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jueves, 6 de noviembre de 2008

Barack Obama: Cita con la historia

Por Carmelo AlvarezALC/ Chicago, 5 de noviembre de 2008.

Escribo este análisis unas horas después del contundente y claro triunfo electoral de Barack Obama. La sensación, para los que hemos vivido algún tiempo en Estados Unidos y hemos estudiado y trabajado aquí, el momento es de reflexión y profunda meditación.

Aún recuerdo cuando caminé por primera vez por los pasillos de la Escuela de Teología Candler en la Universidad de Emory en Atlanta, Georgia. Eso fue en 1971. En la facultad encontré a Justo González, quien era ya mi amigo y se convirtió en mi mentor.
Grant Schockley, era el único profesor afro-americano en la facultad, y con él establecí una amistad muy cercana. Después llegó Ed Wheeler, el hoy presidente del Seminario Cristiano Discípulos de Cristo en Indianápolis, y trabamos una hermandad que perdura hasta hoy. Nunca imaginé que un afro-americano llegaría a la presidencia de los Estados Unidos. Pensarlo en el sur de Estados Unidos en 1971 era más una pesadilla que una realidad. El racismo dominaba en todas sus expresiones y niveles. Nosotros lo sufrimos en carne propia, pero nunca nos invadió la amargura. ¡Y seguimos luchando!
Anoche vi en la televisión a Bernice King, hija de Martin Luther King, Jr., hablando con la prensa desde la Iglesia Bautista Ebenezer donde “Daddy King”, el papá de Martin Luther King, Jr., y pastor por muchas décadas allí, nos recibiera a mi esposa Raquel y a mí con tanto cariño en 1971. Y me eché a llorar. Hemos recorrido un largo camino.
Barack Obama a hecho historia. Él es la encarnación de una nueva generación afroamericana en los Estados Unidos. Barack sabe del prejuicio racial, pero también aprendió sobre las solidaridades y las posibles alianzas en el tejido político norteamericano. Ha combinado el realismo con la imaginación, y se ha dejado guiar por una espiritualidad que incluye una gran dosis de humildad. Su carisma, la tenacidad y el discernimiento del tiempo propicio para moverse en el complicado mundo de la política, lo llevaron al Senado de Estados Unidos, y hoy a la presidencia. Una de sus fortalezas fue confiar el electorado disperso y frustrado, los jóvenes indiferentes, los latinos y latinas decepcionados, las mujeres de todas las razas y edades que buscan justicia. ¡Y se formó una gran coalición en todo el país! Con pequeñas contribuciones Barack Obama financió una lucha cotidiana para ganar la nominación presidencial y resultar electo con una victoria definitiva.
¿Qué le aguarda a Barack Obama? ¿Qué podemos esperar en Latinoamérica de su gestión presidencial? Permítanme intentar algunas pistas de análisis.
Barack Obama tendrá que moverse a una posición de consenso y convocatoria en un centro político dentro de su propio partido y en el país. Hay una crisis económica demasiado seria que le va a requerir su mejor talento e imaginación y gran habilidad política.
Las expectativas son demasiado grandes, la gente quiere soluciones concretas pronto.
En política exterior deberá tender puentes de diálogo y recuperación de la credibilidad con muchos de los aliados de Estados Unidos que han estado muy molestos con la administración Bush y su enfoque guerrerista. Pero deberá asegurarle a un sector importante en Estados Unidos que la “seguridad nacional” se mantiene fuerte. Tiene una buena oportunidad de reestablecer el diálogo con Latinoamérica y el Caribe, reconociendo el nuevo momento que vive la región con el liderato político de la misma, desde Argentina hasta Venezuela, pasando por Bolivia y Paraguay. La distensión con Cuba será bienvenida aún en sectores políticamente conservadores, pero económicamente liberales que aspiran a normalizar las relaciones comerciales con la Isla. Un dato interesante que amerita un serio análisis es el comportamiento político-electoral de las nuevas generaciones de cubanos-americanos que han apoyado decididamente a Obama, y que ya no viven con la nostalgia del retorno ni con el síndrome del anticomunismo enfermizo de sus padres. En cierta medida Barack Obama es una nueva generación afroamericana que visualiza su lugar y destino en los Estados Unidos con otra óptica. Agradecen la lucha por los derechos civiles de Martin Luther King, Jr. y su generación, pero asumen este momento histórico desde la experiencia de un nuevo sueno americano donde se gesta una nueva coalición racial y cultural. La presencia latina, crecientemente visible y activa, es un factor decisivo en esa nueva alianza nacional.
América Latina y el Caribe deberán ser más visibles en la agenda de Barack Obama y su administración. Pero no esperemos cambios drásticos ni súbitos. Barack tiene demasiadas negociaciones que hacer antes de llegar a esa postura. Esperemos que comience con la distensión hacia la región y un mayor respeto por sus líderes, y veremos a donde puede llegar. Un acercamiento de América Latina y el Caribe con una agenda desde la región para la administración Obama, incluyendo el trato a los y las inmigrantes, sería bien oportuno. Reclamar el trato comercial justo y equitativo también ayudará en ese diálogo necesario. Detener el militarismo como opción estratégica es otro asunto crucial.
Por el momento disfrutemos nuestra pequeña utopía. No tendremos una administración republicana en la Casa Blanca a partir del día 20 de enero del 2009. Y veremos todos los días un rostro afroamericano en la presidencia de Estados Unidos. Ese símbolo me ayudará a seguir esperando con tesón un nuevo horizonte de esperanza. ¡Eso es bien importante! Yo tengo una nieta afroamericana-latina, Naia Raquel, que es también una razón poderosa para luchar y esperar. Ella me da permiso para seguir aguardando mejores días. Ella es parte de lo nuevo que Dios nos regala.
Fuente: ALC

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