Una
pequeña frase repetida dos veces en I Cor 15 inserta todo el mensaje del AT con
la cruz y la resurrección. Dice Pablo que tienen que entenderse "según las
escrituras".
Por. Juan Stam, Costa Rica
Por. Juan Stam, Costa Rica
En
I Cor 15, para efectos de su polémica con los corintios, Pablo resume el evangelio
que él había recibido y proclamado bajo tres acontecimientos ocurridos en un
solo fin de semana: la muerte, entierro y resurrección de Jesús (15.3s).
Y
efectivamente, esos tres sucesos constituyen el núcleo indispensable del
evangelio.
Pero
esos tres acontecimientos definitivos, a los cuales Pablo aludió en forma
tan lapidaria en su apología de la resurrección, no deben entenderse en
menoscabo de otros aspectos de la obra de Cristo.
El
mismo Pablo, por ejemplo, en Rom 1.1-4 define su evangelio por la
encarnación ("del linaje de David según la carne") y la resurrección
("declarado Hijo de Dios...por la resurrección") sin siquiera
mencionar la muerte de Cristo.
En
la misma epístola Pablo describe el objeto de fe redentora, otra vez sin
referirse a la cruz, como (1) el señorío de Cristo y (2) la resurrección
(10.9).
Por
otra parte, la predicación apostólica en Hechos suele incluir algo que
Pablo no menciona ni en I Cor 15.3s ni en Rom 1.1-4: la Venida de Cristo, vista
como componente esencial del kerygma [Dodd:1936].
Una
pequeña frase repetida dos veces en I Cor 15.3s inserta, dentro de los
tres acontecimientos mencionados, todo el mensaje del AT; la cruz y la
resurrección, dice Pablo, tienen que entenderse "según las
escrituras".
Nos
equivocaríamos si pensáramos que se refiere exclusivamente a los textos
mesiánicos más obvios del AT [cf Dodd: 1952].
En
el camino a Emaús, Jesús "les abría las escrituras desde Moisés hasta los
profetas" (Lc 24.26s) para enseñarles una relectura cristológica de todo
el AT a la luz de su propia persona. Jesús les enseñó una "teología
cristiana del AT".
Pablo
parece referirse a lo mismo en I Cor 15.3s con la frase "según las
escrituras".
Debemos
entender esa pequeñita frase de tres palabras en su sentido más amplio:
"conforme a todo el mensaje de la historia de salvación, que nos enseña el
AT".
Otro
factor que no debemos olvidar: cuando un judío como Pablo leía las escrituras
hebreas, estaba leyendo su propia "historia patria" [Stam 1992:19s]. Es como si los ticos
pudiéramos leer en nuestra Biblia toda la historia costarricense: Cristóbal
Colón, Gil González Dávila, Pedrarias, Pablo Presbere, hasta don Cleto González
Víquez y Ricardo Jiménez (¡o que los pinoleros leyeran de Nicarao, Diriangén,
Fracisco de Córdova, Antonio de Valdivieso y Augusto César Sandino!).
El
AT era la única Biblia de los primeros cristianos, y además era para los judíos
la única historia nacional de su patria en forma escrita.
Es
lógico que para ellos el evangelio era también un problema político muy agudo, como
nos revela Pablo en Rom 9-11 y otros pasajes.
Suponer
que Pablo haya leído el AT en forma ahistórica y apolítica es, verdaderamente,
una ilusión.
Fuente:
Protestantedigital, 2016.
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