El periodista y teólogo José de Segovia analizó la última novela de Saramago, ´Caín´, que recorre la Biblia y en la que el personaje del Génesis es el protagonista. El Nobel portugués reescribe la historia «solidarizándose con Caín», viendo a un Dios del Antiguo Testamento que «no es de fiar». «Intento fallido» del novelista que «no explica el texto desde la luz que ofrece el Nuevo Testamento», confundiendo así el sentido de las historias bíblicas, afirma José de Segovia.
En la entrevista concedida por José de Segovia a eMision recuerda la trayectoria del afamado escritor portugués. La temática bíblica no es ajena a Saramago, que ya realizó una polémica revisión del evangelio por la que «terminó autoexiliándose a Lanzarote», explica de Segovia, ante el revuelo causado.
En la misma línea llega esta novela. Caín es un personaje descrito en el Génesis y con una historia «oscura» y para José de Segovia, «solidarizándonos con Saramago», difícil de entender. De hecho, «las interpretaciones en el mismo contexto evangélico han variado» a lo largo de la historia. Para el teólogo protestante «no hay base para pensar que Abel era moralmente mejor que Caín». Por esta razón el autor de la novela entonces «se solidariza con Caín y con su maldad», ya que «Caín mata a Abel porque en realidad no puede matar a Dios, que es lo que desearía» al ser a`parentemente rechazado por El.
El libro «Caín» comienza con una cita de Hebreos 11.4, que Saramago atribuye satíricamente al ´Libro de los disparates´. Un versículo que en su contexto «habla de la esperanza y de la necesidad de la fe» y la confianza en Dios, algo que obviamente Saramago «no percibe al leer el texto». La única explicación para José de Segovia, precisamente a la luz del libro de Hebreos 11:4, es que el sacrificio de Caín «parece más una ceremonia religiosa, algo que surge de una conciencia de Dios muy diferente al Dios de gracia que nos muestra la Biblia» y que se basa en la confianza en su amor.
EL DIOS DE SARAMAGO
El pensamiento de Saramago se desarrolla en la novela en su deseo «de matar a Dios». En este sentido, José de Segovia cree que se refleja «una actitud de querer vivir con todos los dones que Dios nos ha dado en este mundo; con ellos, pero sin él. Como si hubiera muerto: la afrenta última que Dios recibe de los hombres».
El retrato que Saramago hace de Dios es el de «un Dios terrible, alguien que no estamos encantados de conocer». Por tanto, según el autor «no podemos disfrutar de este Dios». Para demostrarlo, el novelista portugués recurre a parafrasear distintas escenas del Génesis y el Éxodo. «Se centra mucho en el juicio de Dios mostrado en la muerte de muchas personas en el Antiguo Testamento», un argumento del que Saramago extrae que Dios «no es de fiar, porque es rencoroso, maligno y corrupto». Hasta le acusa de locura, ya que «sólo un loco sin conciencia de sus actos admitiría ser el culpable de la muerte de cientos de miles de personas y se comportaría luego como si nada hubiera sucedido, salvo que fuera pura y simple maldad», explica José de Segovia citando el texto de ´Caín´.
El problema está entonces, para Saramago, no tanto en la existencia de Dios, sino en que «en este Dios no se puede confiar». Y para José de Segovia, «el argumento de la no existencia de Dios en base a la injusticia es una de las grandes reafirmaciones de que Dios sí existe». Porque el anhelo de justicia en el hombre es una muestra «de la conciencia profunda de seres creados a semejanza de ese Dios», por lo que «tiene que haber un juez que tenga la última palabra».
Por eso, «la gran cuestión no es si una persona cree o no cree en Dios, si es atea, ya que eso no nos dice nada de esa persona, sino si realmente confía en él», agrega De Segovia. Para el teólogo «el problema de la humanidad es que, en su autocompasión, se cree víctima de las circunstancias que achaca a la realidad de ese Dios» cuando en realidad no reconoce que Dios «se muestra como un padre amante, providente, justo y que ha mostrado su justicia hasta las últimas consecuencias descargándola sobre su propio hijo».
«La historia de los hombres, dice Saramago, es la historia de sus desencuentros con Dios, de forma que ni él nos entiende a nosotros ni nosotros le entendemos a él». Una evidencia, para José de Segovia, de que «el testimonio que Dios ha dejado en el hombre es tan profundo que por muchos que sean los esfuerzos humanos por reprimirlo, está ahí, y desde luego, Dios no cree en los ateos».
CAÍN, ANTIHÉROE PROTAGONISTA
¿Por qué elige Saramago a Caín como protagonista? Según el teólogo, todos tenemos «una atracción por lo oscuro» que procede «del testimonio de que hay Dios» y «por la maldad que hay en nosotros, que hace que predomine en nosotros la oscuridad y no la luz». Es por eso que el lector contemporáneo se fascina ante la reinterpretación de personajes como Caín o Judas, ya que son modelos para «todo aquel que se ve descontento con su propia vida y piensa que Dios no le ha tratado como debiera».
En esta novela, Saramago introduce más personajes e historias. Una de las acusaciones más feroces se centra en «la actitud de Dios con Abraham y su ofrenda de Isaac». Saramago expresa su indignación ante «el acto más abominable que Dios pide, que es la muerte del hijo, de Isaac». José de Segovia agrega que el mayor escándalo que detecta el portugués no es más que un antecedente de la cruz. «Lo que le indigna al Nobel portugués es cómo un padre puede matar a su propio hijo. Pero lo que para él es una vergüenza, para el creyente es la gran esperanza», ya que «Dios descarga su ira sobre sí mismo, hace caer todo el juicio sobre sus propias espaldas y abre así una revelación de amor inconmensurable».
El concepto de Dios del novelista está en sus Cuadernos de Lanzarote, donde expresa que «Dios es el silencio del universo», una frase con la que «intenta dar la respuesta del hombre ante una vida considerada triste, donde el destino de los hijos de Adán parece un sinsentido, que nos resulta aún más insufrible que la propia maldad: la falta de propósito». Además Saramago agrega que el hombre «es el grito que da sentido a ese silencio». Una vez más, «se aferra a ese clamor para gritar contra Dios mismo, haciéndolo responsable de esa tragedia». Una tragedia que, para José de Segovia, «debe despertar en nosotros -los cristianos- la compasión, y no en ningún modo la indignación, el odio o la agresividad» que a veces se pronuncian.
En conclusión, José de Segovia considera que el mensaje bíblico de la historia de Caín no puede entenderse sin la luz del evangelio de Jesús. Allí se revela «un Dios de amor, de compasión, de ternura que hace que haya sufrido en su propia carne la realidad de ese dolor». Cristo «ha padecido el destino de Caín en sí mismo: él se hizo pecado. Así entiende la tragedia de Caín, de Saramago, de todo el mundo que se pregunta donde está Dios. Pues está en esa cruz, la muestra mayor de su interés en nosotros».
MULTIMEDIA
- ARTÍCULO de José de Segovia: El «Caín» de Saramago
- AUDIO: entrevista de Daniel Oval a José de Segovia sobre el mismo tema de «Caín» y Saramago.
Fuente: eMision, Protestante Digital.
En la entrevista concedida por José de Segovia a eMision recuerda la trayectoria del afamado escritor portugués. La temática bíblica no es ajena a Saramago, que ya realizó una polémica revisión del evangelio por la que «terminó autoexiliándose a Lanzarote», explica de Segovia, ante el revuelo causado.
En la misma línea llega esta novela. Caín es un personaje descrito en el Génesis y con una historia «oscura» y para José de Segovia, «solidarizándonos con Saramago», difícil de entender. De hecho, «las interpretaciones en el mismo contexto evangélico han variado» a lo largo de la historia. Para el teólogo protestante «no hay base para pensar que Abel era moralmente mejor que Caín». Por esta razón el autor de la novela entonces «se solidariza con Caín y con su maldad», ya que «Caín mata a Abel porque en realidad no puede matar a Dios, que es lo que desearía» al ser a`parentemente rechazado por El.
El libro «Caín» comienza con una cita de Hebreos 11.4, que Saramago atribuye satíricamente al ´Libro de los disparates´. Un versículo que en su contexto «habla de la esperanza y de la necesidad de la fe» y la confianza en Dios, algo que obviamente Saramago «no percibe al leer el texto». La única explicación para José de Segovia, precisamente a la luz del libro de Hebreos 11:4, es que el sacrificio de Caín «parece más una ceremonia religiosa, algo que surge de una conciencia de Dios muy diferente al Dios de gracia que nos muestra la Biblia» y que se basa en la confianza en su amor.
EL DIOS DE SARAMAGO
El pensamiento de Saramago se desarrolla en la novela en su deseo «de matar a Dios». En este sentido, José de Segovia cree que se refleja «una actitud de querer vivir con todos los dones que Dios nos ha dado en este mundo; con ellos, pero sin él. Como si hubiera muerto: la afrenta última que Dios recibe de los hombres».
El retrato que Saramago hace de Dios es el de «un Dios terrible, alguien que no estamos encantados de conocer». Por tanto, según el autor «no podemos disfrutar de este Dios». Para demostrarlo, el novelista portugués recurre a parafrasear distintas escenas del Génesis y el Éxodo. «Se centra mucho en el juicio de Dios mostrado en la muerte de muchas personas en el Antiguo Testamento», un argumento del que Saramago extrae que Dios «no es de fiar, porque es rencoroso, maligno y corrupto». Hasta le acusa de locura, ya que «sólo un loco sin conciencia de sus actos admitiría ser el culpable de la muerte de cientos de miles de personas y se comportaría luego como si nada hubiera sucedido, salvo que fuera pura y simple maldad», explica José de Segovia citando el texto de ´Caín´.
El problema está entonces, para Saramago, no tanto en la existencia de Dios, sino en que «en este Dios no se puede confiar». Y para José de Segovia, «el argumento de la no existencia de Dios en base a la injusticia es una de las grandes reafirmaciones de que Dios sí existe». Porque el anhelo de justicia en el hombre es una muestra «de la conciencia profunda de seres creados a semejanza de ese Dios», por lo que «tiene que haber un juez que tenga la última palabra».
Por eso, «la gran cuestión no es si una persona cree o no cree en Dios, si es atea, ya que eso no nos dice nada de esa persona, sino si realmente confía en él», agrega De Segovia. Para el teólogo «el problema de la humanidad es que, en su autocompasión, se cree víctima de las circunstancias que achaca a la realidad de ese Dios» cuando en realidad no reconoce que Dios «se muestra como un padre amante, providente, justo y que ha mostrado su justicia hasta las últimas consecuencias descargándola sobre su propio hijo».
«La historia de los hombres, dice Saramago, es la historia de sus desencuentros con Dios, de forma que ni él nos entiende a nosotros ni nosotros le entendemos a él». Una evidencia, para José de Segovia, de que «el testimonio que Dios ha dejado en el hombre es tan profundo que por muchos que sean los esfuerzos humanos por reprimirlo, está ahí, y desde luego, Dios no cree en los ateos».
CAÍN, ANTIHÉROE PROTAGONISTA
¿Por qué elige Saramago a Caín como protagonista? Según el teólogo, todos tenemos «una atracción por lo oscuro» que procede «del testimonio de que hay Dios» y «por la maldad que hay en nosotros, que hace que predomine en nosotros la oscuridad y no la luz». Es por eso que el lector contemporáneo se fascina ante la reinterpretación de personajes como Caín o Judas, ya que son modelos para «todo aquel que se ve descontento con su propia vida y piensa que Dios no le ha tratado como debiera».
En esta novela, Saramago introduce más personajes e historias. Una de las acusaciones más feroces se centra en «la actitud de Dios con Abraham y su ofrenda de Isaac». Saramago expresa su indignación ante «el acto más abominable que Dios pide, que es la muerte del hijo, de Isaac». José de Segovia agrega que el mayor escándalo que detecta el portugués no es más que un antecedente de la cruz. «Lo que le indigna al Nobel portugués es cómo un padre puede matar a su propio hijo. Pero lo que para él es una vergüenza, para el creyente es la gran esperanza», ya que «Dios descarga su ira sobre sí mismo, hace caer todo el juicio sobre sus propias espaldas y abre así una revelación de amor inconmensurable».
El concepto de Dios del novelista está en sus Cuadernos de Lanzarote, donde expresa que «Dios es el silencio del universo», una frase con la que «intenta dar la respuesta del hombre ante una vida considerada triste, donde el destino de los hijos de Adán parece un sinsentido, que nos resulta aún más insufrible que la propia maldad: la falta de propósito». Además Saramago agrega que el hombre «es el grito que da sentido a ese silencio». Una vez más, «se aferra a ese clamor para gritar contra Dios mismo, haciéndolo responsable de esa tragedia». Una tragedia que, para José de Segovia, «debe despertar en nosotros -los cristianos- la compasión, y no en ningún modo la indignación, el odio o la agresividad» que a veces se pronuncian.
En conclusión, José de Segovia considera que el mensaje bíblico de la historia de Caín no puede entenderse sin la luz del evangelio de Jesús. Allí se revela «un Dios de amor, de compasión, de ternura que hace que haya sufrido en su propia carne la realidad de ese dolor». Cristo «ha padecido el destino de Caín en sí mismo: él se hizo pecado. Así entiende la tragedia de Caín, de Saramago, de todo el mundo que se pregunta donde está Dios. Pues está en esa cruz, la muestra mayor de su interés en nosotros».
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- ARTÍCULO de José de Segovia: El «Caín» de Saramago
- AUDIO: entrevista de Daniel Oval a José de Segovia sobre el mismo tema de «Caín» y Saramago.
Fuente: eMision, Protestante Digital.
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