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lunes, 15 de mayo de 2017

El libro de Hechos: movimiento y conflicto



Por Carlos Valle, Argentina
Las personas siempre han contado cuentos. Mucho antes de que la humanidad aprendiera a leer y escribir, todo el mundo escuchaba cuentos. Y había narradores que los contaban mejor que otros, es decir, que la gente les creía más sus mentiras. Günter Grass
La recepción de los textos bíblicos ha pasado por tantas interpretaciones que muchas historias han tomado un aura de carácter paranormal que termina por distorsionar simples relatos. La deificación de narraciones bíblicas ha sido tan marcada que, en muchos casos, han perdido veracidad y entran en el círculo de lo milagroso que busca evitar cualquier cuestionamiento.
El testimonio de los testigos en el texto bíblico tiene una destacada importancia que hay que valorar como lo es el de todo testigo que ha sido participe de los hechos que comunica. Es obvio que, en toda comunicación, cuando se comparte un hecho indefectiblemente se trata una interpretación del mismo, porque todo testimonio tiene un condimento de subjetividad. Por eso, hay que comenzar por considerar si los testigos son favorables o no a lo que relatan. Todo testigo, no importa si está a favor, en contra o intenta permanecer imparcial, no puede evitar tener que pasar por el filtro de la corroboración de los hechos. Al mismo tiempo, hay otro elemento a tener en cuenta: la propia subjetividad de quien provee ese testimonio. Es importante poder desentrañar en todo testimonio si aclara o distorsiona los hechos.
Será valioso considerar cómo esta comprensión de todo lo que se comunica se aplica a los textos bíblicos. Puede ayudarnos iniciar nuestra tarea preguntarnos, por ejemplo, sobre lo que se dice como lo que se obvia por razones que pueden reflejar tanto desconocimiento como reservas en la comunicación. En el caso de las ausencias de testimonios que pudieran entenderse como claves, surgen preguntas tales como: ¿Por qué se narran ciertos hechos y se obvian otros? ¿Por qué algunos comunicadores pueden ser tan pocos proclives a entrar en detalles que ayudarían a aclarar lo que cuentan? Estas y otras preguntas se podrían formular haciendo referencia, por ejemplo, a la llamativa falta de menciones de Pablo en sus cartas tanto como en sus predicaciones registradas en el libro de Los Hechos -que será citado como Hechos-, sobre relatos de la vida de Jesús. Lo mismo puede decirse sobre la ausencia de sus dichos –salvo uno que será considerado posteriormente- que son los que tienen un lugar muy destacado en los cuatro Evangelios. Pablo tuvo un contacto directo con los apóstoles, los testigos oculares, de allí que cuesta creer que no hayan compartido con él experiencias y palabras que recibieron de Jesús.
Hechos y el evangelio de Lucas
Hechos reclama desde el comienzo ser la continuación del Evangelio de Lucas. Ambos textos están dedicados a un tal Teófilo, de cual no tenemos información. Algunos suponen que, dado que el nombre Teófilo significa “amigo de Dios” o “amado por Dios”, podría ser una manera simbólica de comprender a todos los cristianos. La autoría de estos escritos se atribuye a Lucas, el médico que se menciona por su nombre en varias cartas de Pablo elogiado como el “médico querido” en las cartas a los Colosenses, II Timoteo y Filemón. Debe señalarse que, de esas tres menciones, solo la carta a Filemón es reconocida entre las siete auténticas cartas de Pablo. Por otra parte, tradicionalmente se asume que, junto con Tito, Lucas es el enviado para llevar “la ofrenda para los santos”, mencionándolo como “al hermano cuya alabanza en el evangelio se oye por todas las iglesias” (2 Cor. 8:18). Sobre autoría y fecha de la aparición de Hechos mucho se ha escrito, dando lugar a diversas y contradictorias teorías al respecto. Su consideración excede el propósito de este libro.
Con estos dos escritos el autor busca cubrir varios objetivos. Primero, poner en orden las cosas que han sucedido y que considera “ciertísimas”, porque así las han enseñado “los que desde el principio lo vieron con sus ojos…”.
En segundo lugar, “después de haber investigado con diligencia todas las cosas desde su origen”, decide escribirlas “por orden” para que Teófilo conozca “bien la verdad de las cosas en las cuales has sido instruido.” El buen propósito de este escritor debe ser entendido con los condicionamientos que supone la redacción de sucesos que en buena medida conoce porque se los han compartido testigos oculares Al mismo tiempo, en ciertos momentos del relato la comunicación se personaliza como una distinción entre lo que ha recibido y lo que menciona como testigo ocular.
Es de destacar la afirmación de que lo que se comunica son relatos considerados “ciertísimos”, “investigados con diligencia” y “puestos en orden”. Estamos aquí ante un autor que conoce la importancia de la tarea que se ha propuesto, los recaudos que son necesarios para su redacción y la definida estructura con la que deben ser expuestos.
Teniendo en cuenta este planteo surgen ciertas preguntas inevitables tales como: qué incluye, cómo lo incluye, qué destaca, qué omite. Será el propósito de este libro procurar una lectura de Hechos desde la perspectiva de la comunicación. Los varios relatos de carácter trascendente que se mencionan, aparecen como incidentes en los que se procura destacarlos como de directa intervención divina. Para un lector crítico las cuestiones extrasensoriales que contienen esos relatos, que quiebran el desarrollo general, son de una densidad tal que producen un contraste muy marcado que llevan a cuestionar u oscurecer la validez de esos textos. De todas maneras, es importante tratar de considerar las manifestaciones que contienen hechos de carácter milagroso empezando por no desecharlas sino tratar de comprender lo que expresan y por qué tiene la necesidad de incluirlos en su trabajo.
Historia y fantasía
Las historias de fantasía, los cuentos que han acompañado generaciones siempre tienen un núcleo o trasfondo que expresa una realidad relacionada con hechos concretos o con situaciones emocionales. A veces esa realidad se halla muy oculta, o los años le han impedido hacerse más obvia. Si nos referimos a historias bíblicas debemos empezar por reconocer el peso de una cultura que tiene su particular forma de expresar sus experiencias religiosas. En esos casos hay que hurgar en el peso de la cultura para expresar situaciones que es necesario releer desde una nueva perspectiva. Así, no corresponde leer estas historias como textos literales ni tampoco desecharlos porque el origen de su cultura no nos es afín. Al mismo tiempo, se debe reconocer que la lectura crítica de otra cultura siempre tiene el atenuante de la relatividad de las interpretaciones. Así, por ejemplo, un hecho milagroso leído desde una perspectiva racional puede percibirse como inconcebible y oscurecer la posibilidad de indagar sobre lo que ese hecho presentado como sobrenatural puede estar comunicando que requiere elaborar su lectura desde una perspectiva diferente.
Se reitera que lo que se propone es un recorrido de todo Hechos desde la perspectiva de la comunicación a fin conocer de una manera clara propósitos, intentos y resultados de esta obra que se afirma como relatando las cosas sucedidas que considera “ciertísimas” y que busca narrarlas “puestas en orden”. De los escritos del Nuevo Testamento Hechos es el único que reclama una propuesta de este tipo. Este es único escrito que informa los primeros pasos de la comunidad cristiana.
Alguna información se puede encontrar en los evangelios. Es importante señalar que los evangelios se consolidaron a partir de relatos provenientes de varias fuentes tanto sobre las actividades de Jesús, como sus dichos y discursos. Es posible encontrar en los evangelios trazos de la vida de la nueva comunidad posterior a la vida de Jesús. De todas maneras, Hechos es otra forma de recopilar información, seleccionarla y articularla, que difiere del modo que se integran los evangelios.
Una de las virtudes de Hechos es presentar su historia haciendo acentos particulares para ciertas situaciones que dan lugar para una lectura crítica. No se trata de una historia lineal, sino de pinceladas que dibujan lo que comunican. En ese sentido, se destaca su intención de brindarnos esa historia con todas las limitaciones que proyecta la presencia de una comunidad que se va formando, que se discute a sí misma, que tiene líderes cuya mayor autoridad es la de ser testigos de los hechos que narran.
El objetivo de Hechos
Hay cierta rusticidad en el contenido del libro pero es una rusticidad que tiene el valor de lo genuino. Es una demostración de que la comunidad primitiva carecía de ese boato que los años le fueron adosando. La sencillez de su accionar, las contradicciones internas, los desencuentros resultan en un testimonio fiel y genuino. Es la peculiaridad de este escrito que suscita un interés particular desde el punto de vista de la comunicación, porque presenta una serie de claves que hay que desentrañar, es decir, cómo lleva a cabo su propósito de atenerse a las cosas ciertísimas y definir el orden en que sucedieron.
La pregunta que tenemos que formularle a este texto es tratar de conocer cuál es el propósito que mueve al redactor de Hechos, porque no se trata de un relato corriente sino un registro de sucesos muy seleccionados, cuyo propósito va más allá de una compilación histórica tradicional. Porque es evidente, además, que hay, en este incipiente grupo de testigos, que no establece jerarquías, una constante tensión, por un lado, entre su testimonio a los judíos, a quienes es difícil convencer y que también dan muestras de fuerte rechazo. Pero, al mismo tiempo, lo mismo ocurre cuando se procura alcanzar a los gentiles, donde la reacción en el seno de la comunidad de discípulos muestra serias divisiones. Una tensión siempre presente que nunca se da por concluida y, que de una manera peculiar se grafica en dos hechos: una, la abrupta despedida del apóstol Pedro sobre quien no se volverá a hablar y, dos, el corte final del libro con un inconcluso juicio a Pablo en Roma.
El cristianismo primitivo tiene todas las cualidades de un movimiento naciente que, con el tiempo, seguirá la línea de todo movimiento para constituirse en una institución que asumirá muchas de las estructuras del mundo de aquellas épocas. En pocas palabras, Hechos es la memoria de uno de esos movimientos. Vive las tensiones y conflictos que su mensaje motiva en el mundo judío, en su apertura a los demás pueblos y en el seno mismo de la comunidad. + (PE)

El autor es Teólogo, con estudios en Alemania y Suiza. Pastor (j) de la Iglesia Metodista Argentina. Director del Departamento de Comunicaciones del Instituto Superior Evangélico de Estudios Teológicos (ISEDET), Buenos Aires, 1975-1986. Presidente de Interfilm, 1981-1985. Secretario General de la Asociación Mundial para la Comunicación Cristiana (WACC), Londres, 1986-2001. Autor de los libros Comunicación es evento (1988); Comunicación: modelo para armar (1990); Comunicación y Misión; En el laberinto de la globalización (2002). valleferrari@gmail.com
Ilustración: Edvard Munch pintor y grabador noruego. Sus evocativas obras sobre la angustia influyeron profundamente en el expresionismo alemán de comienzos del siglo XX. Nació el 12 de diciembre de 1863. Falleció el 23 de enero de 1944.SN 162/17

Fuente: ALCNOTICIAS, 2017

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