Por.
Por Hilario Wynarczyk- Argentina*
La
Pregunta de la señora Mirtha Legrand
Mihrtha
Legrand, hoy 87 años, una estupenda actriz del cine argentino de mediados del Siglo
XX, en su programa “Almorzando con Mirtha Legrand” reúne actores,
intelectuales, políticos y gente de la “farándula” (teatro de revistas, reality
shows, “botineras”, como tales conocidas las chicas de la farándula que salen
con astros del fútbol). Los encuentros los sábados a la noche y los
domingos a la hora, precisamente del almuerzo, gozan de gran popularidad en la
Argentina. Mirtha suele decir “¡qué mesaza tendremos hoy!”. Mesaza, una hermosa
mesa, de amistad y discusión, ese es el significado de la palabra que se tornó
lema. Aquí en esta mesaza Mirtha invitó a Jesús, el domingo 13 de diciembre del
2015, según la construcción simulacro cuyo autor o autora yo desconozco. Mirtha
le preguntó a Jesús: ¿Y vos qué hiciste para que te crucificaran?
Frente
a la pregunta de Mirtha a Jesús, surgió en mi pensamiento esta respuesta
que le adjudiqué a Jesús en la “mesaza” imaginaria.
Responde
Jesús
Gracias
por invitarme, apreciada señora Mirtha. Para mí es un placer llegar a su
público. Sucedió así.
Además
de criticar a la teocracia, la hipocresía, la injusticia, hacer sanaciones y
curar en día sábado, además de juntar gente a mi alrededor que me seguía,
además de impedir que apedreen a una mujer y de aceptar en mi grupo a otras
(tal vez discutibles), una de las cuales me lavó los pies con aceite caro (algo
así como de Paco Rabane, degiamos), además de aceptar tipos que cobraban
impuestos para el gobierno romano y gente de naciones o etnias de segunda clase
(y con esto me refiero concretamente a unos llamados samaritanos), además de
protestar porque a mi primo Juan le cortaron la cabeza a pedido de una
“botinera” (esas chicas que salen con reconocidos jugadores de fútbol), a continuación
de lo cual en una muestra de lo que hoy llamaríamos sadismo la expusieron en
una bandeja en un banquete, además de eso y otras cosas más, como, por
ejemplo, las enseñanzas que prediqué en una ladera de un monte a gente de
menores recursos, mayormente jornaleros, tal vez, como dijo Deepak Chopra,
sucede, oh buena y amable Señora, que el día de la fiesta de Pascua me fui al
templo en Jerusalén, los cagué a chicotazos y los expulsé a unos tipos que
vendían animalitos para los sacrificios (también había cambistas de dinero para
los judíos diaspóricos que manejaban otra moneda diferente), y sostuve que
había que terminarla con los sacrificios de animales, y a mis inmediatos les
dije que en cambio yo iba a inmolarme, y además les enseñé que era necesario
esperar el Bautismo del Espíritu Santo, y dije que yo volvería, y eso es todo
lo que hice, y otros cuentan cómo ellos y ellas me vieron de nuevo, pero yo le
explico, respetable y agradable señora, nada más lo que fue publicado, no le
cuento si tuve algo que ver con los Zelotes, y debo decirle, de paso, que nunca
hablé de mi nacimiento virginal, ni hice recomendaciones para que le recen a mi
mamá (con su perdón señora, con humildad y decencia, y respeto a sus creencias
que me parece usted tiene), y mucho menos conté si acaso yo me fui siendo varón
virgen. Esto último se lo aclaro porque hay una serie que ustedes aquí en
la Argentina también conocen, se llama Family Guy. En uno de los
capítulos el personaje central recibe mi visita y con sus amigos, gente de
buena voluntad, debo reconocerlo, traman presentarme chicas para que yo pierda
la virginidad, pero ahí los autores me muestran como que hablo de una manera
que a las chicas las espanta.
Y
bueno, me entregó Judas Iscariote. Entiendo que le pagaron 300 pesos, es decir
unos 30 dólares (en realidad eran “denarios”) de acuerdo con lo que ustedes
hasta finales del año 2015 en la Argentina llamaban el “cambio oficial”,
ofrecido en pequeñas cantidades a los ahorristas de la clase media, pero
sería algo más, unos 450 pesos, si tomamos lo que ustedes llamaban
por entonces el “cambio blue”, con el dólar a unos 15 pesos. A lo de Judas yo
lo tenía claro. Sabía que ese tipo iba a entregarme. Y finalmente él se
suicidó.
Disculpe
señora porque yo me extendí tanto en mi respuesta. En lo último que le hablé no
quise decir tan sólo “denarios”, porque a su programa lo sigue mucha gente y yo
quise hablar con lo que podríamos llamar “sentido común” para no ser demasiado
complicado.
Nada
más agregaría, señora, para cerrar mi respuesta, que estas comidas son tan
sabrosas, los vinos que usted nos ofrece son exquisitos. Y por otra
parte, me gusta la gente que usted suele traer. Algunas chicas que usted invita
y que suelen llamar botineras me caen simpáticas, algunas veces sencillas,
otras parecen naive. Yo no soy de andar abriendo demasiado juicio sobre
diversas cuestiones.
Bueno,
pero ya no entraré en más detalles. Me tomé la licencia de hablar tanto. Y
usted tendrá que darles la palabra a otros invitados. Yo tal vez tenía necesidad
interior de contarlo.
*El
autor es Doctor en Sociología por la Universidad Católica Argentina (UCA),
Máster en Ciencia Política con mención en Teoría y Método por la Universidad
Federal de Minas Gerais (UFMG, Brasil), Licenciado en Sociología por la Universidad
de Buenos Aires (UBA). En la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM) es
Profesor Titular de Metodología y Taller de Tesis de Posgrados en Gestión
Ambiental. Es investigador en sociología de la religión.
Fuente:
ALCNOTICIAS, 2016
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