Por AGUSTINA
MUSSIO, Argentina
Formar pareja va
perdiendo su condición determinante en asuntos de paternidad. Con la
“neosoltería” -como algunos llaman a los jóvenes que no muestran intenciones de
casarse o concubinarse - comienzan a considerase nuevas formas para convertirse
en padres que rompen con el modelo de familia tradicional: los acuerdos de paternidad
figuran entre las alternativas que suman adeptos.
Recientemente, el
actor Guillermo Pfening puso el tema sobre el tapete: se conoció que nació
Asia, la hija que acordó tener con una amiga, sin que entre ellos exista una
relación amorosa.
Lo que hicieron se
llama copaternidad, y consiste en un acuerdo entre dos personas para concebir
un hijo, sin necesidad de que los una un vínculo sentimental. Se puede dar
entre amigos o desconocidos. También los homosexuales recurren a este sistema
para convertirse en padres.
“La idea es que no
hace falta un vínculo sentimental, sí de amor, de compañerismo y de
responsabilidad, pero que no hace falta un vinculo tan pasional para darle amor
a un hijo y para crear un nuevo tipo de familia”
En internet ya se
encuentran espacios dedicados a quienes pretenden sumarse a esta modalidad. El
sitio estadounidense Modamily, que supera los 3.000 usuarios, es uno de ellos.
Y también existen grupos de Facebook que se crearon con el mismo fin.
Los espacios
virtuales se proponen vincular a desconocidos que desean convertirse en padres
para que se conozcan, compartan experiencias, comparen valores familiares y
expectativas de crianza. En el caso de llegar a un acuerdo, la manera de
concebir (por inseminación o a través de relaciones sexuales) dependerá de la
decisión de la dupla.
En general, los que
consideran esta alternativa son solteros que descreen del matrimonio o que no
están dispuestos a “acelerar” la búsqueda de una pareja para cumplir el deseo
de convertirse en padres.
Suelen pensar que un
acuerdo con la persona que eligen para madre o padre de su futuro hijo tiene
más posibilidades de llegar a buen puerto, que la que tendría una relación
forzada y apresurada, que acaso escondería el fin último de la maternidad o la
paternidad.
“La idea es que no
hace falta un vínculo sentimental, sí de amor, de compañerismo y de
responsabilidad, pero que no hace falta un vinculo tan pasional para darle amor
a un hijo y para crear un nuevo tipo de familia”, escribió Pfening en Twitter
para explicar la decisión que tomó con su amiga Cynthia Pinasco (ayudante de
cámara de Pol-ka).
La idea que pretende
desterrar esta fórmula moderna es que para ser papás primero se debe encontrar
un cónyuge. “Estoy convencido de que una decisión que nace del más puro amor y
del deseo es una buena causa. Creo en el amor en todas sus variadas formas y en
que a los sueños hay que cumplirlos”, se explayó el actor para justificar su
posición.
Esta corriente
también apareció reflejada en el cine: la comedia norteamericana “Friends with
children” (en Argentina se estrenó en 2012) narra la historia de dos amigos que
decidieron tener un hijo, sin mantener una relación de pareja.
El
problema de las representaciones
“Las transformaciones
en el funcionamiento de las familias que se vienen produciendo en las últimas
décadas afectaron a las representaciones sobre las cuales se organizó gran
parte de la cultura occidental”, señala la licenciada en psicología Gabriela
Bravetti, profesora adjunta e investigadora de la facultad de Psicología de la
UNLP.
Es que con este tipo
de uniones también entrarían a tambalearse algunos conceptos: ¿qué implica ser
una familia?, ¿una madre?, ¿un padre?, ¿cómo llamar a dos amigos que deciden
tener un hijo?
La licenciada explica
que los significados de “familia”, “maternidad” y “paternidad” se
institucionalizaron en el seno de un modelo social y cultural particular: la
familia burguesa occidental moderna. En la actualidad, las implicancias de estos
términos estarían en plena transformación.
Bravetti señala que
la recomposición de estos conceptos se establece en torno a nuevos ejes que
cambiaron el panorama: “la negociación de los lugares de hombres y mujeres, la
concepción de una autoridad consensuada, la entrada del padre en la primera
infancia, la autonomía masculina respecto del hijo y la autonomización del
deseo femenino más allá del proyecto de familia, entre otros”. La especialista
plantea que estos cambios enmarcan la elección de un proyecto de hijo en
situaciones donde antes era impensable.
El antropólogo
platense Héctor Blas Lahitte coincide con Bravetti en que está cambiando la
idea de familia. “Lo que se sostiene es la perpetuidad de la especie, porque se
sigue reproduciendo. Pero se está cuestionando la idea de familia y cuando eso
pasa al poco tiempo se alteran los sistemas de parentescos: madre, padre y
filiación (los hijos que tengan)”, afirma.
“En nuestra cultura
el formar una familia con un padre y una madre supone como principio básico un
enlace de amor, y lo que proponen en estos casos es muy distinto”
Para el antropólogo,
el surgimiento de este tipo de alternativas para concebir es producto de que
“las formas de convivencia se fueron deteriorando en nuestra sociedad”. Plantea
que muchas mujeres no están dispuestas a perder grados de libertad ni los
hombres quieren sentirse atados a un retorno fijo o a una mensualidad prevista.
Además -dice el especialista- no quieren arriesgarse a pasar por un estudio
jurídico en caso de divorcio.
“Primero se
eliminaron los rituales religiosos, después se cuestionó el matrimonio civil y
ahora la unión”, dice Lehitte. El antropólogo considera que acordar tener un
hijo “no tiene que ver con ser padre, sino con satisfacer el deseo de ser
progenitor”.
“En nuestra cultura
el formar una familia con un padre y una madre supone como principio básico un
enlace de amor, y lo que proponen en estos casos es muy distinto”, desliza.
“El ‘estamos juntos
mientras sea lindo’ se considera un éxito social increíble de estos tiempos, y
es la estupidez más grande de la historia. En todo el mundo civilizado se
piensa en las formas de sostener una familia que permita generar afecto: no
prescindir de él y reproducirse por un pacto”, opina el antropólogo.
Desde
el punto de vista legal
Desde el punto de
vista legal, la legislación argentina no especifica nada para estos casos. “El
hecho de tener un hijo en común determina derechos y obligaciones. El vínculo
no tiene mayor influencia”, sostiene Miguel González Andia, profesor titular de
Derecho Civil V, Familia y Sucesiones de la UCALP y director del Instituto de
Derecho de Familia y Sucesiones del Colegio de Abogados de La Plata.
“Acá no hay
legislación, pero esto se empezó a hacer hace 10 años entre todo tipo de
parejas. Empezó con mujeres solteras, gays y ahora ya se da entre gente
heterosexual”, escribió Pfening en Twitter. Por el momento, el actor convive
con la madre de Asia (que nació el 10 de diciembre) pero mantienen una relación
de amigos, aunque con un hijo en común.
“Esto amerita una
reflexión, porque hay un montón de mujeres que por el reloj biológico… y un
montón de hombres que no encuentran a una persona y, de pronto, de esta manera
hay un entendimiento (…) A mí me parece una concepción natural. Hay familias
bien constituidas y otras que no funcionan (…) Todos como padres nos podemos
equivocar, pero me parece que mientras haya amor y responsabilidad, y no estar
pensando tanto en el que dirán, lo otro se va acomodando, porque sino el miedo
te paraliza”, manifestó el actor en la red social.
Con defensores y
detractores, la copaternidad abre una nueva posibilidad de familia que desata
polémica.
Fuente:
El Día, diario de la Plata, 2015.
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