hombre” en el Nuevo Testamento
¿Qué queremos decir cuando nos referimos a la sanidad interior? ¿Significa que lo interior está siempre enfermo? ¿Quién soy yo, cuando estoy dormido, y sueño? ¿Por qué un buen cristiano puede tener sueños pecaminosos? ¿Por qué es posible decir palabras, o hacer cosas, en sueños, que despiertos ni siquiera pensaríamos? En la Biblia se hace referencia a revelaciones divinas producidas a través de sueños. Pero, no siempre los sueños tienen esa característica. Nuestro Señor dice: “de la abundancia del corazón habla la boca”.. (Mateo 13:24 ). De esa enseñanza podemos deducir que: “de la abundancia del corazón soñamos lo que soñamos. En otras palabras, los sueños son la realización alucinada de nuestros propios deseos inconscientes. Tenemos almacenadas, en nuestro hombre interior, cosas buenas y cosas malas. Desde el punto de vista teológico, tenemos el imago Dei y nuestra condición de pecadores. Nos dice la Palabra de Dios que el hombre fue creado a imagen y semejanza de Dios (Génesis 1:27). Pero la Biblia también se refiere a la caída del ser humano, en Génesis 3. Luego, en cada uno de nosotros coexisten la Imagen de Dios y el pecado original. Pecado original que es una especie de inconsciente colectivo de la humanidad. De esta tensión interna suelen surgir sentimientos de insatisfacción, y sensación de que nos falta algo. La Parábola del Sembrador se refiere a cuatro tipos de estructuras psíquicas. Desde el punto de vista psicológico tenemos que reconocer la existencia de temperamentos diferentes, algo que traemos al mundo, al nacer, como una especie de equipaje inconsciente. Además es necesario reconocer la incidencia en nuestras mentes de los traumas infantiles, y la influencia de la enfermedad, o la salud mental, de los padres y otros adultos que influyen sobre los niños.
Algunos creyentes tienen dificultades para distinguir lo anímico de lo emocional o psicológico. Hay personas que afirman que no existen los problemas psicológicos, para ellos, toda dificultad “interior” es reducida a una problemática espiritual. Sería muy útil lograr un consenso sobre el significado del significante sanidad interior. En lingüística, significante es todo aquello que significa algo para alguien. La estructura del lenguaje determina el significado de los significantes. Por ejemplo: El significante “blanca” puede significar el nombre de una persona o el color de un objeto, en las siguientes oraciones: 1.- La casa es blanca, y 2.- Blanca se casa. El adjetivo anímico viene de la palabra latina anima, que significa alma. Sanidad interior, tiene sentido si nos referimos a la salud del alma, en griego, el significante psiqué puede significar tanto alma, como mente. Si alguien interpreta que los problemas internos del sujeto humano, son exclusivamente espirituales; otra persona, con el mismo derecho, podría asumir la actitud reduccionista inversa. Es decir, puede afirmar que todos los trastornos internos del ser humano son exclusivamente materiales, tales como: Cáncer en los órganos internos, tuberculosis, trastornos cardíacos, úlceras, sida, etc.
Anímico, podría también proceder del griego anemos, que significa viento. También el significante pneuma puede traducirse por viento, como en neumático, neumonía, etc., y por espíritu. El Señor hace un juego con dos significados de un significante, en San Juan 3:8, cuando dice: “El viento (pneuma) sopla de donde quiere, y oyes su sonido; más ni sabes de donde viene, ni a donde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu (pneuma).” (En el Nuevo Testamento en griego, la p de pneuma está escrito con letra minúscula, Reina Valera corrige el texto, y pone la p con mayúscula.
¿Presupone la sanidad interior la sanidad exterior? Claro que no, un buen cristiano puede tener enfermedades del cuerpo tanto en su parte externa como en la interna. También puede tener problemas espirituales, y anímicos o psicológicos. Es necesario aclarar que la sanidad interior sí presupone la sanidad exterior cuando ésta se refiere a las relaciones con el prójimo. En toda comunidad de fe hay creyentes que, con mucha facilidad, crean tensiones con sus hermanos. Hay algunos cuya sola presencia, y su actitud de vida, nos traen tranquilidad y paz. Son los buenos discípulos del Gran Maestro, quien dijo: “Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón” (Mateo 11:29), es decir, en su vida interior. También hay otros, cuya sola presencia crea un ambiente de molestia o tensión. De la abundancia de la vida interior se expresa exteriormente lo que realmente somos. Deseo ahora ratificar la definición de la Iglesia que hice hace un cuarto de siglo, en una de mis publicaciones: “Una iglesia es un conjunto de personas que confiesan a Jesucristo como su Señor y Salvador personal, conservan sus características individuales distintivas, adoran juntos a Dios, interactúan entre sí a la luz del evangelio para el mutuo enriquecimiento, y colaboran con Dios para el logro de la redención de todo el hombre y de todos los hombres”. Cuando digo: La redención, o liberación, de todo el hombre, estoy incluyendo el adentro y el afuera. No existe la sanidad interior si ésta no se expresa, en sanidad exterior, por el fruto del Espíritu Santo (Gálatas 5:22-23). Por sus frutos los conoceréis, dice el Señor. Quienes no sean capaces de interactuar con otros, a la luz del evangelio para el mutuo enriquecimiento, carecen de sanidad interior, porque sus frutos los delatan.
En concepto de “lo interior” en el Nuevo Testamento
Hay varios significantes en el Nuevo Testamento que se refieren a la vida interior del hombre. Creo que es necesario que los tengamos en cuenta en toda reflexión seria sobre la sanidad interior. Nos vamos a referir a tres de ellos.
1.- Comenzamos por el concepto de hombre interior (éso ánthropos), que San Pablo presenta en Romanos 7:22 y Efesios 3:16. En oposición al hombre exterior, (éxo ánthropos) aparece también en 2 Corintios 4:16. En todo el capítulo 7 de la Epístola a los Romanos el Apóstol se refiere a su lucha interna. Nos ocuparía mucho espacio hacer la exégesis de ese capítulo, por lo tanto, renuncio a esa tarea. Sólo voy a señalar que en su vida interior Pablo encuentra cosas buenas y malas, como cualquiera de nosotros. Siente una tensión interna muy grande, seguramente agravada por estímulos o tentaciones externas, que le llevan a exclamar taloíporos égo ánthropos, que me gusta traducir: “Pobre de mi, que soy un ser humano” (Romanos 7:24). La tensión interna que Pablo describe en Romanos 7, se aparece mucho al mito de la carroza de Platón. Se trata de la lucha por mantener un equilibrio, y una dirección, a pesar de encontrarse tironeado por dos fuerzas contradictorias que quieren conducir la carroza de la vida por caminos diferentes, a pesar de que somos un sólo ser humano.
Veamos ahora el segundo texto donde San Pablo se refiere al hombre interior. Esta porción de las Escrituras es muy clara, pero al mismo tiempo es muy profunda. Está cargado de significados espirituales y teológicos. Es un texto que se refiere a la plenitud del hombre, como meta deseable, y a la plenitud de Dios porque es un texto trinitario. Por lo tanto, me voy a limitar a citarlo en su contexto: “....para que os de, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu; para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor, seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cual sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de conocer al amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios” (Efesios 3:16-19). En el último texto donde San Pablo se refiere al hombre interior, lo hace por oposición al hombre exterior, y dice: “....aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de dia en dia.” (2 Corintios 4:16). Aquí se pone de manifiesto el proceso de sanidad interior en la vida de San Pablo, al cual me he referido antes. Todos necesitamos esa renovación interior de dia en dia. Todo creyente conoce cuáles son los medios de los que dispone para lograr la renovación interior cotidiana. Es necesario robustecer el alma, nutriéndola con alimento sano. El orgullo, la vanidad, el egoísmo, la frivolidad, han sido siempre los corruptores de las almas. Debemos tener una buena calidad de vida interior, tan buena como la que logró Pablo. También se necesita mucha humildad para reconocer que todavía no somos todo lo que debemos ser.
La espiritualidad no es sólo un esfuerzo humano, aunque debemos ser compañeros de trabajo, sunergoi, de Dios, como nos sugiere San Pablo en 1 Corintios 3:9. No debemos perder de vista que sólo Cristo nos puede dar el crecimiento interior, que sólo el Espíritu Santo puede darnos conciencia de pecado, según Juan 16:8, para lograr dicho crecimiento. Tampoco debemos olvidar que por el amor del Padre vino el Hijo y el Espíritu Santo, a bendecir nuestras vidas. En el dia de hoy existen muchos Testigos de Jehová y muchos testigos del Espíritu Santo. Dios desea que todos seamos testigos de la Santísima Trinidad. Quien actúe fuera del contexto trinitario no está siendo fiel al Unico Dios, el que nos ha revelado Jesucristo.
En el contexto del mensaje de San Pablo a los Corintios en el tercer capítulo de su primera epístola, versículos 1 al 9, me gusta traducir sunergoi, en el versículo nueve, no como “compañeros de trabajo de Dios”, o colaboradores de Dios, como traduce Reina Valera sino como jardineros. Porque es Dios quien otorga el crecimiento y la sanidad interior, Nosotros colaboramos con la obra divina como simples “jardineros de nuestras almas”. Para San Pablo, el proceso de sanidad interior también implica una transformación de la mente, dicho proceso es para San Pablo una metamorfosis, utiliza el verbo metamorfóo, (Romanos 12:1-2) de donde viene nuestra palabra metamorfosis. Se refiere a la transformación de la mente. Proceso largo y difícil, pero no imposible de lograr. La ciencia se ocupa de este tema desde distintos enfoques: Neurología, psiquiatría, psicología, psicoanálisis, y otras técnicas psicoterapéuticas.
2.- El segundo significante que deseo considerar es kardía, corazón. ¿Dónde está el alma? ¿En el corazón? No sabemos. Lo que sí sabemos es que en los tiempos bíblicos no se conocían las funciones del corazón. El médico y teólogo español Miguel Servet (1511-1553), quien murió en la hoguera, como hereje, por orden del gobierno calvinista de Ginebra, fue el primero en informarnos sobre el asunto. Su libro: La restauración del cristianismo, publicado poco antes de su muerte, contiene la primera descripción rigurosa del sistema circulatorio pulmonar. Es decir, que mediante la colaboración de los pulmones, el corazón, y el resto del aparato circulatorio de la sangre, el organismo se alimenta con el oxígeno que necesitan nuestros músculos para funcionar. En tiempos de Jesús era común referirse al corazón para significar el hombre interior. Hay una gran cantidad de textos: Los limpios de corazón verán a Dios (Mateo 5:8). Jesús mismo se define como un hombre manso y humilde de corazón. Y afirma que de la abundancia del corazón habla la boca (Mateo 12:34). En ocasiones se utiliza para expresar la comunicación de la vida interior con la exterior, por ejemplo, en los binomios: Corazón-boca y Corazón-rostro
3.- El tercer significante que deseo presentar es splagchon, entrañas, intestino, víscera. Este significante tiene sólo un significado negativo, el que aparece en Hechos 1:18, donde dice de Judas, que: “......se reventó por la mitad y todas sus entrañas se derramaron”. En los restantes textos del Nuevo Testamento tiene un significado positivo. Este significante, y el verbo de donde procede splagchnídsomai son de difícil traducción. Por lo general se traduce por: Ser movido con piedad o compasión, dando por sentado que los sentimientos residen en el vientre, y no en el corazón, como solemos pensar hoy. En Mateo 9:36; Mateo 14:14; etc., es a Jesús mismo al que se le mueven las entrañas, para tener compasión. En Lucas 10:33 al buen samaritano, y en Lucas 15:20 al padre del hijo pródigo se le mueven las entrañas. En todos los casos Reina Valera traduce tuvo misericordia, compasión o algo similar.
La Biblia de las Américas acompaña a Reina Valera en la traducción del verbo, pero cuando aparece el substantivo, en todos los casos, tiene una nota que dice: Literalmente: entrañas. Para los interesados en encontrar estos textos, les ofrezco las citas bíblicas, según la Concordancia Griega del Nuevo Testamento: 2 Corintios 7:14-15, donde Pablo expresa su sentimiento interno por Tito. La Biblia de las Américas, traduce en Filipenses 1:8: “...con el entrañable amor de Cristo Jesús”, pero tiene una nota que dice: Literalmente: “en las entrañas”. La misma nota aparece en la traducción de Filipenses 2:1; tres veces en Filemón, versículos 7, en el 12, donde dice: “recíbelo como si fueran mis propias entrañas”, y en el versículo 20 se traduce corazón, donde el texto original dice entrañas, aunque no falta la nota explicativa. Finalmente, en 1 Juan 3:17 se refiere a las personas que cierran sus entrañas a los pobres. Aunque en el texto aparece corazón, la nota explica que en la lengua original dice “entrañas”.
¿Cuál es la residencia del alma? Algunos han dicho que en la glándula pineal, que se encuentra en la parte superior del cerebro medio. Se sabe que tiene el tamaño de un garbanzo, que la descubrió el fisiólogo francés Philippe Pinel, de ahí viene el nombre. Que, en los seres humanos, la glándula alcanza su madurez hacia los siete años. Se sabe que segrega la hormona denominada melatonina, que fue descubierta en 1958. Se sabe que segrega la hormona durante la noche, para regular el sueño, e interrumpe la segregación durante el dia. En un congreso de musicoterapia escuché a un orador afirmar que la glándula pineal se dilata en el ser humano, cuando se escucha determinado tipo de música. Yo no se si esto será cierto. Pero todavía hay mucho que investigar sobre esta glándula de secreción interna o endocrina. La Biblia nos dice que el cuerpo es el templo del Espíritu Santo, pero ¿dónde está el alma? ¿dónde el Espíritu Santo? Esta es una cuestión que, todavía, pertenece al mundo de la fe. Debemos recordar las palabras de nuestro Señor a Tomas: “Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron” (San Juan 20:29).
Con diferentes significantes, tomados de la cultura de su tiempo, la Biblia nos muestra la realidad que constatamos cotidianamente; que en cada uno de nosotros existe una vida interior. Es el deber de cada ser humano, y especialmente de los cristianos, cuidar y desarrollar esa vida interior conduciéndola a la salud, que es también el camino de la salvación. Como consecuencia de la segunda guerra mundial, los pastores, sacerdotes y rabinos se dieron cuenta que necesitaban “tomar prestadas” algunas herramientas científicas, para poder ayudar eficazmente a sus feligreses. Así se comenzó a enseñar en los Seminarios Teológicos, Pastoral Counseling, que después se llamó Psicología pastoral, Consejería pastoral, Poiménica, y últimamente, Sanidad interior. Abrimos el debate para los que quieran hacer sus aportes. Les rogamos escriban a jorgealeon@psicologia-pastoral.com.ar
Fuente: © Psicopastoral (www.psicologia-pastoral.com.ar)
1 comentario:
Pastor
Según su cita:
"Como consecuencia de la segunda guerra mundial, los pastores, sacerdotes y rabinos se dieron cuenta que necesitaban “tomar prestadas” algunas herramientas científicas, para poder ayudar eficazmente a sus feligreses. Así se comenzó a enseñar en los Seminarios Teológicos, Pastoral Counseling, que después se llamó Psicología pastoral, Consejería pastoral, Poiménica, y últimamente, Sanidad interior."
Esta tratando de decir que todos ellos(pastores, sacerdotes y rabinos) encontraron que la palabra de Dios no es suficiente para poder cambiar a una persona?.... que paso con el poder transformador de Dios?. Fue tan mirado en poco la sabiduría y el poder de la palabra que tuvieron que buscar ayuda de los impíos?... Esta intentando decir que la sanidad interior es producto de la falta de Fe en Dios?, y por ultimo que es eso de "Psicología pastoral". Porque la sicología es creación de ateos que buscaron una forma de ayudar a las personas pero lejos de Dios!!!... esta sicología pastoral tiene la misma raíz?.... y todo esto no será apostasía?
Bendiciones
Publicar un comentario