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sábado, 27 de noviembre de 2010

«La Historia de las Religiones en la interpretación de Paul Tillich

Por. Alberto Fernando ROLDÁN, Argentina
Resumen: En el presente artículo, el teólogo argentino Alberto Fernando Roldán analiza la famosa «última conferencia» pronunciada por Paul Tillich en 1965, sobre “El significado de la historia de las religiones para el teólogo cristiano”. Roldán expone los argumentos desarrollados por el teólogo y filósofo alemán en los que se destacan sus críticas a Karl Barth y a una “religión-sin-dios” expresada en la “teología de la muerte de Dios”. En la última parte de su trabajo, Roldán analiza la propuesta de Tillich en la que intuye la posibilidad de una “Religión del Espíritu Concreto”. Tal designación supone la alternativa de una religión en la que destaque la teonomía como instancia superadora de la heteronomía y la autonomía y donde el simbolismo religioso permita enriquecer el diálogo entre las distintas religiones del mundo. Es en ese sentido que Roldán interpreta el mensaje de Tillich como providencial y emblemático.
Palabras clave: Religiones. Teología cristiana. Teonomía. Simbolismo.
Lo que necesitamos es una teología
de dicha historia de las religiones
en la cual haya un equilibrio entre la valoración positiva
de la revelación universal y la crítica. Ambas son necesarias.
Paul Tillich
En sus últimos descubrimientos y preocupaciones teológicas,
Paul Tillich fue, una vez más, un innovador y un precursor.
Mircea Eliade


Introducción
Situados en pleno desarrollo del siglo XXI es dable apreciar el interés que la religión ha despertado en filósofos, sociólogos y pensadores en general[1]. En efecto, las tendencias de la sociedad hacia una secularización que derivaría en un secularismo total no han perdurado demasiado. En efecto, hoy por hoy se asiste a una resignificación del fenómeno religioso en el mundo y ha resurgido un interés por analizarlo desde distintas ópticas. Otra evidencia de la actualidad de lo religioso lo constituye lo que hoy se da en llamar “diálogo interreligioso”. Como si hubiéramos superado el diálogo ecuménico, tanto de vertiente protestante –primera instancia histórica- como de la católica –a partir del Vaticano II- ahora asistimos a un nuevo escenario mucho más complejo y, acaso, prometedor: el diálogo interreligioso. A pesar de tendencias religiosas hegemónicas como la que se observa en el famoso y criticado documento de Joseph Ratzinger Dominus Iesus, el diálogo interreligioso es un hecho hoy, un dato de la realidad y de ello dan testimonio numerosos trabajos realizados en América Latina. Algunos de ellos, sólo a título de ejemplo, son los de Marcelo Barros: “Por uma Igreja Conciliar e Pluralista (O Vaticano II, o diálogo Inter-religioso e a vida consagrada”, de Jorge Pixkey, “¿Nos ayuda la Biblia en el diálogo interreligioso?”, y José María Vigil, “Desafíos de la Teología del Pluralismo a la fe tradicional” o su “Teología del Pluralismo Religioso”[2], así como sobre todo, la serie “Por los muchos caminos de Dios”, dirigida por la Comisión Teológica Latinoamericana de la ASETT/EATWOT con la colaboración de más de 50 teólogos y teólogas del Continente[3].
No es nuestro propósito referirnos al mismo en forma directa sino más bien analizar los conceptos del teólogo y filósofo Paul Tillich. Más allá de su notable aporte a la teología sistemática, a la filosofía en general, a la filosofía de la religión y a la ética[4] –entre los muchos campos de su investigación– Tillich, se interesó vivamente por el diálogo interreligioso. En lo que fue –y según define Mircea Eliade constituyó un acto simbólico– la última conferencia pronunciada por Tillich, apenas diez días antes de su imprevista muerte, versó, precisamente, sobre la historia de las religiones. Su ensayo se tituló exactamente así: “La significación de la historia de las religiones para el teólogo sistemático”[5]. El objetivo del presente trabajo es analizar el contenido de esa ponencia como especie de prolegómenos al actual diálogo interreligioso.
1. Dos actitudes hacia la religión
En la primera parte de la ponencia citada, Tillich hace referencia a dos actitudes básicas que son, también, “decisiones básicas” que se toman hacia las religiones. Por un lado, está lo que Tillich describe como “una teología que rechaza a todas las religiones con la excepción de aquella de la cual es teólogo”[6]. La otra actitud es aquella en la que se acepta positivamente y con seriedad el tema en cuestión, pero que “ha rechazado la paradoja de una religión de la no-religión, es decir, una teología sin dios, que podemos también denominar de la secularidad”[7]. Ambas posiciones tienen, según Tillich, una larga historia pero han experimentado renovaciones en el siglo XX. La primera, ha sido reavivada por Karl Barth y supone una oposición absoluta entre vera religio y religiones falsae. Específicamente, aunque Tillich no lo indica en su texto, se hace referencia aquí a la oposición que Karl Barth establece entre revelación y religión en su famoso trabajo titulado “La revelación como abolición de la religión”.
2. Ampliación del punto de vista de Barth.
A modo de ampliación, es oportuno indicar algunos aspectos del mismo y sintetizar sus argumentos. Debe notarse que Barth inserta ese tema dentro de su monumental Church Dogmatics[8]. Barth se pregunta cómo se da el problema de la religión en la teología, definiendo la revelación como el evento que “ha sido comprendido y expuesto tal como es atestiguado a la Iglesia de Jesucristo por la Santa Escritura”[9]. En lenguaje dialéctico, Barth dice luego que “la revelación de Dios es realmente la presencia de Dios y por lo tanto el ocultamiento de Dios en el mundo de la religión humana”[10]. Se trata de una dialéctica en la que Barth establece dobles opuestos:
Revelación vs. religión
Presencia vs. ocultamiento
A la pregunta de ¿dónde radica el problema de la religión?, Barth responde: radica simplemente en que la religión es la expresión del problema del hombre en su encuentro y comunión con Dios. Y esto es, para Barth, una clara posibilidad de caer en la tentación. La tentación puede ocurrir –tornándose por ello en más grave y peligrosa– aun en el ámbito de la religión, de la relación del hombre con lo divino. Y, criticando a la teología protestante, Barth dice que su real catástrofe fue que “la teología protestante ha perdido su objeto, la revelación en toda su singularidad, y perdiendo eso, pierde la semilla de la fe con la cual podría remover montañas, aun la montaña de la moderna cultura humanística”[11].

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