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sábado, 23 de enero de 2016

El apóstol Pablo y la misión



Una pequeña frase repetida dos veces en I Cor 15 inserta todo el mensaje del AT con la cruz y la resurrección. Dice Pablo que tienen que entenderse "según las escrituras".
Por. Juan Stam, Costa Rica
En I Cor 15, para efectos de su polémica con los corintios, Pablo resume el evangelio que él había recibido y proclamado bajo tres acontecimientos ocurridos en un solo fin de semana: la muerte, entierro y resurrección de Jesús (15.3s).
Y efectivamente, esos tres sucesos constituyen el núcleo indispensable del evangelio.
Pero esos tres acontecimientos definitivos, a los cuales Pablo aludió en forma tan lapidaria en su apología de la resurrección, no deben entenderse en menoscabo de otros aspectos de la obra de Cristo.
El mismo Pablo, por ejemplo, en Rom 1.1-4 define su evangelio por la encarnación ("del linaje de David según la carne") y la resurrección ("declarado Hijo de Dios...por la resurrección") sin siquiera mencionar la muerte de Cristo.
En la misma epístola Pablo describe el objeto de fe redentora, otra vez sin referirse a la cruz, como (1) el señorío de Cristo y (2) la resurrección (10.9).
Por otra parte, la predicación apostólica en Hechos suele incluir algo que Pablo no menciona ni en I Cor 15.3s ni en Rom 1.1-4: la Venida de Cristo, vista como componente esencial del kerygma [Dodd:1936].
Una pequeña frase repetida dos veces en I Cor 15.3s inserta, dentro de los tres acontecimientos mencionados, todo el mensaje del AT; la cruz y la resurrección, dice Pablo, tienen que entenderse "según las escrituras".
Nos equivocaríamos si pensáramos que se refiere exclusivamente a los textos mesiánicos más obvios del AT [cf Dodd: 1952].
En el camino a Emaús, Jesús "les abría las escrituras desde Moisés hasta los profetas" (Lc 24.26s) para enseñarles una relectura cristológica de todo el AT a la luz de su propia persona. Jesús les enseñó una "teología cristiana del AT".
Pablo parece referirse a lo mismo en I Cor 15.3s con la frase "según las escrituras".
Debemos entender esa pequeñita frase de tres palabras en su sentido más amplio: "conforme a todo el mensaje de la historia de salvación, que nos enseña el AT".
Otro factor que no debemos olvidar: cuando un judío como Pablo leía las escrituras hebreas, estaba leyendo su propia "historia patria" [Stam 1992:19s]. Es como si los ticos pudiéramos leer en nuestra Biblia toda la historia costarricense: Cristóbal Colón, Gil González Dávila, Pedrarias, Pablo Presbere, hasta don Cleto González Víquez y Ricardo Jiménez (¡o que los pinoleros leyeran de Nicarao, Diriangén, Fracisco de Córdova, Antonio de Valdivieso y Augusto César Sandino!).
El AT era la única Biblia de los primeros cristianos, y además era para los judíos la única historia nacional de su patria en forma escrita.
Es lógico que para ellos el evangelio era también un problema político muy agudo, como nos revela Pablo en Rom 9-11 y otros pasajes.
Suponer que Pablo haya leído el AT en forma ahistórica y apolítica es, verdaderamente, una ilusión. 

Fuente: Protestantedigital, 2016.

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