Por.
Leopoldo Cervantes-Ortiz, México
¿Cómo
discernimos los signos del Reino? ¿Cómo distinguimos la acción de Dios en medio
de lo demoníaco?
Allí
donde se busca un orden social más justo; allí donde se respeta y fomenta la
vida humana más plena; allí donde los hombres y mujeres viven una vida
comunitaria más solidaria; allí donde las estructuras de la sociedad buscan
favorecer al “pobre, al huérfano y a la viuda”; allí donde el ser humano tiene
la libertad y la oportunidad para llegar a ser lo que Dios en su propósito
quiere que sea; allí está actuando el Reino de Dios.[1]
M.A.
“Discernimiento de los signos del Reino”
Ahora
que ha fallecido Mortimer Arias en Colonia Valdense (donde residió en sus
últimos años al lado de su esposa Beatriz Ferrari), uno de los grandes
renovadores de la fe y la teología cristiana en América Latina, es tiempo de
reconocer la forma en que la auténtica teología evangélica (en el sentido
bíblico y en el histórico) contribuyó al enfoque liberador propio de esta
región, a contracorriente de tantos malos entendidos. Y esto es así, porque
Arias fue un protagonista directo de los grandes conflictos eclesiales e
ideológicos acaecidos entre las décadas de los 60 y los 80 (por lo menos) del
siglo pasado.
Integrante,
por un lado, de la generación de pensadores nacidos en los años 20 (Federico
Pagura, José Míguez Bonino, Sergio Arce, Emilio Castro) y, por la otra, de la
representación protestante uruguaya que tantos elementos agregó en su momento
(Hiber Conteris, Julio de Santa Ana, Julio Barreiro, Julia Campos, Óscar
Bolioli), estuvo en el centro de la vida ecuménica sin olvidar nunca uno de los
acentos fundamentales de la fe y el testimonio evangélico: la evangelización
como acto y como praxis.
Nacido
el 7 de enero de 1924 en la localidad de Durazno, fue un líder episcopal de
destacada trayectoria. Criado por sus abuelos, su primer contacto con la fe
protestante ocurrió a los 11 años. Ordenado al ministerio en 1947, entre 1947 y
1961 se desempeñó como líder ejecutivo de la Iglesia Metodista de su país y
posteriormente se radicó en Bolivia. Allí fue pastor, superintendente y
secretario ejecutivo nacional la iglesia boliviana, cuando aún seguía
perteneciendo a la Conferencia del Río de la Plata junto con las iglesias de
Argentina y Uruguay. Más tarde, ya como obispo, inauguró el período de
autonomía de la Iglesia Evangélica Metodista en Bolivia.[2] Así resumió la Iglesia Metodista uruguaya
su desarrollo vital:
Siendo
niño conoció el Evangelio en esa ciudad, gracias al pastorado de Manuel Puch y
su amorosa familia. Sus dotes naturales de elevada capacidad intelectual , y
gran sentido práctico, se potenciaron con la Luz de la Palabra de Dios, y sus
inquietudes que lo llevaron a cursar los distintos niveles de la educación en
su Patria y en el extranjero, culminando con la obtención del doctorado en
Teología, y la edición de sus muchas obras literarias y sus himnos que
obtuvieron difusión nacional en la sede de su obispado en la Iglesia Metodista
de Bolivia, y posteriormente en distintos idiomas y por múltiples comunidades
cristianas de las más distintas eclesiologías.[3]
Compositor
connotado de himnos (“En medio de la vida”, particularmente conocido), maestro
y director de centros teológicos (muy concretamente el Seminario Bíblico
Latinoamericano), profesor en Estados Unidos (Perkins, Boston, Claremont,
Iliff), defensor de los derechos humanos (lo que ocasionó al menos una estancia
en prisión[4]), y practicante continuo de una teología
sumamente contextual y provocadora, nunca abandonó sus raíces evangélicas, las
cuales no le impidieron estar a la vanguardia de la teología que emergió
precisamente en los años de su madurez. Teólogo de la liberación a carta cabal,
defendió como pocos su origen evangélico e insistió en otorgarle a dicha
tendencia el sabor preciso de esta manera de ser cristianos, ciertamente de
origen misionero, pero que arraigó profunda y conscientemente en su pensamiento
y en su trabajo.
Presente
en casi todos los congresos de su denominación y en las reuniones continentales
y mundiales de la época, sus aportaciones creativas y organizativas resultaron
cruciales para conformar el nuevo rostro de los movimientos evangélicos
(ecuménicos o no) de aquellos años tan complicados.
Revisar
cronológicamente sus publicaciones principales permite constatar los alcances
de sus intervenciones en una progresiva profundización de sus intuiciones: como
editor, Evangelización y revolución en América Latina. Documentos de la
Consulta Continental de evangelización, de Cochabamba, Bolivia, 1966;
Montevideo, Iglesia Metodista en América Latina, 1969; El cristianismo como
revolución y reconciliación, Programa “Cristo Vive”, Radio Trasmundial,
Montevideo, 1969, opúsculo de 46 pp. (charlas radiales); Salvación es
liberación. Reflexiones latinoamericanas sobre el temario de la Conferencia
Ecuménica Salvación Hoy, Bangkok, 1972. Buenos Aires, La Aurora, 1973; In
Search of a New Evangelism, En búsqueda de una nueva evangelización, Perkins
Journal, Dallas, invierno de 1979, edición bilingüe de las Conferencias
Fondren (basadas en la tesis de Doctorado en Ministerio); Venga tu Reino.
(La memoria subversiva de Jesús). México, Casa Unida de Publicaciones,
1980; El clamor de mi pueblo: desde el cautiverio en América Latina (con
su esposa Esther), prólogo de Jorge Lara-Braud. México, Casa Unida de
Publicaciones-Friendship Press, 1981; Announcing the Reign of God:
Evangelization and the Subversive Memory of Jesus. Philadelphia, Fortress
Press, 1984, en español: San José, Visión, Mundial, 1998; La evangelización
hoy en Mesoamérica. Reflexiones desde la perspectiva del Reino, con
comentarios de pastores participantes en el Encuentro Pastoral en Antigua,
Guatemala, 1987. Quito, CLAI, 1988; La Gran Comisión: Relectura desde
América Latina. Con dinámicas grupales por Juan Damián. Quito, CLAI, 1994;
y El último mandato: La Gran Comisión en los cuatro Evangelios. Guía
metodológica de Eunice Arias. San José: Visión Mundial Internacional, 2002.
El
clamor de mi pueblo, auténtico
manifiesto teológico, fue visto como el equivalente cristiano de Las venas
abiertas de América Latina, del también uruguayo Eduardo Galeano, debido a
su profunda perspectiva crítica. Venga tu Reino, a su vez, fue una de
las primeras cristologías protestantes con un nuevo enfoque, más allá de la
repetición de las fórmulas doctrinales repetidas durante décadas, fruto del
contacto directo con la realidad latinoamericana. Sus textos sueltos también
son dignos de atención, la mayor parte de los cuales fueron recopilados por Coralia
Teresa Blanco, bautista cubana, quien en 2002 escribió El Reino de Dios como clave teológica para la evangelización
integral. Exposición del pensamiento misionológico de Mortimer Arias, tesis
dirigida dirigida por el profesor Roy May. En ese trabajo se rescató la
amplia entrevista que el también finado profesor Arturo Piedra Solano hizo a
Arias.
De
entre decenas de artículos (muchos de ellos publicados en inglés, recibieron
amplia difusión por la participación del autor en diversas instancias
ecuménicas), destacan especialmente dos en los que Arias debatió arduamente con
las corrientes evangélicas del momento que veían en la teología de la
liberación un peligro para la fe de las comunidades. En el primero, “El
itinerario protestante hacia una teología de la liberación”, reconstruye muy
bien los diferentes hitos y el proceso de una teología evangélica, la cual, si
bien bastante tímida en sus inicios, evolucionó hasta ganarse un lugar en el
medio internacional con un perfil propio.[5] En el segundo, “Teología evangélica
latinoamericana ¿reacción o respuesta?”, una enjundiosa reseña, puntualizó muy
bien las características de la nueva teología latinoamericana, con sus
dificultades y contradicciones.[6] Repensar la llamada “gran comisión” fue
para Arias una de las grandes exigencias de su labor y de eso da fe su copiosa
producción al respecto. En 2004, la revista Vida y Pensamiento, de la ya
Universidad Bíblica Latinoamericana le rindió un cálido homenaje (https://issuu.com/ubluniversidad/docs/vp24_2).
El
nombre de Mortimer Arias seguirá siendo una importante referencia para las
iglesias latinoamericanas en su camino de búsqueda hacia la coherencia entre
doctrina y práctica, entre fe y testimonio crítico, y entre un sano concepto de
evangelización-misión y una activa participación profética en la sociedad.
——————————
[1] M. Arias, Venga
tu Reino. (La memoria subversiva de Jesús). México, Casa Unida de
Publicaciones, 1980, p. 163.
[2] Cf. Gustavo Vásquez,
“En el día del Ecumenismo la CG2016 reconoce al Obispo Mortimer Arias”, 19 de
mayo de 2016, en www.imu.org.uy/en-el-dia-del-ecumenismo-la-cg2016-reconoce-al-obispo-mortimer-arias.
[4] Cf. las dos notas
periodísticas recogidas en el sitio de la Universidad Nacional de Lanús,
Argentina, www.unla.edu.ar/greenstone/collect/archived/index/assoc/HASH0113/e60d5921.dir/doc.pdf.
[5] Vida y
Pensamiento, vol. 8, núm. 1, 1988, pp. 49-59, https://archive.org/details/vidaypensamiento81semi.
[6] Vida y
Pensamiento, vol. 10, núm. 1, 1990, pp. 90-102, https://archive.org/details/vidaypensamiento101semi.
Fuente:
ALCNOTICIAS, 2016.
No hay comentarios:
Publicar un comentario