Por. Luis Eduardo
Cantero, Argentina*
Comenzamos
preguntándonos: ¿está mal que la iglesia cristiana se interese en la política?
Creemos que no, pues la iglesia evangélica esta llamada a preparar a siervos y
siervas para ejercer los diferentes ministerios, no solo espirituales sino
también seculares. Además, hay iglesias que tienen experiencia y han
participado en la lucha por el bienestar común, han sido la voz profética de
los marginados y excluidos por el sistema neoliberal.
Por
ejemplo, las iglesias cristianas en sus comienzos tuvieron que enfrentar
situaciones conflictivas, marginación, exclusión y persecución de los sectores
católicos y no católicos. Este ambiente hostil hizo que los evangélicos se
unieran por una causa política y social; dejar de ser los blancos de críticas y
burlas ante la sociedad.
Batallaron
(las iglesias cristianas) durante muchos años por el derecho de ser reconocidas
como institución sagrada, como la católica; pues sus luchas y defensa por los
derechos de profesar su credo, tuvo resonancia a nivel local e internacional. Voces
a favor por la libertad y seguridad del pueblo evangélico; estas voces lograron
derribar el estigma de sectas, herejes. Todo se debió a un interés de vivir y
profesar su credo, sin temor.
Ahora
bien, todos sabemos que la política está llena de obstáculos y tentaciones,
peligros y prejuicios, de que la lógica de la política es contraria a la lógica
del Reino de Dios; la política se construye con el poder, en cambio la política
del Reino de Dios se construye con el objetivo a servir sin esperar nada
cambio. Solo transformar la sociedad en una sociedad donde todos quepamos,
entonces ¿vale la pena que la iglesia evangélica participe en ella? Claro que
si, vale la pena involucrarse en la política, porque somos ciudadanos de una
nación, tenemos deberes y responsabilidades con el prójimo, de trabajar por el
bien común, de ser la voz de los que no tienen voz en una sociedad cada vez se
agranda la brecha entre ricos y pobres.(1)
No
está mal que la iglesia evangélica se interese por el político, y mejorar las
condiciones sociales de sus compatriotas creyentes o no creyentes; Dios hace
llover sobre hombres naturales y espirituales, lo que debe evitar la iglesia es
caer en los vicios de la gran mayoría de los políticos, que hacen de sus
funciones un negocio, venden sus opiniones, valoran sus votos conforme el
cheque le muestren; canalizan recursos a sus cuentas, ubican a sus parientes y
amigos, venden sus principios y doctrinas por un plato de lenteja; es decir,
abandonan la doctrina, las convicciones de fe, caen en la corrupción. Algunos
de estos políticos evangélicos han caído en casos de corrupción, lo cual es
doloroso para la sociedad en general, que ve en nosotros un nuevo grupo de
políticos distinto, honesto; porque considera que tomamos en serio el mandato
de ser “sal y luz a las naciones” (2).
Otra
cosa que la iglesia evangélica debe evitar “usar el púlpito o cargos
ministeriales con fines políticos. Hay que evitar el uso ideológico de la
predicación o el asumir actitudes parciales para favorecer determinada
candidatura. La tentación del poder y la búsqueda de reconocimiento o
beneficios siempre perseguirán a la iglesia. Los cristianos están llamados a
participar en la política, pero no deben valerse de la iglesia o sus
organizaciones como medios para favorecer su partido o ideología política.”
Y
agrega Ortiz, la tarea de la iglesia es orientar y estimular a la participación
responsable de sus miembros. Sin embargo cada miembro debe asumir su propia
decisión de preferencia, ser consciente del perfil, carácter y programas de los
candidatos, incluyendo las bases ideológicas de su partido. No hay que votar
por un candidato por el solo hecho de ser uno más de nuestras congregaciones.
Debemos evitar que se utilice las instituciones eclesiásticas y para
eclesiásticas como un cliente de partido.
La
iglesia está llamada a estar alerta a no dejarse utilizar con fines políticos”.
(3)
Esto
implica tener una actitud crítica y no dejarnos imponer una ideología, por el solo
hecho de ser cristiano, si algo aconteciera debemos salir en defensa de
nuestros derechos; esa era un de las preocupaciones del teólogo Martin Lutero:
“La fe no ofrece al cristiano un programa o una ideología, sino una razón de la
mente y del corazón para participar, una preocupación central y una norma para
evaluar todo programa, ideología, estructura o acción política: el bienestar
del prójimo”. (4)
De
la misma manera Ramos Ampudia, está de acuerdo con la participación de la
iglesia en la política, a pesar de los peligros también hay ‘virtudes como la
exigencia de conocer a profundidad a un país.’ “Las decisiones políticas
afectan o benefician a toda la colectividad y se puede lograr cambios de manera
más rápida que si lo hacemos al margen de ellas. La vocación de servicio a los
demás alcanza sus mejores logros a través de la acción política. La igualdad
religiosa, el respeto por las minorías, una cultura de la tolerancia y respeto
a los demás, un ambiente de paz y reconciliación se pueden alcanzar de mejor
manera cuando se usa de forma adecuada el poder político.”
Por
otro lado, Ampudia no está de acuerdo que haya un partido político evangélico,
porque es ahistórico en nuestro presente, porque no vivimos en los tiempos de
las rivalidades religiosas entre cristianos y católicos. Es contrario a las
demandas de los derechos humanos, puesto que hace discriminación religiosa al
proclamar un partido solo para evangélicos. Una propuesta así está destinada al
fracaso, porque un partido serio no puede girar alrededor de prácticas de
culto, sino entorno de grandes problemas regionales como la desocupación, la
pobreza, la desnutrición, el narcotráfico, las migraciones, entre otros
problemas. (5)
Por
lo anterior, la política es un arte de dirigir las sociedades civiles, dice
Jacques Darchon (6), es una ciencia práctica. Pero cualquier praxis humana debe
dirigirse por principios racionales, no solo de fe. Lo contrario constituiría
un voluntarismo ciego o afectivo. De ahí, que toda acción política no solo necesita
apoyarse en una teología política, sino también de una filosofía política.
Tanto
la teología como la filosofía buscan dar una explicación verdadera, completa y
coherente de lo que es en realidad el ser humano, del por qué y el para qué
está en el mundo, de su rol que cumple en la sociedad que comparte con los
otros, de los orígenes y el sujeto de la autoridad y hasta donde llegan sus
límites, de los derechos y deberes de la persona singular ante ellas, etc.
“El
conjunto de respuestas que se den a tales problemas constituye la ideología
básica y última que determinará la dirección concreta de la acción política.”
Según Carlos Valderde, e insiste en “la importancia de que tales principios
sean objetivos, es decir, que expresen la realidad del ser humano y la
sociedad, porque es preciso evitar arbitrariedad, el voluntarismo y el
subjetivismo de los gobernantes.” (7)
Para
que los evangélicos sean considerados una alternativa ante la sociedad que
esperan de ellos que sean “Sal y luz a las naciones”, no solo necesitan relacionar
la Biblia con la política; aunque sabemos que ella es nuestro manual de fe y
práctica en todas las cosas, incluyendo la esfera política, pues así hemos sido
doctrinados, consideramos a Dios como soberano en el mundo y todo lo que
concierne a este mundo caído: incluye no solo lo religioso, sino también lo
político.
Puesto
que la Biblia es la Palabra de Dios, los evangélicos políticos deben
consultarla para guiarse en sus actividades políticas; pero deben evitar caer
en el error de pretender sacar todas sus ideas políticas de la Biblia, pues ella
no tiene un programa político o un sistema político de gobierno, no nos dice si
ha de ser una aristocracia o una democracia u otro.
La
Biblia solamente nos ofrece principios eternos que deben subrayar y controlar
todos los sistemas políticos (8). Si la Biblia no pretende ser un libro de
políticas, sino un libro que guía a esos seres políticos a una acción política
responsable, en nuestro caso, evangélicos, entonces necesitamos, en palabras de
Ortiz, “Una ética política y una teología de la política del poder y de la
mayordomía de la creación. Acciones para fortalecer la participación política
de los evangélicos incluyen la formación de líderes, participación en la
sociedad civil, el planteamiento de proyectos de nación, la cooperación con
otros grupos y el trabajo interdisciplinario”. (9) Temas que abordaremos en
otro artículo donde ofreceremos algunos aporte para una política evangélica
responsable.
Referencias bibliográficas
- Ramos Ampudia, “Los evangélicos y la política”, en Revista Signos de Vida, # 41, septiembre (2006), CLAI, pp. 37 – 38
- Esto ha sido una preocupación de sociólogos, teólogos y estudiosos del fenómeno evangélicos en la política, le invito a leer el libro del Dr. Hilario Wynarczyk, “Sal y luz a las naciones. Evangélicos y política en la Argentina (1980 – 2001), Bs., As, Siglo XXI, 2010.
- Israel Ortiz, es secretario regional para México y Centroamérica. Comunidad internacional de estudios evangélicos. “Los evangélicos y la política: Una revisión del camino”, en Revista Kairos, julio – diciembre, 82 # 35 (2004), pp. 96 – 97
- Martín Lutero, La libertad cristiana, Buenos Aires, Aurora, 1983, p. 33
- Ramos Ampudia, “Los evangélicos y la política”, , cit., p. 39
- Jacques Darchon, Foi chretienne et engagement politique, Paris, Collection “Les Bergers et les Mages, 1958, p. 21
- Carlos Valverde, “Ética y política”, en Cuadernos BAC, # 43, Madrid, Bibliotecas de Autores Cristianos, 1981, p. 19
- Henry Meeter, El cristianismo reformado y el estado, Grand Rapids, TELL, s.f, pp. 85 – 88
- Ortiz, “Los evangélicos y la política: Una revisión del camino,” , cit., p. 81
Dr. Luis Eduardo
Cantero, Pastor bautista, docente universitario. Investigador, Teólogo y
Filósofo (UENIC-MLK), Máster en Teología (Universidad Evangélica Martin Luther
King Jr. Nicaragua). Doctor en Filosofía (Laud Hall Seminary).
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