Por. Genilma Boehler,Costa Rica
Existen
temáticas que son delicadas para las confesionalidades religiosas – en los
contextos de sociedades de países Latinoamericanos – tales realidades poseen en
general, trasfondo cultural/religioso y judío/cristiano. Pero, no solamente
comprendemos confesionalidades religiosas desde las tradiciones cristianas – y
más tratando de fundamentalismos religiosos[1] –
tal concepto está más arraigado en las religiones de trasfondo monoteístas y
que poseen un texto sagrado. ¿De qué estamos hablando? Del judaísmo, del
cristianismo y del islamismo. Tres religiones monoteístas, de trasfondo
socio-cultural patriarcal y que poseen textos sagrados: La Torah, la Biblia, el
Alcorán.
Ahora
bien…
Un
texto sagrado posee caminos para acercamientos. Por ejemplo un camino puede ser
desde el método descriptivo-hermenéutico otro, el de normativo/literal.
El
descriptivo hermenéutico se direcciona hacia un análisis crítico, que
analiza, profundiza, que sospecha de los vacíos, de las personas sujetos
anónimas o de las personas y situaciones silenciadas; que busca la
comprensión mediada por preguntas; que se aleja del sentido común; y por esto
encuentra otras respuestas y alumbra las realidades presentes, con esperanzas y
utopías futuras.
Pero
el normativo va por otro camino. Necesita de las normas, las leyes
inmutables que controla los cuerpos y las vidas individuales o colectivas.
-Si el
acercamiento al texto sagrado apunta únicamente a una dirección, como norma o
como ley, como verdades que no se cuestionan, se cae en fundamentalismos, que
tratan de comprender al pie de la letra – una frase, un párrafo – un ítem – un
versículo bíblico y procuran aplicar a la práctica cotidiana, donde
se afirman y se defienden comportamientos, actitudes y pensamientos, como
inmutables.
Les
invito a un ejercicio de imaginación:
Vamos
a imaginar que estamos viviendo en la Edad Media. La Tierra está en el
centro del universo, en las profundidades de ella está el infierno y el demonio
(y sus vapores sulfurosos que hasta van saliendo de los volcanes con cenizas y
olores), todo está calmo, fijo y tranquilo, allá en la cima las estrellas fijas
en una esfera cristalina. Toda la gente sabe que esta es la verdad, y la
experiencia cotidiana la confirma… Y entonces, alguien dice que la Tierra gira
alrededor de sí misma y alrededor del sol…[2] cuestiona
el geocentrismo y propone el heliocentrismo como otra verdad u otro horizonte
de comprensión.[3]
Este
ejemplo me parece muy interesante para pensar temáticas como las de hoy en
nuestra discusión.
Ya
vamos avanzando en las décadas, pues ha sido en los años 80 cuando en el campo
de estudios feministas, contestando al supuesto carácter de naturalidad
absoluta de la distinción sexual, acuñaron el término género en
el campo de las Ciencias Sociales[4],
como una categoría de análisis, o un concepto.
De
acuerdo con la socióloga americana Joan Scott, hay tres grandes diferencias
fundadoras en todas las sociedades: la sexual, la étnico-racial y las
diferencias de clase[5].
Según tal autora, las relaciones de desigualdad en las sociedades se
estructuran no por la existencia de la diferencia en sí mismas, sino por
valores atribuidos culturalmente a cada una de la diferencias, jerarquizando
las relaciones.[6] De
este modo las desigualdades no son fruto de la diversidad social, pero si del
valor desigualmente atribuido a personas y colectividades según estos
criterios.[7] La
noción de “género” dejaba entonces como sentado que “la biología no es
destino” y que las relaciones entre hombres y mujeres y las identidades
asignadas/adquiridas al ser culturales podían perfectamente ser modificadas.[8]
Cuando
analizamos las relaciones sociales con esta óptica, vemos que la intersección
de tales diferencias son desigualmente valoradas por la cultura que generan
jerarquías, privilegios y a la vez exclusiones, perjuicios y maltratos, lo que
influye en cuanto al reconocimiento de sus capacidades de ser
sujetos de derechos y de disfrutar de la condición de ciudadanía tan necesaria
para el acceso a los bienes materiales y para vivir la vida con dignidad y
respeto.
Desde
esta comprensión, concluimos que cada una de las instituciones de la cultura,
tales como familia, iglesias, medios de comunicación y muy especialmente
aquellas cuya misión es educar, adquieren un papel fundamental para los
cambios reales, radicales en dirección a la defensa de los Derechos de ser, de
vivir, de estar, de las inclusiones y de las prácticas de equidades.
Ahora
bien, lo que hoy día popularmente se llama “ideología de género”, es justamente
esta herramienta de análisis que cuestiona las estructuras socio-culturales
fundadas bajo la ideología patriarcal.
Es una
herramienta de análisis que cuestiona cómo las sociedades y dentro de ellas las
instituciones, están ordenadas, donde los privilegios son para varones,
blancos, ricos, heterosexuales. Las personas que escapan de este concepto
restricto quedan afuera. Por siglos esto ha sido considerado con un “orden
natural”. La herramienta de análisis de género desnaturaliza este
“orden”, cuestiona los roles definidos como “normales”, reivindica derechos
para la diversidad humana y esto crea incomodidades, resistencias,
principalmente para personas y grupos que no desean que tal orden sea
cuestionado o cambiado.[9]
Volviendo
a la pregunta inicial: ¿Por qué se oponen los fundamentalismos religiosos a lo
que llaman “ideología de género”? Yo diría que Género como
herramienta de análisis ofrece la posibilidad de sospechar del orden, de
los roles naturalizados como los que son correctos y adecuados bajo la lógica
patriarcal, como diría Schussler Fiorenza, Kyriarcal[10],
y por supuesto, como los estudios de género ofrecen un método de
análisis, trae consigo la duda metódica, que por principio es
incompatible con las creencias religiosas y que en el debate, en las
discusiones amplias, públicas y plurales es hostil a las certidumbres de las
profesiones de la fe.[11]
Desde
mi mirada, como investigadora de los estudios de género desde 2004, es
intrigante mirar el fenómeno de los grupos sociales que en muchos países de
América Latina hoy, protestan y resisten a lo que llaman “ideología
de género”. Recuerdo que en un trabajo de investigación publicado en Brasil
en 2006 (CNPq 2006) leí algo de la Universidad de Notre Dame (EUA) – que es
valorada como una universidad confesional/de trasfondo religioso, pero de
vanguardia– en 2005/06 no había instituido grupos o líneas de investigación
sobre el feminismo o sobre las mujeres, solamente sobre género. Lo curioso, que
he observado, es que la preferencia de la Universidad de Notre Dame por los
estudios de género en detrimento del feminismo o de los estudios de las
mujeres, representaba un movimiento para neutralizar moralmente temáticas de
claro impacto político para la identidad confesional/religiosa de la
institución.[12]
Y creo que aquí hay que mirar en sentido de la semántica, pues hace diez años
en aquel entonces, el impacto y resistencia de grupos fundamentalistas era más
hacia los feminismos y estudios desde las mujeres, que al género. Hoy día, es
al revés.
El
gran problema es que, hoy día, los estudios de género ponen en duda a las
verdades relativas a las posturas éticas, a la biogenética, a los
estudios de la sexualidad humana, a las morales cerradas bajos las llaves de
los fundamentalismos, a los modelos hegemónicos y por supuesto que al momento
actual; si hacemos un análisis de coyuntura política y miramos el regreso de
los dominios políticos de las élites crueles y excluyentes, mantener a la
gente desinformada y luchando entre sí, es estrategia planificada y no ingenua,
tampoco neutral.
Lastimosamente
estas confrontaciones solo fragilizan la propia humanidad en su existencia,
pues generan odios, persecuciones, maltratos entre las personas comunes que, en
conjunto, estamos amenazadas a no tener futuro, justo por estos pleitos poco
racionales.
Y aquí
regreso en defensa a los estudios de género, pues creo con firmeza que en el
campo de la educación que incluye las inteligencias, los cuestionamientos, los
nuevos descubrimientos, los nuevos conocimientos, la libertad debe (debería)
ser infinita, pues el único compromiso posible es con la “verdad”, comprendida
como el ejercicio permanente de la duda.[13]
Recordaba
Carlos Figari que “ya los ilustres maestros – como Nietzsche y Marx – nos
enseñaron que todo lo que en realidad aparece como “natural” tiene un tufillo
horriblemente ideológico. Es decir, esconde, disimula, deforma, instala algo
para el dominio de uno sobre el otro.”[14] Y
supongo que es a esto que van al encuentro los que están en lucha contra
lo que llaman “ideología de género”, pues lo que defienden es que no haya
cambios, que no se creen nuevas inteligencias, que la historia de la humanidad
y del cuidado de la vida y su reconocimiento no sea dinámico, “porque lo
natural no puede tener historia, debe haber sido así siempre y seguir
eternamente siéndolo.” [15]
Por lo
tanto, para estos grupos, suena amenazador informar a adolescentes y jóvenes
acerca de los estudios de género, porque uno de los temas que enfrentan y
denuncian es justamente la violencia de género y la violencia sexual. También
suena amenazador proponer estudios que profundicen sobre el cuerpo y sus
sentidos, que clarifiquen que antes de existir en un cuerpo ya hay el
“significable anterior a una marca (sea su género, sexo, raza)”[16] que
pasa por el poder del adulto sobre los cuerpos de la niñez y de las personas
adolescentes.
Supuestamente
las personas o grupos que persiguen lo que llaman la “ideología de
género” argumentan acerca del carácter natural del cuerpo, sin valorar que es
justamente ahí que habita la mediación ideológica que oculta las
contradicciones y que justifica la violencia. Desde los estudios de género,
hombre/mujer, blanco/negro/indígena, son conceptos políticos y no biológicos. Según
Monique Wittig, hombres y mujeres “son creaciones políticas concebidas para
donar un mandato biológico a dispositivos sociales en los que un grupo de seres
humanos oprime a otro.”[17] Según
tal autora “las relaciones interpersonales son siempre construidas y por lo
tanto la pregunta que debemos realizarnos, no es qué relaciones son más
naturales que otras, sino a qué intereses sirve cada construcción.”[18]
La
valentía de un currículo que propone enfrentar la temática de la sexualidad,
por supuesto, genera incomodidades para quienes no desean cambios, para quienes
tal vez todavía no reflexionan en que la cuestión de que “lo sexual hace tiempo
quedó consumido bajo la denominada órbita de lo privado y, como tal, sujeto a
una regulación silenciosa”[19] es
a la vez, muy peligrosa porque oculta justamente la violencia de género y la
violencia sexual. Por ejemplo, el desprecio a la diversidad sexual que en
nuestras sociedades latinoamericanas son vistas como algo “común” y
“comprensible”. Por esta razón es “absolutamente relevante reflexionar sobre
las formas de vivir la sexualidad, sobre las muchas formas de ser y de
experimentar placeres y deseos, como también parece muy relevante reflexionar
sobre las posibles formas de intervenir, con el objetivo de alterar,
cuestionar, cambiar de algún modo este estado de situaciones que son
intolerables”[20] como
el bullying y los actos de violencia y desprecios.
Finalmente,
acusar los estudios de género de ser una ideología es algo a ser valorado –
asumiendo que no existe ningún conocimiento o reflexión que sea neutral.[21] Un
método o un área de conocimiento, asume posturas políticas y teóricas que
pueden ser de mantenimiento o de transformación. Según la pedagoga
brasileña Guacira Lopes Louro, el objeto de estudio debe procurar comprender no
solo cómo se constituyeron las posiciones-de-sujeto, sino analizar cómo la
oposición binaria subyacente a este régimen se inscribe en la producción del
saber y del conocimiento, de la organización social, en las prácticas
cotidianas y en el ejercicio del poder.[22]Con
todo, el punto fundamental debe ser comprender cómo se da, en los espacios que
llamamos de pedagógicos, la reiteración de tales posiciones; justamente para
que se pueda reflexionar sobre tales temáticas buscando las formas de cambiar
tales certezas[23] y
así generar otros modos de conocer y de pensar, otras actitudes que deben
interesar, en particular, a personas que trabajan con la educación de la niñez
y de la adolescencia.[24] Esto
supone abandonar las normas conocidas en los currículos, lo cual pertuba la
familiaridad del pensamiento y obliga a pensar fuera de la lógica segura.[25]
Dicho
en otras palabras, las herramientas de análisis de género contribuyen para
construir una realidad distinta, donde el objetivo es formar y educar nuevas
generaciones para que lleguen a ser mejores como especie humana; una donde la
inclusividad, solidaridad, respeto, reconocimiento y equidad sean conceptos
fundamentales que sostienen ideas y actitudes que denuncian la violencia, los
abusos y los maltratos. En consecuencia, las cuestiones que nos movilizan deben
ser, fundamentalmente, aquellas que “se preguntan cómo un saber se constituye y
cómo otro saber no se constituye, o no logra constituirse, para comprender cómo
funciona el juego de afirmaciones y de negaciones en las relaciones de poder.”[26]
Si a esto se nombra como una “ideología”, entonces reafirmo que antes de
combatirla habrá que defenderla y promocionarla, para que sea comprendida con
transparencia de lenguaje y con su alcance metodológico debido a que es un
instrumento de transformación positiva y no destructiva.
Referencia
Bibliográfica:
ALVES, Rubem. 2000. Filosofía da ciencia.
Introdução ao jogo e suas regras. São Paulo: Loyola.
BALTODANO, Mireya.2016. Género: una perspectiva
para la vida plena y la justicia social. San José: SEBILA/UBL.
BUTLER, Judith. 2003. Problemas de gênero –
feminismo e subversão da identidade. Rio de Janeiro: Civilização Brasileira.
DINIZ, Debora. 2006. Entre a dúvida e o dogma.
Porto Alegre: Letras Livres.
FREIRE, Paulo. 2002. Pedagogia do Oprimido.
Rio de Janeiro: Paz e Terra.
FIGARI, Carlos. 2009. Eróticas de la dissidência em
América Latina. Buenos Aires: Clacso/Ciccus.
LOURO, Guacira Lopes. 2004. Um corpo estranho. Belo
Horizonte: Auténtica.
LOURO, Guacira Lopes. 2007. O corpo educado.
Pedagogias da sexualidade. Belo Horizonte: Autentica.
KORTNER. Ulrich.2009. Introdução a hermenêutica
teológica. São Leopoldo: Sinodal/EST.
SCHUSSLER FIORENZA, Elisabeth. 2011.Discipulado de
Iguales. Una Ekklesia-logia critica feminista de liberación. La Paz: Pachamama.
SCOTT, Joan. 1995. Gênero: uma categoria
útil de análise histórica. Revista Educação e Realidade, v. 20, n.2, p. 71-99.
WITTIG, Monique, 1992. The Straight Mind and Other
Essays. Boston: Beacon Press.
[1] Fundamentalismos
hay en muchas esferas de la vida cotidiana. Hay fundamentalismos políticos,
ideológicos y, por supuesto, fundamentalismos religiosos.
[2]ALVES,
Rubem. 2000. Filosofia da ciência .Introdução ao jogo e a suas regras.
São Paulo: Loyola, p. 42.
[3] Por
se desean mirar al vídeo: https://www.youtube.com/watch?v=52Gai2g2qKk
[4] FIGARI,
Carlos. 2009. Eróticas de la disidencia en América Latina, Buenos Aires:
Clacso/CICCUS, p. 9
[5] SCOTT,
Joan. 1995. Gênero: uma categoria útil de análise histórica. Revista Educação e
Realidade, v. 20, n.2, p. 71-99.
[6] SCOTT,
1995, p. 73
[7] SCOTT,
1995, p. 73/74.
[8] FIGARI,
2009, p. 9
[9] Un
buen material para consulta sobre este tema es: BALTODANO ARRÓLIGA, Mireya.
2016. Género: una perspectiva para la vida plena y la justicia social. San
José.
[10] El
término o el concepto Kyriarcado ha sido acuñado por la teóloga
Elisabeth Schüssler Fiorenza. Es una palabra compuesta por dos palabras
griegas: Kýrios que significa ¨dueño¨, ¨señor¨, y Archen que se
remite al verbo ¨dominar¨ o ¨gobernar¨. Para Schussler Fiorenza el
sistema kyriarcal es un sistema sociopolítico de dominación, en la cual una
élite de hombres mantiene el poder sobre las mujeres y sobre otros hombres.
[11] Mirar
algo más: DINIZ, Deborah. 2006. Entre a dúvida e o dogma: Liberdade de Cátedra
e Universidades Confessionais no Brasil. Porto Alegre: Letras Livres, p. 17.
[12] DINIZ,
2006, p. 14
[13] DINIZ,
2006, p. 10
[14] FIGARI,
2009, p. 10
[15] FIGARI,
2006, p. 10.
[16] FIGARI,
2006, 11
[17] WITTIG,
Monique, 1992. The Straight Mind and Other Essays. Boston: Beacon Press.
[18] FIGARI,
2009, citado en p. 11.
[19] FIGARI,
2009, 11
[20] LOURO,
Guacira Lopes. 2004. Um corpo estranho. Belo Horizonte: Autentica.
[21] Parafraseando
a Paulo Freire: FREIRE, Paulo. 2002. Pedagogia do Oprimido. Rio de
Janeiro: Paz e Terra.
[22] LOURO,
2004, p. 57.
[23] LOURO,
2004, p. 57.
[24] LOURO,
2004, p. 60.
[25] LOURO,
2004, p. 71.
Esta ponencia fue presentada en la Universidad
Estatal a Distancia-UNED, el 29 de septiembre de 2017, en San José, Costa
Rica, en el marco del evento “Retos y dilemas de la educación para la
afectividad y la sexualidad en Costa Rica frente al conservadurismo religioso”
Fuente: la Universidad Bíblica Latinoamericana
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