Por. José de Segovia, Madrid*
Va a salir ahora el último disco de Johnny Cash, una de las grandes leyendas de la música popular norteamericana, y uno de los artistas evangélicos más conocidos en Estados Unidos. American VI: Ain´t No Grave es ya la sexta, y parece que última entrega, de la serie de grabaciones que hizo en su casa poco antes de morir. Acosado por una enfermedad neurológica, sufrió los últimos años de su vida constantes neumonías, pero pareció resistir los arañazos del tiempo, gracias a la fe y la ayuda de su esposa June Carter, que le sostuvieron en medio de crisis, como la que le hundió en la droga en los años sesenta. Cuando ella se fue a la Casa de su Padre en mayo del 2003, Johnny la siguió cuatro meses después...
Este disco lo grabó el año 2002, el productor Rick Rubin, en el estudio de su casa, donde siguió haciendo música, desde que abandonó los escenarios al entrar en coma en 1993. Su voz cavernosa no tiene la fuerza de antes, pero sigue manteniendo el alma en vilo. El álbum incluye una canción nueva, basada en 1 de Corintios 15:55, además de versiones de Sheryl Crow y Kris Kristofferson. Johnny Cash ha sido redescubierto ahora por toda una nueva generación. Sus historias de miserias y amores muestran el lado oscuro del modo de vida americano, que tan bien retrató en sus baladas sobre perdedores. El suyo era un country seco, lejos de los coros melosos. Su fría mirada y viejas botas llevan el barro de haber descendido más de una vez a los infiernos. Lo que hace que su testimonio de fe, sea algo más que bonitas palabras. Su experiencia espiritual pasó por caminos tortuosos, pero nos muestra cómo es posible encontrar a pesar de todo, el camino a casa...
CHICO DE IGLESIA
Criado en una granja de Arkansas en los años treinta, Johnny iba con su madre a la Iglesia de Dios, que es una denominación evangélica pentecostal, aunque ella era metodista y su abuelo pastor bautista. El predicador de aquella iglesia le aterrorizaba, porque “gritaba, lloraba y jadeaba terriblemente”. Aquel hombre joven se bajaba a menudo del púlpito para pasearse en medio de la congregación, y cuándo menos te lo esperabas agarraba a alguien por las solapas, y lo levantaba del asiento, vociferándole a la cara: “¡Arrepiéntete!”. Tras llevar así a alguien a rastras, no era raro que muchos les siguieran, hasta no quedar ya ningún sitio en las escalinatas del púlpito. Cash recuerda a la mayoría de aquellas “mujeres llorando, riendo, gritando y gesticulando con las manos levantadas”. Esas “convulsiones con que se revolcaban por el suelo, los gemidos, los temblores y los espasmos musculares de que eran objeto”, dice que le “aterrorizaban aún más”, mientras se agarraba con fuerza al banco. Lo extraño es que recuerda que el rostro de su madre “irradiaba felicidad cada vez que abandonaban la iglesia”.
Cash tiene una formación evangélica, por eso muy similar a las principales estrellas de rock de los años cincuenta. Fue educado en la iglesia bautista como Chuck Berry, Little Richard o Buddy Holly, pero tuvo la misma influencia pentecostal que Elvis Presley o Jerry Lee Lewis en Asambleas de Dios. Muchos de ellos grababan entonces en la compañía Sun, donde hay muchas grabaciones de Johnny cantando himnos con Elvis o Jerry Lee. Allí conoció además a su habitual colaborador, Carl Perkins, al que dió el título de uno de sus más conocidos temas de rock´n´roll, el clásico Zapatos de ante azul. Cuando era niño, la música de hecho era lo único que le interesaba de la iglesia. Si bien, escuchaba el Evangelio, y sabía muy bien que en la vida sólo hay dos caminos a seguir. Como muchos en la sociedad americana, Cash siguió los rituales de paso por los que uno llega a ser considerado evangélico. Pasó al frente a los doce años en una campaña de avivamiento de una iglesia bautista, fue bautizado en el Espíritu Santo, y decidió volver a consagrarse, confirmando su fe en un templo evangélico de Nashville en 1971.
Mientras estaba alcoholizado, vió fracasar su matrimonio, se hizo adicto a las pastillas, intentó robar farmacias, se volvía paranoico con una pistola encima, e incluso provocaba accidentes, por lo que estuvo en la cárcel siete veces. Su vida es un claro ejemplo en ese sentido de lo vacío de una fe basada en ciertas decisiones que uno haya hecho en un momento de su vida. Ya que como él mismo ha escrito: “en la vida cada día es un nuevo horizonte, y a pesar de que hoy puede que te sientas a las puertas del cielo, mañana puedes estar hundido en lo más profundo”…
EL HOMBRE VESTIDO DE NEGRO
El apasionante relato de esta odisea espiritual, lo escribió ya hace tiempo en una emocionante autobiografía, que con el titulo El hombre vestido de negro editó Clie en castellano, un año después de su aparición en inglés, en 1975. La versión que ahora publica Global Rhythm, la hizo al final de su vida con Patrick Carr. Él quería que su historia fuera una luz de esperanza a todos los “que han fracasado en seguir los pasos del Maestro”, porque se han “hundido en el barro y creen que ya no hay posibilidad”. Muchos entonces, como hoy, le admiran por ser un artista maldito. Por lo que le prefieren ver en la cárcel, antes que en una iglesia. Pero tras años, entregado a las drogas, la gracia de Dios pudo más que todos sus intentos de escapar de Él, y su vida fue finalmente transformada…
“El que quiere ser cristiano debe cambiar del todo”, dice Johnny Cash. “Perderá algunos amigos”, pero “no se puede jugar con fuego, ni nadar entre dos aguas”. Así que “cada día se hace necesario trazar muy claramente la línea divisoria, entre lo que eras y lo que debes ser”. Uno de sus textos preferidos de la Biblia, era por eso: “el que piense estar firme, mire que no caiga”. Su testimonio es el de un superviviente. Lo que vale más para mí que muchas historias de éxito, que suelen entusiasmar a la gente con relatos triunfalistas de victoria, que acaban confundiendo nuestros deseos con la propia realidad.
Johnny vió que su “política de soledad y falta de comunión con otros cristianos consagrados acabaría por debilitarle espiritualmente”. Él encontró al final de su vida que “hay algo muy importante en la adoración a Dios conjuntamente con otros cristianos, y perder eso nos hace presa fácil, nos convierte en vulnerables a las tentaciones y vicios destructivos que van siempre estrechamente ligados al trasfondo de la vida artística”. Su vida nos habla sobre todo de la verdad de un Dios de amor, perdonador, clemente, paciente y bondadoso; pero también de lo increíblemente débiles que somos. Por eso gracias a Dios que nuestra fe no está basada en ninguna decisión emocional que un día hayamos hecho, sino en la obra perseverante de un Dios que nunca nos abandona, y cuya gracia esperamos nos lleva al final del camino. Pero mientras la lucha se hace dura, y larga la noche...
MULTIMEDIA
Puede escuchar aquí una entrevista a José de Segovia sobre la aparición de la película sobre la vida de Johnny Cash “En la cuerda floja”.
*José de Segovia es periodista, teólogo y pastor en Madrid
Fuente: © J. de Segovia. ProtestanteDigital.com (España, 2010).
Va a salir ahora el último disco de Johnny Cash, una de las grandes leyendas de la música popular norteamericana, y uno de los artistas evangélicos más conocidos en Estados Unidos. American VI: Ain´t No Grave es ya la sexta, y parece que última entrega, de la serie de grabaciones que hizo en su casa poco antes de morir. Acosado por una enfermedad neurológica, sufrió los últimos años de su vida constantes neumonías, pero pareció resistir los arañazos del tiempo, gracias a la fe y la ayuda de su esposa June Carter, que le sostuvieron en medio de crisis, como la que le hundió en la droga en los años sesenta. Cuando ella se fue a la Casa de su Padre en mayo del 2003, Johnny la siguió cuatro meses después...
Este disco lo grabó el año 2002, el productor Rick Rubin, en el estudio de su casa, donde siguió haciendo música, desde que abandonó los escenarios al entrar en coma en 1993. Su voz cavernosa no tiene la fuerza de antes, pero sigue manteniendo el alma en vilo. El álbum incluye una canción nueva, basada en 1 de Corintios 15:55, además de versiones de Sheryl Crow y Kris Kristofferson. Johnny Cash ha sido redescubierto ahora por toda una nueva generación. Sus historias de miserias y amores muestran el lado oscuro del modo de vida americano, que tan bien retrató en sus baladas sobre perdedores. El suyo era un country seco, lejos de los coros melosos. Su fría mirada y viejas botas llevan el barro de haber descendido más de una vez a los infiernos. Lo que hace que su testimonio de fe, sea algo más que bonitas palabras. Su experiencia espiritual pasó por caminos tortuosos, pero nos muestra cómo es posible encontrar a pesar de todo, el camino a casa...
CHICO DE IGLESIA
Criado en una granja de Arkansas en los años treinta, Johnny iba con su madre a la Iglesia de Dios, que es una denominación evangélica pentecostal, aunque ella era metodista y su abuelo pastor bautista. El predicador de aquella iglesia le aterrorizaba, porque “gritaba, lloraba y jadeaba terriblemente”. Aquel hombre joven se bajaba a menudo del púlpito para pasearse en medio de la congregación, y cuándo menos te lo esperabas agarraba a alguien por las solapas, y lo levantaba del asiento, vociferándole a la cara: “¡Arrepiéntete!”. Tras llevar así a alguien a rastras, no era raro que muchos les siguieran, hasta no quedar ya ningún sitio en las escalinatas del púlpito. Cash recuerda a la mayoría de aquellas “mujeres llorando, riendo, gritando y gesticulando con las manos levantadas”. Esas “convulsiones con que se revolcaban por el suelo, los gemidos, los temblores y los espasmos musculares de que eran objeto”, dice que le “aterrorizaban aún más”, mientras se agarraba con fuerza al banco. Lo extraño es que recuerda que el rostro de su madre “irradiaba felicidad cada vez que abandonaban la iglesia”.
Cash tiene una formación evangélica, por eso muy similar a las principales estrellas de rock de los años cincuenta. Fue educado en la iglesia bautista como Chuck Berry, Little Richard o Buddy Holly, pero tuvo la misma influencia pentecostal que Elvis Presley o Jerry Lee Lewis en Asambleas de Dios. Muchos de ellos grababan entonces en la compañía Sun, donde hay muchas grabaciones de Johnny cantando himnos con Elvis o Jerry Lee. Allí conoció además a su habitual colaborador, Carl Perkins, al que dió el título de uno de sus más conocidos temas de rock´n´roll, el clásico Zapatos de ante azul. Cuando era niño, la música de hecho era lo único que le interesaba de la iglesia. Si bien, escuchaba el Evangelio, y sabía muy bien que en la vida sólo hay dos caminos a seguir. Como muchos en la sociedad americana, Cash siguió los rituales de paso por los que uno llega a ser considerado evangélico. Pasó al frente a los doce años en una campaña de avivamiento de una iglesia bautista, fue bautizado en el Espíritu Santo, y decidió volver a consagrarse, confirmando su fe en un templo evangélico de Nashville en 1971.
Mientras estaba alcoholizado, vió fracasar su matrimonio, se hizo adicto a las pastillas, intentó robar farmacias, se volvía paranoico con una pistola encima, e incluso provocaba accidentes, por lo que estuvo en la cárcel siete veces. Su vida es un claro ejemplo en ese sentido de lo vacío de una fe basada en ciertas decisiones que uno haya hecho en un momento de su vida. Ya que como él mismo ha escrito: “en la vida cada día es un nuevo horizonte, y a pesar de que hoy puede que te sientas a las puertas del cielo, mañana puedes estar hundido en lo más profundo”…
EL HOMBRE VESTIDO DE NEGRO
El apasionante relato de esta odisea espiritual, lo escribió ya hace tiempo en una emocionante autobiografía, que con el titulo El hombre vestido de negro editó Clie en castellano, un año después de su aparición en inglés, en 1975. La versión que ahora publica Global Rhythm, la hizo al final de su vida con Patrick Carr. Él quería que su historia fuera una luz de esperanza a todos los “que han fracasado en seguir los pasos del Maestro”, porque se han “hundido en el barro y creen que ya no hay posibilidad”. Muchos entonces, como hoy, le admiran por ser un artista maldito. Por lo que le prefieren ver en la cárcel, antes que en una iglesia. Pero tras años, entregado a las drogas, la gracia de Dios pudo más que todos sus intentos de escapar de Él, y su vida fue finalmente transformada…
“El que quiere ser cristiano debe cambiar del todo”, dice Johnny Cash. “Perderá algunos amigos”, pero “no se puede jugar con fuego, ni nadar entre dos aguas”. Así que “cada día se hace necesario trazar muy claramente la línea divisoria, entre lo que eras y lo que debes ser”. Uno de sus textos preferidos de la Biblia, era por eso: “el que piense estar firme, mire que no caiga”. Su testimonio es el de un superviviente. Lo que vale más para mí que muchas historias de éxito, que suelen entusiasmar a la gente con relatos triunfalistas de victoria, que acaban confundiendo nuestros deseos con la propia realidad.
Johnny vió que su “política de soledad y falta de comunión con otros cristianos consagrados acabaría por debilitarle espiritualmente”. Él encontró al final de su vida que “hay algo muy importante en la adoración a Dios conjuntamente con otros cristianos, y perder eso nos hace presa fácil, nos convierte en vulnerables a las tentaciones y vicios destructivos que van siempre estrechamente ligados al trasfondo de la vida artística”. Su vida nos habla sobre todo de la verdad de un Dios de amor, perdonador, clemente, paciente y bondadoso; pero también de lo increíblemente débiles que somos. Por eso gracias a Dios que nuestra fe no está basada en ninguna decisión emocional que un día hayamos hecho, sino en la obra perseverante de un Dios que nunca nos abandona, y cuya gracia esperamos nos lleva al final del camino. Pero mientras la lucha se hace dura, y larga la noche...
MULTIMEDIA
Puede escuchar aquí una entrevista a José de Segovia sobre la aparición de la película sobre la vida de Johnny Cash “En la cuerda floja”.
*José de Segovia es periodista, teólogo y pastor en Madrid
Fuente: © J. de Segovia. ProtestanteDigital.com (España, 2010).
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