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lunes, 20 de julio de 2009

Asumiendo la Postura de Poder, discipular siendo esclavo

por Bill Lawrence.Usado con permiso

Imaginen el asombro, la impresión, la imponente cortina de silencio que cayó sobre la habitación la noche en que Jesús se levantó de la mesa en la cena de la Pascua, y lavó los pies de Sus discípulos. Ahí estaban ellos – trece hombres recostados en torno a esa mesa baja, como un ramal, cada hombre reclinado sobre el pecho del otro. Juan reclinado sobre el pecho de Jesús; Jesús reclinado sobre el de Judas – todos contiguamente entrelazados para la velada.
Entonces, repentinamente, Jesús se movió, se enderezó, se incorporó. Esto nunca había sucedido. El anfitrión jamás se levanta, jamás deja la mesa una vez que se haya sentado. Las preguntas deben haber cruzado por sus mentes. ¿Acaso no estaba satisfecho con la comida? ¿No le gustaba la disposición de los lugares? ¿Estaba enfermo? Aquello nunca había sucedido anteriormente. Entonces Él hizo algo aún más extraño. Rompió esa cortina de silencio con el roce de sus ropas y el verter del agua. Se quitó su manto, tomó una toalla, se la ciñó, y vació el agua de una jarra en una palangana que esperaba al esclavo que lavaba los pies, - solo que no había esclavo, hasta que Jesús humillándose a Sí mismo, recorrió a uno por uno de los hombres, lavando sus pies, un esclavo de rodillas, dirigiendo mientas servía.
¿Cómo respondes a discipular siendo esclavo? Con una protesta con toda probabilidad. ¿Cómo puede un esclavo ser un discipulador? Los discipuladores son líderes y los esclavos no dirigen. Es verdad – todos saben eso. Todos excepto Jesús. Aparentemente Él no recibió el memorándum, así que se convirtió en un esclavo y un líder – de hecho, en un discipulador esclavo. ¿No describe Filipenses 2:5-11 a Jesús descendiendo hasta la esclavitud? “... se despojó a sí mismo tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.” (Fil. 2:7-8). Jesús gustosamente se despojó de todo poder en los cielos y en la tierra y se convirtió en un ser impotente a los ojos de los hombres. Eligió ser totalmente obediente y dependiente de Su Padre. Pero, ¿quién era más poderoso en el cielo o en la tierra que este Esclavo, Jesús? Convertirse en un discipulador esclavo, es asumir la postura más poderosa de todas entre nuestros discípulos, la postura de Jesús.
Aún la palabra “esclavo” se atora en nuestra garganta. No tiene sentido. Los esclavos no tienen poder. Los esclavos no tienen una vida propia, no tienen derechos sobre su tiempo, ni control sobre su futuro, ni opinión sobre su destino, ni estatus en la sociedad. Ellos carecen totalmente de identidad, son impotentes, totalmente sometidos. Los esclavos deben decir sí, cuando quieren decir no. ¿Cómo puede la postura de un esclavo ser la postura más poderosa de todas? Tal vez dependa de la clase de esclavitud que estemos hablando. Y tal vez dependa de a quien sirvan los
esclavos.

Fuente: ObreroFiel.com- Se permite reproducir este material siempre y cuando no se venda.

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