Por.
Maximo Garcia Ruiz, España
Will
Graham, a quien no tengo el gusto de conocer, de quien ignoro su filiación
religiosa y su extracción teológica, tanto como si vive o no la realidad
española o escribe fuera de España, me ha concedido el honor de leer mi libro Redescubrir
la Palabra. Como leer la Biblia.
Y, al parecer, muestra tener una amplia información acerca de mi persona.
En
una época en la que se lee tan poco y se opina tanto, hay que reconocer el
mérito que tiene leerse un libro con el que uno confiesa no identificarse desde
sus primeras páginas y mostrar la generosidad de dedicarle un larguísimo escrito de crítica. Un gesto que agradezco.
Ojalá todos los opinantes que puedan identificarse o no con los argumentos que
desarrolla el Sr. Graham lo hicieran a partir de una lectura serena y objetiva
del texto y no a partir de descalificaciones ajenas tal y como ocurre
habitualmente.
Will
Graham se autodefine en su larguísimo comentario como conservador. Es esa una buena postura ante la vida
y ante los valores tanto sociales como cristianos. Conservar lo bueno es el
deber de todo bien nacido. Puestos a autodefinirse, yo lo hice hace algún
tiempo en un artículo que ha circulado en diferentes medios y formatos, como conservador
y liberal, y argumentaba las razones esgrimidas, que no viene al caso
repetir ahora[1].
En
el caso del Sr. Graham, a juzgar por el escrito al que hago referencia, se
muestra más que como conservador como fundamentalista, postura tan digna y respetable como
cualquier otra, que yo respeto, aunque no comparta.
En
lo que a la crítica de mi libro se refiere, legítima por supuesto, aunque sea
tan diametralmente discrepante de otras llevadas a cabo por personas de tanta
relevancia moral e intelectual como Alfredo Pérez Alencar[2] y Juan Antonio
Monroy[3], por mencionar
sólo dos de ellas, que fueron publicadas en este mismo medio, no entraré en
un debate con su autor ni, por supuesto, voy a someterme al examen que pretende
con una ristra de cuestiones con las que cierra su escrito, mediante las cuales
parece querer implantar una nueva forma de auto de fe, algo tan extemporáneo en
los tiempos que corren.
En
realidad tengo la impresión de que es el propio autor del artículo el que se
auto descalifica ante quienes tienen la virtud de pensar por sí mismos, pero
ese es un riesgo que al parecer asume gustoso. Confío en que los lectores de
Graham tengan la curiosidad de leer el libro y extraer sus propias
conclusiones.
Quiero
creer que el Sr. Graham tiene la suficiente formación teológica y filosófica
como para saber que está tomando el texto como pretexto para un ataque contra
una persona y unas instituciones con las que al parecer no se siente
identificado; y debe
saber que sacar el texto de su contexto es una aberración hermenéutica; que
mutilar un texto para hacer que parezca decir lo que al comentarista le
interesa que diga, es un fraude a sus lectores, quienes posiblemente nunca
tendrán la curiosidad de aproximarse al texto comentado; que manipular el
contenido de un escrito transmitiendo ideas y conceptos que están fuera de la
intención del autor, es una práctica deleznable que atenta contra los más
elementales principios éticos de la fe evangélica y son suficientes para
catalogar a su autor; que arrogarse la representación de “los evangélicos
españoles” es una osadía que los lectores inteligentes, que los hay sin duda,
no pueden tolerar; que el insulto y la descalificación de otros, sean o no
afines a las ideas propias, muestra una tremenda falta de la ética y la caridad
cristianas; que los cimientos de la Reforma en España y sus expresiones más
conspicuas y representativas, se fundamentan en una teología analítica y ajena
al fundamentalismo importado recientemente a España; que la extensión del
Evangelio en España se ha llevado a cabo apoyado en el sufrimiento y la sangre
de muchos españoles que durante su vida han estado dispuestos a dar lo mejor de
ellos mismos por extender el Evangelio de Jesucristo, entre los que,
humildemente, se encuentra el autor del libro tan parcialmente juzgado.
Respeto
profundamente a quienes, como Will Graham, discrepen de mi reflexión teológica;
acepto la discrepancia como uno de los valores devenidos de la libertad
religiosa por la que algunos luchamos tan denodadamente en España cuando no sé
donde estaría, si estaba, y qué haría el Sr. Graham. Reclamamos, eso sí,
respeto a la verdad,
no manipular las conciencias, abrir espacios de libertad al pueblo evangélico
español para que asuma el liderazgo de promover una verdadera Reforma en
España, ahora que conmemoramos el 500 aniversario de la promovida por Luero.
Doy
por supuesto que Protestante Digital publicará esta réplica, que está muy lejos
de alcanzar las dimensiones del escrito que la provoca, y anticipo que no
voy a entrar en un debate sobre el tema con el Sr. Graham a quien deseo las
mejores bendiciones de Dios y la capacidad y el medio adecuado para defender
sus ideas en un clima de libertad y libre concurrencia, a ser posible, teniendo
en cuenta que ni él ni yo tampoco representamos a TODO el pueblo evangélico
español.
Máximo
García Ruiz
Fuente:
Protestantedigital, 2017
No hay comentarios:
Publicar un comentario