Thomas Jefferson llegó a ser el tercer presidente de los Estados Unidos, pero antes de esto fue uno de los padres de la Declaración de la Independencia y la Constitución. Jefferson contribuyó además a la creación de la Universidad de Virginia. Cuando Thomas Jefferson dejó la pluma en el tintero por última vez y se limpió los dedos con uno de sus pañuelos, sintió la fatiga de haber realizado una de las cartas políticas más importantes de la historia. Al principio, mientras redactaba la Declaración, las palabras fluían a su mente con fuerza, pero sabía que detrás de aquella retórica brillante se escondía una larga marcha no exenta de sufrimiento y dolor. A la mañana siguiente, Thomas Jefferson se reunió con los otros cuatro delegados seleccionados por el Congreso Continental para redactar la declaración. Sus compañeros se sorprendieron al comprobar que Jefferson había escrito la declaración en un tiempo récord, pero su admiración fue creciendo a medida que leían el texto: “Cuando en el curso de los acontecimientos humanos se hace necesario para un pueblo disolver los vínculos políticos que lo han ligado a otro…” Los delegados escucharon complacidos hasta que el representante de Massachussets, John Adams, dijo: “Yo creo que habría que añadir la frase: Que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables.” Otro de los delegados, Benjamín Franklin añadió: “Al final deberíamos incluir la frase: Con absoluta confianza en la protección de la Divina Providencia.”
Algunos cambios demostraban la profunda sumisión de los escritores de la Declaración de Independencia a Dios, pero sus creencias cristianas son más que cuestionables, en al menos dos de ellos, Benjamín Franklin y Thomas Jefferson. El que sería tercer presidente de los Estados Unidos, Thomas Jefferson, no ocultaba sus profundas ideas deístas. Su respeto a las creencias de los demás y su profundo deseo de la separación política de la Iglesia y el Estado, estaban en la base de su pensamiento. Thomas Jefferson rechazó públicamente todos los aspectos sobrenaturales de las Escrituras, incluidos los milagros de Jesús. En su pensamiento racionalista, lo sobrenatural era considerado mera superstición. Durante las elecciones a la presidencia fueron muchos cristianos los que denunciaron las ideas heterodoxas del candidato. Thomas Jefferson se defendió aduciendo: "Que el buen sentido regrese a nuestro país aborta y amenaza sus esperanzas, y ellos [el clero] creen que cualquier poder que ejerza, será ejercida en oposición a sus planes. Y creo que con razón, porque he jurado en la altar de Dios, hostilidad eterna contra toda forma de tiranía sobre la mente del hombre. Pero esto es todo lo que tienen que temer de mí: suficiente en su opinión, y por ellos imprimen folletos para mentir en mi contra... ". Son numerosas las frases en las que Jefferson ve en la religión un instrumento de represión, y en el clero un obstáculo para la libertad. Tal vez, el problema de Thomas Jefferson, como el de muchos de sus contemporáneos, fue el de sentirse excluidos del cristianismo en cuanto comenzaron a dudar de algunos de sus principios básicos, mientras veía como la iglesia se cerraba y se colocaba en una posición defensiva. La razón siempre ha de ser un reto para la Iglesia de Dios, nunca un enemigo a abatir.
*Mario Escobar es licenciado en Historia, diplomado en Estudios Avanzados por la Universidad Complutense de Madrid y director de la revista «Nueva Historia para el Debate»
Fuente: Protestange digital.
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