No sé si
soy capaz, porque no creo en la opinión ni
en el consenso de los ciegos para determinar cuáles
son los colores del arco iris.
Por. Alex Sampedro, España
“¿Qué es la verdad?”
Poncio Pilato hablando con Jesús
antes de permitir su muerte Dialoguemos de ideas, sin acritud, y pensemos si
nuestro acercamiento a ellas es desde la razón pura
o si nuestras pasiones y nuestro bagaje entran a la palestra sin permiso.
Porque son muchos frentes en los que hay que estar, y cuando opinas en uno, de
repente la conversación deriva a otro
lugar, por la retaguardia, incluso desde dentro de las filas, o desde arriba, y
la respuesta que sirve en un contexto se vuelve irrelevante en el otro:
En el terreno de la Biblia, Si digo que “la Biblia dice” respecto
a cualquier tema entonces respondes que no estoy entendiendo el contexto, o que
era una cuestión meramente
cultural, o algo del antiguo testamento, y aunque puedo demostrártelo con textos paralelos en otros pasajes siempre
hay una buena explicación o una mala
traducción que durante dos
mil años ha estado ahí y no suponía un
problema hasta que un lobby ha ejercido presión para
que averigüemos lo que
realmente querían decir los
originales.
Si consigo con-vencerte (hablo de ideas) de que el
sentido del texto es el que yo defiendo, la respuesta que obtengo es que en
realidad la Biblia no es “tan
autoritativa” y nuestra razón comunitaria en el mejor de los casos, como
Iglesia, o mi reflexión personal como
individuo inspirado por Dios, debe seleccionar aquellos textos a aplicar hoy y
superponer unos pasajes a otros según mi
criterio, dejando la Escritura en segundo plano, convirtiendo en irrelevante lo
que “escribió Pablo en una carta hace siglos a una iglesia en
particular en Corinto”.
Así que,
una vez desechada la autoridad de la Biblia nos quedan nuestros argumentos.
Bueno, intentémoslo:
Nos
vamos a la discusión de cómo es el ser humano, en todos sus planos, físico, anímico o mental, emocional si se
quiere, espiritual y social. Hacemos uso del sentido común y del resultado que ha dado en la historia ciertas
conductas y valores morales. E intentamos hacernos una “opinión
acerca del tema” pero claro, el
mundo sigue rodando y nuestras opiniones generan acciones y por lo tanto
realidad. Son importantes. Pero todos tenemos buenas razones para defendernos:
Los animales lo hacen, observamos esa conducta en muchas realidades de la
naturaleza; y así. Algunos incluso
hablan de pulsiones, el tanatos, el eros... Y no nos entendemos, y si lo
hacemos, no cambiamos de opinión,
sino que buscamos más razones para
defender nuestra postura. Y eso es de todo menos racional. Porque si no hay un
ancla, una verdad que alcanzar (algo que filosóficamente
creo imposible por nosotros mismos) o una verdad, si es que existe, que nos
alcance, entonces todo son opiniones, percepciones personales de una mente
finita fruto de un cerebro de unos dos kilogramos.
Y por lo tanto, en un sentido, todo son mentiras. Y
a aguas revueltas ganancia de pescadores, y todos tenemos nuestra caña preparada para la mínima
oportunidad. Preguntémonos sinceramente, Si la verdad se nos
presentara delante de nosotros, ¿estaríamos dispuestos a cambiar? Llegaríamos a argumentar que sólo es una ilusión. Me
da la sensación de que es
imposible. Casi tiene que ocurrir “un
milagro”. Las evidencias
irrefutables se convierten en actos particulares de fe cuando pasan por el
filtro de nuestra experiencia, nuestros sentidos y procesos mentales. NADA es
irrefutable, ni siquiera el “cogito
ergo sum”. Ni siquiera
nuestra propia existencia desde nosotros. ¡Qué caos! Y podría
seguir, pero no.
Creo que
por todo lo mencionado antes y muchas cosas más hay situaciones hoy que aunque
aborrezco siguen vigentes, y en algunos lugares hasta se están reforzando. Y por mucho que
intenten convencerme con argumentos bíblicos, extrabíblicos, razonables y con evidencias de la
naturaleza, jamás estaré a favor de la pena de muerte, o
del consumismo galopante de nuestra sociedad occidental, o de que la base de la
economía
mundial sea básicamente
la usura.
Y también de
algunas cosas más. Ya me
entiendes. Para mi, el “no matarás” es claro
en la Biblia, aunque haya muertes, aunque parezca que Dios a veces decía lo contrario, aunque en la naturaleza ocurra y sea
por lo tanto “natural”. El consumismo es una manera de disfrazar la
avaricia y promoverla y la usura es condenada por la palabra muchas veces de
forma más que evidente. Y
también creo algunas
cosas acerca de la sexualidad y su práctica
saludable.
La clave hermeneútica
de la vida, el ancla en la que intento aferrarme es Jesús, y desde Él, jamás podría
aceptar la pena de muerte, la usura o la avaricia. Si discutiéramos estos asuntos, me dedicaría a intentar con-vencerte de lo contrario. No por la
satisfacción de tener razón, sino porque las opiniones generan conductas, y éstas realidad, y me parecen temas demasiado
importantes como para dejarlos pasar. Por mucho que me quieran decir que es lo
mejor para la sociedad, que es lo justo, que es lo mejor para el reo porque no
hay solución, o que “somos así ¡Qué le
vamos a hacer!” o porque es lo
que la Biblia realmente dice. No sé si
entiendes lo que quiero decir. Y entonces llego al final de un callejón sin salida. No hay comprensión mutua. Y si no ocurre un milagro no puedo
traspasar el muro.
¿Seguimos?
No sé si soy capaz, porque no creo en
la opinión ni en
el consenso de los ciegos para determinar cuáles son los colores del arco
iris.
¿Qué es la verdad? Preguntó
Pilato. No hubo respuesta. Sólo un
Dios que muere en manos de gente que no saben lo que hacen mientras Jesús susurra “perdónalos”. La
razón calla, Pero
Dios ha hablado.
Y solo encuentro un punto de unión desde el que partir, sin quitarle la razón a nadie. Parece ser que todos o casi todos estamos
de acuerdo en que Dios ha dicho algo: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”
Si es así, quizá partiendo desde esta semilla, sólo tenemos que extraer lo que de ella se deriva para
ver que la verdad en algún sentido ya
estaba dentro de nosotros, pero no estábamos
siendo consecuentes con ella. Así no
tendré que con-vencerte,
ni tú a mí. Sólo
descubrir juntos lo que ya estaba presente y no estaba en Callado. Para cumplir
toda la Ley. Quiero hablar de la homosexualidad.
Sigo.
Próximo
artículo:
“Ama a tu
homoprójimo
como a ti mismo”.
Fuente: Protestantedigital, 2015.
No hay comentarios:
Publicar un comentario