Por. Luis Ruiz Doménech, España*
Bajo el titular “Iglesias protestantes de EEUU, ejemplo de integración racial” P+D publica esta noticia fechada en Nueva York el día 15 del presente mes de febrero. En la Iglesia Bíblica de Antioquía de Seattle blancos y negros adoran juntos al mismo Dios. Otras congregaciones de todo el país siguen esa misma línea luchando para romper las barreras raciales en su seno. Todo eso está muy bien pero no debiera ser noticia.
No debiera ser noticia por ser resultado natural del mensaje del Evangelio que no es discriminatorio. No debiera ser noticia por ser sabido que, desde Abraham al principio de la Biblia, Dios quiso formar un pueblo para alcanzar a todas las naciones con bendición universal.
No debiera ser noticia por recordar que en los inicios de la iglesia Dios enseña al Apóstol Pedro que ni él hace distinción entre persona y persona ni quiere que quienes crean en él la hagan. No debiera ser noticia por haber leído alguna vez que Dios en Cristo forma un solo pueblo —la iglesia— con gente que procede de todo linaje, lengua, pueblo y nación; y eso lo hace al precio de su muerte en la cruz.
No debiera ser noticia porque Cristo elimina cualquier barrera de separación entre los seres humanos.
No debiera ser noticia porque en Cristo somos todos uno; no hay judío ni griego, esclavo ni libre, hombre ni mujer. No debiera ser noticia porque llevamos miles de años de atraso en entender que Dios ama a todas las personas por igual.
No debiera ser noticia porque la iglesia, por esencia, debiera ser acogedora e integradora. No debiera ser noticia porque, como expresa el pastor Ken Hutcherson, “Esta es la única forma de hacer iglesia”.
Bienvenida sea la noticia, en cualquier caso, no sólo para las iglesias en Estados Unidos sino para toda iglesia con vocación bíblica en cualquier parte del mundo.
Bienvenida sea la noticia para iglesias fragmentadas y excluyentes que se agrupan contra el otro por idiomas, razas, color de piel, nacionalidades, culturas, niveles culturales, clases sociales, niveles económicos, suma y sigue.
Lo que debiera ser noticia (por extraño, raro e infrecuente) serían los casos segregación, odios y racismo en las iglesias.
Nadie dice que la integración y la armonía sean cosas fáciles de conseguir y mantener pero lo que si es cierto es que, en Cristo, es deseable, posible y alcanzable.
*Luis Ruiz Doménech es ingeniero y escritor
Fuente: © L. Ruiz, ProtestanteDigital.com
Bajo el titular “Iglesias protestantes de EEUU, ejemplo de integración racial” P+D publica esta noticia fechada en Nueva York el día 15 del presente mes de febrero. En la Iglesia Bíblica de Antioquía de Seattle blancos y negros adoran juntos al mismo Dios. Otras congregaciones de todo el país siguen esa misma línea luchando para romper las barreras raciales en su seno. Todo eso está muy bien pero no debiera ser noticia.
No debiera ser noticia por ser resultado natural del mensaje del Evangelio que no es discriminatorio. No debiera ser noticia por ser sabido que, desde Abraham al principio de la Biblia, Dios quiso formar un pueblo para alcanzar a todas las naciones con bendición universal.
No debiera ser noticia por recordar que en los inicios de la iglesia Dios enseña al Apóstol Pedro que ni él hace distinción entre persona y persona ni quiere que quienes crean en él la hagan. No debiera ser noticia por haber leído alguna vez que Dios en Cristo forma un solo pueblo —la iglesia— con gente que procede de todo linaje, lengua, pueblo y nación; y eso lo hace al precio de su muerte en la cruz.
No debiera ser noticia porque Cristo elimina cualquier barrera de separación entre los seres humanos.
No debiera ser noticia porque en Cristo somos todos uno; no hay judío ni griego, esclavo ni libre, hombre ni mujer. No debiera ser noticia porque llevamos miles de años de atraso en entender que Dios ama a todas las personas por igual.
No debiera ser noticia porque la iglesia, por esencia, debiera ser acogedora e integradora. No debiera ser noticia porque, como expresa el pastor Ken Hutcherson, “Esta es la única forma de hacer iglesia”.
Bienvenida sea la noticia, en cualquier caso, no sólo para las iglesias en Estados Unidos sino para toda iglesia con vocación bíblica en cualquier parte del mundo.
Bienvenida sea la noticia para iglesias fragmentadas y excluyentes que se agrupan contra el otro por idiomas, razas, color de piel, nacionalidades, culturas, niveles culturales, clases sociales, niveles económicos, suma y sigue.
Lo que debiera ser noticia (por extraño, raro e infrecuente) serían los casos segregación, odios y racismo en las iglesias.
Nadie dice que la integración y la armonía sean cosas fáciles de conseguir y mantener pero lo que si es cierto es que, en Cristo, es deseable, posible y alcanzable.
*Luis Ruiz Doménech es ingeniero y escritor
Fuente: © L. Ruiz, ProtestanteDigital.com
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