Por.
Will Graham, España
En
sus exposiciones sobre el Sermón del monte, el querido predicador evangélico
Dr. Martyn Lloyd-Jones (1899-1981) tomó tiempo para instruir a su congregación
en Londres sobre el peligro de los falsos profetas.
Basándose
en Mateo 7:15 –“Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con
vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces”- Lloyd-Jones ofreció las
siguientes observaciones perspicaces.
1.-
Un falso profeta no tiene ‘puerta estrecha’ en él
¿Cómo
se puede describir a los falsos profetas? Según el pastor galés, “La forma más
adecuada de contestar es decir que no hay puerta estrecha en ellos, que no hay
‘camino angosto’. Lo que dicen está bien, pero no incluye esto. Es una
enseñanza cuya falsedad hay que detectarla por lo que no dice más bien por lo
que dice”.
No
hay nada en el falso profeta que ofenda al hombre natural. Es el tipo de
predicador que agrada a todos por lo tanto todos hablan bien de él. No tiene
enemigos. Nadie le persigue por sus mensajes. Sabe comportarse en cualquier
contexto y “se hace todo a todos”. Es carismático, dinámico, popular, agradable
a la vista y al oído. En suma, “Muy consolador, muy tranquilizante; siempre es
así el falso profeta, en su vestido de oveja; siempre inofensivo y agradable,
siempre, invariablemente atractivo”.
2.-
Un falso profeta no predica doctrinalmente
¿De
qué manera se da a conocer este espíritu tan inofensivo del falso profeta?
Contesta Lloyd-Jones diciendo, “Se manifiesta en general en una ausencia casi
total de doctrina en cuanto tal en el mensaje. Siempre habla con vaguedades y
en forma general; nunca desciende a detalles doctrinales. No le gusta la
predicación doctrinal; siempre es muy vaga”.
En
vez de enseñar al pueblo de Dios sobre la sana doctrina para que sean
edificados en la fe, el falso maestro se limita exclusivamente a mensajes
bonitos y positivos con el fin de elevar los espíritus de la congregación. En
sus sermones, los sentimientos, las emociones, las risas y hasta las lágrimas
ocupan el lugar que debe corresponde a la exposición de la verdad de Dios.
3.-
Un falso profeta sólo predica sobre el amor de Dios
El
falso profeta no dice nada sobre la santidad ni la justicia ni la ira de Dios. Su
‘dios’ es una deidad que él mismo ha inventado en base a sus antojos carnales. “Siempre
predica acerca del amor de Dios y nunca menciona las otras cosas. Nunca hace
temblar a nadie cuando habla de este Ser santo y augusto con el que todos
debemos enfrentarnos”.
La
teología propia del falso profeta, pues, está totalmente distorsionada. Sólo
entiende a Dios a luz de sus propios caprichos. Esta es la razón por la cual
esconde la verdad. Quiere ser agradable, inofensivo y popular por consiguiente
pasa por alto muchos textos de la revelación bíblica tocante a Dios.
4.-
Un falso profeta no enfatiza el juicio final
¿Cuándo
fue la última vez que escuchaste un mensaje sobre el juicio final? Algo que el
falso predicador no declara nunca es que se acerca el gran día del juicio. En
este sentido, el falso profeta no tiene nada en común con los profetas del
Antiguo Testamento ni con los apóstoles del Nuevo ni con el mismo Señor Jesús
ya que todos ellos hacían hincapié una y otra vez en el juicio venidero.
Los
falsos profetas se caracterizan por un espíritu liviano que no toma en serio
las amenazas del Santo de Israel. Proclaman “paz, paz” cuando no hay paz.
E incluso algunos de ellos se oponen a los auténticos voceros de Dios porque
sus sermones resultan demasiado incómodos y ofensivos.
5.-
Un falso profeta no hace mención del pecado
Puesto
que el falso profeta no quiere caerle mal a nadie, tampoco dedica mucho tiempo
al tema del pecado. Es una palabra que no aparece en su vocabulario. Cree, en última
instancia, que el ser humano es más o menos bueno. Sí, tiene sus imperfecciones
pero no está del todo mal. “No dice que todos somos perfectos; pero sí sugiere
que el pecado no es grave”.
Dada
su falta de interés en el pecado tanto original como individual, tal predicador
no pone de manifiesto la profunda incapacidad del hombre para hacer algo por su
propia salvación. Esto produce una especie de doctrina humanista donde el
hombre se convierte en el agente activo de su propia salvación, la cual es una
negación explícita del Evangelio de la gracia.
6.-
Un falso profeta no predica sobre el Jesús bíblico
Tanto
la teología propia como la cristología del falso predicador son peligrosas. El
atributo favorito del falso maestro es el amor, el amor, el amor de Jesús.
Habla en términos generales y ambiguos acerca del Salvador pero no explica la
grandeza del aspecto expiatorio de su sacrificio y muerte vicaria.
Predica
sobre Jesús de una forma sentimentalista pero no de una manera teológicamente
correcta. “Habla acerca de los que estaban en torno a la cruz y habla de forma
sentimental acerca de nuestro Señor. Nada sabe acerca de la ‘ofensa de la cruz’
de Pablo.
Su
predicación de la cruz no es ‘para los gentiles locura’ ni ‘para los judíos
ciertamente tropezadero’. A través de su filosofía, le ha quitado todo
efecto a la cruz”. ¿Cuál es esta filosofía? Es la filosofía de amor y
sentimiento, la única clase de filosofía en la cual el mundo está interesado.
Da
reflexiones bien preciosas sobre Jesús de Nazaret desde una perspectiva
estética y ética, no obstante, las mismas están desprovistas de cualquier
contenido doctrinal.
7.-
Un falso profeta no habla sobre el arrepentimiento
Como
regla general, el falso predicador no cree en el arrepentimiento porque tampoco
cree en la perdición eterna del alma. Ya que todos somos más o menos buenos y
Dios es un ser puramente emocional, el Padre celestial será el Padre de todos y
concederá la vida eterna a todos.
El
estilo de predicación del hermano falso está diametralmente opuesto a aquél de
los puritanos y de otros gigantes del evangelismo tales como George Whitefield
y John Wesley porque no se percibe ni una pizca del temor de Dios en sus
mensajes. No habla sobre la necesidad de negarse a uno mismo ni sobre el
llamamiento a apartarse del mundo de pecado. “El falso profeta no enfatiza la
necesidad absoluta de entrar por la puerta estrecha y andar por el camino
angosto”.
8.-
Un falso profeta no cree en el autoexamen
La
última observación de Lloyd-Jones es que el falso profeta desaconseja el
autoexamen. ¿Por qué? Porque el autoexamen es incómodo. “Casi sienten que
examinarse a sí mismo es herético”.
El
autoexamen, además de ser un mandato sacado directamente de la Biblia, promueve
la mortificación del pecado. Pero esto no agrada al falso maestro ya que quiere
una salvación fácil y una vida cristiana repleta de inmadurez, carnalidad y
muchas risas. El falso profeta no es sobrio ni solemne. No conoce el temor
de Dios. No tiene peso espiritual.
Conclusión
Martyn
Lloyd-Jones, estando muerto, todavía habla. En una generación dónde el pecado
más grave parece ser el ofender a alguien o hablar de una manera políticamente
incorrecta, haríamos bien en volver a asimilar las observaciones del gran
pastor de almas galés.
Para
recapitular lo que hemos aprendido hoy, el falso profeta: no tiene puerta
estrecha en sí, no predica doctrinalmente, sólo predica sobre el amor de Dios,
no enfatiza el juicio final, no hace mención del pecado, no predica sobre el
Jesús bíblico, no habla sobre el arrepentimiento y no cree en el autoexamen.
Fuente:
Protestantedigital, 2016.
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