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miércoles, 18 de marzo de 2015

LA IGLESIA EVANGELICA Y LA POLITICA: ¿Está mal que la Iglesia se interese en la política?



Por. Luis Eduardo Cantero, Argentina*
Comenzamos preguntándonos: ¿está mal que la iglesia cristiana se interese en la política? Creemos que no, pues la iglesia evangélica esta llamada a preparar a siervos y siervas para ejercer los diferentes ministerios, no solo espirituales sino también seculares. Además, hay iglesias que tienen experiencia y han participado en la lucha por el bienestar común, han sido la voz profética de los marginados y excluidos por el sistema neoliberal.
Por ejemplo, las iglesias cristianas en sus comienzos tuvieron que enfrentar situaciones conflictivas, marginación, exclusión y persecución de los sectores católicos y no católicos. Este ambiente hostil hizo que los evangélicos se unieran por una causa política y social; dejar de ser los blancos de críticas y burlas ante la sociedad.
Batallaron (las iglesias cristianas) durante muchos años por el derecho de ser reconocidas como institución sagrada, como la católica; pues sus luchas y defensa por los derechos de profesar su credo, tuvo resonancia a nivel local e internacional. Voces a favor por la libertad y seguridad del pueblo evangélico; estas voces lograron derribar el estigma de sectas, herejes. Todo se debió a un interés de vivir y profesar su credo, sin temor.
Ahora bien, todos sabemos que la política está llena de obstáculos y tentaciones, peligros y prejuicios, de que la lógica de la política es contraria a la lógica del Reino de Dios; la política se construye con el poder, en cambio la política del Reino de Dios se construye con el objetivo a servir sin esperar nada cambio. Solo transformar la sociedad en una sociedad donde todos quepamos, entonces ¿vale la pena que la iglesia evangélica participe en ella? Claro que si, vale la pena involucrarse en la política, porque somos ciudadanos de una nación, tenemos deberes y responsabilidades con el prójimo, de trabajar por el bien común, de ser la voz de los que no tienen voz en una sociedad cada vez se agranda la brecha entre ricos y pobres.(1)
No está mal que la iglesia evangélica se interese por el político, y mejorar las condiciones sociales de sus compatriotas creyentes o no creyentes; Dios hace llover sobre hombres naturales y espirituales, lo que debe evitar la iglesia es caer en los vicios de la gran mayoría de los políticos, que hacen de sus funciones un negocio, venden sus opiniones, valoran sus votos conforme el cheque le muestren; canalizan recursos a sus cuentas, ubican a sus parientes y amigos, venden sus principios y doctrinas por un plato de lenteja; es decir, abandonan la doctrina, las convicciones de fe, caen en la corrupción. Algunos de estos políticos evangélicos han caído en casos de corrupción, lo cual es doloroso para la sociedad en general, que ve en nosotros un nuevo grupo de políticos distinto, honesto; porque considera que tomamos en serio el mandato de ser “sal y luz a las naciones” (2).
Otra cosa que la iglesia evangélica debe evitar “usar el púlpito o cargos ministeriales con fines políticos. Hay que evitar el uso ideológico de la predicación o el asumir actitudes parciales para favorecer determinada candidatura. La tentación del poder y la búsqueda de reconocimiento o beneficios siempre perseguirán a la iglesia. Los cristianos están llamados a participar en la política, pero no deben valerse de la iglesia o sus organizaciones como medios para favorecer su partido o ideología política.”
Y agrega Ortiz, la tarea de la iglesia es orientar y estimular a la participación responsable de sus miembros. Sin embargo cada miembro debe asumir su propia decisión de preferencia, ser consciente del perfil, carácter y programas de los candidatos, incluyendo las bases ideológicas de su partido. No hay que votar por un candidato por el solo hecho de ser uno más de nuestras congregaciones. Debemos evitar que se utilice las instituciones eclesiásticas y para eclesiásticas como un cliente de partido.
La iglesia está llamada a estar alerta a no dejarse utilizar con fines políticos”. (3)
Esto implica tener una actitud crítica y no dejarnos imponer una ideología, por el solo hecho de ser cristiano, si algo aconteciera debemos salir en defensa de nuestros derechos; esa era un de las preocupaciones del teólogo Martin Lutero: “La fe no ofrece al cristiano un programa o una ideología, sino una razón de la mente y del corazón para participar, una preocupación central y una norma para evaluar todo programa, ideología, estructura o acción política: el bienestar del prójimo”. (4)
De la misma manera Ramos Ampudia, está de acuerdo con la participación de la iglesia en la política, a pesar de los peligros también hay ‘virtudes como la exigencia de conocer a profundidad a un país.’ “Las decisiones políticas afectan o benefician a toda la colectividad y se puede lograr cambios de manera más rápida que si lo hacemos al margen de ellas. La vocación de servicio a los demás alcanza sus mejores logros a través de la acción política. La igualdad religiosa, el respeto por las minorías, una cultura de la tolerancia y respeto a los demás, un ambiente de paz y reconciliación se pueden alcanzar de mejor manera cuando se usa de forma adecuada el poder político.”
Por otro lado, Ampudia no está de acuerdo que haya un partido político evangélico, porque es ahistórico en nuestro presente, porque no vivimos en los tiempos de las rivalidades religiosas entre cristianos y católicos. Es contrario a las demandas de los derechos humanos, puesto que hace discriminación religiosa al proclamar un partido solo para evangélicos. Una propuesta así está destinada al fracaso, porque un partido serio no puede girar alrededor de prácticas de culto, sino entorno de grandes problemas regionales como la desocupación, la pobreza, la desnutrición, el narcotráfico, las migraciones, entre otros problemas. (5)
Por lo anterior, la política es un arte de dirigir las sociedades civiles, dice Jacques Darchon (6), es una ciencia práctica. Pero cualquier praxis humana debe dirigirse por principios racionales, no solo de fe. Lo contrario constituiría un voluntarismo ciego o afectivo. De ahí, que toda acción política no solo necesita apoyarse en una teología política, sino también de una filosofía política.
Tanto la teología como la filosofía buscan dar una explicación verdadera, completa y coherente de lo que es en realidad el ser humano, del por qué y el para qué está en el mundo, de su rol que cumple en la sociedad que comparte con los otros, de los orígenes y el sujeto de la autoridad y hasta donde llegan sus límites, de los derechos y deberes de la persona singular ante ellas, etc.
“El conjunto de respuestas que se den a tales problemas constituye la ideología básica y última que determinará la dirección concreta de la acción política.” Según Carlos Valderde, e insiste en “la importancia de que tales principios sean objetivos, es decir, que expresen la realidad del ser humano y la sociedad, porque es preciso evitar arbitrariedad, el voluntarismo y el subjetivismo de los gobernantes.” (7)
Para que los evangélicos sean considerados una alternativa ante la sociedad que esperan de ellos que sean “Sal y luz a las naciones”, no solo necesitan relacionar la Biblia con la política; aunque sabemos que ella es nuestro manual de fe y práctica en todas las cosas, incluyendo la esfera política, pues así hemos sido doctrinados, consideramos a Dios como soberano en el mundo y todo lo que concierne a este mundo caído: incluye no solo lo religioso, sino también lo político.
Puesto que la Biblia es la Palabra de Dios, los evangélicos políticos deben consultarla para guiarse en sus actividades políticas; pero deben evitar caer en el error de pretender sacar todas sus ideas políticas de la Biblia, pues ella no tiene un programa político o un sistema político de gobierno, no nos dice si ha de ser una aristocracia o una democracia u otro.
La Biblia solamente nos ofrece principios eternos que deben subrayar y controlar todos los sistemas políticos (8). Si la Biblia no pretende ser un libro de políticas, sino un libro que guía a esos seres políticos a una acción política responsable, en nuestro caso, evangélicos, entonces necesitamos, en palabras de Ortiz, “Una ética política y una teología de la política del poder y de la mayordomía de la creación. Acciones para fortalecer la participación política de los evangélicos incluyen la formación de líderes, participación en la sociedad civil, el planteamiento de proyectos de nación, la cooperación con otros grupos y el trabajo interdisciplinario”. (9) Temas que abordaremos en otro artículo donde ofreceremos algunos aporte para una política evangélica responsable.

Referencias bibliográficas
  • Ramos Ampudia, “Los evangélicos y la política”, en Revista Signos de Vida, # 41, septiembre (2006), CLAI, pp. 37 – 38
  • Esto ha sido una preocupación de sociólogos, teólogos y estudiosos del fenómeno evangélicos en la política, le invito a leer el libro del Dr. Hilario Wynarczyk, “Sal y luz a las naciones. Evangélicos y política en la Argentina (1980 – 2001), Bs., As, Siglo XXI, 2010.
  • Israel Ortiz, es secretario regional para México y Centroamérica. Comunidad internacional de estudios evangélicos. “Los evangélicos y la política: Una revisión del camino”, en Revista Kairos, julio – diciembre, 82 # 35 (2004), pp. 96 – 97
  • Martín Lutero, La libertad cristiana, Buenos Aires, Aurora, 1983, p. 33
  • Ramos Ampudia, “Los evangélicos y la política”, , cit., p. 39
  • Jacques Darchon, Foi chretienne et engagement politique, Paris, Collection “Les Bergers et les Mages, 1958, p. 21
  • Carlos Valverde, “Ética y política”, en Cuadernos BAC, # 43, Madrid, Bibliotecas de Autores Cristianos, 1981, p. 19
  • Henry Meeter, El cristianismo reformado y el estado, Grand Rapids, TELL, s.f, pp. 85 – 88
  • Ortiz, “Los evangélicos y la política: Una revisión del camino,” , cit., p. 81

Dr. Luis Eduardo Cantero, Pastor bautista, docente universitario. Investigador, Teólogo y Filósofo (UENIC-MLK), Máster en Teología (Universidad Evangélica Martin Luther King Jr. Nicaragua). Doctor en Filosofía (Laud Hall Seminary).

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